lunes, 28 de mayo de 2018

Pequeña crónica de nuestra reunión lectora en torno a las dos obras ganadoras del Premio de la Crítica de Castilla y León 2018.

Pedro Ojeda con Maite y Ana, buenas lectoras.


El pasado miércoles 23 de mayo, a las cuatro y media de la tarde, el Club de Lectura de La acequia y Alumni UBU, dirigido por el profesor Pedro Ojeda, se reunió en el céntrico café bar "Carmín" de Burgos, para comentar Akúside de Ángel Vallecillo y Los refugios de la memoria de José Luis Cancho, las dos obras ganadoras ex aequo del Premio de la Crítica de Castilla y León 2018. 

Después de descartar la opción de la terraza, ante la amenaza de lluvia, nos instalamos en el interior del establecimiento, ante unos cafés y unos tes. Pedro Ojeda nos informa sobre las próximas actividades y lecturas del Club de Lectura y comienza  con Akúside: 

- (P.O.) Sobre Akúside hay diversidad de opiniones, reconozco que es de difícil lectura  por el género y por no estar acostumbrados a este tipo de lectura. Es interesante por la estructura y el tema: el terrorismo ha ganado, se ha declarado la independencia y se rige por las leyes nacidas de la ideología del nacionalismo vasco del XIX que predicaban el retorno al campo y el abandono de la industria. Está compuesta de tres partes escritas de forma diferente. La primera parte con leyendas y mitos, la segunda con la narración de la aplicación de leyes absurdas y la condena  a muerte del hijo del general, por último, en la tercera, éste se rebelará contra su hermanastro, el presidente, que ha instalado un régimen corrupto. 


Akúside y el cuaderno de María Ángeles.

¿El problema? Es para un lector acostumbrado a series de televisión distópicas, al lenguaje del cómic y la novela gráfica. Historias extrañas, raras, en un mundo en el que todo se ha ido a la porra. Una obra rupturista y vanguardista que nos plantea algo diferente. ¿Lo habéis leído? 

Con una (L.) la opinión de distintos lectores:

-(L.) No lo he entendido, no veía la semejanza, necesitaba alguna luz.
-(L.) No lo he leído en absoluto.
-(L.) Como si te lees relatos míticos de los dioses.
-(L.) A mi prima le ha gustado, pregunta a dónde nos lleva, si hay una moraleja.
-(L.) No la he leído, como con El tambor de hojalata, se me ha atragantado. Estoy aquí para que me convenzáis. 
-(L.) Al autor le ha dado la gana hacerlo así. 
-(L.) Por esnobismo: "ahora doy la nota".
-(L.) Ideas racistas como ahora los catalanes.
-(L.) Leí la mitad y lo comenté por escrito en mi blog. 
-(L.) A ratos me recuerda El planeta de los simios y a ratos es la Marbella de Gil. 

-(L. ) Paco no la ha leído y María Ángeles la mitad...

-(P.O.) Hay un lector virtual, Pancho, que la ha leído y la está comentando en su blog. 

-(L.) ¡Pancho puede con todo!

-(L.) Viví en el País Vasco y jamás oí esas historias. 

(P.O.) Son relatos orales extrañísimos que recoge Sabino Arana. Hay una nostalgia en cierta literatura del XIX, recogida en su  ideario. ¿Se justificaba una ideología racista? ¿Les daba legitimidad? ¿Matar por ello? Recordad la historia del RH negativo, la maldición a la mujer vasca que se casaba con un hombre no vasco: sus hijos morirían. 

Cuando yo estaba estudiando Bachillerato, en los años setenta, época dura, tenía en mi clase a dos hermanos, hijos de un empresario vasco amenazado que había huido para vivir en un ambiente tranquilo. Los hijos me contaban con naturalidad que ellos, los vascos, lo que querían era volverse a vivir a las montañas, a la vida rural. ¿Se lo creían? 

-(L.) No creo, la nostalgía por la vida del caserío no pasa del ámbito del folklore y las fiestas. 

-(P.O.) Akúside puede interpretarse universalmente, pero puede ser reconocible el País Vasco, Akúside-Euskadi. 

Pasamos a Los refugios de la memoria. Se devora en dos horas. Es un libro que está dejando huella, no sólo por lo que cuenta, aquella persona que tiraron por la ventana, sino por como lo cuenta.

Pedro Ojeda y Paloma, el alma del Club de Lectura.

-(L.) Precioso, he llegado a pensar si este tenía el síndrome de Estocolmo.

-(P.O) Es un hombre sin rencor, de aquella época...¿Qué años tiene?

-(L.)Nació en 1952. Sesenta y seis años. 


José Luis Cancho, un hombre sin rencor.

--(P.O.) Quién fue y lo que es ahora. La memoria individual y la memoria colectiva. Desde el presente, por qué soy así ahora, junto a la memoria colectiva del país: la actividad política y el abandono de la misma; eran máquinas, sólo se favorecía lo colectivo, decide vivir su vida, se da cuenta de que quiere ser escritor. Es su autobiografía vital, el nómada se va formando en su relación con la literatura. Es más que la experiencia biográfica, su época y sus viajes. Y nos sorprende cuando  dice que ha perdido la empatía con el dolor ajeno, que no tiene esa capacidad, que hay un distanciamiento. 

Su relación con la literatura, como cuenta las cosas, en qué consiste la ficción. Nos dijo que la ficción le viene de cuando tuvo que fingir en su época del activismo político, en la clandestinidad, adoptando distintas personalidades. 

Habla poco pero dice mucho, contó que era su despedida de la literatura, después de cuatro novelas...algo que ahora se va a replantear. Las editoriales pequeñas editan gente buena.

Aquí tenemos la prueba. A continuación, nos acercamos al cercano Arco de Santa María donde Pedro Ojeda nos guió a través de la exposición El rostro de las letras"un estudio exhaustivo del retrato fotográfico español a lo largo de un siglo y su reflejo en el campo de la literatura, a través de fotografías del mundo literario español desde mediados del siglo XIX a mediados del siglo XX."

Visita a la exposición El rostro de las letras.

Como dice nuestro profesor: "Resulta interesante comprobar la importancia que la imagen fotográfica ha tenido en la relación de los escritores con el público: ha sido divulgadora, medida publicitaria, ha favorecido el coleccionismo, ha construido personalidades públicas...". Una visita que nos reportó "no solo información sobre esta relación entre escritores, fotógrafos y público sino también un recorrido apasionante por la historia del retrato fotográfico en España."

Pedro Ojeda nos muestra a Jacinto Benavente posando velazqueñamente para Sorolla

Volveré a subir a la sala de exposiciones del Arco de Santa María para pillar algún detalle más en mis fotografías favoritas: Zorrilla en la Alhambra, el fondo de armario de doña Carolina Coronado, doña Emilia Pardo Bazán con su máquina de escribir, Galdós con su perro, Rosalía de Castro con su conocida sonrisa tristemente forzada, Valle Inclán en su manquedad sujetando un libro con una sola mano, Unamuno leyendo en la cama vestido y con zapatos puestos, el mismo don Miguel en un retrato familiar donde sus hijos pequeños no disimulan la irritación ante el fotógrafo, Ramón Gómez de la Serna tan campante y radiofónico en el trapecio del Price, Ramón y Cajal en su lección de Anatomía con cadáver incluido o de estatua entre las estatuas, Jacinto Benavente posando velazqueñamente para Sorolla, Antonio Machado con su torpe aliño indumentario en el café de las Salesas, Baroja paseando su soledad por el Retiro, Azorín por las calles de Madrid cuando sólo salía para ir al cine, ay esa mirada de Juan Ramón Jiménez, ay ese escritor "sablista"...Y muchas más, no os las perdáis. La exposición circula por España desde el 2015 y estará en Burgos hasta el 3 de junio.

Retrato de Miguel de Unamuno con su familia. Mirad la cara de algunos de los niños. ¡Y la de las abuelitas! 

Bajamos las empinadas escaleras y nos despedimos hasta nuestra próxima reunión que será la última de este curso. Nos pondremos con El pisito de Rafael Azcona, tal vez recordéis una vieja película protagonizada por José Luis López Vázquez y Mary Carrillo. Sí, esa, Rodolfo y Petrita que no encuentran piso pero dan con una solución disparatada. ¡Pura desesperación! 

Un abrazo de María Ángeles Merino para todos los que pasáis por aquí.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Pequeña crónica de la presentación de "Los refugios de la memoria" de José Luis Cancho, en la Feria del Libro de Burgos 2018.


Pequeña crónica de la presentación de Los refugios de la memoria de José Luis Cancho, premio de la Crítica de Castilla y León 2018 compartido con Ángel Vallecillo, en la Feria del Libro de Burgos 2018. Para la lectura colectiva de La acequia, dirigida por Pedro Ojeda. 

Amaneció una mañana soleada y vestida de flor, en mi ciudad. Los del Club de Lectura de la Acequia y Alumni ya conocíamos esta noticia:

El Instituto Castellano y Leonés de la Lengua presentará el sábado, 19 de mayo, a las 13.00 horas, en la ‘42 Feria del Libro de Burgos’ que promueve la Asociación Provincial de Libreros de Burgos, el libro ‘Los refugios de la memoria’ (Papeles Mínimos), del escritor vallisoletano José Luis Cancho, ganador del ‘XVI Premio de la Crítica de Castilla y León’.

El profesor de la Universidad de Burgos Pedro Ojeda, editor del blog literario ‘La Acequia’ e integrante del jurado que dictaminó entre los títulos finalistas acompañára a José Luis Cancho durante la presentación de este título.

(Tomado de la página web del Instituto castellano y Leonés de la lengua)

Burgos se viste de flor.
Foto cortesía de la amiga Gelu

No nos lo podíamos perder, allí estuvimos varios amigos de lecturas, a escuchar al escritor José Luis Cancho y a nuestro profesor Pedro Ojeda. Como en otras ocasiones, la que esto escribe tomó algunas rápidas notas en su cuadernillo y ahora se dispone a redactar una crónica que procurará ser lo más fiel posible a lo que allí se habló, aunque humana cosa es errar y es imposible cazarlo todo. Cuento con vuestra benevolencia. 



Pedro Ojeda abre el acto con los agradecimientos a los organizadores y nos recuerda que estamos ante las dos obras ganadoras ex aequo del Premio de la Crítica de Castilla y Léon 2018, otorgado por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua. Comienza con la novela distópica Akúside, cuyo autor Ángel Vallecillo, no ha podido estar presente. 

Pedro Ojeda con José Luis Cancho y los dos libros ganadores del Premio de la Crítica de Castilla y León 2018.
Foto cortesía de Luz del Olmo

(P.O.) Akúside es una reflexión sobre el pasado y el presente, los efectos de los nacionalismos; hasta qué punto podemos arriesgarnos a determinadas ideologías que apelan más a las tripas que a la razón. Su autor, Ángel Vallecillo, nos envía un texto.

(Escribe que le hubiera gustado estar con nosotros y con José Luis Cancho a quien no conoce, en Burgos, ciudad donde estudió (Colegio Mayor Peña Amaya); pero le separan dos mil kilómetros de océano y compromisos en Canarias, donde vive. Agradece la invitación y nos anima a disfrutar de las letras.)

Akúside es un libro arriesgado que sorprende y hace pensar, tampoco Los refugios de la memoria dejan indemne al lector. Después de aplazarse el fallo del jurado por la nieve, por fin se otorga el 14 de marzo, en Ávila, a dos autores. Los dos textos coincidían en algo que nos interesó a los miembros de jurado: editoriales pequeñas que trabajan por un catálogo coherente y cohesionado, un esfuerzo diario para publicar libros, queridos y mimados, que en las grandes editoriales no ven. 


Los refugios de la memoria son muchas cosas. Muchas personas, de cierta edad, sienten curiosidad por un hecho que conmocionó a la sociedad española, en 1974, en Valladolid.  Tuvo resonancia nacional e internacional y es lo que puede acercar a muchos, aunque el que sólo busque eso, el chico arrojado por la ventana en la comisaria, va a disfrutar mínimamente del libro. 



Un autorretrato, una vocación de nómada, una reflexión sobre el pasado desde su presente y su condición de escritor. La sobriedad, la calidad poética que apasiona, la facilidad con que se lee; es un libro que agarra y atrapa al lector. Surgirán cosas a lo largo del debate, que él nos presente su autobiografía, su autorretrato. Buenos días, José Luis, gracias por regalarnos este libro que es testimonio de memoria colectiva y trabajo sobre la razón de la escritura. 

-(J.L.C.) Gracias por sus palabras. No conocía a Pedro Ojeda. Hablando del premio, me sorprendió mucho que yo apareciese como finalista del premio. De una editorial pequeña, no soy especialmente conocido como escritor, no conozco tampoco a Ángel Vallecillo. Me interesó que fuera el Premio de la Crítica porque soy un crítico frustrado, me interesa la crítica, escribo para ver como funcionan los textos por dentro.

Los refugios de la memoria es una autobiografía novelada, todo lo que se cuenta es cierto, pero la técnica es la propia de una novela: empieza "in media res", los saltos, las elipsis...
Lo normal en una biografía es empezar hablando de los abuelos, de los padres...La técnica es propia de una novela. ¿Por qué tan breve? Las autobiografías tienen cierto grosor y detalles de la vida del autor. Lector de poetas, con la capacidad de síntesis de los poetas, es un aprendizaje que tiene como referencia a Juan Rulfo que escribía quitando palabras. Al mismo tiempo soy un apasionado de Proust que añadía palabras constantemente y volvía locos a sus editores. He tenido en cuenta la famosa cita de Proust sobre la memoria y el tiempo: 

"Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más, persistentes y más fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan, sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo."



La memoria está fuera de nosotros. Lo que vemos, sentimos, tocamos...es lo que activa la memoria. 

 Rulfo y Proust son elementos que tuve en cuenta. Y a Kierkegaard, porque para entender la vida hay que mirar atrás. La memoria es una dimensión del presente, memoria e imaginación están unidas. Las musas son hijas de la memoria, una memoria nostálgica a la que se impone la conciencia de los límites de la propia existencia. La mirada obliga al autor a ser objeto pasivo y activo a la vez, habla de sí mismo como habla de otro, un desdoblamiento que facilita la desnudez, el riesgo. En el libro utilizo una cita de Ósip Mandelstamun poeta ruso que murió en un campo de concentración de Stalin:

"Animal mío, época mía, ¿quién podrá mirarte a los ojos?..."

Mi memoria no es cariñosa, no es hostil. En ese esfuerzo, se comprenderá el pasado sin rechazarlo. 

-(P.O.) Es inevitable que todo el mundo se pregunte por lo que ocurrió en 1974, en la comisaria de Valladolid, cuando caíste al vacío. Me gusta como trabajas las interrogaciones, que no son preguntas retóricas. Es inevitable, pero tú no comienzas por ahí, sino con tu relación con el lenguaje. Todo el mundo quiere ver una foto fija cayendo y tú escribes sobre la condición de escritor. 

-(J.L.C.) Marcó a toda una una generación: se cerró la universidad, hubo mucha solidaridad, huelgas, manifestaciones... Había cierta deuda con tantas personas que participaron en las protestas. 



¿Eres Cancho? ¿No serás el Cancho de la ventana?Un hecho que parece que no quieres que te recuerden, no quería quedar atrapado ni como héroe ni como víctima, que fuese lo determinante en mi vida. Yo lo usaba más como una muestra de solidaridad con los compañeros, como una forma de rescatarlos. 

El policía que declaró a mi favor, el que atendía los calabozos, el que dijo que me subieron a las cinco de la tarde en contradicción con lo que declararon los de la brigada político social, contradicción que fue determinante. Yo quería destacar a ese personaje y al asesino que me cuidó en la cárcel, dos personajes anónimos. Dedico dos páginas al "gris" y un capítulo al asesino que me cuida cuando no puedo moverme, con dulzura, cuidado y atención. Pasados los años te das cuenta: ese hombre, un asesino. 


Mi relación con la muerte sí ha determinado mucho mi comportamiento en la vida. Mi propia muerte me es familiar, la angustia metafísica me es ajena. La relación con la muerte no me ha hecho más empático con el dolor de los demás. Mi única pasión es la indiferencia. Digo que no bebo, no fumo, no viajo...la negación de la vida. La perspectiva que voy a adoptar es la de un muerto. Los muertos no se apasionan. Voy a escribir sin máscaras porque yo soy un muerto. 

-(P.O.) Das muy pocos nombres: Angélica y los nombres de los policias. Te desligas de nombres. 

-(J.L.C) Los nombres son un riesgo. Hablo de los hechos, sin citar personas, no aparecen sus nombres. 

-(P.O.) Tu relación con el espacio: la celda, el desierto de Atacama. Es lo que te define a ti mismo, como nómada que tiene una atadura especial: el barrio de tu infancia. Calles sin asfaltar, un espacio relacionado con sensaciones como el sabor de la flor de la acacia, se come, sí, yo también... Por muy nómada que seas, tienes tu espacio. 

-(J.L.C) El barrio del Carmen, con el cementerio y la prisión, un territorio que existe. Recuerdo comer las flores de la acacia, jugar entre las tumbas era habitual, el cementerio estaba junto a  nuestro barrio. Me gusta pasear por el cementerio, me relaja, no hay nada morboso en ello. La cárcel estaba también al lado.

(P.O.) Hoy es un centro cívico.



-(J.L.C) Es un territorio que funciona como literario, está en todas mis novelas. En Grietas, lo sitúo en Barcelona, reproduce el mismo plano: barrio, cementerio, prisión. El editor me preguntó si existía, no le dije que era real. En mis caminatas por Hispanoamérica, me atraían los paisajes desolados, los desiertos, la estepa. Una atracción que reproduce el espacio de mi infancia que, al final, se convierte en espacio literario. Sin embargo, voy ahora a mi barrio y ya no lo reconozco. 



-(P.O.) Hay una tensión entre individuo y grupo. Una dictadura o un partido.

-(J.L.C.) El Partido Comunista Internacional, aunque lo critico, era una dictadura, el trabajo en la clandestinidad era muy arriesgado. Yo critico su sectarismo, el enemigo era el del otro partido, aunque en realidad íbamos en el mismo barco y en la cárcel me doy cuenta. ¿Qué es lo que nos separa? Se pelean por una coma en un documento. No tenía sentido. Había poca democracia interna, la clandestinidad llevaba a eso, a comportamientos autoritarios. 

-(P.O.) Tú decides ser individuo. Aislarte. 

-(J.L.C.) Hay etapas de crisis personal, ciclos. Lucha política, cárcel, enseñanza (poco),viajas...

-(P.O.) Dices que muy mal. 

-(J.L.C.) Tengo anécdotas que demuestran que soy un mal profesor. Ya no viajo. Hay un reencuentro en la escritura, todas esas etapas confluyen en la escritura. 

-(P.O.)  Decides que tienes que escribirte, toca ser escritor. Me ha apasionado tu relación con la ficción, su influencia en tu percepción de la realidad. 

-(J.L.C.) Tiene mucho que ver con la clandestinidad. Nos desdoblamos, nos inventamos, vamos a contar mentiras, me podía hacer pasar por el católico más ferviente, jugaba a ser otro porque no podía sobrevivir en la calle sino desdoblándome. Muchos militantes llegaban a contar que no sabían quiénes eran, pero sí era un aprendizaje para el escritor. El peso de la ficción sobre la realidad. 

Una pregunta de una lectora (L) : 

(L) Hablas de una deuda que tenías con los otros. ¿No es una deuda contigo mismo? 

-(J.L.C.) Sí, es una reconciliación conmigo mismo y una carta de despedida a la vez. Hablo de un ciclo que se cierra y se abre otro que no sé cuál va a ser. Ahora los críticos dirán que ahora que me dan el premio, reconciliación con mi vida y carta de despedida.

-(P.O.) No te dejarán. Te cogen del cuello y no te puedes escapar. 

--(J.L.C.) O no, lo pongo en duda.

-(P.O.) Menos mal. 

Recordad que el libro está a la venta en las casetas. Hay que agradecer al Instituto, a la Feria del Libro, a todos vosotros, a José Luis. Lo que él creía que era una despedida. 


Mientras J.L.C. escribe la dedicatoria en nuestros ejemplares de Los refugios de la memoria, mi amiga Luz del Olmo y yo mantuvimos un breve pero intenso diálogo literario con José Luis Cancho y Pedro Ojeda. El fotógrafo o fotógrafa captó muy bien el momento. 

Luz del Olmo, María Ángeles Merino, Pedro Ojeda y José Luis Cancho.

Me gustó especialmente que, en medio de la peor situación, en la comisaria, haya una brisa y una luz, asome la esperanza y la poesía. Le comento mi confusión al leer Grietas, dónde estaría el barrio del Carmen en Barcelona, ahora entiendo lo del "espacio literario". El mismo barrio, con más cucarachas, le digo, José Luis sonríe. Yo también me fui de maestra a Guipúzcoa en aquella primavera del 79. En las asambleas de maestros, allí se comentaba su presencia, aquel chico que...De la enseñanza huyó pronto, le comento que ahora está  mucho peor, sí, se lo han dicho. ¡Y después de leer Los refugios de la memoria habrá que ir a la Gomera! Atacama...es demasiado. Me despido de él, con un abrazo. 


miércoles, 16 de mayo de 2018

Los refugios de la memoria: "escribir como si estuviese muerto".



--Es una tarde soleada de abril, en la terraza de una cafetería, bajo los plátanos del Espolón. Me acompañan mi amiga Austri y un libro recién comprado: Los refugios de la memoria de José Luis Cancho. 

La memoria busca refugios y los recuerdos aguardan agazapados. De pronto, se dispara un misterioso mecanismo, salen de su escondite y nos devuelven flashes de vida olvidada. 

Mientras leo las primeras páginas, Austri miga pacientemente las dos galletitas del café, para los gorriones. Al cabo de un rato, los pajarillos vuelan, me mira y me interrumpe: 

-Me parece que los recuerdos del escritor han dado un empujoncito a los tuyos. ¿A que no me equivoco? Venga, cuenta: 

--Bueno, te cuento. 

Es enero de 1974, soy una alumna de falda gris, en un instituto de enseñanza media femenino y de Burgos. Pasaron las vacaciones de Navidad, adelantadas el día del atentado de Carrero Blanco. Suena el timbre del recreo pero un grupo de chicas de la clase no parece decidido a salir del aula. Curiosa, arrimo mi silla y una de ellas comenta en voz muy baja: ha sido en la comisaria de Valladolid, la policía tiró a un estudiante por la ventana, le preguntaron y le pegaron mucho, no sé si ha muerto. Y saca de la cartera un papel arrugado, que dice : "La juventud contra la dictadura". No recuerdo qué más decía el papel. La palabra dictadura se me queda grabada, todavía no sabía qué significaba, créeme. ¿Dictadura? ¿No era eso algo que ocurrió en 1923?

-Te creo, cómo no, yo recuerdo haberla visto escrita con letra apresurada y casi ilegible en la puerta interior de un servicio del insti. ¡Tan ignorante como tú! En aquel curso 73-74, aprendimos algunas cosillas que no figuraban en los programas oficiales del COU. Y lo rematamos en mayo, con un viaje de tres días al sur de Francia. Recuerdo que había elecciones en el país vecino y, como si fuera Barrio Sésamo, lo asimilamos así: esto es una dictadura y esto es una democracia. Vamos con la memoria que sale del refugio: 

Los refugios de la memoria y fotografía del 11 mayo 1974 (San Juan de Luz)

Porque llevamos "nuestros rostros anteriores, como un árbol lleva los anillos de la edad". Nos recibe una cita de un Nobel sueco. 

--El capítulo I nos desconcierta. Arranca el narrador en primera persona que nos va a acompañar hasta el final. La primera frase contiene dos verbos demoledores: "A medida que envejezco mi lengua se empobrece." No encuentra las palabras, ha empezado a perder la memoria, ha dejado de hacer las cosas interesantes de la vida, la ha reducido a lo esencial, su única pasión es la indiferencia. ¿Por qué nos habla como un anciano?


-Porque su propósito es escribir "desde la perspectiva de un muerto", porque "al menos en una ocasión estuve muerto". 

"En la mañana del 18 de enero de 1974, desde una de las ventanas del tercer piso de la comisaría de Valladolid...caí al vacío". Todos dijeron, como aquella niña de tu clase, que la policía lo había tirado; pero Cancho escribe "caí" porque no recuerda que alguien lo agarrara y lo arrojase por la ventana. 

--Lo que sí recuerda es que pasó "de estar toda una tarde con su correspondiente noche siendo golpeado por cuatro miembros de la denominada brigada político social, a estar ingresado en la unidad de cuidados intensivos del hospital de Valladolid". Se pregunta si se tiró él "en un intento desesperado de escapar de aquella situación" o lo tiraron ellos "porque pensaron que se les había ido la mano y me habían matado". 

-Sabe que se desmayó varias veces a causa de los golpes. Los mismos que lo maltrataban se encargaban de recuperarlo y en cuanto se recuperaba "arreciaban de nuevo los golpes". La secreta, los "policias secretas", eran siniestros, sólo el nombre, lo recuerdo. Solían llevar gabardina...

--En medio de aquel terrible nublado de golpes, cree recordar que "alguien abrió una ventana, que la primera luz del día inundó la habitación y que una brisa acarició mi rostro".  

De pronto, entran la luz y la brisa. Son una caricia, un alivio, podrían ser algo más, aunque no parezca lo más lógico. 

"¿Y fueron la luz y la brisa de la mañana las que, como signos de libertad y de vida, me atrajeron y me impulsaron de forma inconsciente...a acercarme a la ventana, encaramarme sobre el alféizar y arrojarme al vacío?"

-Ni la lógica, ni la poesía, ni la libertad tenían nada que hacer en la sórdida comisaria. 

Pasó una semana inconsciente, seis meses sin moverse de la cama, un año caminando con muletas y dos años en prisión. Sabe lo que implica estar muerto y lo que esa experiencia ha significado en su escritura y en su vida. 


--Al final del segundo capítulo, insiste en su proyecto de "escribir como si estuviese muerto".
Lo tiraron porque pensaban que lo habían matado, no sólo no lo habían matado sino que tampoco lo mataron cuando lo tiraron. Era lo que declaró años después a la prensa.

En su momento, interpuso una querella contra cuatro de la brigada político social "por torturas y homicidio frustrado". En el libro figuran sus nombres. Los vio en la rueda de reconocimiento, jamás volvió a verlos, ahora no los reconocería, estarán jubilados o muertos, no tiene ninguna curiosidad. Ellos sostenían que fue trasladado la misma mañana de los hechos y que, aprovechando que una ventana estaba abierta, saltó por la ventana con la intención de alcanzar un tejadillo, pero  calculó mal el salto y cayó al vacío.

-Era la palabra de "unos esforzados funcionarios del Estado" contra la de un "peligroso y recalcitrante comunista". La querella prosperó porque el policía nacional de guardia en los calabozos, el "gris", declaró que lo había trasladado por la tarde hasta las dependencias superiores de la comisaría, para ser interrogado por los miembros de la brigada política y social y que no había vuelto a salir de allí. Su declaración coincidía con la del estudiante comunista y eso provocó que los policías fueran procesados por malos tratos.

--"El juicio no llegó a celebrarse, quedó anulado a raíz de la amnistía de 1977". 

Nunca supo el nombre de aquel gris que declaró a su favor, en contra de los intocables inspectores de la brigada político social. Era algo inimaginable que un policía contradijera a otro policía. Se pregunta quién era aquel "humilde policía uniformado", el que cumplía labores rutinarias, el que tuvo la osadía de enfrentarse a un grupo de poderosos inspectores.

-Se pregunta si pudo sobrevivir, si sería relegado a las funciones más degradantes, si le retiraron la palabra por traidor, si acabaron expulsándolo del cuerpo. 

Aunque la vida no sea noble, ni buena, ni sagrada, como reza la cita de  García Lorca, conocemos la nobleza individual donde menos lo pensamos. Nunca olvidará al "gris" aquel. 

--La primera vez que lo detuvieron, "era un joven estudiante de secundaria con diecisiete años recién cumplidos". Fue por unos panfletos que aparecieron en el instituto, firmados por un desconocido "sindicato democrático de estudiantes". El director no lo dudó, era José Luis y la razón que alegó: "había estado en el extranjero". Viajar fuera del país "lo volvía  a uno sospechoso de subversivo". 

-Vamos a nuestros recuerdos personales. El director de nuestro instituto también habría tenido a quién señalar. Lo recordamos, el profesor Luis Martín Santos y él, se llevaban como el perro y el gato. Don Pedro, el director, era muy de derechas y no tragaba a los "rojazos" como don Luis que, por cierto, sabía nadar y guardar la ropa. ¡Y abrir un poco la mente de las pardillas discípulas! En cuanto a éstas, había gente "metida en política" como se decía entonces. ¡Si el señor director levantara la cabeza y viera  que la plaza del doctor Albiñana se llama ahora"Plaza de Luis Martín Santos..."! ¡Y el Jardín Botánico del instituto


--No sé en tu casa, pero en la mía la consigna era "no te metas en jaleos". Recuerdo cuando detuvieron en Bilbao a una estudiante, hija de un sastre burgalés. En el piso que compartía con otras estudiantes, encontraron unas octavillas. Había quien clamaba: "ves, eso le pasa al sastre por tener a su hija estudiando en Bilbao como una señorita, si la hubiera tenido en casa cosiendo no habría pasado nada". 

-Como leemos en la cita de Ósip Mandelstam, al comienzo del capítulo IV:

"Animal mío, época mía, ¿quién podrá mirarte a los ojos?..."

--Dedico esta entrada a aquellos que, como José Luis Cancho, se "metieron en jaleos". Aunque luego salieran decepcionados, como el escritor, e iniciaran una vida nómada y de soledad en busca de ellos mismos. ¡Gracias!

-Seguiremos con Los refugios de la memoria.

--Un abrazo para los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino

Y su compañera de lecturas, Austri. 

miércoles, 9 de mayo de 2018

Akúside: El sacrificio de Aitor curará a los ciegos.


Akúside entre la maleza. ¿Dónde está el machete? 
--Buenos días, amiga Austri, compañera de lecturas. 

¿Seguimos con Akúside, a pesar de ser una literatura poco amable?

-Sí, aunque, "con la estructura disparatada de Akúside", tengamos "esa sensación de hacer avanzar el libro en vez de con un remo con un machete".

--¡Lo que dice el mismo Ángel Vallecillo en los comentarios de La acequia! Incluso su editor, César de Difácil, "cuando le decía que iba a suavizar una parte o a facilitar otra", unas veces le decía "sí, afloja un poco", pero otras le amenazaba con un "¡ni lo toques!". Porque "esa duda sobre lo que haces y las críticas constructivas que recibes son partes del misterio que hace avanzar la literatura hacia nuevas técnicas".

--¡Y eso que es de Difácil!

-Como lector, le han gustado los escritores difíciles, duros: Faulkner, Bernhard, William Gaddis; los que escriben "seco, sin concesiones".

--Tengo pendiente ponerme con Faulkner del que conozco Un largo y cálido verano...en el cine. De Bernhard, leí Trastorno con un protagonista médico que visita, con su hijo, la miseria física y moral de los habitantes de un cerrado valle austriaco. De Gaddis no sé nada, salvó que la Wikipedia señala "que si bien tiene un número de lectores muy reducido, se le sitúa generalmente entre los más geniales escritores estadounidenses". ¡Vaya tres!

-Y a veces escribe como lee. Y se queda por aquí un tiempo, al lado de los lectores "para leer sus críticas y opiniones y aprender de su forma de leer"




--Estás en tu casa, Ángel Vallecillo. Vamos con el machete.

Después de El Sílex, libro sagrado compuesto de míticos y salvajes cuentos, más falsos que Judas, vienen los "Cantos a la independencia de Akúside". Siete mil años de conciencia colectiva, mucho más que un Estado, un ser en sí mismo que palpita, perfecto e inmortal, más allá de la muerte del último akusara. Si cierran los ojos, allá estará:

"Soy vosotros como la hoja es árbol, la gota río o la huella arena. Yo soy el árate y el cibo, el corazón y la cabeza."

- "¡La religión Patria!" 


Akúside es un todo, está en todas partes, Akúside es dios y cada akusara forma parte del gran Akúside. Los corazones unidos, los akusaras alimentaron la tierra sagrada desde el nacimiento del tiempo. La tierra, la sangre, la raza, para toda la eternidad. "Paisaje sacralizado, convertido en mitología" como lo definía Fernando Aramburu en una entrevista a Iñaki Gabilondo. Hay que eliminar a los que no armonizan con él, por el filtro "sólo pasan los puros, los genuinos"

"Astures...Apesta a aliento de perro muerto.
Los mismos basuras que profanaron el cromlech."

--Las más atroces páginas de la historia se escribieron así, desde los tiempos más remotos. Pasaron, nada humano es eterno. La ceguera fue larga, siempre. Y dolorosa.

-Ya me doy cuenta, María Ángeles, que prefieres entender Akúside como una crítica a cualquier nacionalismo excluyente y criminal, a pesar de las evidentes alusiones a Euzkadi y a ETA.

--Mira, Austri, viví y trabajé como maestra, doce años, en pueblos del interior de Guipúzcoa. Eran los años ochenta. Amé y sufrí, ya salieron fuera mis sentimientos en la lectura de Patria, una novela realista sobre el impacto de la lucha armada en la gente corriente. Akúside se aleja totalmente de la realidad y , al menos en mi caso, el calado es muy diferente. Es una distopía en la que se pueden identificar claves universales del nacionalismo extremo. Tú lo has dicho, prefiero entenderlo así. 


¿Quién cura la ceguera de la violencia? ¿Se curan de verdad los ciegos o simplemente los retira el cansancio y la vejez? ¿O puede haber un empuje de los jóvenes educados "en la utilidad de la violencia" que, sin embargo, se niegan a ser ciegos? ¿O el paso del tiempo provoca nausea y hartazgo?  ¿O la sangre llega a un límite insoportable? 

-O la guerra los arrasó, basta leer los libros de Historia. 

 En  Akúside, Aitor, el hijo del general Axiámaco, encuentra a un niño asesinado por los enemigos y acepta morir lapidado para cumplir la Nabula,  ley absurda y cruel que ordena:

"Si akusaras infértiles (nabulas) son asesinados sin hallarse a los culpables, quienes hallaren sus restos (beljim) sean ejecutados como culpables. Los beljim no se apartarán de los cadáveres hasta ser ajusticiados por las madres de los nabulas...Akúside es. "

--El sacrificio de Abraham dado la vuelta, con un Isaac-Aitor, que toma dimensiones de héroe de la tragedia griega o de filósofo platónico que sale de la caverna. Incluso podemos pensar en Jesús: "Padre, ¿por qué me has abandonado?"



"Nos educasteis en la utilidad de la violencia. En el todo vale por la independencia de la patria. Sin más explicaciones. Pero nunca has querido escucharme...

-Tienes miedo porque tu poder se desvanece, padre. Pero créeme . Estáis ciegos, ensoberbecidos en vuestro mundo de patria y parabellum. Cegados por la violencia, la lucha armada, la libertad de la patria. Eso ha terminado. Ya no es tu tiempo, es el mío...Mi muerte os iluminará, padre. Iluminará a muchos que han estado ciegos. Toda esta barbarie de sangre y sacrificios humanos ha terminado. Ésa es la conclusión de este absurdo. "




-El general Axiámaco está empezando a comprender: su hermano el presidente Carlos Rebai es un corrupto que vive una fiesta sin fin y aprueba leyes bárbaras para contentar a los más radicales, los petrificados "cíos líticas", y alargar la presidencia. 

Es muy curioso que el entorno del presidente sea lujoso, un poco hortera, con todos los avances tecnológicos, mientras Axiámaco y sus guerreros vivan en un ambiente peseudomedieval, con arcos y flechas, como héroes de cómic, el Capitán Trueno o similares.

--Sí, esa impresión da. Sigamos.


Aitor ve ahora la oportunidad. Su padre da síntomas de empezar a comprender que han estado enfermos, ya se está curando, aunque rechace con horror la idea. Hay que salvarlo. El hijo morirá y se reencarnará en el padre. Todo cambiará en Akúside el día en que "el gran libertador, el gran héroe de la lucha armada, grite en voz alta nos equivocamos."

"Todo esto te curará, padre. A ti y a este país."




-Aitor y sus dos compañeros soldados, acuden mansamente a su ejecución. Hay un cuarto "beljim" que escapa, mujer y embarazada. 

"Aitor, Jon y Eulenne preguntan por el lapidario...los escoltan en silencio hasta el frontón...Y cuando las cuatro madres dan su consentimiento , la lluvia de piedras cae sobre ellos y los tres mueren lapidados en nombre de la ley Nabula...".

--Mientras tanto, hay crisis económica, el pueblo está descontento. El dinero da para muy poco y la ley del Regreso obliga a algunos a marchar al campo, a vivir como los antiguos akusaras, puros, no contaminados por la industrialización. Caseros a la fuerza. Una idealización del pasado, algo muy del gusto nacionalista. 

Escuchamos la voz de un tendero. Que al gobierno le importamos una mierda, que mucha patria, mucha raza y los poderosos enfrascados en  lujos y excesos. Que los cíos líticas nos llaman antipatriotas por negarnos al Regreso, unos chupasangres; que si me toca ir al campo ya pueden llamar a los antidisturbios, que yo no me voy. 

-Que la  única diferencia entre la Akúside del Sur y la Independiente es que uno son políticos toreros y otros políticos levantapiedras. Que dónde está ahora esa riqueza prometida, cuando sean independientes del Sur. Pamplinas, siguen en su fiesta, tan calentitos en el palacio de los Rocher, tragando champán como agua y nosotros aquí jodidos mientras ellos se divierten con nuestros impuestos. Acaso sea la hora de poner fin, nos dan a cambio un combate de boxeo, nos toman por idiotas. 



--Les dan pan y circo, para que se entretengan y no piensen. El pueblo va curando de su ceguera, va perdiendo el miedo. ¿Y Axiámaco?

-Curará, el sacrificio de Aitor curará a los ciegos. Hay que seguir con el machete. 

--Otro día seguiremos, tal vez. Afílalo bien, amiga. Aunque pienso que ahora será más fácil. Axiámaco nos contará sus batallitas y, tal vez, su arrepentimiento. 



La semana pasada fue la de la "disolución de ETA":

"Seis años y medio después de declarar el cese definitivo del terrorismo, ETA ha anunciado su desaparición como organización a través de un comunicado hecho público a las 14.06 de la tarde. La fórmula que ha utilizado para expresar su disolución ha sido “el desmantelamiento total del conjunto de sus estructuras” y “el final de su trayectoria y su actividad política. 

Euzkadi nunca será Akúside y el mar Cantábrico nunca será el mar Alado. Es una gran noticia para los que amamos esa hermosa tierra y su gente, a pesar de los desencuentros, que los hubo. 




Un abrazo para los que pasáis por aquí. Uno especial para Ángel Vallecillo. 

María Ángeles Merino 

(Funcionaria que fue del Eusko Jaularitza)

Las palabras en rojo están tomadas directamente de la novela Akúside, de Ángel Vallecillo, editorial DIFÁCIL, 2017.