miércoles, 21 de junio de 2017

Pasos en la piedra: "Paladeaban juntos silencio y libertad"


Comentario en torno a las páginas 42, 43 y 44 de la novela Pasos en la piedra de José Manuel de la Huerga, para la lectura colectiva de La Acequia, dirigida por Pedro Ojeda. 

Hace calor y mi madre se aburre porque no puede salir. Tiene ganas de hablar.

-¿Me lees un poco de ese libro? Es el que comentaste con el profesor de literatura. ¡El que hablaba de la guerra? ¿Verdad?

-No, hace tiempo que acabamos A sangre y fuego. Mira, se titula Pasos en la piedra y a su autor le han dado hace poco el premio de la Crítica de Castilla y León.


-¡Está vivo entonces!

-Claro que está vivo. Nació en Audanzas del Valle, un pueblo de León, en 1967. Es un buen escritor.

-¡Es muy crío! ¡Qué pronto les dan los premios ahora! ¿Me lees un poco?

-Es la Semana Santa de 1977. ¿Te acuerdas? Cuando legalizaron al Partido Comunista..

-Sí, que poco después entró la Pasionaria en las Cortes y un policia de los de gris se llevó la mano a la gorra, que yo me acuerdo.


Bandera del Regimiento La Pasionaria (Museo Militar de Burgos)

-Se estaba abriendo la grieta, mamá. 



-No sé de qué hablas. Los comunistas, los habrá buenos y malos. ya te conté que el Campesino amenazó a tu abuelo aquel día en Alcalá de Henares y...

-Ya, mamá, eso ya lo contaste y muy bien contado, te felicitaron por ello. Ahora estamos en abril de 1977, poco antes de las primeras elecciones que fueron en junio de ese año. ¿Te acuerdas de cuando cantaban aquello de "Libertad sin ira"?

-Creo que sí, eso de "dicen los viejos que hacemos lo que nos da la gana". ¡Siempre meterse con los pobres viejos!



-Oye, mamá, que tú no eras vieja entonces. A lo que vamos. Estamos en una pequeña ciudad castellana, con dos chicos jóvenes que se llaman Germán y Peter.

-Peter será extranjero.

-Sí, es alemán y está de visita. Germán es el hijo del gobernador civil. Van montados en el coche oficial, un "dogedar". Lo conduce un soldado raso. ¿Te acuerdas?

-Sí, me parece que ahora no hay gobernadores civiles. ¿O sí? ¿El "dogedar era un coche americano de esos grandes? ¿No? El "dogedar" y el "chevrolet".  Y el soldado estaría haciendo la mili, era una suerte que te tuvieran de chófer, como señoritos, eso decían, que así se libraban de las guardias. Y los pobres que les tocaba África, a pasar calor y cosas peores.

-No, mamá, ahora no hay gobernadores civiles, ni "doges", ni mili. Vamos con la novela. Hay un atasco y no pueden pasar, el gobernador ordena:

-."..Dé marcha atrás, soldado, y con cuidado métase por las traseras de la Caja de Previsión.

-Señor, es dirección prohibida.


-Ya lo sé, ahora saco el pañuelo. Que el señor gobernador coma a su hora es razón de peso.-Y buscó apoyo-¿No os parece chicos?"


-¿El gobernador sacaba el pañuelo como si hubiera una parturienta? ¡Para ir a comer! ¡Qué exagerado el escritor ése! La autoridad tenía que dar ejemplo, delante del soldado, delante de su hijo y del huésped. 

-Aplicaban la ley del embudo, mamá. ¡En tantas cosas! Ahora también, recuerda a la Aguirre aparcando en el carril bus; pero están encima los medios de comunicación y...

-Bueno, bueno, que tú siempre atacas a los mismos. 

-"Pero Germán y Peter andaban ausentes estudiando una ciudad distinta. El alemán no dejaba de asombrarse al descubrir a cada paso un mundo intemporal que le trasladaba a un pasado no vivido, pero sí intuido en un puñado de películas tristes en blanco y negro. Aquel era un territorio mareante que le atraía con el poder de lo exótico. "

-A los extranjeros les atrae lo nuestro porque España es diferente. Es que por ahí son unos sosos. ¿Y qué sabe un alemán de películas españolas?

-Es que Peter estudiaba antropología y conocía películas como Calle Mayor. Recorre la ciudad desconocida y como si la conociera. ¡La realidad le parece una película!



-¡Las que nosotras, de jovencillas, no queríamos ver. No pagábamos las dos pesetas de la "entrada fémina" para ver tristezas y miserias. Nos gustaban las americanas, qué mujeres tan guapas y bien vestidas, qué casas, qué lujo. ¡Y las de Tarzán! 

-"Y Germán...Germán sentía como si nunca hubiera llegado a salir de Barrio. Como si cargara con esa ciudad como una maldición, entreverada en su persona. Y ni en Madrid, a trescientos kilómetros pudiera zafarse de ella..."

Fíjate que dice maldición y entreverada, algo incrustado en su ser. Y no puede zafarse, como si fuera algo molesto.

-Pues si tanto le molesta su pueblo, a santo de qué se trae encima a un forastero para que lo mire con lupa. 

-Bueno, a lo que íbamos, a una comida más o menos familiar, en casa del señor gobernador civil. Está claro que  "el señor gobernador coma a su hora es razón de peso". 

"La comida resultó algo más animada, con la alegría descorchada en cada intervención de la anfitriona: "Pero qué guapos han quedado estos hombrecitos...".

Porque el barbero había acabado con sus largas melenas y ahora doña Uge, la madre, se mostraba feliz y derrochaba cariño en diminutivos. ¡Aunque ellos se sentieran como dos pájaros desplumados!

-Lo que no entiendo es por qué fueron, como borreguitos, a la barbería. 

-Germán sabía que "los de pelo cortito, con el cuello bien perfilado, repeinados de raya a un lado...o fachas o de pueblo...el mejor disfraz para su vuelta a Madrid".

-¿Por qué tiene que disfrazarse de chico modosito?

-Ya lo leeremos, mamá. Andaba metido en líos políticos y le convenía pasar desapercibido en el Madrid de 1977. En cuanto al alemán, pensaba que sólo iba de acompañante pero ha sucumbido bajo las tijeras del barbero.

Volvemos a la comida "animada". Doña Uge saluda cada plato que viene desde la cocina con "sus gorgoritos incansables". Descorcha la alegría. Gorgoritea, gorjea, como un pájaro. Hasta que llegan los pichones: 



"Miren, niños, qué cosa más rica ha encontrado Teo en el mercado. ¡Pichones de paloma bravía! ¿Hacía cuánto cielo...semejante manjar. ¿Desde el weekend que pasamos en la Sierra de Madrid en una de tus cacerías de hermandad..."

Nos chirría ese "weekend" en boca de una señora tan tradicional como la madre de Germán. ¡Está aprendiendo a ser moderna!

-Es verdad hija, los pichones están muy ricos, ya te conté que, en la guerra, mi hermano Antonio preparó un palomar en una torreta y criaba palomas con trigo que respigaba. -Mamá, que eso ya me lo contaste. Estos son pichones de paloma torcaz. Déjame seguir.

Al verlos, tronó el gobernador civil, doctor Ojeda:

"¡Pero pichones, Uge! Si no ha dado tiempo a que la paloma críe. Que estamos fuera de temporada. Mañana mismo mando a investigar. ¿En qué puesto los compró? Esto no es ni siquiera caza furtiva.¡Os han timado!...¡En casa del gobernador!"

Doña Uge, toda compungida:

"Ay, hijo, cómo te pones. Si una sola vez quería agradar y mira tú, es que nunca acierto. ¿Qué va a pensar el invitado?

- ¡El gobernador no se aguantaba sin mostrar su gran autoridad! ¡Que se hubiera esperado para tronar!

-Doña Uge aguanta, toca la campanilla y aparece Teodora, la cocinera, que va a ser sometida a interrogatorio. 

Los chicos no saben dónde meterse, proceden a "una inmersión abisal", cada uno con sus profundas meditaciones submarinas. ¡Qué situación tan embarazosa! 

"Escucharon a lo lejos la regañina paterna a Teo, los aspavientos de doña Uge, alineada junto a las tesis del poder, y la soledad indiferente de Teodora, en el paredón de fusilamiento..."

Teo se resguarda en su "runrún íntimo": "mira tú este, con qué me viene ahora..."

"Ella que ha desplumado torcaces, perdices y codornices cuando había y cuando no...Pero sí hasta desangré y despiecé un jabalí que cazó con sus amigotes los Generalísimos".

-La cocinera aguanta el chaparrón, qué remedio le queda.

-La señora de la casa se alinea "junto a las tesis del poder". 

-Se arrima al sol que más calienta.

-Deja sola a Teo que se refugia en su "soledad indiferente", en su "runrún íntimo". La dignidad de la cocinera es la dignidad del pueblo. Si pudiera, le cantaría las cuarenta al señorito gobernador que caza lo que le da la gana cuando va de cacería con sus amigotes del poder. La ley del embudo. 

-¿Los Generalísimos o el mismísimo Generalísimo? 

-Como en La escopeta nacional. ¡Cacerías de hermandad! 


-Germán y Peter no aguantaban más. Volverían tarde, irían a cenar y luego de fiesta. Salieron a la carrera y no se dirigieron la palabra hasta un buen trecho.

"Paladeaban juntos silencio y libertad"

"...Germán intentó excusar a sus padres, a sí mismo, a su ciudad, al mundo..."

Silencio. Germán llevó a su amigo al Museo del Arte Sacro, para que las imágenes hablaran por él. 

-Todo por unos pichones. 

"Me parece que estoy viendo el palomar de mi hermano Antonio que tenía tres o cuatro nidos con dos pollitos cada uno. Daba gusto verlos: nacen pelaos y luego van creciendo las plumitas. Abren el piquito que se matan cuando ven ver venir a los padres. Lo mismo les da el macho que la hembra, el papá o la mamá.

Era bonito, a mi madre le gustaba. Le decía cómo tenía que limpiar, poner pajitas limpias.

Aparecían los alcotanes, venían a ver si mataban a las palomas. Mi hermano mató dos o tres. Tenían plumas marrones y doraditas. Mi madre los echó al cocido. De tamaño eran como las palomas, un poco más chicos. Estamos comiendo y le digo mamá esto qué es. Es alcotán, es muy rico."



-Al final, mi madre ha tenido que contarme lo de los pichones y el alcotán.

Un abrazo a los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino


5 comentarios:

La seña Carmen dijo...

Ave que vuela, a la cazuela.

Lo de los pichones todo un lujo.

Has mencionado esa película mítica, Calle Mayor, que a mí me lleva a otra del mismo autor más cercana y más desapercibida: Nunca pasa nada, retrato fiel de la Aranda de aquellos años.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Deberíamos invitar a tu madre a una sesión del club de lectura. Dale las gracias de mi parte.

DORCA´S LIBRARY dijo...

Me encanta el entusiasmo que le pone tu madre a sus comentarios, como cuando habla de las películas que veían. Tiene buena memoria para los nombres de los coches. Es como si con sus palabras nos trasladara a aquellos No-Dos que ponían antes de las pelis. ¿Te acuerdas?
Una delicia leeros.
Un abrazo a las dos.

Bertha dijo...

Que maravilla ir enlazando estos comentarios con las vivencias de tu madre os deseo una feliz noche de San Juan y que se cumplan todos vuestros deseos.

Feliz solsticio de verano un abrazo.

Myriam dijo...

Muy entretenida la lectura del diálogo con tu madre y las citas del texto. Ya casi como si la conociera, traela al club, como dice nuestro profe.

Besotes a ti y un abrazo a tu madre.

Pd- di que "tenía" que hablar sobre Judas y las narices, que si no, hubiera analizado el humor en esta novela. Así que la próxima que leamos de él, de llegar a ser éste el caso, ya tengo tema.