Como ya avisé hace tiempo, la Mosca Cojonera de esta blog ha hecho de Bruselas un destino habitual. Sí, estuve de nuevo por esta pequeña y agradable capital europea.
Ya me imagino a los lectores preguntándose lo mismo que me preguntaba yo al llegar: “¿Pero queda algo que ver o contar después de tantos paseos?”
Pues la respuesta es sí, siempre que te metas por callejones que no te habías metido antes porque tienen la apariencia de que como mínimo hay salteadores de caminos dispuestos a darte los buenos días (y cobrarte por ello, a su manera)
Claro que tampoco es obligatorio buscar emociones fuertes para tener algo que contar. Vean por ejemplo el Palacio de Justicia (donde también se pueden encontrar salteadores de caminos, pero en otras circunstancias, afortunadamente)
…que lleva en obras desde que lo vi por primera vez en aquella primera crónica. Después de varios años, o el reformador es Calatrava, o se han quedado sin presupuesto.
El palacio está en un punto elevado de la ciudad, desde el que se puede ver el Atomium. Y además, hay un par de monumentos a los caídos tanto en la segunda guerra mundial, como en la primera, que por si alguien no se ha enterado aún, este año se conmemorará el centenario del inicio. Y si no se ha enterado, que no se preocupe que ya le bombardearán con documentales, noticias, y eventos varios.
Ya saben ustedes que yo no viajo por placer, sino por trabajo. Otra cosa es que saque tiempo para ir de turismo. Esta vez el tiempo lo encontré por la mañana, y lo empleé en ver unas nubes expuestas en el Museo de Magritte. Nubes, pipas, y en general surrealismo que era lo que pintaba este hombre (lo cual hice a sabiendas de que iba a poner los dientes largos a Ele Bergón. Acúsenme de premeditación y alevosía).
¿Se acuerdan de aquella iglesia de la primera crónica que estaba en una calle llamada “Puterie / Puterij”.
Sí, el chiste es muy fácil de hacer. Pues ya puestos, entré en la susodicha, que resulta tener el nombre de “Iglesia de Magdalena”… lo cual no hace sino arreglar aún más el chiste (les supongo informados de la profesión de María Magdalena…). Pequeña, con un gran órgano de tubos, lo cual combinado con el nombre le hace a uno reflexionar sobre esos momentos en que “le tocan el órgano al Señor”
El chocolate. Creo que nunca he hablado del chocolate belga. Las cosas típicas de Bruselas son el Mannekenpis, y el chocolate. Luego está la Grand Place (Granplás, o Grote Markt, según el idioma de cada uno), pero en realidad no es más que el lugar donde están las tiendas de chocolate, y desde donde se va al Mannekenpis, así que no cuenta.
Porque si algo hay que hacer en Bruselas, es contrabando de chocolate. O de pastitas. Si no, no merece la pena venir. De hecho, la Arañita Campeña me tiene prohibido volver sin pastitas y chocolate.
Pero como no todo es pensar en los demás, esta vez me fijé en una tienda curiosa al lado de la Iglesia de Magdalena. Tenía mapas y planos antiguos de Europa, y varias ciudades. Y como me encantan esas cosas, no tuve más remedio que entrar. Allí había un señor mayor, arreglado pero informal y con un bigotito que le daba toda la apariencia de un noble venido a menos. Allí estuvo enseñándome algunas láminas, y finalmente le compré un par de planos de Bruselas, uno del 1500 y pico, otro de 1800 y pico. Atendiome muy amablemente, con una sonrisa permanente, y diome la impresión de ser el único cliente ha tenido en varios años…
Me metió cuidadosamente los planos en un tubo de cartón y una bolsa para evitar que se mojara. Porque estaban cayendo chuzos de punta, que en el idioma de los valones sonará muy fino (Le grand pluie), pero en el de los flamencos debe ser algo así “Grote regenketecalen dej huesen”
Tal que así, hecho una sopa, me cogí el primer tren al aeropuerto. Y nada más llegar, mi primera parada fueron los aseos por dos razones fundamentales: la primera la evidente, y la segunda para cambiarme de ropa de arriba abajo.
Y así, pasado por agua, termina otra crónica viajera de la Mosca Cojonera de este blog. Ahora me tendré que estudiar los planos antiguos para localizar nuevos rincones desconocidos de Bruselas.