Coloco aquí, con mi mayor respeto y admiración, una bellísima foto del escritor fotógrafo Juan Rulfo, tomada del blog "La escuela de los domingos", donde leemos: "Antes de fotografíar estos paisajes con su Rolleiflex, Juan Rulfo ya los había inventado en una obra esculpida hasta quedar condensada en 250 páginas que cimentan un mundo inagotable."
En enero, ya sabéis, vamos a leer y comentar la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo, "un mito hecho novela", "un verdadero clásico de la literatura latinoamericana". "No sin motivo, Gabriel García Márquez declaró que el autor latinoamericano que en verdad merecía el premio era el huidizo Juan Rulfo."
-¡Hola María Ángeles! ¡Aquí me tienes! Tú ponías en duda que yo quisiera acompañarte por el México desolado de Pedro Páramo, de Juan Rulfo.
-Te lo agradezco, Austri, pero no sé por dónde empezar, necesito unas pautas para contar mi viaje lector, el nuestro.
-Yo te entiendo, es tu lectura de Pedro Páramo lo que quieres contar por escrito, que sobre la novela hay ríos de tinta. ¿Dices que quieres pautas? Ya las tienes y nos pueden servir.
-¿A qué te refieres?
-Al comentario que pusiste el jueves 18 de enero en la entrada de La acequia: "Pedro Páramo de Juan Rulfo y noticias de nuestras lecturas.":
"Comencé Pedro Páramo con inocencia en una edición sin explicaciones. "Vine a Comala..." Entré con Juan y el arriero, qué mal olían las saponarias, cómo jugaba el agua de la lluvia sobre una hoja de laurel, poesía, fragmentos en primera persona, fragmentos en tercera persona, una tierra pobre y desolada, juguete de Pedro Páramo, "un rencor vivo", padre de tantos, un infierno más abrasador que el mismo infierno, personajes fantasmales...Dante pasó por allí. Hasta que no pude más, solté el libro y me hice con la edición de Cátedra. Y leí ávidamente la explicación del galimatías. Los añicos del espejo roto recomponían el espejo entero. Ahora acabo de leer de un tirón unas cuantas páginas, oigo a Dorotea, ahora el borrico corre ligero. Entré en la novela del escritor más triste del mundo, hay que escucharlo en la entrevista que le hizo Soler Serrano, para televisión española, nunca vi algo así. Casi no escribió más. Le dolía demasiado.
Voy para Comala, con Austri."
-Tienes razón, vamos a Comala por ese sendero, no sé si bueno pero sí espontáneo, como Pulgarcito seguía las migas de pan.
-Más tarde, echaste mano del truco del almendruco, no pudiste más, soltaste la de RM y te hiciste con la edición de Cátedra, la de José Carlos González Boixo, en la que se nos aconseja, antes del análisis:
"Sería conveniente, para un mejor acercamiento crítico, que el lector hubiese leído previamente la novela. "
-Sí, Austri, y añade que las dificultades deben ser un acicate y que, al anticipar soluciones, se pierde la frescura y la intriga. Bueno...he de decir en mi defensa que leí, a pelo, una buena parte de la novela, el comentario lo demuestra. Y que intrigada estaba, y acicateada, ya lo ves.
-Por "una novela que por su complejidad y nivel de simbolismo necesita de varias lecturas".
-¡Y tantas! Es una obra cortita pero de las que nunca se terminan de leer. Mira lo que he encontrado por aquí, para no perderse con los personajes. Lo dicho, vamos a Comala todas las veces que haga falta, con un Juan Preciado que busca a un padre desconocido:
"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera...Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio..."
Juan Preciado no pensaba cumplir su promesa hasta que comenzó a llenarse de "sueños", de "ilusiones". Vino a Comala "por un mundo alrededor de la esperanza", en "ese tiempo de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de las saponarias."
-La flor más delicada huele mal cuando está muerta. Aquí hasta las flores...
¿He dicho muerta?
-No te adelantes. Escribí que "iba con Juan y el arriero".
-¿El arriero y cartero Abundio no estaba muerto? Porque Eduviges dirá que "fue un buen hombre y muy cumplido".
-¡Calla! No te fíes de Eduviges. Como lectora, estuve esperando con él, en el cruce de caminos, "hasta que al fin apareció este hombre". Caminábamos cuesta abajo, "oyendo el trote rebotado de los burros". Comala se veía allá abajo. Juan preguntaba "por qué se ve esto tan triste" y el hombre respondía que eran "los tiempos".
-Juan imaginaba ver aquello con los ojos nostálgicos de su madre, la que pasó su vida "suspirando por Comala, por el retorno, pero jamás volvió":
"...la vista muy hermosa de una llanura verde, algo amarilla por el maíz maduro. Desde ese lugar se ve Comala, blanqueando la tierra, iluminándola durante la noche."
-Pero en la Comala de después de "los tiempos" no hay verde ni amarillo, ni maíz, ni blanco de cal, sino mimetizada con la tierra.
"En la reverberación del sol, la llanura parecía una laguna transparente, deshecha en vapores por donde se traslucía un horizonte gris. "
-Un espejismo para los que sueñan con agua.
-Leemos. Y a qué va usted a Comala, voy a ver a mi padre, silencio, bonita fiesta le va a armar, después de tantos años que nadie viene por aquí, qué trazas tiene su padre, no lo conozco, se llama Pedro Páramo, ¡ah! vaya, ¡ah!, yo también soy hijo de Pedro Páramo, Comala...sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno, Pedro Páramo es "un rencor vivo", la Media Luna, toda la tierra que se puede abarcar con la mirada, es de él todo ese terrenal, tal vez encuentre algún vecino viviente, ¿alojamiento?, busque a doña Eduviges, si es que todavía vive.
Juan Preciado no pensaba cumplir su promesa hasta que comenzó a llenarse de "sueños", de "ilusiones". Vino a Comala "por un mundo alrededor de la esperanza", en "ese tiempo de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de las saponarias."
-La flor más delicada huele mal cuando está muerta. Aquí hasta las flores...
-No te adelantes. Escribí que "iba con Juan y el arriero".
-¿El arriero y cartero Abundio no estaba muerto? Porque Eduviges dirá que "fue un buen hombre y muy cumplido".
-¡Calla! No te fíes de Eduviges. Como lectora, estuve esperando con él, en el cruce de caminos, "hasta que al fin apareció este hombre". Caminábamos cuesta abajo, "oyendo el trote rebotado de los burros". Comala se veía allá abajo. Juan preguntaba "por qué se ve esto tan triste" y el hombre respondía que eran "los tiempos".
Foto de Juan Rulfo. El País.
-Juan imaginaba ver aquello con los ojos nostálgicos de su madre, la que pasó su vida "suspirando por Comala, por el retorno, pero jamás volvió":
"...la vista muy hermosa de una llanura verde, algo amarilla por el maíz maduro. Desde ese lugar se ve Comala, blanqueando la tierra, iluminándola durante la noche."
-Pero en la Comala de después de "los tiempos" no hay verde ni amarillo, ni maíz, ni blanco de cal, sino mimetizada con la tierra.
"En la reverberación del sol, la llanura parecía una laguna transparente, deshecha en vapores por donde se traslucía un horizonte gris. "
-Un espejismo para los que sueñan con agua.
-Leemos. Y a qué va usted a Comala, voy a ver a mi padre, silencio, bonita fiesta le va a armar, después de tantos años que nadie viene por aquí, qué trazas tiene su padre, no lo conozco, se llama Pedro Páramo, ¡ah! vaya, ¡ah!, yo también soy hijo de Pedro Páramo, Comala...sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno, Pedro Páramo es "un rencor vivo", la Media Luna, toda la tierra que se puede abarcar con la mirada, es de él todo ese terrenal, tal vez encuentre algún vecino viviente, ¿alojamiento?, busque a doña Eduviges, si es que todavía vive.
-Ahí está todo, vamos de cabeza al infierno de Pedro Páramo. Eduviges le ofrece su casa entilichada, un cuarto vacío y le habla de su madre, de Doloritas que le avisó de que vendría. Pero si su madre ya murió, hace siete días...
-Juan Preciado ya no cree nada, se deja arrastrar a un mundo lejano, su cuerpo se afloja, se dobla, suelta amarras, "como si fuera un trapo". Está cansado, irá después a tomar un bocado.
El fragmento siguiente está en tercera persona y desconcierta, de quién está hablando. Hasta ese momento, Juan narra su propia historia y seguirá haciéndolo, intermitentemente, en otros fragmentos. Pensamos que habla a la complicidad de los lectores pero, más adelante, descubrimos a quién se dirige en realidad y dónde está realmente. Mi amiga Luz dice que "la sorpresa está asegurada".
-Un personaje que no vamos a destapar ahora, una mujer, en un lugar donde se siente el golpear de la lluvia...y las pisadas. Y allí ya no puede haber miedo...o sí.
-Calla, Austri. En los fragmentos en tercera persona, las escenas se corresponden con el tiempo de Pedro Páramo, sin orden cronológico. ¡Qué lío! Se establecen así fragmentos de dos niveles, en la novela.
-Sí, pero tú te adelantaste a destaparlo y leíste ávidamente la explicación del galimatías. Recompusiste el espejo entero con el espejo roto que te ofrecía el escritor. Está claro que te cuesta asimilar las vanguardias, aunque luego te hagas con ellas y...a leer de un tirón.
Decías que cómo jugaba el agua de la lluvia sobre una hoja de laurel. Te gustan especialmente algunas imágenes.
"El agua que goteaba de las tejas hacía un agujero en la arena del patio. Sonaba plas plas y luego otra vez plas, en mitad de una hoja de laurel que daba vueltas y rebotes metida en la hendidura de los ladrillos. "
-La lluvia es la música de la novela de Juan Rulfo. Es un alivio y una condena.
"Por la noche volvió a llover. Se estuvo oyendo el borbotear del agua durante largo rato; luego se ha de haber dormido porque cuando despertó sólo se oía una llovizna callada. Los vidrios de las ventanas estaban opacos, y del otro lado las gotas resbalaban en hilos gruesos como de lágrimas."
-Juan Preciado ya no cree nada, se deja arrastrar a un mundo lejano, su cuerpo se afloja, se dobla, suelta amarras, "como si fuera un trapo". Está cansado, irá después a tomar un bocado.
El fragmento siguiente está en tercera persona y desconcierta, de quién está hablando. Hasta ese momento, Juan narra su propia historia y seguirá haciéndolo, intermitentemente, en otros fragmentos. Pensamos que habla a la complicidad de los lectores pero, más adelante, descubrimos a quién se dirige en realidad y dónde está realmente. Mi amiga Luz dice que "la sorpresa está asegurada".
-Un personaje que no vamos a destapar ahora, una mujer, en un lugar donde se siente el golpear de la lluvia...y las pisadas. Y allí ya no puede haber miedo...o sí.
Exposición "De hombres y mitos"Colección Pérez Trespalacios.
-Sí, pero tú te adelantaste a destaparlo y leíste ávidamente la explicación del galimatías. Recompusiste el espejo entero con el espejo roto que te ofrecía el escritor. Está claro que te cuesta asimilar las vanguardias, aunque luego te hagas con ellas y...a leer de un tirón.
Decías que cómo jugaba el agua de la lluvia sobre una hoja de laurel. Te gustan especialmente algunas imágenes.
"El agua que goteaba de las tejas hacía un agujero en la arena del patio. Sonaba plas plas y luego otra vez plas, en mitad de una hoja de laurel que daba vueltas y rebotes metida en la hendidura de los ladrillos. "
-La lluvia es la música de la novela de Juan Rulfo. Es un alivio y una condena.
"Por la noche volvió a llover. Se estuvo oyendo el borbotear del agua durante largo rato; luego se ha de haber dormido porque cuando despertó sólo se oía una llovizna callada. Los vidrios de las ventanas estaban opacos, y del otro lado las gotas resbalaban en hilos gruesos como de lágrimas."
"Miraba caer las gotas iluminadas por los relámpagos, y cada vez que respiraba suspiraba, y cada vez que pensaba, pensaba en ti, Susana."
-Y el amor frustrado y enloquecido del despótico, corrupto y sanguinario cacique, Pedro Páramo, por Susana San Juan sentenciará la ruina de Comala. El "rencor vivo" del padre de tantos que podrían haber hecho suyas las palabras de Abundio:
"El caso es que nuestras madres nos malparieron en un petate aunque éramos hijos de Pedro Páramo".
-Y el amor frustrado y enloquecido del despótico, corrupto y sanguinario cacique, Pedro Páramo, por Susana San Juan sentenciará la ruina de Comala. El "rencor vivo" del padre de tantos que podrían haber hecho suyas las palabras de Abundio:
"El caso es que nuestras madres nos malparieron en un petate aunque éramos hijos de Pedro Páramo".
-Pero es un inframundo, no es un más allá sino un más acá, una condena colectiva, toda Comala está condenada.
Decía que entré en la novela del escritor más triste del mundo, que había que escucharlo en la entrevista que le hizo Soler Serrano, para televisión española, que nunca había visto algo así.
Fue en 1977, hay que escucharlo y hay que verlo, sus gestos. Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, le arracimaron los nombres como plátanos. Un hombre que dice arrastrar la misma depresión del niño huérfano de Sayula y se encerró en el silencio y en la soledad. Una novela Pedro Páramo y un libro de relatos El Llano en llamas, casi no escribió más, tal vez le dolía demasiado, temía no estar a la altura...o se murió el tío Celerino que era el que platicaba.
-Ahora sí, puedes ir para Comala todas las veces que quieras.
Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:
María Ángeles Merino y Austri.
Palabras en rojo tomadas de Pedro Páramo de Juan Rulfo, edición de José Carlos González Boixo, Cátedra, Letras Hispánicas, 29 edición, 2017.