jueves, 27 de junio de 2024

Escarlata entre las catalpas.Y también Isidora.



Leí la entrada de Pedro Ojeda, en su blog La Acequia.

Ayer vi a Escarlata O`Hara entre las catalpas, con sombrilla, enaguas y pamela.

Cogí una del suelo y la puse sobre la novela  "La desheredada" para hacer la foto. 

Don Benito Pérez Galdós hubiera sonreído.

Isidora Rufete, pobre ilusa, encantada.

María Ángeles Merino

Isidora Rufete entre los gordolobos, a falta de catalpas.

jueves, 20 de junio de 2024

Lectura en San Amaro. "Ictus" de Rubén Abella.




 






 


 


 Ayer pasaba por delante de una tapia bien conocida, pero unas amapolas tiraron de mí. Adentro, vamos a pasar, aunque solo sean unos minutos, a un recinto de silencio y paz, junto a la ermita de San Amaro. No importa la fe ni la "no fe". 

Tras una mirada al yacente y pétreo santo y un saludo a las "custodias", de los Custodios de San Amaro supongo, que no sé si me oyeron, busqué un banco al sol y sombra, como a mí me gusta.

 Un momento, he de visitar al ángel de la antigua  tumba enrejada, el que yo siempre imaginé, equivocadamente, como de pobrecito niño fallecido a muy tierna edad; mas es de mujer adulta, hace poco lo sé. La vegetación lo abrazaba y  mostraba sus púas de rosal, ahora se ve todo mejor cuidado.

Un poco de lectura, llevaba en el bolso la novela "Ictus" de Rubén Abella, la segunda que leo de este autor recién conocido. Uno de los protagonistas, en un día muy difícil, comparte un amargo calimocho con un antiguo compañero al que no reconoce.

Está tan bien escrito que reconozco el gusto del vino malo, malísimo, con muy poca cocacola. Una bebida que desconozco, por cierto, pero es el poder de las palabras, de la literatura. Sí, le faltaba dulce. La vida y sus malos sabores, sus "ictus" y desilusiones. Y nos priva de los sabores gratos, no los reconocemos, aunque estén ahí. 

Miré el reloj y rodeé el recinto del antiguo cementerio de peregrinos, ya no es tal. Junto a una cruz oxidada alguien había colocado unas flores contra el olvido. La tapia de la salida mostraba también amapolas. 

Salgo, el Parral está candado y paseo junto a la tapia. Una amiga me llama por mi nombre, también ha estado en San Amaro, al frente de una visita con un grupo de mujeres  Es un placer hablar con ella, de literatura y de más cosas. Nos despedimos junto al puente Malatos, el de los leprosos. Peregrinos y leprosos también padecieron su "ictus" por estas tierras del Camino. Enlazo con el libro, os aconsejo su lectura. 

Mi visita a la UBU, a resolver un pequeño trámite, tuvo esta coda.

María Ángeles Merino

viernes, 14 de junio de 2024

Europa y "La Chata Berenguela".

 






Una entrada reciente de mi otro blog "El blog de Sor Austringiliana".  Sentimientos, recuerdos, política y literatura: Europa y " La Chata Berenguela".

El sábado tuvimos tarde de lluvias y llovió con ganas, que se lo digan a los bomberos. Fue una tarde de reflexión y lectura tras la ventana. 

Leía. Era mil ochocientos treinta y seis: Benito Pérez Galdós, en el episodio "Luchana",  me condujo por un Bilbao asediado por los carlistas, los "facciosos", los que solo cesaban de disparar a la hora del rosario. 

¿Quedan, en 2024, algunos lodos de aquel polvo carlista de guerra civil? Ahora, afirman los medios de comunicación,  estamos "polarizados". Ya llovió desde 1936, pero las dos Españas "se guardan aún el rencor de viejas deudas".Y las dos Europas, más enfrentadas que nunca. 

El domingo amenazaba lluvia y llovió,  apenas mojaba las patitas de los gorriones. Una mañana  meona que no puso trabas ni al paseo ni a las visitas a los colegios electorales. Estupendo.

Mientras tomaba un segundo desayuno dominguero, es mi costumbre cuando voy a votar, tomarlo allí, en la que sigo llamando cafetería Milán, ahora franquicia panadera. Eché un vistazo al periódico recién comprado: "Europa mide la ola ultra". Uy, Europa tendrá que surfear, dije para mí. 

Y a mi colegio fui, el mismo de mis años escolares, el que cambió el nombre del dictador por el de mi río Arlanzón; pero a mí me tocó el general superlativo, qué suerte los niños de ahora en un cole con tantos colores. 

 Era inevitable, entro por el patio y soy una niña de bata blanca y chalina cantando en un corro cancioncillas como lo de la Chata Berenguela. Como es tan fina, güi güi, güi, se pinta los colores, güi, güi, güi, con gasolina, o brillantina, y su madre le dice, güi, güi, güi, quítate eso, que va a venir tu novio, güi, güi, güi, a darte un beso, trico, trico, tri. 

Entro, cojo la papeleta, a la vista del que me quiera mirar, y sigo a una vecina hasta la mesa que nos toca, el DNI y adentro el voto. 

Europa comienza una aventura, se ha pintado los colores como la Chata Berenguela y espera a unos novios que van a darla un beso. Nunca tuve claro por qué la Chata Berenguela, o Merengüela, terminaba con un carrillo muy colorado, si fue un beso u otra cosa. Hay novios y novios. 

"Bienvenidos a una nueva aventura" dice la coloreada puerta de un aula. Dejo allí a la niña de bata blanca, anda, María Ángeles, vuelve a tus sesenta y pico tacos. 

Hago una foto al río Vena: cae agua sobre el agua y pasa un autobús a Cortes.

Cumplí con mi deber ciudadano. 

A Europa le toca, nos toca, surfear. Ya ve, Sor Austringiliana. Oui, oui, oui. 

María Ángeles Merino