Juana la Loca. La cautiva de Tordesillas. Junto a la burgalesa Casa del Cordón.
Comentario a la biografía "Juana la Loca. La cautiva de Tordesillas" de Manuel Fernández Álvarez, para la lectura colectiva de La acequia dirigida por Pedro Ojeda.
La semana pasada, entramos en la biografía de Juana la Loca. La cautiva de Tordesillas, a quien padre, esposo e hijo "harían de ella una reina de papel, un rostro sin voz, una figura hundida en el cautiverio". Y comprobamos la popularidad y el gancho del personaje: desde un chascarrillo infantil a varias películas y series de televisión, pasando por el romance o el pasodoble. En relación con esto, Manuel Fernández Álvarez escribe:
"Sin embargo, los estudiosos no han correspondido a ese interés popular. Los estudios serios centrados en la figura de la Reina son increíblemente escasos. Apenas si deben recordarse, junto con el breve resumen hecho a fines del siglo XIX por Antonio Rodríguez Villa (Bosquejo biográfico de la reina doña Juana), el también brevísimo del hispanista alemán Ludwig Pfandl, y el más completo, aunque arídísimo de estilo, de M. Prawdin."
Una carencia bibliográfica que asumió M.F.A. como "un obstáculo y un acicate". Aunque su Corpus Documental de Carlos V ya aportaba abundante información sobre "la pobre Reina", el tema le atraía cada vez más y procuró "recabar la mayor información posible". Y pudo "poner un digno remate a esta biografía sobre la pobre Reina cautiva", la que escribió "conmovido desde el principio hasta el fin", gracias a una visita a Tordesillas, para consultar los Libros de Acuerdos en el Ayuntamiento.
Una "atentísima" funcionaria le entregó "lo más antiguo", el legajo 1, que era "de ya entrado el siglo XVII". ¿Para qué seguir? Pero, por curiosidad o corazonada, pidió también el legajo 2,"y allí estaban los papeles del Quinientos". Compartimos la emoción y el asombro del investigador, ante unos documentos traspapelados.
"...entre ellos la constancia de la Villa el día de la muerte de la desventurada Reina."
-M.F.A. pensaba, y no se equivocaba, que "el lector amigo" también acabaría "sintiendo no poca ternura por ella". Voy a comentar con Austri, otra lectora amiga, algunos puntos interesantes del libro. He quedado con ella, aquí, junto a la Casa del Cordón, un lugar muy ligado al recuerdo de doña Juana I de Castilla.
-¡Aquí estoy, María Ángeles! Vamos a imaginar, es el 7 de septiembre de 1506, en este mismo lugar.
¡El cortejo! ¡Ahí llegan los nuevos reyes de Castilla! Pendones, trompetas, tambores, jinetes con sus caballos engalanados, damas, oros y terciopelos, pajecillos, mozos de cuadra.
-Te sigo, Austri, como un viaje en el túnel del tiempo.
Mira como abren la puerta principal, la que da acceso al patio. Los Condestables han excusado su presencia y el palacio, con todo su ajuar y sus sirvientes, queda a disposición de doña Juana y don Felipe. ¡Y de su numeroso séquito!
-La gente del pueblo grita: ¡Dios salve a doña Juana, reina de Castilla! Todos ignoran al rey extranjero, nadie pronuncia el nombre de don Felipe, el archiduque hermoso que vino de Flandes.
Pero siempre hay un niño curioso que se atreve a preguntar. ¿Y quién es ese hombre alto y rubio? Le chistan pero la criatura insiste: ¿Su Majestad el rey don Fernando el Católico? ¿El esposo de nuestra reina Isabel que está en el cielo? Un anciano lo aparta con prudencia y le habla en voz muy baja: no es sino don Felipe el flamenco, hijo mío, el marido de nuestra reina. ¿No sabes que don Fernando acordó marchar a sus reinos de Aragón? ¿Y que el flamenco ha sido proclamado en Valladolid como Felipe I de Castilla? ¿Y que tiene cautiva la voluntad de doña Juana?
"Entrarían los reyes en Burgos, donde parecía que iba a montar su gobierno de Castilla Felipe el Hermoso. Días de triunfo, de brillo cortesano, de celebración de la victoria sobre Fernando. El nuevo rey era joven, tenía a su merced a la reina Juana y a su favor lo más granado de la nobleza y el clero castellano.
¿Quién podía resistírsele? Parecía anunciarse un largo reinado, con dudosas expectativas para Castilla. "
-Imagino a Doña Juana entrando en Burgos, pálida la color, agotada y ausente. El día anterior no había querido entrar en la aldea de Cójeces y pasó la noche del 6 de septiembre a caballo, a la intemperie. Don Felipe el Hermoso a lo suyo, a doblegar a estos castellanos, que buenos apoyos ha buscado en la nobleza descontenta. Uno de los que le acompañan ha de ser don Juan Manuel, el señor de Belmonte, lo más parecido a lo que sus descendientes llamarían valido.
"¿Cómo tomó Juana la noticia de las desavenencias entre su padre y su marido? ¿Cómo le sentó saber que su padre había de abandonar Castilla, en contra de todo lo que había ordenado tan apretadamente la reina Isabel en su testamento? Mal, sin duda. Máxime cuando pronto entró en sospecha de que Felipe, su marido, tramaba encerrarla en un castillo.
He aquí cómo nos lo refiere...Pedro Mártir de Anglería:
Cuando en la aldea por nombre Cójeces, en campo abierto, se detuvo la reina Juana, montando a caballo, entró en sospechas de que la dejaran encerrada en el castillo de aquella pequeña villa, que era muy seguro; porque estaba plenamente convencida, bien por su estado mental, bien por las indicaciones de algún delator, de que su marido y los consejeros, a los que profundamente odiaba, la iban a encerrar en un castillo.
¿Cómo reaccionó Juana? Negándose a entrar en el poblado, lo que le forzó a pasar la noche a la intemperie, algo que repitiría a partir de entonces más de una vez.
Pasó por tanto-añade el cronista-la noche entera a caballo, sin que los ruegos ni las amenazas pudieran inducirla a penetrar en la aldea."
-Doña Juana tiene y tendrá esa obsesión, que la encierran en un castillo. El cronista duda y no se atreve a dar su verdadera opinión: "bien por su estado mental, bien por las indicaciones de algún delator."
Una "atentísima" funcionaria le entregó "lo más antiguo", el legajo 1, que era "de ya entrado el siglo XVII". ¿Para qué seguir? Pero, por curiosidad o corazonada, pidió también el legajo 2,"y allí estaban los papeles del Quinientos". Compartimos la emoción y el asombro del investigador, ante unos documentos traspapelados.
"...entre ellos la constancia de la Villa el día de la muerte de la desventurada Reina."
-M.F.A. pensaba, y no se equivocaba, que "el lector amigo" también acabaría "sintiendo no poca ternura por ella". Voy a comentar con Austri, otra lectora amiga, algunos puntos interesantes del libro. He quedado con ella, aquí, junto a la Casa del Cordón, un lugar muy ligado al recuerdo de doña Juana I de Castilla.
¡El cortejo! ¡Ahí llegan los nuevos reyes de Castilla! Pendones, trompetas, tambores, jinetes con sus caballos engalanados, damas, oros y terciopelos, pajecillos, mozos de cuadra.
-Te sigo, Austri, como un viaje en el túnel del tiempo.
Mira como abren la puerta principal, la que da acceso al patio. Los Condestables han excusado su presencia y el palacio, con todo su ajuar y sus sirvientes, queda a disposición de doña Juana y don Felipe. ¡Y de su numeroso séquito!
Casa del Cordón (Burgos)
Pero siempre hay un niño curioso que se atreve a preguntar. ¿Y quién es ese hombre alto y rubio? Le chistan pero la criatura insiste: ¿Su Majestad el rey don Fernando el Católico? ¿El esposo de nuestra reina Isabel que está en el cielo? Un anciano lo aparta con prudencia y le habla en voz muy baja: no es sino don Felipe el flamenco, hijo mío, el marido de nuestra reina. ¿No sabes que don Fernando acordó marchar a sus reinos de Aragón? ¿Y que el flamenco ha sido proclamado en Valladolid como Felipe I de Castilla? ¿Y que tiene cautiva la voluntad de doña Juana?
"Entrarían los reyes en Burgos, donde parecía que iba a montar su gobierno de Castilla Felipe el Hermoso. Días de triunfo, de brillo cortesano, de celebración de la victoria sobre Fernando. El nuevo rey era joven, tenía a su merced a la reina Juana y a su favor lo más granado de la nobleza y el clero castellano.
¿Quién podía resistírsele? Parecía anunciarse un largo reinado, con dudosas expectativas para Castilla. "
"¿Cómo tomó Juana la noticia de las desavenencias entre su padre y su marido? ¿Cómo le sentó saber que su padre había de abandonar Castilla, en contra de todo lo que había ordenado tan apretadamente la reina Isabel en su testamento? Mal, sin duda. Máxime cuando pronto entró en sospecha de que Felipe, su marido, tramaba encerrarla en un castillo.
He aquí cómo nos lo refiere...Pedro Mártir de Anglería:
Cuando en la aldea por nombre Cójeces, en campo abierto, se detuvo la reina Juana, montando a caballo, entró en sospechas de que la dejaran encerrada en el castillo de aquella pequeña villa, que era muy seguro; porque estaba plenamente convencida, bien por su estado mental, bien por las indicaciones de algún delator, de que su marido y los consejeros, a los que profundamente odiaba, la iban a encerrar en un castillo.
¿Cómo reaccionó Juana? Negándose a entrar en el poblado, lo que le forzó a pasar la noche a la intemperie, algo que repitiría a partir de entonces más de una vez.
Pasó por tanto-añade el cronista-la noche entera a caballo, sin que los ruegos ni las amenazas pudieran inducirla a penetrar en la aldea."
-Doña Juana tiene y tendrá esa obsesión, que la encierran en un castillo. El cronista duda y no se atreve a dar su verdadera opinión: "bien por su estado mental, bien por las indicaciones de algún delator."
"Uno de los hechos que más debieron de impresionar a Juana , en ese período de su vida en la Corte de los Reyes Católicos, fue, sin duda, el de las periódicas visitas que hacía, acompañando a su madre la Reina, a la cautiva de Arévalo, a esa otra Reina-la Reina madre la llamaríamos ahora-, que desde el año 1454, a la muerte de su marido, el rey Juan II, se había encerrado en el castillo de su villa, de Arévalo. Me refiero a Isabel de Portugal, la madre de Isabel la Católica, que había enviudado en 1454 y que moriría en su encierro del castillo de Arévalo cuarenta y dos años después, en 1496."
-Algunos historiadores enlazan a Juana con su biznieto Carlos, hijo de Felipe II. M.F.A. lo hace con su abuela Isabel de Portugal, "un paralelismo mucho más fuerte".
" En primer lugar, claro está, por su condición femenina. Pero además, y sobre todo, porque ambas fueron reinas que enviudaron muy jóvenes y que arrastraron una larguísima viudez durante casi medio siglo, en una situación de enajenación mental y en lugares apartados del Reino...
Es más no sería descabellado pensar que también en Isabel de Portugal se produjo un proceso de enajenación mental debido a un fuerte choque emocional. La tradición que se escucha en el pueblo de Arévalo es que la reina desvariaba por los corredores de su castillo de Arévalo con aquel alarido que resonaba por los campos circundantes: ¡Don Álvaro! ¡Don Álvaro!...aquel que había sido primero su protector...con el que había pasado de una situación de alta estima a otra de odio, cifrada en la brusca y dramática caída del privado don Álvaro de Luna, al final degollado por orden regia ne 1452 y a instigación de la Reina...
-Juana nunca olvidaría aquellas visitas a "la loca de Arévalo", de cautiva a cautiva. ¡La encerraron en un castillo! ¡A ella también!
-Volvemos a la Casa del Cordón, en septiembre de 1506, cuando "parecía anunciarse un largo reinado".
"Hasta que súbitamente vino lo inesperado.
Apenas unos días en el poder, en la gloria, en el triunfo. Y de repente, un mal paso, unas fiebres que no se atajan, un mal invencible, y la muerte la gran vencedora.
Era el 25 de septiembre. Sólo habían transcurrido dieciocho días desde la entrada de Felipe el Hermoso en Burgos.
Jamás había tenido lugar un reinado tan breve. "
-Algunos historiadores enlazan a Juana con su biznieto Carlos, hijo de Felipe II. M.F.A. lo hace con su abuela Isabel de Portugal, "un paralelismo mucho más fuerte".
" En primer lugar, claro está, por su condición femenina. Pero además, y sobre todo, porque ambas fueron reinas que enviudaron muy jóvenes y que arrastraron una larguísima viudez durante casi medio siglo, en una situación de enajenación mental y en lugares apartados del Reino...
Es más no sería descabellado pensar que también en Isabel de Portugal se produjo un proceso de enajenación mental debido a un fuerte choque emocional. La tradición que se escucha en el pueblo de Arévalo es que la reina desvariaba por los corredores de su castillo de Arévalo con aquel alarido que resonaba por los campos circundantes: ¡Don Álvaro! ¡Don Álvaro!...aquel que había sido primero su protector...con el que había pasado de una situación de alta estima a otra de odio, cifrada en la brusca y dramática caída del privado don Álvaro de Luna, al final degollado por orden regia ne 1452 y a instigación de la Reina...
-Juana nunca olvidaría aquellas visitas a "la loca de Arévalo", de cautiva a cautiva. ¡La encerraron en un castillo! ¡A ella también!
-Volvemos a la Casa del Cordón, en septiembre de 1506, cuando "parecía anunciarse un largo reinado".
"Hasta que súbitamente vino lo inesperado.
Apenas unos días en el poder, en la gloria, en el triunfo. Y de repente, un mal paso, unas fiebres que no se atajan, un mal invencible, y la muerte la gran vencedora.
Era el 25 de septiembre. Sólo habían transcurrido dieciocho días desde la entrada de Felipe el Hermoso en Burgos.
Jamás había tenido lugar un reinado tan breve. "
-25 de septiembre de 1506. ¿Lo envenenaron? ¿Murió porque bebió agua helada después de sudar en un partido de pelota? ¿Una neumonía? ¿O la temible peste que asolaba Castilla? Nunca lo sabremos, pero lo que sí podemos asegurar es que muchos suspirarían aliviados. ¿Y Juana?
He apuntado lo que se dice por ahí:
Patio de la Casa del Cordón
-¡Una mujer de carácter!
-Dicen que no se separó de su lado, presa de profundo dolor.
-Que no derramó ni una lágrima porque ya no sentía el dolor.
-Que le daba de beber y de comer ella misma.
-A pesar de estar embarazada.
-Temían por ella y su fruto.
-Han dicho que "es una mujer para sufrir".
-Su marido agonizaba y ella le daba ánimos. Probaba las medicinas para que él las tomara.
-Pero ahora su marido ha muerto y se ha encerrado en las tinieblas y en la soledad.
-No quiere hacerse cargo de los deberes de reina. No hay manera de convencerla de que ponga una firma o redacte unas líneas.
_"...siente gran deleite en las melodías musicales, arte que ella aprendió en su tierna infancia."
-¡Una viuda de veintiséis años!
-"..buena, guapa y joven señora, digna de ser amada..."
-¡Es una enferma! ¡Como su abuela!
-"Mantiene a ratos su lucidez". Y nos asombra con sus respuestas.
-Considera que lo mejor es esperar el regreso de su padre, el Rey Católico. Que ella nada sabe de estas tierras con sus gentes y de la mejor manera de gobernar.
-¡Excelente, Austri! ¡Qué oído el tuyo! Una difícil situación la de Castilla:
"Muerto Felipe el Hermoso, ausente Fernando el Católico y postrada en el abatimiento la joven reina, todo hacia temer que la anarquía se extendiese por el Reino. Y los primeros signos fueron tan manifiestos, que para evitarla el Condestable de Castilla y el duque de Nájera constituyeron con Cisneros un triunvirato que gobernaría Castilla hasta el regreso del Rey Católico...primera regencia de Cisneros."
-Y si no fuera bastante, "una aguda crisis económica vino a doblar la política".
Malas cosechas, lluvias torrenciales, extrema sequía, un hambre terrible y la peste. ¡Una apocalíptica cadena de calamidades! La peste llegó al mismísimo cortejo de doña Juana, en Torquemada. Murieron algunos servidores, gente peor alimentada y de higiene aún más deficiente.
-Felipe el Hermoso había sido embalsamado y enterrado en la Cartuja de Miraflores, sólo su corazón sería enviado a su tierra natal. Pero, de pronto, Juana recuerda el deseo de su marido de ser enterrado en Granada. Ordena desenterrarlo y se inicia el macabro viaje por los caminos de Castilla la Vieja.
"Estamos ante la nota más sombría y más destacada de la locura de doña Juana, cuando llevó el cuerpo muerto de su marido por los campos de Castilla".
-¡Siento escalofríos! Una reina enloquecida que transporta un cadáver de pueblo en pueblo, por las gélidas noches castellanas, a la luz de los hachones, mientras los clérigos entonan sus tristes rezos. ¡Como una procesión de fantasmas! No es una leyenda sino la "estricta verdad histórica", documentada y confirmada por los relatos de los cortesanos que hubieron de seguir a la Reina en su desvarío.
En Torquemada hubo de detenerse para dar a luz, el 14 de enero de 1507, a una niña a quien llamaría Catalina. Una vez pasada la cuarentena del parto, el cortejo se pone de nuevo en marcha hacia Hornillos. ¿Agravaría el postparto la depresión? Porque se produce aquel suceso que muestra los extremos del desvarío a que está llegando la pobre Reina:
-"...al encontrarse con un convento, Juana ordenó un alto y, al comprobar que era de monjas, entró en sospechas de si habría alguna asechanza para robar el cuerpo de su marido."
-El humanista y cronista Anglería lo cuenta sin salir de su asombro. Mandó trasladar el féretro a campo descubierto y que unos artesanos abrieran la caja de madera y la de plomo, contempló el cadáver, llamando a los nobles como testigos, y lo volvieron a cerrar.
Ante tan macabro espectáculo, las gentes sencillas de Castilla la Vieja pronunciaron su sentencia:
"¡Juana, la loca!"
-Fernando el Católico decidió su encierro definitivo en Tordesillas. Juana, ante la propuesta paterna de dar sepultura, por fin, a su marido, con el Papa como mediador, había contestado con un arcaíco:"no tan aína". ¡Esta hija no tiene remedio!
-El biógrafo no tira la toalla. Se pregunta:
"¿Sufrió Juana un mal incurable, o su locura fue el resultado de una profunda depresión mal curada?" Porque hoy sabemos que María, María de Hungría, hija de Juana, pasó por un proceso muy similar. Viuda muy joven y muy enamorada, había sido nombrada Gobernadora de los Países Bajos por su hermano Carlos V. Incapaz de superar la muerte de su marido, se ve además sometida a una fuerte presión por razones de su cargo y cae en una grave depresión. Un hombre de confianza del Emperador, Antoine de Croy, se lo advertiría alarmado:
"...de jour à autre on la voit décliner..."
La Reina nada hacía por curarse y su estado de postración cada vez era mayor.
"Sir-pediría aquel consejero al Emperador-: il me semble que V.M. ferait bien de la consoler..."
Carlos V comenzó a enviar cartas de ánimo a Bruselas, descargándola de la presión que sufría, mandándola a uno de sus íntimos, a Charles de Poupet, para hacerla comprender que deseaba fervientemente su curación.
Y la cosa funcionó. María salió de su postración y fue la más eficaz colaboradora de Carlos V. ¿Qué por qué no empleó ese método con su madre? ¡Buena pregunta! Cariño, consuelo, comprensión, empatía...¿Difíciles sentimientos hacia una madre ausente durante la infancia? ¿O era más fuerte la pasión del poder? ¿Qué más daba una loca más?
"... il me semble que V.M. ferait bien de la consoler..."
"Juana la Loca, ya para siempre, en Tordesillas."
Por hoy lo dejamos, un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:
María Ángeles Merino y Austri.
-Fernando el Católico decidió su encierro definitivo en Tordesillas. Juana, ante la propuesta paterna de dar sepultura, por fin, a su marido, con el Papa como mediador, había contestado con un arcaíco:"no tan aína". ¡Esta hija no tiene remedio!
-El biógrafo no tira la toalla. Se pregunta:
"¿Sufrió Juana un mal incurable, o su locura fue el resultado de una profunda depresión mal curada?" Porque hoy sabemos que María, María de Hungría, hija de Juana, pasó por un proceso muy similar. Viuda muy joven y muy enamorada, había sido nombrada Gobernadora de los Países Bajos por su hermano Carlos V. Incapaz de superar la muerte de su marido, se ve además sometida a una fuerte presión por razones de su cargo y cae en una grave depresión. Un hombre de confianza del Emperador, Antoine de Croy, se lo advertiría alarmado:
"...de jour à autre on la voit décliner..."
La Reina nada hacía por curarse y su estado de postración cada vez era mayor.
"Sir-pediría aquel consejero al Emperador-: il me semble que V.M. ferait bien de la consoler..."
Carlos V comenzó a enviar cartas de ánimo a Bruselas, descargándola de la presión que sufría, mandándola a uno de sus íntimos, a Charles de Poupet, para hacerla comprender que deseaba fervientemente su curación.
Y la cosa funcionó. María salió de su postración y fue la más eficaz colaboradora de Carlos V. ¿Qué por qué no empleó ese método con su madre? ¡Buena pregunta! Cariño, consuelo, comprensión, empatía...¿Difíciles sentimientos hacia una madre ausente durante la infancia? ¿O era más fuerte la pasión del poder? ¿Qué más daba una loca más?
"... il me semble que V.M. ferait bien de la consoler..."
Por hoy lo dejamos, un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:
María Ángeles Merino y Austri.
Las palabras en rojo y en cursiva están tomadas directamente de:
Juana la Loca. La cautiva de Tordesillas. Manuel Fernández Álvarez. Séptima edición. Febrero 2001. Espasa Calpe. Espasa Fórum.