Calesa a la puerta de la Casa Museo José Zorrilla. Foto cortesía de Yolanda Delgado.
Entramos y nos saluda el profesor, filólogo, crítico literario, historiador y biógrafo y gran valedor de José Zorrilla y su obra: don Narciso Alonso Cortés (1875-1972), desde su pedestal en el jardín, romántico por supuesto. ¡Habría que verlo en primavera!
Busto de Narciso Alonso Cortés, en el jardín de la Casa de Zorrilla. Foto cortesía de Yolanda Delgado.
A la puerta, una calesa espera al viajero. Nuestro grupo va a viajar con la imaginación a lo que pudo ocurrir en aquellas dependencias en vida de Zorrilla, de la mano de las explicaciones del actor Javier Calaveras y de las ropas románticas que nos ofrece la muestra temporal de la diseñadora Inmaculada Cedeño.
Vestido romántico de la diseñadora Inmaculada Cendeño
José Zorrilla nació el 21 de febrero de 1817 en la única casa que había por entonces en la calle Fray Luis de Granada (antes llamada calle de la Ceniza). En ella vivió Zorrilla durante los siete primeros años de su vida y, brevemente, a su vuelta a Valladolid en 1866 tras su regreso de México.-¡Hola! Veo que te gusta mi casa.
-Sí, es muy bonita.
-Yo nací aquí y vivo para siempre como niño de siete años, los que tenía cuando nos marchamos. Muchos años después volví; pero ya no era yo, era un señor mayor que está también por ahí. De vez en cuando nos cruzamos en las escaleras, en ese momento yo me fundo con él y ya no me veis. ¡Misterios de un fantasma doble! Zorrilla pequeño, Zorrilla mayor.
(En ese momento, me doy cuenta: parece hecho de luz, no de carne y hueso)
-¡Ah! ¡Un fantasma!
- No te asustes. Soy un fantasma bueno. Me llamo José Zorrilla Moral. ¿No ves que soy un niño?
-Pero esa luz...y vas vestido como un hombrecito del XIX. ¡Como un señor mayor!
-Era la costumbre de entonces. Primero nos vestían de niña a todos, luego nuestra ropa era como la de los adultos, en miniatura. La niñez no era importante en mi tiempo, había que pasarla rápido y sin morirse.
Te acompaño en la visita, Javier está ahora mostrando la pajarera. Mi madre se la enseñaba orgullosa a todas las visitas, que si los pájaros eran americanos, que si la señora marquesa tenía una igual, que si Josito no pongas los dedos en el cristal. Son de colores muy bonitos y no se mueven porque están...muertos.
-Tú estás muerto pero...
-...yo soy un fantasma, puedo moverme, soy de luz. Me gustan más los pájaros vivos, como uno muy grande y muy bonito que asomó por la tapia del jardín el día en que nací yo. Decía el ama que nunca vio ninguno así y muchos dijeron que traía buena suerte. Un día lo pregunté, a padre, a madre y al tío Zoilo, el cura. Madre y el tío, que déjate de supersticiones, Josito, no son de buen cristiano. Mi padre se quedó pensativo, un hijo como yo, tan sensible, no era ninguna suerte, no lo dijo, pero yo lo sé.
-¿De verdad lo crees así, Josito? Es muy triste. No es malo ser sensible.
-Sí, para mi padre. Me lo cuenta ese señor que anda por ahí en la casa y que soy yo de mayor. José Zorrilla escribía y escribía, en su escritorio, de cara a la pared, para no distraerse. Le gustaba inventar miles de historias y las ponía en los libros y las decían en los teatros. Todos le conocían y le querían, no ganó mucho dinero, como decía padre que ganaban los magistrados; sólo honores y coronas muy feas, pero fue feliz con su "exclusivo nombre de poeta", como decía. Murió escribiendo, sentado en esa silla. Llegó a ser muy viejo, aunque su médico, el doctor Alonso Cortés, no sabía que hacer con sus dolencias. Cauterios, papelinas, no comas esto, come lo otro...
https://jesusantaroca.files.wordpress.com/2014/12/21.jpg
-Luego os enseñarán la habitación en que nací. Tenía una cama de hierro y una mesilla con vela, orinal y palangana, lo suficiente. Nosotros no conocíamos eso que llamáis baño o servicio, no sé, se lo he oído a los visitantes. Agua del pozo clarita.
Era un niño canijo que nació antes de tiempo, mamá rezaba y rezaba y pensaba que no viviría. Me envolvieron en algodones, me pusieron al calor y viví. Me bautizó el cirujano, "en caso de necesidad", por si moría, para ser angelito en el cielo y no niño atormentado en el limbo, me explicaba el tío Zoilo.
http://vallisoletvm.blogspot.com.es/2010/01/la-casa-de-jose-zorrilla.html
-Un día muy frío y de mucha niebla me asomé al balcón de la sala, oía los cascos de un caballo. Tocotó, tocotó, tocotó. Iiiiiii.
Iglesia de San Martín (Valladolid)
Esperé y vi a un enorme caballo blanco. Era el de San Martín y lo montaba el diablo y me sonreía. ¡Era el mismo que pisoteaba San Miguel! Corrí a contárselo a todos los de casa.
-Madre quería que padre no tuviera que regañarme ni castigarme, me hablaba del diablo que venía a buscar a los niños malos. Yo debía ser bueno y obediente y no irritar a padre. Había estado un poco enfermo, con mucha fiebre, me habían dado una medicina muy amarga. ¡Pero yo vi al mismo diablo en el caballo de San Martín! El tío Zoilo, tan serio con su teja y su manteo, se reía y no me creía. ¡Y me contaba vidas de santos que vencían a los diablos! ¡Y yo me inventaba otros con diablos que vencían a los santos! Por Dios, Josito, me decía, que no nos oiga Nicomedes, que se va a tener que tomar otro par de tilas. ¡Que hijo le ha dado Dios! ¡Jesús, Jesús!
-Mira ahora Javier os enseña la cocina pequeña, la de arriba. Las criadas subían y bajaban, con su cascabelito en el delantal, como el gato, para saber dónde estaban.
¡Bibiana y Dorotea se enfadaban porque les rompía muchos cacharros, con mi magia potagia! Alguna vez me escondí tras sus faldas negras, para que no me viera mi padre. ¡Cielo santo, mi padre! ¡Josito, al cuarto oscuro!
Mira, este pasillito que da a la habitación de los huéspedes era también mi escondite favorito y mi lugar de juegos. Un día pasó eso que está contando Javier, lo de mi abuela Nicolasa.
-¿Vivía la abuela contigo?
-No, yo no la conocí nunca en vida. Murió antes de nacer yo, pero un día la puerta estaba abierta y entré. Allí estaba la abuela Nicolasa que me acariciaba y me decía que yo iba a quererla mucho. ¡Ahora entiendo que era un fantasma como yo soy ahora! Mi madre lloraba, qué va a ser de este niño que sueña despierto y le puede la imaginación. Mi padre montó en cólera, me llamaba embustero y clamaba que a ver si los jesuitas hacían carrera de mí. El señor relator de la Chancillería quería mandarme a un buen colegio, decía, para poder estudiar Leyes. ¿Leyes? Si eso era lo que había estudiado mi padre, yo no quería estudiar Leyes.
Luego, muchos años después, reconocí su foto.
Foto tomada de https://jesusantaroca.wordpress.com/2014/12/26/casa-de-jose-zorrilla-aire-de-romanticismo/
Habitación de huéspedes, donde según la leyenda se apareció la abuela al poeta.
-¿Y ahora dicen que hay un fantasma? ¿O fantasmita?
-Luces que se encienden, cajones que se abren, objetos que se desplazan, dicen unos, otros no lo creen. Yo no sé nada. Es mi abuela Nicolasa que se enfada. Todo empezó cuando quisieron cerrar la habitación de huéspedes. Mira, ahora han puesto sus pantalones y su velo de ir a misa.
-¡No te vayas, Josito! Nos falta el salón y el gabinete. Muebles, cuadros, el papel pintado, los instrumentos musicales y ahora también la moda. Todo nos ayudará a contextualizar. ¡Mira el vestido de la debutante quinceañera! ¡Y el caballero decimonónico!
-Sí, tengo que irme, no me dan más tiempo. Adiós. Si le cuentas a tus compañeros que has estado conmigo no te van a creer. Mejor, escríbelo.
-Así lo haré. Adiós, Josito, digo don José Zorrilla.
-Adiós, fue un placer.
Por último, nos detenemos ante la máscara mortuoria; pero José Zorrilla es inmortal.
-Luces que se encienden, cajones que se abren, objetos que se desplazan, dicen unos, otros no lo creen. Yo no sé nada. Es mi abuela Nicolasa que se enfada. Todo empezó cuando quisieron cerrar la habitación de huéspedes. Mira, ahora han puesto sus pantalones y su velo de ir a misa.
-¡No te vayas, Josito! Nos falta el salón y el gabinete. Muebles, cuadros, el papel pintado, los instrumentos musicales y ahora también la moda. Todo nos ayudará a contextualizar. ¡Mira el vestido de la debutante quinceañera! ¡Y el caballero decimonónico!
http://vallisoletvm.blogspot.com.es/2010/01/la-casa-de-jose-zorrilla.html
-Así lo haré. Adiós, Josito, digo don José Zorrilla.
-Adiós, fue un placer.
Por último, nos detenemos ante la máscara mortuoria; pero José Zorrilla es inmortal.
Un abrazo de María Ángeles Merino para los que pasáis por aquí.
5 comentarios:
¡Qué buen guía! Creo que este Josito también inspira a Javier Calaveras en su visita.
Una gozada como siempre pasar por este rinconcito.
-Me voy a tomar mi tiempo para ponerme al día...
¡Felices Fiestas estimada Mª Angeles!
Si ya sabía yo que se te iba a aparecer un fantasma en la casa...
Se puede usar esta entrada como una excelente guía de la casa.
Nos cuentas todo lo de la casa, una cicerone perfecta.
Un fantasma amable y bastante hogareño, no mete nada de miedo. Pasar la niñez rápido y sin morirse, qué cierto.
Excelente trabajo e ilustrado a la perfección, casi como ir en persona.
Un abrazo.
Pues sí, doy fe y que fue el Josito qiien hizo que yo ganata la rifa del "gordo" de Zorrilla con el bendito Nro 19 Jajajaja. ¡Me alegro de no haber sido la única en sentirlo!
Y sabre la reseña, creo que llego a hacerla para el aniversario 201 Jajajaja.
Besotes, Ma de los Ángeles, que alegría haber estado alli yo de c.... Pte. Jaja bueno y de mente y alma.
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