miércoles, 18 de febrero de 2015

"Entre visillos": Natalia, "ya ha cumplido dieciséis. Ella que se descuide y verá".

"Entre visillos" entre visillos.

Comentario inicial a la novela "Entre visillos", de Carmen Martín Gaite. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.

Pasé el mes de enero bailando mi singular contradanza con los “Usos amorosos del dieciocho en España”, de Carmen Martín Gaite. Me ayudó Rosita, mi ente de ficción dieciochesca.


Ahora viajo a la mitad del XX, mil novecientos cincuenta y tantos, y comienzo una nueva lectura colectiva con "Entre visillos", de la misma autora, premio Nadal 1957. Y me encuentro, de nuevo, ante el tema de la libertad de la mujer. Otra época, otro género literario, pero la conexión es evidente. Incluso podíamos pensar que la escritora pensaba en los del XX cuando estudiaba los usos del XVIII. Los que a ella misma le fueron impuestos en su Salamanca natal, o lo intentaron, menuda era doña Carmen. Podéis ver su visión irónica en "Usos amorosos de la postguerra española".



Salimos al encuentro de unos personajes femeninos que ven pasar la vida entre visillos, los reales y los metafóricos. Es una anónima capital castellana de provincias, con catedral dorada y chopos en la carretera, pinceladas de Salamanca, tal vez...pero sin universidad. Una lugar donde todo el mundo sabe de todo el mundo y hay que estar muy atento a las apariencias. Un modo de vivir que puede darse en cualquier parte.


Allí viven Mercedes, Julia y Natalia las tres hermanas que viven en la casa del mirador, "un coche parado". Sí, y también Geltru y Elvira, y una colmena de itas y de ucas, Goyita, Toñuca y muchas más. A través de su charla banal, sabemos de la doncellez recatada y encerrada de unas muchachas españolas burguesas, como damitas del dieciocho, como hidalgas en un estrado del XVII, a la espera de un novio conveniente que llega o no llega. Bueno, éstas tienen el cine para soñar...

Es el ambiente opresivo de la posguerra, bajo el imperio de la moral nacional católica. Sabemos de su aburrimiento, su tristeza y su desilusión, en una novela con voz de mujer. Una mujer que habla como hablan las mujeres con "su más amiga", menudo oído el de doña Carmen. Y no sólo el lenguaje sino también los gestos y actitudes femeninos: comprobar si se ha roto una media, si se lleva arrugada la falda, hablar de las criadas, ocultar su edad...o protegerse del frío y de las miradas con la "rebeca", prenda provinciana y recatada por excelencia.
 


Es el mes de septiembre y están en ferias. Afuera bailan las gigantillas y estallan los petardos. Nos recibe Natalia que, ajena a la fiesta, escribe su diario, en la cama: "Ayer vino Geltru".



Geltru es una amiga a quien no veía desde antes del verano. Natalia escribe que fueron paseando por la chopera del río, para contarse cosas. Una niña de dieciséis años que parloteaba entusiasmada, inmersa en su paraíso de "novia formal", dando vueltas en un vals imaginario entre los chopos. Qué ilusión la polvera de oro de su futura suegra, qué ilusión su puesta de largo, la fiesta con sus adornos, los detalles de su traje de noche; tienes que ir, Natalia. Aquella Geltru con la que recogía bichos para la colección de Naturales ya no era la misma. No, Natalia no quería ir a esa fiesta, era una "chica rara", de las que no se ponen de largo.


Geltru inserta en su relato entusiasta una pequeña historia muy significativa:

"Dice que ella este curso por fin no se matricula, porque a Ángel no le gusta el ambiente del Instituto. Yo le pregunté que por qué, y es que ella, por lo visto le ha contado lo de Fonsi, aquella chica de quinto que tuvo un hijo el año pasado"

 Porque, como escribía Martín Gaite en "Usos amorosos del dieciocho en España": "La opinión de que la buena fama de la mujer casadera estribaba en su ocultación era unánime, y de ello derivaba el interés que ponían los padres en guardar a sus hijas... algo muy semejante a una frágil mercancía, y la atención...hacia ellas se resumía en la preocupación por su posible deterioro, hasta el ansiado momento de transferirle a otro dueño aquel agobio". Sí, como en el dieciocho. Ahora no son sólo los padres, también el futuro marido se encarga de que la mercancía no le llegue deteriorada o con mala fama.

Las mujeres de "Entre visillos" se muestran más o menos conformistas con el papel asignado. De Natalia, Talita, la protagonista, sabemos enseguida que no lo aceptará nunca, aunque la novela no cubra etapas posteriores de su vida. Es mi personaje favorito, desde que la conocí a través de la televisión, antes de leer el libro, que no tardé en hacerme con él.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/entre-visillos/

En esta versión de RTVE de 1974, Gertru era una jovencísima e irreconocible Victoria Vera, Natalia era la tempranamente fallecida Inma de Santis.

Tal vez porque era casi de mi misma edad, quizás me atrajo su rebeldía ante el conformismo del mundo que la rodeaba. Yo vivía mi propia adolescencia en los setenta, un momento de cambio, un tiempo de juzgar el pasado, el pasado que no había pasado del todo.

Me gustaba. Porque Natalia no comprendía a Geltru, tan feliz de ser "novia formal". Luego nos iremos enterando de la catadura moral de ese novio tan formal...Lo que deseaba Tali era estudiar una carrera relacionada con las Ciencias Naturales y no encontraba el momento para planteárselo a su padre: ir a estudiar fuera, a Madrid, tal vez.

¿Ir a Madrid? Porque Natalia sufría el drama de su hermana Julia, enamorada, pero incapaz de dar el paso de marcharse a Madrid, junto a su novio Miguel, venciendo la oposición paterna.

Y hay un momento en que Talita saca "una voz solemne" y, ella la pequeñita, dice a su hermana que no para de llorar:

-"Si te vas a casar con Miguel, haz lo que él te pida. A él es a quien tienes que dar gusto. Espera a que se pasen las ferias, y si no viene a verte, ya lo arreglaremos para convencer a papá. O podemos escribir a los primos.

-Es que él quiere que esté bastante tiempo. Que vaya casi hasta que nos casemos-dijo Julia.

-¿Y tú también quieres?

-Yo también. No podemos estar así, separados, riñendo por las cartas...¿Verdad que no tiene nada de particular que vaya yo? Tengo veintisiete años, Tali. Me voy a casar con él. ¿Verdad que no es tan horrible como me lo quieren poner todos?
...
-"Me parece maravilloso que te quieras ir. Te tengo envidia. Ya verás cómo se arregla."

Porque mi heroína no quería ser como su hermana mayor, Mercedes, que ya tenía pasados los treinta y era una solterona amargada que amenazaba, ante su negativa a ponerse de largo: "ya ha cumplido dieciséis. Ella que se descuide y verá". Y que mostraba su hiel en comentarios clasistas: "no sé qué pasa este año en el Casino...la mezcla que hay...hasta la del Toronto se ha vestido de tul rosa. Y por las mañanas en el puesto. Así que claro, es un tufo a pescadilla..."

 Veremos como Natalia se enamora, más bien se va enamorando, pero no se da cuenta. Os gustará como a mí. Y la podemos considerar como protagonista, no sólo porque parte de la novela está narrada en primera persona,  a través de su diario; también porque focaliza la acción de la novela en más ocasiones que ningún otro personaje.


Natalia estudiaba el último curso del Bachillerato en el Instituto público de la ciudad. Y allí conoció a Pablo Klein, un personaje masculino tan ajeno a la ciudad, como una mosca en leche. En medio del universo provinciano, Pablo llegó para ocupar una plaza de profesor de alemán , en realidad para reencontrarse con los años de su niñez pasados allí. Era un hombre de otro mundo, educado en el extranjero, sus costumbres habían de resultar extraños en un ambiente tan conservador. Pablo observa, analiza y nos habla en primera persona, igual que Natalia con su diario. El resto, lo completará una voz en tercera persona omnisciente pero neutra, nosotros juzgamos ante una pintura muy bien construida.

Los personajes centrales serán Natalia, Julia y Pablo. Y también Elvira, la hija del director del Instituto recién fallecido, pintora, de ambiente más intelectual pero que no sabe qué hacer con su vida, no está muy segura si su obligación es colgarse del brazo de Emilio, un opositor a Notarías. Escribirá una carta sorprendente...


Cada uno de los personajes principales es un eje en torno al cual giran otros de menor entidad. Pablo y Natalia atraerán a su órbita a gran cantidad de personajes secundarios: la animadora del casino, las amigas, las niñas del Instituto, los chicos del Casino o del Gran Hotel...Una novela algo colmenera que os gustará, nos gustará comentarla.

Seguiremos paseando por la capital de provincias. Chicas, no olvidéis la rebeca.

Un abrazo de:

María Ángeles Merino
 

11 comentarios:

Kety dijo...


He sonreído al leer ésta frase, "Sí, como en el dieciocho. Ahora no son sólo los padres, también el futuro marido se encarga de que la mercancía no le llegue deteriorada o con mala fama".

Hace poco oí en la TV que los jóvenes de ahora piensan más o menos igual.

Te sigo.
Besos

Myriam dijo...

A mi también me gusta Talia. Y claro, la hermana Julia si no se casa, ya con 26, quedará como la otra para vestir santos... Pero tiene que decidirse o convencer a los padres.

Un beso

pancho dijo...

Excelente recorrido por los elementos más importantes de la novela. Se nota la pluma femenina en el escrito. Se lee con una sonrisa en los labios que es lo mejor que se puede decir de un comentario, a mi entender, claro.
El cambio de voz narradora es uno de los aspectos que más me llamaron la atención del relato, ahora que uno se fija en esas cosas que antes pasaban desapercibidas. También a ti por lo que veo, será que tenemos al mismo maestro...
Bien ilustrada la entrada, la foto de los cabezudos es muy típica, la conocía. Muy aparente para ilustrar el comienzo.
Un abrazo.

Ele Bergón dijo...

He sacado el libro de la biblioteca, pero sigue sin atraerme y eso que tú vas contando lo que sucede y sucederá de una forma muy amena , pero no sé si estoy en condiciones de meterme en él.

No me encuentro para nada reflejada en mi juventud. Otros problemas mucho más importantes, al menos para mi, me llevaban por los caminos de la realidad.

Creo que inevitablemente la autora habla de sí misma.

Un abrazo

Bertha dijo...

Después de este planteamiento de una época de posguerra y en provincias .-La verdad se me hace difícil, asimilar este encierro voluntario.-En todas las familias siempre ha habido estos miedos por la moral de las mujeres(...).

Por eso hay que educar en igualdad y sobre todo en derechos:que obligaciones nunca nos han faltado.

-Hablo por boca de las mujeres de la familia...

Esperando saber más de estos visillos que todo lo saben;))

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué buena y acertada forma de arrancar la que has tenido: sociedad, literatura y recuerdos personales. Aceptación y rebeldía ante los roles de una sociedad que ahoga. Gracias.

Edurne dijo...

Leí hace muchos años los dos libros, el de la lectura colectiva, y el de los usos amorosos... Muy interesantes ambos dos.
Me gustan tus exposiciones, ya sabes.

Besos!
;)

Paco Cuesta dijo...

Los recuerdos se nos acumulan. Se dice que la veteranía es un grado tal vez sea cierto; grado en el que la nostalgia nos pone en situación ante la novela de Martín Gaite.

Anónimo dijo...

No conocía esa versión televisiva. El blanco y negro ayuda mucho, los actores muy bien elegidos. Parece que no ha pasado el tiempo.

Pamisola dijo...

Estoy leyéndola otra vez, y disfrutaré con tus entradas. Ese lenguaje de aquélla época, que las chicas de ahora no entenderían "igual me ha hecho una carrera" era la preocupación de que se rompieran las medias, para muchas, un artículo de lujo.
Besos, Mª Ángeles.

Pamisola dijo...

Estoy leyéndola otra vez, y disfrutaré con tus entradas. Ese lenguaje de aquélla época, que las chicas de ahora no entenderían "igual me ha hecho una carrera" era la preocupación de que se rompieran las medias, para muchas, que no en el ambiente de la novela, un artículo de lujo.
Besos, Mª Ángeles.