miércoles, 30 de noviembre de 2016

Pequeña crónica de nuestra reunión en torno a Niebla, nivola de Miguel de Unamuno.



Pedro Ojeda en los jardines del antiguo Hospital Militar de Burgos. Ahora Facultad de Humanidades y Comunicación de la Universidad de Burgos.


Pequeña crónica de nuestra reunión en torno a Niebla, nivola de Miguel de Unamuno. Para la lectura colectiva de La Acequia, dirigida por Pedro Ojeda. 

La tarde de ayer fue muy especial para la historia de nuestro Club de Lectura. Y así nos lo expresa en su correo la secretaria de la Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos de la Universidad de Burgos, Paloma Fernández Villa, el alma de nuestro club:

"La tarde de ayer la vamos a recordar especialmente dentro de la historia de nuestro Club de Lectura. No solamente por el cambio de sede, sino por la interesante lección de botánica impartida por el profesor Ojeda.

Tal como os dije, comenzamos la visita por los jardines del antiguo hospital Militar, donde Pedro nos hizo descubrir árboles centenarios así como las propiedades y usos de diversas plantas como el gordolobo y el escaramujo (tapaculos). Entramos en una de las aulas donde se imparten clases.

También vimos la lápida de Gotze, Fritz.Feldewel.22.06.37.K/88. soldado alemán que murió en el Hospital Militar de Burgos al que fue trasladado tras un disparo en el cuello durante un vuelo sobre Vizcaya.

Ya dentro de las instalaciones, accedimos al Salón de Actos donde se organizarán actos por parte del Club de Lectura...

Tras este interesante recorrido incluído el despacho de Pedro, tuvo lugar el comentario del libro de Unamuno en una de las salas del pabellón..."

Aquí tenéis una pequeña crónica de la reunión, fruto de mis apuntes en falsa taquigrafía:



Pedro Ojeda nos muestra su ejemplar de Niebla de la colección Austral, se trata de la 18ª edición. ¡El mío es de la 13ª! Lo guarda con cariño, se lo compró con su dinero cuando era estudiante.


¿Por qué decidió elegir Niebla? 

-(P.O.) Pensé en San Manuel Bueno Mártir o en algún ensayo, pero opté por Niebla por su peculiar sentido del humor.
La primera vez muchos lectores dicen que no la han entendido, les da la impresión de ser una historia de nada. Sin embargo, estamos ante un artefacto literario en la literatura europea, un juego literario, una novela con guiños, una novela moderna que parodia géneros de la época. Cualquier lector de la época reconocía este tipo de narración, la novela sentimental. Unamuno convierte una novela de segunda fila en novela revolucionaria.

Unamuno odia el humor hispano y prefiere un humor más parecido al anglosajón, un humor serio:

¿Cómo se nos presenta Augusto? Sacando la mano a ver si llueve, no quiere abrir el paraguas, no sabe a dónde va, va a seguir a un perro y sigue a una mujer. ¡El epílogo lo escribe el perro! ¿Cómo entra en la casa? Por un pájaro, un canario, juego de palabras de doble significado.



Hay una destrucción del concepto de amor, Augusto está muy enamorado de Eugenia  pero cuando se le pone a tiro la chica de la plancha...y luego le gustan todas. Lo de menos es el argumento, lo de más: la metaliteratura, la libertad, la existencia real o soñada.

Como en Mátrix, una película de Ciencia Ficción, el protagonista se despierta y se da cuenta de que toda su vida es fingida, que vive en una simulación de vida.Se plantea el dilema ¿vida real o soñada?, ¿somos libres? 


Estamos ante una obra revolucionaria puntera en Europa, traducida a varias lenguas. Unamuno era muy famoso en Europa, hubo filósofos que aprendieron español para leerle. Pirandello el de Seis personajes en busca de autor, leyó a Unamuno. Niebla es una de las grandes novelas europeas.


¿Quién la había leído antes? 

Levantan el brazo: la mitad...Empiezan a dar su opinión algunos lectores:

-No me ha interesado nada en esta segunda lectora. La leí cuando era muy joven. En esta segunda lectura, me aburría, me estaba perdiendo la lectura de la trilogía de Christian Gálvez, que desde el punto de vista literario me estaba gustando. Ahora Niebla de verdad es que no. La lectura tiene que ser algo placentero, no te dice nada, te está aburriendo.

-En esta segunda lectura me ha gustado mucho la lucha por la vida, el amor en una persona pobre de espíritu, me enteré con quince años. Profundo.

-Augusto evoluciona, después de salir de las faldas de mamá se enamora de una y se enamora de todas. Me ha gustado.

-Leí Niebla con dieciséis o diecisiete años, era una lectura obligatoria en COU. Recuerdo el impacto que me produjo el descubrimiento de que Dios ¡dejaría de soñarme! Niebla es un complejo tinglado literario y filosófico que toma como base una historia tonta: un muchacho rico que se enamora de una lagartona... Ahora creo entenderla mejor pero...Niebla es mucha niebla.

-(P.O.) No es una lectura para entretenerse.

-Es humor, la labor que hizo está perfecta, señor tonto gran personaje, lo que más le gustó: el epílogo.

-Diálogo del autor y el personaje. No es simple...

-Argumento tan simple y unos monólogos interiores muy profundos.

-(P.O.) Hay una descripción psicológica a través de soliloquios. Es anterior a los monólogos de James Joyce. No es una novela corriente, al uso.



-Duda, hay una lucha de la razón y el sentimiento.

-Augusto es una persona sin voluntad, descubre la voluntad gracias al amor.

-(P.O.) No vemos a los personajes por sus acciones sino por sus palabras. El prologuista Víctor es el primer personaje que encontramos. Nos parece muy serio hasta que llegamos a lo de a mi mujer le da por quedarse embarazada.

-Los personajes son un encanto, están muy trabajados. El tío anarquista es una maravilla.

-(P.O.) No hay un narrador que lo sepa todo, nosotros nos vamos dando cuenta. Es fácil coger un argumento y hacer una novela. Lo difícil es dejar que los personajes nos cuenten sus pensamientos. ¡Yo no soy un vago porque pienso! Los de Niebla son personas mediocres, interesadas, contradictorias, con sus pequeños cuentecitos: como cuando Víctor le cuenta a Augusto sobre uno que se casa y le dice a la mujer que le cuide, que se va a morir. ¡Qué sorpresa para los que no la habían leído! No parece propio de Unamuno.

-Cuesta entender el lenguaje, muy filosófica la segunda parte.

-Muy avanzada para su época.

-Se pregunta si la mujer tiene alma.

(P.O.) Eugenia es feminista: si mi novio no encuentra trabajo, ya lo mantengo yo. ¡Feminista para 1914!

-La relación con Rosario es extraña, la otra se entrega, cabe plantearse dudas.

-(P.O.)Los personajes tienden a la caricatura, como en las obras de Valle Inclán, con el esperpento, caricaturizando a los personajes se descubre la realidad.



-Me gusta el epílogo, el del perro.

-La primera vez, cuando me habló de Niebla el profesor de literatura, me aburrió. Pero ahora me he enamorado de ese tío...quiero un marido como ese para mi reencarnación, que se complica la vida él solo y no complica a la mujer.

-(P.O.) Le obsesiona la vida eterna, piensa que no existe la vida eterna, vivimos de alguna manera mientras alguien nos sueña. También el libre albedrío, tema fundamental del catolicismo.

"Te ruego caminante que digas que la tierra te sea leve"


Ahora somos más superficiales, la gente se enchufa a cosas como Sálvame, no queremos pensar hasta que no vivimos una muerte de cerca. Es un libro que nos hace pensar, un libro provocativo en su época y mucho después también. ¿Somos el sueño de Dios? ¿Nuestra vida es libre o hay un mátrix que decide por nosotros? 

 -Provoca pero yo prefiero creer y ser católico.

-(P.O.) Unamuno no creía en la vida eterna, creía en Dios.


Sepulcro infantil del infante Don Sancho, hijo del monarca castellano Alfonso VIII, fallecido en 1180, con las habituales escenas del alma del difunto transportada por ángeles.


-Me ha provocado, me he aferrado a la fe.

-Depende de la edad y de la forma de pensar. A mi hijo y a mí no nos provoca lo mismo, a mí no me provoca nada porque así es como pienso.

-Lo quiere razonar, no creo pero no creyendo creo.



-(P.O.) Unamuno torturado, angustiado.

-Lucha

-Preocupado pero con mucho humor.

-(P.O.) Con su humorismo está provocando. Al ser filósofo se lo tiene que cuestionar y lo plasma en sus escritos. Miedo de encontrarse con una realidad.

El prólogo se ilumina si lo leemos después.

...para que no seamos inocentes al leer, encontremos las simplezas técnicas y los argumentos elementales. Luego cuesta leer un best seller...

-¡Yo ya no puedo! ¡Por tu culpa, Pedro!

-(P.O.) Niebla es una nivola, una novela que esté revolucionando los cánones del género.

A Unamuno le obsesiona el Quijote, quiere hacer una cosa que no hizo Cervantes: el trabajo metaliterario, una nueva forma de narrar. Un prólogo en el que un personaje dice lo que piensa el autor, presentando la novela de la que es personaje.




Víctor dice en el prólogo que va a escribir una novela como se vive porque la vida no tiene argumento. 

Es una novela en que se debate sobre el mismo género. No tenemos la voz en off, lo que encontramos son diálogos y pensamientos.

El debate final tuvo una influencia enorme: que sepas que te vas a morir tú también.

La vida como niebla. No podemos estar seguros de nuestra existencia. Somos una sociedad muy dormida, no nos extrañamos porque vivimos en una ficción que nos hemos construido. Vivimos en la niebla. ¿Existimos? Cuando decimos un concepto lo hacemos existir.




Nos toca Don Quijote de Manhattan de Marina Perezagua. Escritora que yo quería leer, vais a verla en los próximos años.




Pedro Ojeda nos adelanta unas líneas sobre su obra y su personalidad que guardo para la próxima entrada.

La reunión ha sido más larga que otras veces. ¡El tiempo se nos ha ido sin sentir! La próxima será en enero...

Un abrazo para los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino

jueves, 24 de noviembre de 2016

Niebla: "fue surgiendo a su fantasía una figura vagarosa ceñida de ensueños"





¡Hola amigos que pasáis por aquí! 

Ya conocéis a Austri, mi compañera de lecturas y ente de ficción, o amiga imaginaria que tanto monta. Ayer estaba emocionada, me decía que había estado con Augusto Pérez, el protagonista de Niebla, el cual tuvo la amabilidad de hablarle de sí mismo y de su Eugenia Domingo del Arco. Mi amiga tomó notas, aquí las tenéis:

Habla Augusto Pérez:

-Entro en el segundo capítulo, rico y solo. ¡Y ocupado! Ya tengo "casa que rondar" y "portera confidente". Se acabaron las divagaciones y los "vagabundeos callejeros"del primer capítulo. Ahora tengo la sublime tarea de escribir una carta a Eugenia, cuyos ojos tiraron dulcemente de mi corazón. La feliz visión fue tan fugaz que ahora he de inventarme a la mujer amada, recién salida de la niebla. No sólo don Miguel ha de crear sus entes de ficción, afirmo.


Mi fiel Domingo me abre la puerta, me informa sacramentalmente de que no ha llegado nadie. ¡Tenemos tan escasas visitas! Entro en mi gabinete, tomo un sobre y escribo "Señorita doña Eugenia Domingo del Arco". Añado E.P.M. porque en propia mano ha de entregarse.

Me siento delante del blanco papel, cierro los ojos y me esfuerzo por atrapar en la oscuridad el resplandor de aquellos ojos que me arrastraron. Lo reconozco, apenas la vi. Va surgiendo "una figura vagarosa ceñida de ensueños".

El ensueño me da sueño o tal vez dormí poco anoche. Me despierta mi criado para anunciarme el almuerzo.¿O es el apetito? Preciso fuerzas para mi agotadora labor imaginativa. Me sirven lo de todos los días: "un par de huevos fritos, un bisteque con patatas y un trozo de queso Gruyere". El café, la mecedora y el habano. La niebla de lo cotidiano, lo vulgar. Me dispongo a pensar en ella, de nuevo. 

"¡Mi Eugenia, sí la mía...ésta que me estoy forjando a solas, y no la otra, no la de carne y hueso, no la que vi cruzar por la puerta de mi casa, aparición fortuita, no la de la portera!

Fue el azar, "íntimo ritmo del mundo", el que la hizo surgir de la niebla. Ahora me doy cuenta, la andaba buscando y ella me ha salido al paso. "¡Eugenia!, ¡Eugenia!,¡Eugenia!"


Me pongo a escribir una carta propia de quien vive "en perpetua lírica infinitesimal". Qué bien me ha quedado: "bajo la dulce llovizna", "sus ojos que son refulgentes estrellas mellizas", ¡Dios y nuestros corazones dirán!. "dulce aparición de mi vida cotidiana", "¿...me dará usted oídos?". ¡Perfecta y trascendental!



Rubrico, qué inútil la rubrica, cierro la carta y me echo a la calle. Ahora sé a dónde voy y tengo a donde ir.

La niebla es demasiado densa, tal vez me cruce con ella y no advierta siquiera el resplandor de su ojos. Tal vez ella sí se fije en mí y adivine a quien la ha seguido por la mañana. Las mujeres atrapan tanto las miradas como la ausencia de ellas. Quizás sigamos los dos en direcciones contrarias, cada uno con su telaraña, su conciencia íntima, cortando "la enmarañada telaraña espiritual de la calle. Porque la calle forma un tejido en que se entrecruzan miradas de deseo, de envidia, de desdén, de compasión, de amor, de odio...". 


Me encuentro con Margarita la portera que sonríe y saca la mano del bolsillo de su delantal.  La señorita salió, hace un momento, por ahí. Por ahí me dirijo pero al rato vuelvo, se me había olvidado la carta. Con mucho gusto hará el favor de hacer llegar la carta a "las propias blancas manos de la señorita Eugenia". Sí, ya, lo sabe de otras veces. Sorprendido pregunto: "¿Qué es eso de otras veces?" La cancerbera de la portería me replica: "¿es que cree el caballero que es ésta la primera carta de este género?". Mi misiva no se distingue, es "como las otras". "¡Pues pocos pretendientes que ha tenido la señorita!"


Me siento desolado, aunque el verbo en pasado resucita mi esperanza. Pregunto por la plaza al estilo funcionarial. La respuesta de la portera está en la misma línea:

-"¡Ah! ¿Pero ahora está vacante?
-¿Ahora? No, no, señor; tiene algo así como un novio..., aunque creo que no es sino aspirante a novio...Acaso le tenga en prueba...puede ser que sea interino".

Margarita no me lo dijo porque yo no se lo pregunté. Animado por la interinidad de un rival que no llega a ser novio del todo, le pido que le entregue la carta, al grito de "¡Lucharemos! ¡Y vaya otro duro!". 



Con trabajo me separo de "la conversación nebulosa, cotidiana de Margarita la portera". Empieza a agradarme este "modo de matar el tiempo". 

"¡Lucharemos!" me voy diciendo calle abajo. Me doy ánimos en latín: "Militia est vita hominis super terram". Ya tiene mi vida una finalidad, tengo una conquista que llevar a cabo, Eugenia ha de ser mía. 


"¡Por lo menos, mi Eugenia, esta que me he forjado sobre la visión fugitiva de aquellos ojos, de aquella yunta de estrellas en mi nebulosa, esta Eugenia sí que ha de ser mía; sea la otra, la de la portera, de quien fuere!"

"Lucharemos y venceré". Mi amigo Víctor me espera para echar la partida de ajedrez. 

Llego tarde y juego distraído. Cuando le digo a Víctor que estoy enamorado, me asegura que él ya lo sabía, que yo tengo "un amorío innato". No amor sino amorío. No enamorado sino enamoriscado. Me pregunta si es rubia o morena, si es alta o baja, yo no lo sé, sólo sé de sus ojos...a Víctor no le parece normal, me da la impresión. 

Cuando le confieso que se trata de Eugenia Domingo del Arco, avenida de la Alameda 58, la profesora de piano...¡La conoce y jaque ha dicho!

Al despedirse, me susurra al oído: "Conque Eugenita la pianista,¿eh? Bien,Augusto, bien; tú poseerás la tierra". Los diminutivos me parecen terribles. ¿Son señales de cariño o todo lo contrario? Salgo a la calle. ¿Enamorado yo? ¿Manso yo?


Con esas preguntas que Augusto se hace a sí mismo, acaba el escrito de Austri. ¿Se lo inventó o de verdad estuvo con el protagonista de Niebla? No veo yo a los entes de ficción de primera categoría codeándose con bloguerillos y bloguerillas.

Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino y Austri, su ente de ficción.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Niebla: "Porque Augusto no era un caminante, sino un paseante de la vida".




La semana pasada, además de una introducción al autor, glosábamos el prólogo y el post-prólogo de Niebla y, al final, sugerí a mi amiga Austri que volviera  a la niebla, que ya le diría cuando tenía que reaparecer. Me contestó, remedando al prologuista Víctor Goti, que mis deseos eran mandatos, que me obedecía cual ente de ficción y, al instante, se disolvió como un azucarillo en agua. ¡Qué bien queda lo de ente de ficción en alguien que ya está un poco mayor para amigas imaginarias!

Se encienden las luces de la tarde. Le doy su ración de pegamento a mi viejo ejemplar de Niebla de la colección Austral, con su lomo siempre despegado. Espero tras la vitrina y simulo hablar con el móvil. 


-¡Austri! Estoy aquí, en una cafetería frente a la Catedral, sentada con un café con leche y nada más. 

-¡Viva la Pepa! ¿Sin magdalenas? ¿Sin el licorcillo aquel?


-No hacen falta, no hay mejores magdalenas de Proust que los clásicos. Como me dice Pedro Ojeda:  Releer los clásicos (son los únicos que soportan una relectura en serio) es una experiencia que nos devuelve a lo que fuimos.

-Tienes razón, que va a hacer un ente de ficción sino dar la razón a su creador. Te dejé tecleando el miércoles pasado, a una velocidad no acostumbrada. La noticia de alcance mundial cayó como agua fría y te refugiabas, nos refugiábamos en la impecable prosa de Unamuno. Nos parecía un bálsamo recrear el enfado de don Miguel con el prologuista Goti, por lenguaraz e indiscreto. ¡Inofensivas amenazas de papel! 

-¡Y tanto! Ahora vamos al primer capítulo, con el protagonista de la nivola: Augusto Pérez. Lo presenta un narrador sarcástico y mordaz que, en lugar de la descripción física del sujeto, abre fuego con la de su pose extravagante: al salir de casa, mira al cielo y extiende el brazo con la palma hacia abajo, en "actitud estatuaria y augusta". 

¿Iba a tomar posesión del mundo haciendo honor a su augusto nombre? No, "era que observaba si llovía". Hay una rebaja desde lo sublime a lo cotidiano.

-No acaba ahí la reducción: "No era que le molestase la llovizna", lo que le molestaba era "tener que abrir el paraguas". Cuando proclama que "un paraguas cerrado es tan elegante como es feo un paraguas abierto", sonreímos e imaginamos sonriendo a don Miguel.


Para remate, nos da una clave filosófica neoplatónica y religiosa: "El uso estropea y hasta destruye toda belleza...Esto cambiará en el cielo cuando todo nuestro oficio se reduzca...a contemplar a Dios y todas las cosas en Él...". Comienza con un `paraguas y concluye hablando de Dios. Se presenta a sí mismo en su monólogo interior, de acuerdo con su personalidad de persona pasiva, esteta y holgazana. ¿A dónde va este filósofo de pacotilla? Mira lo que dice aquí:

"...ensimismamiento...se simboliza la preferencia de Augusto por lo cerrado frente a lo abierto. Pero además el paraguas mismo representa la sexualidad y los problemas que tendrá Augusto en el acto sexual. El paraguas cerrado es un símbolo fálico que se convierte en sexo femenino al abrirse. (M.J. Valdés)"



-¡Hay que ver cómo te lo has preparado, Austri! Neoplatónica, fálico...

Cerrado, ensimismado en sus pensamientos, no va hacia ninguna parte, no sigue ningún camino, pasea envuelto en la niebla de la inconsciencia.

"Y ahora, ¿hacia dónde voy?, ¿tiro a la derecha o a la izquierda?

 El narrador lo define contundentemente: "Porque Augusto no era un caminante, sino un paseante de la vida". 

-Esperará a que pase un perro pero lo que pasa es "una garrida moza". "Tras sus ojos se fue" y nosotros detrás de él, siguiendo su ritmo, compartiendo sus asociaciones peregrinas. 


Lo que ve le devuelve una imagen de sí mismo que le disgusta y comienza una cadena de imágenes y justificaciones:

Un chiquillo "tirado de bruces", de seguro mira a una hormiga. La hipócrita hormiga sólo se pasea y nos hace creer que trabaja. Ese gandul "que va ahí, a paso de carga" y no tiene nada que hacer. "Es un vago, un vago como...¡No, yo no soy un vago! Mi imaginación no descansa..." . Todo se lo dice él. El refrán dice que el que se pica, ajos come. 

-Augusto se defiende, no es un vago , que hay que ver como se le cansan los sesos de tanto pensar. Ni comparación con ese chocolatero exhibiendo su dale que dale al "rollo majadero". "¡Hipocresía". "Para trabajo el de ese pobre paralítico que va ahí medio arrastrándose". 
Al cruzarse con él, le sale un "Perdone hermano", espontáneo y en voz alta.  "¿Hermano en qué?" se pregunta. La respuesta lo delata: "¡En parálisis!". Ha dado en el clavo sin darse cuenta. 

-Vuelve a las divagaciones, ahora son los hijos de Adán y el automovilista Joaquinito que viaja  por "topofobia",  que no por "filotopía". ¡Por huir que no por gusto! Refunfuña de los viajes y del paraguas. De pronto: 

"...se detuvo a la puerta de una casa donde había entrado la garrida moza que le llevara imantado tras de sus ojos". Y entonces se dio cuenta Augusto de que la había venido siguiendo". a


- ¡Hasta ahora no se ha dado cuenta! 

La portera, "esta Cerbera", le ha mirado "con ojillos maliciosos", está aguardando que le pregunte por la señorita, es lo que procede. No puede dejar su "seguimiento sin coronación", no soporta lo inacabado, lo imperfecto. Saca del bolsillo un duro, tal vez demasiado, pero no era cosa de ir a cambiarlo. El gesto no pasa desapercibido por la interesada. 

-Cesa el monólogo y comienza el primer diálogo de la novela. Se produce un choque de mundos y de lenguajes. El de la portera es cotidiano, a años luz del de Augusto que parece seguir con su diálogo para dentro, en un ensimismamiento extremo. 

Interpela a la "buena mujer": "¿podría decirme aquí, en confianza y para inter nos, el nombre de esta señorita que acaba de entrar?".  Como no es "ningún secreto ni nada malo", faltaría más, la portera le informa: Eugenia Domingo del Arco, soltera, huérfana, vive con unos tíos y se dedica a dar lecciones de piano. 

-El diálogo de Augusto con la mujer es de antología. Las preguntas del señorito pertenecen a un mundo incomprensible para la sencilla mujer que se defiende muy dignamente. A la señora Concordancia no la podemos olvidar. 

-¿Domingo? Será Dominga...
-No, señor, Domingo; Domingo es su primer apellido.
-Pues cuando se trata de mujeres, ese apellido debía cambiarse en Dominga. Y si no, ¿dónde está la concordancia?
-No la conozco, señor.

Pregunta si los tíos son paternos o maternos, si toca bien el piano...¿Cómo puede preguntar esto de una mujer que no conoce? Sólo tuvo una visión fugaz de sus ojos y nada más. 


-La portera recibe el duro "por la molestia" y se ofrece para algo más. Puede el caballero disponer de ella y "cuente con una absoluta discreción". Augusto ha quedado comprometido con "este dechado de porteras". Apunta el nombre en su libro de memorias, para que no se le olvide. "Y la portera, ¿cómo se llama la portera?" Margarita...

-Augusto se marcha al Paseo de la Alameda. Cesa la llovizna, cierra y pliega su paraguas. Se sienta en un banco, está mojado, coloca un periódico. Blande su pluma estilográfica, "un chisme utilísimo", con lápiz podría borrarse el nombre. ¿Y la imagen? ¡No la conoce! Sólo sus ojos...

"¿Se borrará su imagen de mi memoria? ¿Pero cómo es? ¿Cómo es la dulce Eugenia? Sólo me acuerdo de unos ojos...Mientras yo divagaba líricamente, unos ojos tiraban dulcemente de mi corazón"

-Sigue dándole vueltas a lo de Domingo y Dominga. Su loca fantasía le lleva hasta el apellido que han de llevar "nuestros hijos varones". Apunta en su cartera el nombre y la dirección. Encima de la apuntación había dos endecasílabos:

De la cuna nos viene la tristeza
Y también de la cuna la alegría


Eugenita, la profesora de piano, le ha interrumpido "un excelente principio de poesía lírica trascendental". ¡Toda una carrera de poetastro! Ahora tiene algo que hacer, tiene que escribir a Eugenia. Lo hará desde su casa, "desde el hogar"

-¿Hogar? No, su casa no es hogar, es "un cenicero" donde su madre guardó la ceniza de los últimos puros fumados por su difunto padre. Mamá ha muerto recientemente, ha de tomar las riendas de su vida, salir de la nebulosa, ser un caminante,no un mero paseante. ¡Ay, su Eugenia que ha dado "un hito de término" a sus "vagabundeos callejeros" !

Ahora sabe a dónde va, tiene a dónde ir.  Ya tiene "casa que rondar" y "una portera confidente". Su nuevo papel será el de solterón en busca de pareja. Y si hay un rival, luchará. Augusto será un romántico. 

Desde el prólogo sabemos...

Un abrazo de María Ángeles Merino y Austri, su ente de ficción.

Niebla, Miguel de Unamuno,edición de Mario J. Valdés, Cátedra, Letras Hispánicas, quinta edición, Madrid 1985, ISBN 84-376-0347-1.
Niebla, Miguel de Unamuno, colección Austral, edición de 1971.

https://es.wikisource.org/wiki/Niebla

https://www.youtube.com/watch?v=9dkymbo5zZ4

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Comenzamos a recrear Niebla, de Unamuno.


 El sábado pasado, las hojas mojadas se pegaban en los cristales y decidí sacar de la niebla a mi amiga Austri, ente de ficción. Confío en que no se me rebele, que no imite a Augusto Pérez.



-¡Austri! ¡Bienvenida! Deja el paraguas y la gabardina la colgamos aquí, a ver si se va secando.  ¡Tenemos una buena lectura para una tarde de lluvia! Siéntate y te cuento lo que se me ha ocurrido.

-¡Tu Niebla es de Austral como la mía! ¡Edición de 1971! ¡Qué buena pinta tienen las magdalenas! ¿Y las copas con la botella? 

-A ver, te explico. El Cointreau va a ser mi magdalena de Proust, un fenómeno que asocia una experiencia sensorial con un recuerdo. ¿Sabes de qué te hablo?


-Sí, el escritor Marcel Proust que se llevó a los labios una cucharada de té con un trocito de magdalena y le invadió un placer insospechado, despertado por la memoria de un sabor que le llevó a los veranos de su infancia: desde la magdalena mojada en tila que le daba su tiíta hasta todo un rosario de recuerdos. Así tres mil páginas de En busca del tiempo perdido. 

-Eso es, porque: "el cerebro guarda cientos de historias, sabores, olores, sonidos...que de repente nos sorprenden y trasladan a otro momento". Tú también me sorprendes, Austri.

-¿Y qué tiene que ver el Cointreau con todo eso? ¿Te va a ayudar a recordar? Lo normal es beber para olvidar.

-Muy graciosa. Recordarás que leímos Niebla cuando estábamos en COU, aunque aquel profesor no se molestara en explicarnos nada ni de Unamuno ni de su obra. Ni siquiera nos pidió un trabajo escrito. Se limitó a decir, a principio de curso, que había que leer Niebla. Sería cosa de los programas oficiales.

-¡Y la mayoría lo leímos por si las moscas! ¡Con los alumnos de ahora tenía que haber dado!

Lo recuerdo. ¿Pero qué tiene  que ver la nivola de Unamuno con esa bebida?

-Tiene que ver porque recuerdo que comencé a leer Niebla, un domingo, tras una celebración familiar en un restaurante. Al final de la comida, alguien pidió una copa de Cointreau con hielo. Y me animó a pedir otra para mí, si sólo era naranja...¡Como si fuera una Fanta!

-Así que comenzaste a leer a Unamuno, bajo los efectos del alcohol de alta graduación.

-Bebí muy poco, ya sabes mis costumbres, pero me sentía algo eufórica. Me fui enseguida a casa y, no sé por qué, cogí aquel libro del cual el profesor parecía haberse olvidado. ¡Y me gustó! ¿Tú lo leíste?

-Claro, como tú. Ya sabes que somos almas gemelas. Ahora lo he vuelto a leer y ya no es el mismo libro. 

-No es la misma realidad de Niebla. No puede serlo porque la realidad de esta "nivola" no es la de un hombre que vivió en el pasado. "La realidad es el sentimiento de ser que cada lector tiene al leer la obra. La construcción literaria depende de este sentido personal de cada uno...Y detrás del hombre Unamuno hay la re-creación del lector, que en último caso está al fin de la cadena recreativa. (Mario J. Valdés)" 



-Así que lo único real es nuestro acto de lectura. Somos los recreadores, el último eslabón. Don Miguel nos concede la categoría. 

-Nunca nos bañamos en el mismo río, nunca volvemos a leer el mismo libro. Vamos a comentar dos recreaciones, dos sentimientos de ser, dos libros. El del pasado y el del presente.

-Pero la tuya no es la misma que la mía.

-Tú, calla, Austri, que eres un ente de ficción. 

-Tus deseos "son para mí mandatos". Comienza, pero que sepas que tú tampoco posees "libre albedrio". 


Empiezo. ¿Quién era Miguel de Unamuno? Un gran escritor español, no cabe duda. Sólo por el capítulo XXXI de Niebla, el de la rebeldía del protagonista Augusto Pérez ante su "señor creador", merecería ocupar un puesto de honor en la literatura española. Aquellas palabras inolvidables:

"...¿conque he de morir ente de ficción? Pues bien, mi señor creador don Miguel, ¡también usted se morirá, también usted, y se volverá a la nada de que salió...! ¡Dios dejará de soñarle! ¡Se morirá usted, sí, se morirá, aunque no lo quiera; se morirá usted y se morirán todos los que lean mi historia, todos, todos, todos sin quedar uno!..." 

-A ti parece que te hicieron especial mella, recuerdo que cuando escribiste, en este blog, sobre tus primeras lecturas, decías: "Y, qué angustia, Dios dejará un día de soñarme, porque soy "un ente de ficción"..."

¿Qué sabían de Unamuno aquellas dos adolescentes que vivían los los últimos coletazos de la dictadura franquista? 

-Poca cosa, lo habíamos estudiado dentro de "la mal llamada generación del 98 (Unamuno, Baroja, los Machado, Valle Inclán)"que , como explica Pedro Ojeda, "en realidad pertenecen a la misma estirpe literaria del modernismo que cambiará la forma de afrontar el arte".  Pero a nosotras nos pintaban a unos escritores, todos juntitos, que se echaban las manos a la cabeza ante la pérdida de las últimas colonias de ultramar: Cuba y Filipinas, ante la decadencia del país. Vaya, parece que la "magdalena" funciona.



-Aquí tienes una biografía de Unamuno, de la socorrida Wikipedia:


-¡Qué insistencia con lo del 98! El gran escritor vasco Unamuno, autor de artículos, poesía, ensayo, teatro y novelas, el intelectual comprometido y desterrado, el rector de Salamanca, persona inquieta y contradictoria, "contra esto y aquello", en diálogo constante consigo mismo, reflexionando sobre  la existencia real del hombre, la inmortalidad, la agonía, el alcance de las palabras...

Vivió los últimos meses de su vida en arresto domiciliario, tras el "venceréis pero no convenceréis". Aquel último día de 1936, el olor de la zapatilla en el brasero avisaba a un atónito acompañante falangista de que don Miguel volvía, en soledad, a la niebla.

-Vamos a meternos en Niebla. Recuerdo que me sorprendió encontrarme con la voz de Víctor Goti  (prólogo)y después con la de Unamuno (posprólogo) que no parecía muy contento con lo que el prologuista había escrito. Me preguntaba a qué estaban jugando.

-Aquí dice que es una técnica llamada "duplicación interior", la misma de Cervantes en el Quijote, con su juego de narradores escasamente fiables. 

"Víctor Goti, personaje y prologuista, está escribiendo una novela que es exactamente la obra que el narrador-ente ficticio y portavoz del autor-está presentando. Detrás de este narrador, que se identifica como Unamuno, hay por supuesto el autor verdadero que es el hombre histórico Unamuno, pero de éste sólo hay la sombra implícita. Y detrás del hombre Unamuno hay la re-creación del lector, que en último caso está al final de la cadena creativa. (Mario J. Valdés)"

-Nosotras nada sabíamos de laberinto, del juego de espejos en que nos metíamos. Nos sentiríamos aliviadas, momentáneamente, al leer el primer capítulo, cuando conociéramos a Augusto Pérez, a la puerta de su casa, extendiendo la mano para ver si llovía. ¡Por fin la novela! ¡No imaginamos lo que íbamos a encontrar después!




-El prólogo es el más extraño que nunca leímos. El prologuista,Víctor Goti, se muestra con una humildad sospechosa:

"Se empeña don Miguel de Unamuno" en que ponga él el prólogo, invirtiendo la costumbre de que sea el escritor conocido el que prologue al desconocido. La razón parece muy razonable: "los libros más se compran por el cuerpo del texto que no por el prólogo".  

-Y no puede menos "sino escribirlo, porque los deseos del señor Unamuno son para mí mandatos". El que manda manda, Víctor "carece...de libre albedrío". Le queda un consuelo: "tampoco goza don Miguel de él". La situación existencial les iguala, que se chinche.

-Goti se va a desquitar con un prólogo paródico. Nos va a mostrar a un Unamuno elevado a la enésima potencia, quisquilloso, de espejo de feria, tan exageradamente unamuniano que produce un efecto cómico. Una autoparodia genial que toma como referente la que hizo Cervantes de las novelas de caballerías. 


El Quijote en el molino de Alcázar de San Juan.

-Un efecto cómico y un efecto de "texto flotante sin realidad"(M.J.V).

-¡Y nosotras, en 1974, nos tomamos en serio la parodia quijotesco unamuniana!  Sabíamos muy poca cosa de los dos migueles  más grandes.

Un don Miguel que ha entablado lucha "con la ingenuidad pública", con la "gente cándida" que escribe comentarios en los periódicos de provincias. Los que consideran irreverente "aquella frase de que el Sr. Cervantes (don Miguel) no carecía  de algún ingenio". Los que se escandalizan, se enternecen, se entusiasman con las verdades ramplonas y manoseadas que Unamuno ha recogido "después de haberlas recojido por todos los cafés, círculos y cotarrillos". Los que se indignan de que don Miguel escriba Kultura con K. El público ingenuo que no entiende sus diabluras, piruetas tales como subrayar al azar unas palabras cualesquiera de un escrito, para que los lectores se rompan la cabeza buscando una intencionalidad. ¡Y él odia los subrayados y bastardillas que equivalen a llamar tontos a los lectores!

-Otras veces, arremete contra los que en España se llaman humoristas que no son sino satíricos, irónicos o festivos. Que el humorismo "lejítimo" no ha prendido aquí, humorista era Cervantes con sus tomaduras de pelo, como los  remedos de los libros de caballerías. 

- Sí, aquello de "No bien el rubicundo Febo" o "La del alba sería". Modelos de estilo para "ingenuos cervantistas". Y que dejan con la boca abierta a un público, "nuestro público", "poco culto" y "receloso" que quiere saber a qué atenerse y le molesta que "se mezclen las burlas con las veras". ¿En broma y en serio a la vez? Es difícil que lo entienda "un receloso español de término medio". 



"La del alba sería"

-Y don Miguel no quiere morirse sin escribir una obra en que lo trágico y lo bufo "fundidos y confundidos". ¿Romanticismo? ¡Clasicismo? No, que lo de poner motes no resuelve nada. 

-Nada de motes, su monomanía es la de la inmortalidad del alma. Si el alma no es inmortal, no hay nada que merezca la pena. De ahí el tedio y el pesimismo...

-En aquella mi primera lectura, yo estaba un tanto harta de los motes del libro de texto de literatura, seguro que me parecía de perlas. En cuanto a la inmortalidad, yo era creyente todavía...¡Y me molestaba lo de llamar inculta a la gente! 

-¿Reír? Don Miguel se empeña en que, si se ha de hacer reír, no sea para ayudar a la digestión de ideas sino para que vomiten lo engullido, "pues se ve más claro el sentido de la vida y del universo con el estómago vacío...". No hay ironía sin hiel y su tarea es desagradable: "un masaje de la ingenuidad pública, a ver si el ingenio colectivo de nuestro pueblo se va agilizando y sutilizando poco a poco". 

-¿Ingenioso el pueblo español? "Pueblo que se recrea en las corridas de toros y halla variedad y amenidad en ese espectáculo sencillísimo...". Nunca me gustaron los toros y, seguramente, al llegar aquí, yo asentiría. "Bazofia del ingenio de puchero", eso es.

Goti ya ha cogido carrerilla. Si a todo lo anterior se añaden los juegos de conceptos metafísicos, se comprenderá que la gente se aparte con disgusto de su lectura. Les duele la cabeza o estiman que esos conceptos no admiten burlas ni jugueteos. Incluso puede haber quien salga diciendo que hay en el libro pasajes escabrosos o pornográficos.

-Al llegar aquí, nos quedamos con la boca abierta. ¿Pornográfico don Miguel? Menos mal que el prologuista es contundente: "Su repulsión a toda forma de pornografía es bien conocida".

-Comienza Goti a desvariar, no le extraña ese consorcio de lo erótico con lo metafísico: "El culto a la mujer coincidió con el culto a las sutilezas conceptistas...Lo erótico y lo metafísico se desarrollan a la par.".

-Sigue con Jenofonte y Sócrates y la cortesana Teodota y el parentesco que hay entre los oficios de cortesana y filósofo partero. ¡Para ya Víctor Goti! 

"Y si todo esto no es así como digo, no me negará al menos que es ingenioso y basta".

Pero no basta, sigue con "don Fulgencio Entrambosmares del Aquilón", personaje de otra nivola anterior: "Amor y pedagogía". Tan ilustre autor establece: "una religión guerrera y una religión erótica, una metafísica guerrera y una metafísica erótica...y el belicosismo belicoso". 



¡Un genio de la combinatoria! Esto no hay quien lo aguante. 

-El prologuista no guarda todavía la pluma, no se aguanta sin contarnos el final. ¡Un spoiler o destripamiento de la novela ya en el prólogo! Novela evidentemente no, nivola.

"...mi desgraciado amigo..Augusto Pérez...se suicidó realmente y de hecho, y no sólo idealmente y de deseo. Creo tener pruebas fehacientes...Y con esto acabo."

-Don Miguel sonríe maliciosamente desde uno de los espejos del laberinto. 

-Llegamos al Post-Prólogo. Lo firma M. de U. De buena gana discutiría las afirmaciones de su prologuista, pero le había rogado que lo escribiese y se comprometió a aceptarlo. No es cosa de rechazarlo ni corregirlo; pero no puede dejar pasar ciertas apreciaciones suyas.

-Goti ha cometido la indiscreción de hacer uso de confidencias y publicar juicios que el autor nunca tuvo la intención de que fueran públicos. "O, por lo menos...nunca con la crudeza que ne privado los exponía".  

-Y en cuanto a la muerte del desgraciado, o lo que fuese, Augusto Pérez:

"...su afirmación...de que...se suicidó y no murió como yo cuento su muerte, es decir, por mi libérrimo albedrío y decisión, es cosa que me hace sonreír."

-Ya lo sabes, Víctor Goti, porque le ha dado la gana y ándate con tiento. No discutas sus decisiones porque acabará haciendo contigo lo que con tu amigo Pérez hizo:

"Y así, yo soy capaz de matar a Goti si veo que se me va a morir, o de dejarle morir si temo haber de matarle".

-No quiere prolongar más el post-prólogo. Muy correctamente, da la alternativa a Victor Goti y agradece su trabajo.

-¡Y ahora por fin la novela novela!

-¡Eso nos creíamos!

Me despido de Austri. Le sugiero que vuelva a la niebla, que ya le diré cuando tiene que salir. Me contesta que mis deseos son mandatos, que obedece cual ente de ficción, muy modosita ella.

¡Ojalá fuera una ficción lo que están contando ahora mismo los medios de comunicación!

Cierro esta entrada en una mañana fría, muy fría, ya sabéis.

Un abrazo de María Ángeles Merino

Niebla, Miguel de Unamuno,edición de Mario J. Valdés, Cátedra, Letras Hispánicas, quinta edición, Madrid 1985, ISBN 84-376-0347-1.
Niebla, Miguel de Unamuno, colección Austral, edición de 1971.

https://es.wikisource.org/wiki/Niebla
http://queaprendemoshoy.com/%C2%BFque-es-eso-de-la-magdalena-de-proust/
http://elpaissemanal.elpais.com/confidencias/la-magdalena-de-proust/

https://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_de_Unamuno
https://es.wikisource.org/wiki/Categor%C3%ADa:Obras_literarias_de_Miguel_de_Unamuno
http://www.catedra.com/libro.php?codigo_comercial=141154
http://laacequia.blogspot.com.es/2016/11/niebla-unamuno-y-la-nivola-como-forma.html
http://laacequia.blogspot.com.es/2008/07/el-autor-del-quijote-un-traductor-y-el.html
http://aranitacampena.blogspot.com.es/2012/11/el-placer-de-la-lectura-siguen-las.html
http://www.abc.es/hemeroteca/historico-30-12-2006/abc/Opinion/un-hombre-solo-(unamuno-1936-2006)_153674940459.html