jueves, 21 de abril de 2016

Noches lúgubres: "Salga yo valeroso al suplicio o inocente al mundo. ¡Pero no! Agraviado o vindicado, muera yo, muera yo y en breve."

Cae la tarde, Tediato espera la noche lúgubre.


Viene de la entrada anterior:

-Amiga, Austri, si te parece bien, sigamos con Noches lúgubres; eres una buena compañera para compartir lecturas. ¡Nunca lo hubiera pensado! Menos aún con esta obra, tan...dilo tú.

-...áspera, desabrida, tenebrosa, triste, pesimista...Estamos sin ropa de abrigo, el frío nos llega  a los huesos, no hay humor que nos arrope; pero vamos entrando. Tu sueño nos ayuda a seguir.



-Recuerdas que yo era un fantasma invisible, detrás de Lorenzo y Tediato, un espectador mudo con el que Cadalso no contó. Me desperté cuando hacían fuerza para levantar la losa, entre el mal olor y los "vivientes asquerosos" que se les enredaban en los pies, "repugnante y doloroso descubrimiento" a la luz del farol; pero una ráfaga de viento me sacó fuera del templo. Desperté llorando, notaba los latidos de mi corazón. ¡Ay amiga! ¿Para qué una obra así? ¿Qué sentido le ves tú?  

-Para mí es el río del sufrimiento insoportable que no encuentra otro cauce que la locura. El dolor en un hombre de razón, como dice Pedro Ojeda: "Cuando el hombre moderno se rompe por amor...ni siquiera puede apoyarse en la creencia en fantasmas para soportar el mal que le aqueja...La falta de creencias le deja solo ante el sufrimiento provocado por la pérdida de un ser amado".




-¿Y ahora?  ¿Qué cauces pueden aliviar el dolor de la pérdida? Muy poco más que en el XVIII. La fe, el "espérame en el cielo", ni siquiera sirve a los muy creyentes.


 La psicología y la psiquiatría tienen sus terapias, sus pautas pueden suavizar el duelo; mas nada evita sentirse como el pastor Nemoroso : "atado a la pesada vida y enojosa, solo, desamparado, sin lumbre en cárcel tenebrosa". ¡Qué bien lo supo decir Garcilaso!


-O como el hombre de Neanderthal que ya enterraba a sus muertos en posición fetal y cubierto de flores. Fíjate si me he ido lejos.



Decías que despertaste llorando. Tal vez era empatía con Tediato que derramaba lágrimas sobre Lorenzo y la pesada losa. Sollozaba, le faltaban fuerzas. El sol salía, debían retirarse cuanto antes y esconder el pico y el azadón, podían ser vistos. Las campanas de los templos y los pájaros saludaban "al Criador", una palabra de medievales resonancias cidianas.



-Deja al Cid y no nos vayamos por las ramas. Se desvanecía la primera noche de "densas y espantosas nieblas", "oscuridad", "fantasmas, visiones y sombras" y "furias infernales". Lorenzo estará mañana a la misma hora, tendrá menos miedo, menos tiempo se perderá. Era el final de la primera noche y Tediato descubría sus lúgubres intenciones:

"Pronto volveré a tu tumba, te llevaré a mi casa, descansarás en un lecho junto al mío; morirá mi cuerpo junto a ti, cadáver adorado, y expirando incendiaré mi domicilio, y tú y yo nos volveremos ceniza en medio de las de la casa".




-¿Puede haber mayor locura? ¡Tanto esfuerzo para inmolarse junto a su amada! ¡Para ser ceniza sobre ceniza! A la manera de Quevedo: "serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado"


-Me sorprendes, Austri. Eres tú, a pesar de tu fobia a la literatura, la que me traes las citas.

-Hay enseñanzas que no se olvidan, las de los buenos profesores, e incluso las de los malos. Por cierto, a mí siempre me irritó como encajonaban los libros de texto a los escritores. Fíjate, Cadalso arrastra el pesimismo y el desencanto barroco, es un neoclásico y hombre de la Ilustración al que los románticos leyeron con pasión. Y parece que cada época lleva la contraria a la anterior para volver a la anterior a la anterior. No sé si me explico.

-Te explicas muy bien y llevas tu parte de razón. Pero vamos a la segunda noche. Tediato va a dar con sus huesos en la cárcel.

-¡Lo que le faltaba! Es un hombre desencantado de todo: ni padre, ni madre, ni hijos, ni amigos. Sólo tenía a la mujer yaciente y agusanada en la tumba. Por fin salió la luna, es la segunda noche lúgubre:

"¡La luna! ¡Ah, luna! Escóndete, no mires en este puesto al más infeliz mortal."


-Volvió al cementerio, tras un largo día de "pavor, tedio, aflicción y pesadumbre". La tardanza de la noche se le había hecho insufrible. Dieciséis horas de de "llorar, gemir, delirar", con "los ojos fijos en su retrato", pidiendo la muerte al cielo, desmayado, casi muerto. Su amigo Virtelio quedó asustado de hallarle así y trabajó para hacerle tomar algunos "bocados mojados en lágrimas". Como permanecía inmóvil, Virtelio se cansó y se fue. No era un verdadero amigo. El menos pérfido tal vez, "otros ni aún eso hicieron"

"Tediato se muere, dirían unos; otros repetirían: se muere Tediato". De su vida y su muerte hablarían como del tiempo hablan los ricos, los que no miran al cielo pensando en su sustento.

La luz del sol iba faltando, le sacó del "letargo cruel". La tiniebla le traía el consuelo. Daba mil bienvenidas a la noche, más gustosa mientras más densa. Se puso el vestido más lúgubre y tomó "el acero" que consolaría de una vez todas sus cuitas. Esperaba a Lorenzo para que le ayudara a levantar la losa. Haría el robo.

"¡El robo! ¡Ay! Era mía; sí, mía; yo, suyo. No, no, la agravio; me agravio: éramos uno. Su alma, ¿qué era sino la mía? La mía, ¿qué era sino la suya?"



-Tediato oyó unas voces. "Muere, muere, dice una de ellas. ¡Qué me matan!, dice otra voz". Venían corriendo varios hombres hacia él. El uno cayó herido y los demás huyeron. Hasta sus plantas venía el primero, "batallando con las ansias de la muerte". En balde le preguntaba por su identidad y las de los que habían huido. Arrojaba sangre por la boca y le manchaba todo. Murió asido a su pierna. Llegaba mucha gente, era la Justicia que no albergaba dudas:


"Pues aquí está el cadáver, y ese hombre está ensangrentado, tiene la espada en la mano, y con la otra procura desasirse del muerto, parece indicar no ser otro el asesino. Prended a ese malvado. Ya sabéis lo importante de este caso."


-El muerto era de calidad y no se admitía el menor descuido. Era preciso atarle, se podía ya contar por muerto. Su semblante pálido y turbado le hacía más sospechoso. En breve tendría "muerte ignominiosa y cruel". 

-A Tediato le parecía muerte "tanto más gustosa". Por extraño camino le concedía el cielo lo que pidió con todas sus veras. Pedía la muerte cuanto antes, su mayor tormento sería dejarle vivir. 

"Ya nada quiero... Haz lo que quieras de mí... No me preguntes quién soy, cómo vine aquí, qué hacía, qué intentaba hacer, y apuren los verdugos sus crueldades en mí; las verás todas vencidas por mi fineza."


-Antes de que le cargaran de cadenas, se dirigió a la yaciente:

"Y tú, que en ese templo quedas, únete a tu espíritu inmortal, que exhalaste entre mis brazos, si lo permite quien puede, y ven a consolarme en la cárcel, o a desengañar a mis jueces."

La Justicia no comprendía, pensaba que el delito le turbaba los sentidos. ¡Un hombre que se complacía así en su propia muerte! "Lo llevaban preso ensangrentado, pálido, mal vestido, cargado de cadenas que le han puesto y de oprobios que le dicen". En vano les diría de su inocencia, mas le daba igual:

"Salga yo valeroso al suplicio o inocente al mundo. ¡Pero no! Agraviado o vindicado, muera yo, muera yo y en breve."


-No hay suicida en el mundo del calibre de Tediato. Ni siquiera le importa el cruel tormento y la terrible muerte en el patíbulo. ¿Qué será de él? ¿Y de Lorenzo el sepulturero?

-En la próxima entrada, sabremos de su suerte. 

Un abrazo de María Ángeles Merino 

Y de su amiga Austri.

10 comentarios:

La seña Carmen dijo...

¡Cómo le sacas partido a tus paseos por Burgos y sus historia con tu amiga! Ganas me dan de cogerme un ALSA y presentarme allí a acompañaros en uno de esos paseos, porque es volver a vivir lo vivido, pero con mayor intensidad.

María Luz Evangelio dijo...

Madre mía, después de leer tu entrada, casi que la mía la escondo. Trabajas muy bien y con mucho esmero los escritos. Yo creí que ya me había quitado de encima esa sensación pegajosa de angustia que trasmite el libro, es como una gelatina de pena/angustia que te envuelve y no te puedes mover. Pues eso, que ya creía yo que me había quitado esa sensación y tú la vuelves a recrear de una manera muy divertida, y sí es divertida, pero recreas el texto y de nuevo esa sensación... no encuentro el adjetivo.
Te felicito por la entrada, has conseguido llevarme otra ez al mundo extraño de Tediato. Gracias por la entrada.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

En efecto, aquí hay que echar mano de muchas referencias literarias para comprender este carácter de Tediato. Por cierto: Austri terminará hablando directamente con Tediato, ya lo verás.

Bertha dijo...

Comparto que esta locura de amor en la época que el romanticismo era ta trágico, por esa idealización y sobre todo esa fe ,de que en el otro mundo se volverían a encontrar.

Austri y tu cada vez vais más a la par.La verdad que esta lectura engancha, esperando saber más de este pobre loco de amor.

Feliz día del Libro y San Jorge.

Abejita de la Vega dijo...

Serías la mejor compañía en mis paseos librescos.
Feliz día de Cervantes.

Abejita de la Vega dijo...

La lectura alivia angustias gelatinosas. La escritura también.
De nada. A ti Mari Luz.
Feliz día de Cervantes.

Abejita de la Vega dijo...

Sí. Hay mucha literatura detrás...Cadalso bebía de buenas y antiguas fuentes.
Terminará hablando con Tediato..
Feliz día del Aniversario. Es el día de nuestro gran amigo.

Abejita de la Vega dijo...

Feliz 23 de abril. Feliz dīa de Cervantes.
Locura de amor loquita la de Tediato, romàntica antes de tiempo.
Vamos a la par. Nos parecemos
Je je

Besos Bertha.

Ele Bergón dijo...

Anoche me leí en un ratio libre, después de un día bastante ocupado, "La noche segunda" y me entero que Tediato por más que quiere, no acaba de morir y eso a pesar de que atrae a todas las calamidades que pasan por su lado. Supongo que al final podrá reunirse con su amada en el cielo donde le está "esperando". Como muy bien dice Austri, esa amiga tuya que tanto sabe de literatura, ¿qué será de él? Esperamos con impaciencia las próximas entradas.

Besos

Myriam dijo...

Al menos este quería inmolarse,las pobres viudas jovencisimas hindúes de viejos maridos, obviamente, muertos eran obligadas a arrojarse a la pira funeraria vivas,(El Sati, se llamaba este macabro ritual) hasta que los ingleses lo prohibieron. Hoy quedan vivas, pero en condición de parias. En fin, que me estoy yendo por lis cerros de los Himalayas, que en Ubeda no abundan los hindúes...;-)

Besos