Comentario en torno a la novela "La saga/fuga de J.B.", de Gonzalo Torrente Ballester. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.
¡Don Joseíño, don Joseíño, que no fueron las clases particulares!
¡Don Joseíño, don Joseíño, que las fuerzas vivas de su ciudad no podían permitir la instalación en Castroforte de otra Tabla Redonda, de infame memoria!
¡Don Pepiño, don Pepito, que no fueron las clases a la descocada Vieites! ¡ Ni siquiera el taladro de don Taladriz! ¡Que detrás de todo se agazapaba don Acisclo y compañía! Que con la Iglesia topamos siempre…y con los que llevan mandando desde los tiempos de Recesvinto.. ¿Qué le voy a contar a usted de "godos"?
Iglesia visigoda de San Juan de Baños (Palencia)
Que no me cabe ya la menor duda; que el autor de sus días, don GTB, le llevó a nacer en unas páginas diferentes a las de la novela en uso. Porque aquí el lector se relaja, piensa que ha atrapado el hilo del relato, se confía y, a las pocas líneas, zas, la historia grande desemboca en otras medianas y más chicas. Y fluye un río de personajes y personajillos. Y, como es un lector paciente, de lo contrario el libro descansaría en el suelo o, con suerte, en el primer hueco libre de la estantería, no pierde la esperanza de volver al hilo conductor. Pues no, esquinazo y a otra. Páginas y más páginas. ¡Un zigzag como el de la sorprendente columna románica que conocí hace pocos días! ¿Por qué un columna así? ¿Por qué una novela así?
Columna románica en zigzag, Moradillo de Sedano.
Vuelvo a la novela, a las páginas en las que le encontramos a usted, José Bastida, inmerso, casi asfixiado, yo también, en
el ambiente de unos estrafalarios personajes castrofortinos que, como medio de oposición a las reaccionarias fuerzas "godas", deciden restaurar una antigua tertulia de café llamada La Tabla Redonda, cuyos miembros adoptaban los nombres de la leyenda artúrica: el
rey Artús, Merlín, Lanzarote, Bohor, Galaor...Y no podía faltar la reina
Ginebra, encarnada en el busto de madera de la bailarina Coralina Soto, para presidír las reuniones.
El periodista don Parapouco Belalúa, el portugués monárquico y emigrado político don Annibal Mario Mac Donald Pinto etc etc, don Perfecto Reboiras dueño de la botica y del loro orador, don Arsenio Peleteiro especialista en bastardos, el dueño del café don Emiliano alias Pito Bebendo por su gesto de echar para atrás la cabeza y usted, mi apreciado don Joseíño Bastida. Son los nuevos caballeros de La Tabla Redonda.
El periodista don Parapouco Belalúa, el portugués monárquico y emigrado político don Annibal Mario Mac Donald Pinto etc etc, don Perfecto Reboiras dueño de la botica y del loro orador, don Arsenio Peleteiro especialista en bastardos, el dueño del café don Emiliano alias Pito Bebendo por su gesto de echar para atrás la cabeza y usted, mi apreciado don Joseíño Bastida. Son los nuevos caballeros de La Tabla Redonda.
Los cuales tienen a bien recordar el fin de sus inmediatos predecesores en torno a tan famosa mesa. Fueron condenados a muerte, ahogados, bueno...todos no. Nombran a un J.B, Jacinto Barallobre, atención, que también salvó la vida. Y a un Carmelo Taboada que fue escondido en el sótano por Pito Bebendo que, ahora, al oír su nombre, suda copiosamente y confiesa. Lo ocultó un tiempo, salvó la vida pero "murió del berrenchín al enterarse de la toma de Barcelona", tiró su cadáver al río Mendo, se lo comerían las lampreas y os advierte de la imposibilidad de devolveros el cadáver, son muy tragones esos bichos. Y vampiros de río.
Belalúa te ha hecho escribir un suelto para el Diario, explicando lo que la Tabla Redonda había hecho por el pueblo, para que la gente fuera enterándose. Y se van a enterar, ya lo verás.
Una vez redactado el artículo, allá os fuisteis al Café. Todos se sentían componentes de pleno derecho , con la excepción de usted, don Joseíño, tan apocado. De dos en dos, bajo los soportales de la Plaza, como "silenciosos conspiradores románticos", si no fuera porque hablaban en voz alta, como buenos españoles. Y porque Don Annibal engolaba la voz, muy en su papel de rey Artús. ¡Valiente corte artúrica!
En el Café, vais derechitos a la mesa oval del rincón, la más grande, brillante y gastada. Os instaláis y tomáis café, don Annibal en el lugar presidencial. Preguntáis por el busto de Coralina, don Pito debe saberlo. Dice que lo retiraron cuando la guerra, como era tan sicalíptico, aclara...¡Curiosa palabra para decir erótico o sexualmente malicioso! Sicalíptico, lo apunto.
Peleteiro señala el puesto donde usted se sienta y lo identifica como el de Bohor. Y se obra el milagro, desaparece el cuerpo anémico y el traje raído. Vos crecéis, se os endurecen los músculos y asoma la rubia melena del celta. Unas hermosas doncellas os colocan el manto de púrpura y aljófar, tal vez esta noche pierdan su doncellez gracias a vuestra intervención, pensáis. ¡Iluso!
¡Soñáis don Joseíño! Me parece que habréis de conformaros con la posibilidad de que Julia olvide al seminarista o tal vez Bárbara, la profesora de Latín, se fije en usted, difícil pero más fácil que metamorfosearse en caballero celta. "Ande don Joseíño, coma, que está usted muy delgado", bella frase de amor es esta de Julia, sin duda. Y usted podrá contestar con aquel soneto que comienza: "Volgá panora bi colmán tan daire". No se entiende pero los acentos lo expresan todo. ¿Qué es la poesía sino música?
Por fin, don Emiliano os conduce al sótano del café y os muestra el busto de madera policromada de doña Coralina Soto, con un pezón escorado. Fue la compañía de un solitario y escondido don Carmelo, así está ella de churretosa, qué guarrería. Ya tenéis vuestra reina Ginebra, muda y complaciente. Es preciso asearla un poquiño.
Belalúa inventa un procedimiento democrático para cubrir los cargos .Una lista de notables en la que figuréis los seis y un montón de caballeros de derechas "reclutados con el propósito de engañar a la autoridad constituida y desechar toda sospecha de que la Tabla pudiera conservar el color político de antaño". Se vota a través de unos cupones publicados en el periódico. Al principio, los de derechas son mayoría, pero poco a poco vuestros nombres acaban en franca mayoría. Algo de trampa hacéis...
Y entonces es cuando el ecelesiástico don Acisclo, se presenta en el despacho del Poncio, autoridad civil. Con el poder que le dan los hábitos, arma un pitote que se resume en el recuerdo de los antiguos componentes de la Mesa Redonda. Sí, eran todos masones y muertos de "muerte involuntaria". Y que los nuevos no son precisamente como los Caballeros de Adoración Nocturna sino más bien ateos y librepensadores.
Don Acisclo trona en la iglesia contra la filtración del ateísmo y la anti España, camuflada bajo la forma de inocente tertulia de buenos ciudadanos. Los de derechas retiran sus candidaturas. Qué casualidad, coincide el jaleo con las oposiciones de Magisterio. La señorita Vieites aprueba y se va sin pagarle sus honorarios, adiós a las mil quinientas pesetas. Y al chuletón antianémico.
Don Celso Taladriz os llama a su despacho, saca a relucir vuestro pasado de "extremista peligroso", proclamando que la Tabla Redonda pretendía hacer saltar los fundamentos de la Religión y la Patria, así con mayúsculas. Os insulta: perro, sabandija, babosa, tití, serpiente de Lucifer...Y que, al dar clases particulares sin permiso, habéis contravenido las reglas de la Academia y quedáis despedido. Un pretexto. A la calle, con cincuenta y siete pesetas en el bolsillo.
En la rúa, el de la camisería le llama a usted cerdo, el de la joyería asqueroso, el de tejidos bicho, el de vinos y comidas tío mierda. Muy fina la gente de orden cuando insulta. Se mete usted en el Café, allí don Emiliano y el camarero no le insultarán, piensa. Pero le espera Monsieur Bastide con sus sintagmas y su risita burlona. Se sienta y se pone a escribir poemas, pobre don Joseíño. Ni siquiera sus amigos imaginarios están a la altura de las circunstancias.
En el Café le dejo, de momento. No, no era por las clases particulares. Ya ve usted. Linchamiento ideológico.
Un abrazo a los que habéis tenido la paciencia de llegar aquí:
María Ángeles Merino
Belalúa te ha hecho escribir un suelto para el Diario, explicando lo que la Tabla Redonda había hecho por el pueblo, para que la gente fuera enterándose. Y se van a enterar, ya lo verás.
Una vez redactado el artículo, allá os fuisteis al Café. Todos se sentían componentes de pleno derecho , con la excepción de usted, don Joseíño, tan apocado. De dos en dos, bajo los soportales de la Plaza, como "silenciosos conspiradores románticos", si no fuera porque hablaban en voz alta, como buenos españoles. Y porque Don Annibal engolaba la voz, muy en su papel de rey Artús. ¡Valiente corte artúrica!
Peleteiro señala el puesto donde usted se sienta y lo identifica como el de Bohor. Y se obra el milagro, desaparece el cuerpo anémico y el traje raído. Vos crecéis, se os endurecen los músculos y asoma la rubia melena del celta. Unas hermosas doncellas os colocan el manto de púrpura y aljófar, tal vez esta noche pierdan su doncellez gracias a vuestra intervención, pensáis. ¡Iluso!
¡Soñáis don Joseíño! Me parece que habréis de conformaros con la posibilidad de que Julia olvide al seminarista o tal vez Bárbara, la profesora de Latín, se fije en usted, difícil pero más fácil que metamorfosearse en caballero celta. "Ande don Joseíño, coma, que está usted muy delgado", bella frase de amor es esta de Julia, sin duda. Y usted podrá contestar con aquel soneto que comienza: "Volgá panora bi colmán tan daire". No se entiende pero los acentos lo expresan todo. ¿Qué es la poesía sino música?
Por fin, don Emiliano os conduce al sótano del café y os muestra el busto de madera policromada de doña Coralina Soto, con un pezón escorado. Fue la compañía de un solitario y escondido don Carmelo, así está ella de churretosa, qué guarrería. Ya tenéis vuestra reina Ginebra, muda y complaciente. Es preciso asearla un poquiño.
Belalúa inventa un procedimiento democrático para cubrir los cargos .Una lista de notables en la que figuréis los seis y un montón de caballeros de derechas "reclutados con el propósito de engañar a la autoridad constituida y desechar toda sospecha de que la Tabla pudiera conservar el color político de antaño". Se vota a través de unos cupones publicados en el periódico. Al principio, los de derechas son mayoría, pero poco a poco vuestros nombres acaban en franca mayoría. Algo de trampa hacéis...
Y entonces es cuando el ecelesiástico don Acisclo, se presenta en el despacho del Poncio, autoridad civil. Con el poder que le dan los hábitos, arma un pitote que se resume en el recuerdo de los antiguos componentes de la Mesa Redonda. Sí, eran todos masones y muertos de "muerte involuntaria". Y que los nuevos no son precisamente como los Caballeros de Adoración Nocturna sino más bien ateos y librepensadores.
Don Celso Taladriz os llama a su despacho, saca a relucir vuestro pasado de "extremista peligroso", proclamando que la Tabla Redonda pretendía hacer saltar los fundamentos de la Religión y la Patria, así con mayúsculas. Os insulta: perro, sabandija, babosa, tití, serpiente de Lucifer...Y que, al dar clases particulares sin permiso, habéis contravenido las reglas de la Academia y quedáis despedido. Un pretexto. A la calle, con cincuenta y siete pesetas en el bolsillo.
Demonio y otros bichos en la portada románica de la iglesia de San Andrés en Soto de Bureba (Burgos)
En la rúa, el de la camisería le llama a usted cerdo, el de la joyería asqueroso, el de tejidos bicho, el de vinos y comidas tío mierda. Muy fina la gente de orden cuando insulta. Se mete usted en el Café, allí don Emiliano y el camarero no le insultarán, piensa. Pero le espera Monsieur Bastide con sus sintagmas y su risita burlona. Se sienta y se pone a escribir poemas, pobre don Joseíño. Ni siquiera sus amigos imaginarios están a la altura de las circunstancias.
En el Café le dejo, de momento. No, no era por las clases particulares. Ya ve usted. Linchamiento ideológico.
Un abrazo a los que habéis tenido la paciencia de llegar aquí:
María Ángeles Merino