Gel hidroalcohólico, cuaderno de notas, La madre de Frankenstein de A. Grandes, Poeta en Nueva York e Inés del alma mía de I. Allende.
Espero que os encontréis bien de salud y de ánimo. Con vuestro permiso, voy a rebobinar un poco.
Aquel 2 de marzo, tan cercano y tan lejano, cuando acabamos la sesión conjunta del Club de Lectura presencial de "La Acequia" y Alumni UBU con el Aula de Historia de la misma asociación, nos despedimos hasta la próxima y no podíamos imaginar que fuera nuestra última reunión en un tiempo indefinido. Aunque, ahora recuerdo que Pedro Ojeda nos adelantó esa posibilidad. Nos sonaba a chino. ¿A chino? Ya en la puerta, hice la última foto que ahora me pone pensativa.
Bueno, ánimo, compañeros lectores, venceremos al coronavirus y estaremos juntos hablando, codo a codo, de libros y de lo que nos apetezca. De momento, la comunicación es virtual, la propia de un blog, a la que os tengo acostumbrados desde hace más de doce años.
Ya no leo sentada al sol en un banco, o en una terraza, ni paseo como un cura con el breviario, con peligro de chocar contra algún árbol o farola. No puedo ir a la búsqueda del libro apetitoso en bibliotecas o librerías. Como solo salgo al supermercado y voy disparada, no puedo pararme en la calle con las compañeras del club, para charlar de lo difícil que fue Poeta en Nueva York y mira qué bien se lee este otro.
Lujos del pasado
El de lectura fácil es Inés del alma mía de Isabel Allende, lo terminé precipitadamente porque tenía que devolverlo el día 16. Y, armada de un carro de la compra, por si me decían algo, lo eché al buzón de devoluciones de la Biblioteca Pública. ¿Me había quedado sin lecturas? No y ahora me eran más necesarias que nunca. Hacía muy poco que había comprado con ilusión La madre de Frankenstein de Almudena Grandes, sus páginas me prometían una larga y feliz lectura.
Pero no quería devorarlo y aún no había cerrado del todo Poeta en Nueva York, "un libro que nos pide sosiego para que nos llegue el pulso de la emoción". Me asomé al vértigo, me adentré en la oscuridad de un libro doliente que no podía leer de un tirón. Todavía mientras redactaba la crónica de la reunión, los comentarios recogidos en el cuaderno de notas se me cruzaban con las noticias de la pandemia en Nueva York, sí, ellos también, como nosotros, como el mundo entero. Era como si Federico hubiera vuelto con sus misteriosas imágenes de sufrimiento:
No sé si fue buena idea terminar de leer Poeta en Nueva York con la que caía en marzo y cae todavía en abril. El corazón "tiembla arrinconado como un caballito de mar".
Seguiré contando cómo fue, cómo es mi lectura en los tiempos del coronavirus.
Un abrazo de María Ángeles Merino
3 comentarios:
A mí también me pilló el cierre con un par de libros de la biblioteca en casa, y ahí siguen: Lectura fácil, al que dediqué entrada, y Mujeres de Camilleri, muy recomendable, al que le empecé comentario, pero no terminé. Ahora estoy con Mr. Holmes de Mitch Cullin, un libro que se dejo olvidado por aquí mi hijo, y que como lectura para el confinamiento está bien.
Los amigos me han prometido prestarme el de la Grandes para cuando podamos vernos, y en la librería, porque hay que seguir apoyando la cultura, me esperan algunos.
Para todo habrá tiempo. Un día menos.
Esta entrada tuya de hoy me ha puesto triste y alegre. La tristeza por lo que se nos ha truncado y la preocupación por todos los miembros del club. Estuve pensando en continuar con el formato digital, pero tenía dos problemas: en primer lugar, me apetecía ser consciente completamente de lo que estamos viviendo; en segundo lugar, en el lugar en el que me ha sorprendido el confinamiento no tengo más que uno de los libros que nos faltaban por leer. Esperemos mejores tiempos.
La alegría se debe a que tengo muchas ganas de volveros a ver.
Qué gran entrada, María Ángeles.
Un beso.
Ya te he comentado por teléfono que esta entrada me ha gustado mucho y quizás sea porque me ha emocionado, en especial cuando lo has enlazado con los versos de Lorca en Poeta en Nueva York. Me parecen ahora tan cercanos, tan actuales...
¡Ojalá pronto podamos volver a vernos de verdad,nada de virtual, podernos abrazar, besar, achuchar! Para ello nos piden calma y paciencia, lo tendremos. No hay duda.
Besos virtuales ¡qué remedio!
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