Leonarda, Aitana Sánchez Gijón. |
Comentario a mi lectura de "La viuda valenciana" de Lope de Vega , en adaptación televisiva, para Estudio 1. Esta entrada pertenece a la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.
En mi anterior entrada, prometí a Leonarda dejarla hablar. Tiene la palabra:
Salúdola señora mía. Vuesa merced se ha dirigido a mí en tres ocasiones y ahora debo contestar a sus benévolas y amistosas palabras; no tema, sus escritos no acabarán remojados como los del “Fray Luis”.
"La perfecta casada" en peligro de ser remojada. |
Sí, soy Leonarda, criatura de ficción del célebre autor de comedias Lope de Vega, viuda y valenciana. Vuelvo a la vida cada vez que la obra se representa, se lee o se visualiza en alguna de sus extrañas máquinas de imágenes.
Una edición de la bachillera Teresa Ferrer. |
No sé si en el año 2012 en que voacé vive se me comprende, creo que sí; hay problemas que todavía vuesas mercedes no han resuelto, a pesar de los cuatro siglos que nos separan.
En efeto, deseo mantenerme en mi viudedad y elaboro una estrategia para “nadar y guardar la ropa”, gozando del amor sin el yugo del matrimonio. Porque “de casamiento ni se miente ni se hable”.
Elijo al lindo Camilo y ante él soy “río detenido que va, suelta la presa, más furioso”. El Deseo me lleva, la ropa está ahí en la orilla y nado placenteramente en el mar de la pasión.
"Nadar y guardar la ropa" |
Le han cubierto los ojos, no puede gozarme con la vista; mas arde como yo, aviva conmigo el fuego, explora: "llano, valle y este monte que invita a escalar su paso". Y se enamora del mismo amor.
Al cabo de unos años, Lope de Vega, al dar mi comedia a la estampa, escribe la significativa dedicatoria a la recién viuda “Marcia Leonarda”, en realidad su muy amada Marta de Nevares. Y yo, “la viuda valenciana”, soy el ejemplo a seguir por mi discreción en hallar remedio para mi soledad, sin empañar mi honor.
Dedicada a la señora Marcia Leonarda |
¡Buenas palabras se gasta don Lope! Me permite "acudir a la voluntad" mas no el "faltar a la opinión", una libertad muy restringida y efímera. Porque, ante la posibilidad de una adversa opinión, no duda en atarme de nuevo al yugo.
El vulgo se regocija con este juego del reino del revés: soy la perdiz que caza al halcón, una mujer que pone las condiciones y accede al sexo cuando quiere. No, no puede quedar así, el telón no puede cerrarse con unos protagonistas gozosos, fuera del orden religioso y social. Los severos censores no transigirían. El escritor me mete en un laberinto, como voacé dice. He de salir de él casada o con anuncio de matrimonio. Don Lope se somete como me someto yo, solo me concede el que sea por amor. No es poco.
Todo se me complica a partir de nuestro primer encuentro fuera de mi casa. Al reconocerlo, le arrojo descuidadamente una naranja.
Es la primera vez que contempla mi rostro, no me reconoce. Me devuelve la fruta y me requiebra: “Lucís como Apolo”. “Mucho la luz estimáis para no ser ciego” replico yo por ver si entiende. Y se confiesa conmigo, una "viudilla" desconocida y "liviana", que "no vale dos clavos":
Si tanto aprecia la luz, es por una falta de amor, me aclara. Porque su dama es "el mismo resplandor". Escucho de sus labios que mi frente es "estremada", mi nariz"perfeccionada"... Sigue con los ojos, el cuello, los pechos, mi entendimiento, mi donaire y mi saber. Toda mi persona es perfección para el loco Camilo. La ceguera del amor. Yo también me estoy cegando.
Leonarda, "el mismo resplandor" |
Me siento tan feliz que he de retornar al lugar donde lo dejé y allí le sorprendo con su otra amante. Se llama Celia, es fuerte y decidida. Ni recatada, ni silenciosa, ni sumisa; como en mi tiempo se impone a la mujer. Tal vez don Lope amó a una Celia, o a más de una. Le reprende a gritos y en público, afeándole su abandono. Después le engatusa, le abraza y aviva mis celos; descubro la inconstancia de mi enamorado. Cuando Celia lo despide, pregunto con ironía si es esa su misteriosa dama. ¡Y me llama "viudilla intratable"! ¡Deslenguado!
Envío a mi fiel Urbán para que le conduzca de nuevo a ciegas hasta mí. Enojada, pienso en despacharle al modo de Celia. Como todo ha de torcerse, en el camino un alguacil les obliga a quitarse la máscara. Urbán huye, no desea que Camilo descubra mi identidad. Llega a casa y me lo cuenta. Le ordeno que, por un tiempo acompañe a mi vieja y barbuda prima, así creerá que es ella su ama.
Leonarda, Urbán y Julia. Buenos actores los tres. |
Y así lo cree y envía una misiva llamándome "bruja mil veces" y aconsejándome que "busque otro necio como yo lo he sido que de noche te dé lo que mereces".
He de contestarle para "darle un cierto desengaño". Le escribo: "Creer tan de ligero no es cordura...venid Camilo y os dará verdad tan pura que esta noche os dará fiel desengaño... no soy quien vos pensáis...".
¿Desengañarle para apartarle de mí? No, lo que deseo es atraerle hacia mí y para siempre. Para preservar mi fama, a un paso he estado de aceptar el matrimonio negociado por mi tío, con un caballero de Madrid. Sí, marchar fuera de Valencia sería una solución. Pero no, si me he de casar, será por amor y con mi Camilo.
Mientras tanto, Valerio, Lisandro y Otón han herido al mensajero del pretendiente madrileño, confundiéndolo con mi buen Urbán. Ya sabéis, mis pertinaces pretendientes, siempre en guardia a la puerta de mi casa.
Valerio, Lisandro y Otón. De aquí. |
Y para nuestra última cita a ciegas, Julia, vestida de hombre, es el guía. Camilo darme quiere un gran disgusto, luz trae en su cándil. Exclama: "sois vos la viuda que yo tantas veces vi". Ýa su mal "en bien se muda". Huyo al lecho, me persigue, besa, se oyen voces.
Mi tío busca al intruso con su espada, como en un romance antiguo, he de apaciguarlo. Le presento a Camilo, a quien conoce bien y le doy la noticia de nuestra boda. Proclama: "por fin va a desenviudar Leonarda". Músicos, actores, mucha gente sonriente ,Valencia entera parece. Nuestra intimidad no parece importarles.
Leonarda, Camilo sorprendidos. Las naranjas son testigos. |
Camilo soñará con ser mi dueño. Cierro la cortina del lecho porque "bien es que acabe aquí la viuda valenciana".
Un final feliz, algo forzado, que deja abierta una puerta sobre un futuro no escrito. Habéis escuchado mis temores ante una segunda boda que pueda traer de la mano discusiones, desencuentros y traiciones. A Camilo le habéis oído discutir en términos poco galantes con Celia y requebrarme mientras disfruta de quien él cree otra mujer. Pero también habéis comprendido de lo que soy capaz para cumplir mis deseos,de lo que es capaz una mujer.
Imaginadlo como os plazca, así debe ser. Se despide de vuestra merced:
Leonarda, "La viuda valenciana", personaje de Lope de Vega.
Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:
María Angeles Merino
Bibliografía y enlaces utilizados:
*Cuaderno número 5 de "Cuadernos escénicos de teatres de la Generalitat", editado por la "Conselleria de Cultura i Esport" de la Generalitat Valenciana. Su contenido gira en torno a la versión de "La viuda valenciana", dirigida por Vicente Genovés, estrenada en el Teatro Rialto deValencia, el 4 de diciembre de 2008.
La viuda valenciana de Lope de Vega o el arte de nadar y guardar la ropa. Teresa Ferrer.
La comedia: El juego de la ficción y del amor. Joan Oleza.
"Nueva biografía de Lope de Vega" Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Pedro Ojeda dice en "La acequia":
"Mª Ángeles Merino, tras convertirse en
confidente de Leonarda, nos traslada ahora sus palabras para mostrarnos lo que
puede hacer una mujer cuando quiere algo con fuerza. Excelente
propuesta de análisis desde dentro."
http://laacequia.blogspot.com/#ixzz1vuN8D0rX
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5 comentarios:
Me divertí mucho leyendo a tu Leonarda,¡Está genial! como lo están también las fotos de las naranjas.
Besos
Una mujer, sin duda, con las ideas claras, como bien has mostrado. Excelente el juego, excelente.
Parece ser que esta Leonarda hace lo que quiere o al menos hasta un cierto punto.
Todavía no la he visto y eso que voy prometiendo que lo voy a hacer.¿Por qué me entrará pereza? ¿ Será porque ya no tengo nada que añadir a todo lo que habéis escrito vosotros?
Besos
Luz
Se dice que las obras de Lope tenían tanta aceptación porque eran un fiel reflejo de la sociedad del momento. Si a ello le sumamos la experiencia de Lope en escarceos amorosos y la soledad que requiere la escritura lírica, que debió ser bastante para escribir tanto como escribió, ahí tenemos la clave. Qué fácil parece.
El yugo que a ratos te unce, pero que también te salva.
Pormenorizado y trabajoso análisis, en línea de los que ya nos tienes mal acostumbrados.
Un abrazo.
Pancho: el yugo salvador, no sé yo...Escarceos tuvo y públicos, todo se lo perdonaban era Lope.
Ele: cuando escribo esto ya sé que lo has leído y te ha gustado.
Pedro: jugar con Leonarda ha sido un placer. Adelantada a su tiempo, inteligente y seguar de sí misma. Pero el XVII era el XVII.
Myriam: unas naranjas tópicas y muy curiosonas.
Gracias por vuestra visita.
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