Comentario a las "Crónicas periodísticas de la Guerra de África (1859-1860), correspondientes al 17 de diciembre de 1859, de Gaspar Núñez de Arce. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.
Recordáis, de las tres entradas anteriores, a un matrimonio burgués y español, pongamos que madrileño: don Carlos y doña María. Ambos comentaban las primeras crónicas de la guerra de África de Gaspar Núñez de Arce, publicadas en el periódico "La Iberia", en 1859. También conocimos a su hijo pequeño Leopoldo y a Blasa, su cocinera, muy triste porque han mandado a su hijo Blasillo a la guerra.
Leíamos, en la entrada anterior, que doña María leyó a Blasa algunos pasajes de las crónicas y se los comentó de manera que la sencilla mujer pudiera entenderlas, omitiendo lo que podría alarmarla demasiado. Ahora vamos a conocer a Juanita, la novia de Blasillo.
Son las nueve menos cuarto de la mañana. Blasa sale de la cocina, en busca de doña María que está a punto de salir.
-Buenos días, señora.
-Buenos días, Blasa. ¿Querías decirme algo? Mira, tengo un
poco de prisa, me voy a misa de nueve. Acaban de tocar. En la despensa tenéis el avío para hoy, cocido con tres vuelcos. Nicolasa fue
ayer al mercado, el carnicero no habrá hecho de las suyas, espero. Comeremos
a las dos y media, que el señor regresará hoy más tarde. Con este frío, no hay
nada como una sopa. Cuidad de desengrasarla bien.
-Sí, doña María, pue echar un vistazo y levantar tapaeras,
las carnes tien buena pinta y ya bullen. No es eso, verá usté.
-¿Te pasa algo? Ya te dije que estuvieras tranquila, que tu hijo está todavía muy lejos de Ceuta.
-Recuerda usté, quel otro día me leyó lo de la guerra de
África, en los papeles del señor, los que llaman de "La Iberia".
-Sí, mujer, ya te leeré más , esta tarde no tengo visitas.
Después de la merienda.
-Quería…¿puedo traer a Juanita pa quescuche?
-Juanita ¿quién es Juanita?
-Verá, es la novia de mi Blasillo, questá compungía la muchacha.
¿Pue entrar en el gabinete de la señora?
-Cómo no, mujer. Que venga Juanita. Ahora…me voy, que a este
paso no llego al ite missa est.
-Vaya con Dios, señora. Avisaré a la chica. Hoy no tie plancha, me paece. Juanita es planchaora ¿sabe usté?
Por la tarde.
-Aquí estamos señora. Aquí tie a Juanita, la novia de mi
Blasillo, se casarán pa mayo, Dios mediante y los moros de la sierra. Bullona esa questá que bulle como las ollas de la cocina. ¿Se llama así, verdad?
-Encantada, muchacha, siéntate y no te preocupes, la guerra
acabará pronto, ya verás.
-Gracias, señora María. Es que una está asustá con lo que se
cuenta por ahí.
-¿Os lo leo despacito?
-¡No! Como el otro día, nos lo cuenta más simple, que don
Gaspar plumea mu complicao pa nosotras.
-Bueno, algunas cosillas sí os leeré. De acuerdo, aquí tengo "La Iberia" del 17 de diciembre. Al parecer, los moros llevaban un tiempo sin atacar, don Gaspar "casi había perdido la esperanza de verlos".
-¿Que había perdido la esperanza de verlos? ¿Acaso don Gaspar es amigo de los moros?
-No, mujer. Es una forma de hablar. Sigo, por fin el día 9 coronaron "como un inmenso enjambre las sombrías alturas de Sierra Bullona". (María, cállate lo de que eran 10000 lo menos).
-¡Ya lo pillo ¡Como una colmena mu grande! ¡Y los moros son las abejas que pican con navajas como hoces! ¡Gumías!
-Ten en cuenta, Blasa, que las gumías poco pueden ante las bayonetas.
Atacaron al amanecer, a la hora del relevo, en los reductos de Isabel II y Francisco de Asís.
-¿Estaban allí doña Isabel y don Paquito Nati...?
-No, mujer, son refugios amurallados que llevan esos nombres en su honor. A lo que íbamos, atacaron cuando menos se esperaba.
Los moros pudieron acercarse a las posiciones españoles, "atravesando por entre los agrupados árboles de selvas, vírgenes todavía", que por ahí no había pasado el hacha del leñador.
-¡Virgen Santísima!
- Se lanzaron con "salvaje impetuosidad" contra los batallones de Castilla y Arapiles. El primer choque fue tremendo pero los nuestros estaban prevenidos: "hubo moros que cayeron muertos en el foso mismo del reducto adonde les había conducido, a través de una lluvia de metralla, su temerario y fanático arrojo".
-¡Al foso, al foso! Porque ellos mismos sarrojaron ¿verdad doña María? ¡Ay, Blasillo, que pronto estarás de vuelta pa quel cura nos lea las amonestaciones!
-Moros y más moros iban cubriendo las alturas de las sierras, "brotaban de entre las rocas como las espigas en la primavera". Los batallones de Castilla y Arapiles mantenían solos todo el peso de la contienda, ayudados por los del reducto, con su artillería. (Sí, aquí dice que "con heroico denuedo" pero fue "a costa de sensibles y grandes pérdidas").
Hasta que entraron en juego cinco batallones más: Chiclana, Córdoba, Navarra, Alba de Tormes y Toledo. "El bravo general Zabala...se presentó inmediatamente en el lugar del combate, corriendo los mayores peligros". Un oficial que le acompañaba fue herido levemente ( y no digo lo del otro que fue muerto en el mismo foso, era un militar distinguido y al cronista le parece prudente callar su nombre).
-Cinco pueblos más y qué bravo será ese Zabala, con generales así nada tie que temer un soldadito como mi novio.
-"También el Conde de Lucena acudió presuroso al sitio de la pelea del cual no se separó hasta después de terminar la acción, larga y reñida como ninguna".
-El de Lucena ¿no era el mismo Odonel, el que más mandaba allí?
-Sí, así es, don Leopoldo O´Donnell, presidente del Gobierno y jefe del ejército enviado a Marruecos.
Los moros atacaban a derecha y a izquierda pero fueron rechazados, volvieron sobre los reductos y no tuvieron éxito. Por último cargaron sobre la derecha, que fue el sitio donde más se prolongó el combate.
-A un lao y luego a otro, andaban desesperaos, na más que por ver a don Leopoldo, tan bragao. ¿Dice don Gaspar si encontraron muchos cadáveres?
-Escribe que entre los cadáveres que los moros no pudieron retirar del campo, había algunos negros, algo que era novedad.
-¿Negros negros? Porque man dicho que los moros son mu morenos, pero no negros del to.
-Los negros no eran marroquíes. Pensaban que en esta acción debieron tomar parte los llamados "moros de rey", los negros del Sudán que son los soldados más aguerridos y disciplinados.
Hubo momentos en que la artillería no podía jugar libremente por haberse trabado el combate cuerpo a cuerpo. Y aquí nos nombra don Gaspar a algunos soldados de especial valor y arrojo personal.
-Cuente, cuente, doña María. Aunque no creo que mi Blas les vaya a la zaga, llegado el momento, debía usted verlo en el encierro de los toros, por San Isidro. ¿Pone su nombre y apellido? ¡Igual son de Madrí y los conocemos!
-Con nombre y apellidos. Aquí tenemos al corneta Domingo Montaña: "viendo a un ayudante del brigadier Angulo sorprendido por tres marroquíes que le arrastraban hacia la cañada...insultándole en castellano chapurrado e hiriéndole con sus cortantes gumías, se precipitó valerosamente sobre los moros, matando a uno de un tiro, hiriendo a otro con la bayoneta y poniendo en fuga al tercero..."
El general en jefe le concedió, allí mismo, la cruz de San Fernando pensionada con 30 reales al mes.
-¿Treinta reales? ¡Bien le vendrán al muchacho...si no muere en guerra! Porque en el cementerio de na le servirían.
-Yo le diría a mi Blas que no se esfuerce por ganar cruces desas que dan reales tos los meses, que prefiero verlo vivo y con menos reales. Buen albañil es mi hombre, que los gane en la paz. ¿De quién más dice don Gaspar?
-De un cordobés llamado Pedro Griñó que ciego de ira, al ver caer muerto a su hermano, se lanzó sobre el moro que lo había matado, lo dejó tendido y volvió con la espingarda y la gumía de su adversario.
-¡Pobre madre! Ya es mala suerte tener a dos hijos en la guerra.
-Otro soldado llamado Francisco Marchuet que entró en una casita en que los moros se habían resguardado. Luchó y mató a dos vigorosos marroquíes.
Sigo. Fue ascendido a comandante un capitán, a oficial un sargento primero, los brigadieres que...
-Siga con los soldaditos, doña María. Ahora se me ocurre. ¿Desde dónde ve to esto don Gaspar?¿O es que se lo inventa?
-Escucha, Blasa: "Todas estas noticias, las adquirí en el cuartel general, en el campo mismo de la batalla, donde acudí con el Estado Mayor del bizarro general Prim..."
-¡Valiente don Gaspar! Bueno, no tanto como los que guerrean, que la pluma no mata. Decía doña María que comenzaron al amanecer. ¿Cuánto aguantó la morisma?
-A las tres y media se pronunciaron en retirada. Se les veía subir por las brañas, un largo cordón de muslimes, con albornoces y jaiques blancos, negros y rayados. El viento zumbaba pero dejaba oír los gritos de la morisma y los tiros al aire de las espingardas. (Ochenta muertos, doscientos ochenta y dos heridos, de los muertos chitón María).
-¿Dice ahí cuántos muertos hubo, señora?
-No lo dice, algunos...doscientos y pico heridos, muy bien atendidos por la sanidad militar. Se curarán.
-"Nuestras tropas pelean con un arrojo y un entusiasmo indescriptibles",así lo recalca el escritor. Y cómo caen heridos al grito de: "¡Viva España! ¡Viva Isabel!".
-¡Bien repanchingá se queda doña Isabel en su palacio!¡Y no digamos don Paquito!
-Niña, no digas esas cosas donde te oigan. Que la reina nuestra señora no se olvidará de rezar por sus soldados. ¿Dice don Gaspar quién ganó?
-Ganar, ganar. Núñez de Arce escribe: " Pueden Vds figurarse, sin que yo se lo diga, que las pérdidas marroquíes habrán sido superiores a las nuestras".
-Nos lo figuramos, don Gaspar ,nos lo figuramos.
-Bueno...si tenéis curiosidad, aquí dice como son los marroquíes recogidos cadáveres en el campo de batalla. Porque no siempre pueden recogerlos. Son delgados, musculosos, muy altos, con la barba larga y puntiaguda.
-Nuestros soldados son un poco bajitos pero peleones.
-Y la prueba de que es una guerra fanática, entre los cadáveres han visto ancianos, muy fuertes, eso sí.
-¿Fanática? ¿Quién es esa señora? ¡Los abuelos a la guerra! ¡Qué ocurrencia!
-Sí...además el terreno es muy duro.
"Vense por todas partes ásperas, agrestes y enmarañadas tierras, pobladas de bosques sombríos..Las espesas encinas y desiguales alcornoques, el naranjo silvestre y el cedro, cubren como una negra mancha estas salvajes montañas..."
- A mi Blas, si le dan un hacha, no tie poblema. Entra en la maraña más enmarañada.
-Y concluye don Gaspar que la energía de nuestros soldados puede tanto con la fiera morisma como con el duro paisaje, que han dado sobradas muestras.
Y, además, ahí están los reductos: "verdaderas fortalezas que han de proteger y resguardar el paso del ejército, sea para Tetuán, sea para Tánger". Desde uno de ellos, el conde de Lucena observaba los movimientos de esta contienda, la que hemos vivido hoy, gracias a "La Iberia" del sábado 17 de diciembre. El que tengo en mis manos.
-Tenemos que fiarnos de la energía de los soldados y de los reductos esos, tan duros de pelar. Y de un jefazo tan listo como nuestro Odonel. Gracias a ellos, los abrazaremos de nuevo.
Eduardo Cano. "Regreso de la guerra de África"
-Tengamos confianza en O´Donnell. También en los generales Prim, Zabala, Rubín de Celis y García. Otro día seguimos.
-Así sea, doña María. Si necesita una buena planchadora aquí me tiene. Soy una artista de los encañonados...que no de los cañones. De esos nos libre Dios.
-Ya diré a Blasa cuando seguimos. Mucho gusto en conocerte, Juanita. Lo de los encañonados lo tengo en cuenta.
Dejamos aquí a nuestras amigas, un abrazo de:
María Ángeles Merino
Doña María, Juanita y Blasa.