sábado, 17 de abril de 2010

¡Justicia, señor gobernador, justicia, y si no la hallo en la tierra, la iré a buscar al cielo !




"¡Justicia, señor gobernador, justicia, y si no la hallo en la tierra, la iré a buscar al cielo !"

Cuarta parte del comentario al capítulo 2,45 del Quijote, publicado en "La acequia".

Después de sentenciado el pleito de la caña, se le plantea otro: el de la mujer supuestamente forzada.
Me ha costado encontrar una mujer que quisiera hacer un papel así. Pregunté a las de la cocina, a las fregonas, a las mozas de cántaro y a todas las sirvientas. Ninguna estaba dispuesta, todas temen la reacción de su padre, de su prometido, de su esposo…

Así, he tenido que recurrir a una mendiga que encuentro , a las puertas de la iglesia. . Le pregunto a la vagabunda si está dispuesta a ello, a cambio de unas monedas. La mujer acepta encantada y pido , a una sirvienta, me haga la merced de peinarla, lavarla y vestirla, sin esmerarse demasiado. Y esos cabellos enmarañados son un nido de piojos. La instruyo convenientemente, comprende muy bien, a pesar de su condición de pobre y de mujer.

Tiene que entrar en el juzgado, enganchada a un lacayo, el cual va vestido como suelen vestir los ganaderos ricos. Entra dando voces, pidiendo justicia, al señor gobernador. Cuenta su caso: el hombre la ha cogido en el campo y se ha aprovechado de su cuerpo, haciéndola perder lo que llevaba veintitrés años conservando y defendiendo.

Sancho se vuelve al hombre para que responda a la acusación de aquella mujer. Se presenta como “un pobre ganadero de cerda” que acaba de vender, en Barataria, cuatro puercos. No se olvida de pedir perdón por la palabra, ni de recordar las “alcabalas y socaliñas” que ha tenido que pagar. Se vuelve a su aldea y, en el camino, se topa con esta “buena dueña”. ¿Dueña? La Rodríguez, que está allí, mira al ganadero, con una mirada de basilisco. A lo que vamos. Dice el de los guarros que el diablo hizo que yogasen juntos. La paga, mas ella no queda satisfecha. Asegura que la forzó y no le deja en paz, hasta traerle aquí.

El gobernador le pregunta si lleva dinero en plata, el ganadero contesta que hasta veinte ducados. El escudero nos deja a todos boquiabiertos., cuando le pide que saque la bolsa de las monedas y… ¡se las entregue, sin más ni más, a la querellante!

El ganadero se los da temblando. Los toma la mujer que se va más contenta que unas pascuas, haciendo mil reverencias y ruegos a Dios por este gran gobernador. Mira si son de plata,las muerde, qué desconfiada. Sale del juzgado.

¡Cómo llora el ganadero! Creo que ha seguido mi consejo de poner un poco cebolla en un pañizuelo. ..Pero pronto ha de enjugárselas, que el gran Sancho le ordena que vaya tras la mujer y le quite la bolsa a la fuerza. Y que vuelva con ella…

Como un rayo va a hacer lo que se le manda. Todos estamos suspensos, a ver en qué para todo esto. Muy poco después, vuelven el hombre y la mujer. Ella con la saya levantada y la bolsa en el regazo. Él luchando por quitársela, imposible. ¡Cómo la defiende! ¡Qué fiera! Tal parece que la bolsa fuera de piedra imán… Vocea, pidiendo justicia a Dios y al mundo. Dice al señor gobernador que este “desalmado” le ha querido quitar la bolsa.

Sancho le pregunta si se la ha quitado. A lo que ella contesta que antes se dejara quitar la vida. ¡Buena es ella! Ni con tenazas, ni con martillos, ni con mazos, ni con escoplos…ni las garras de los leones. Antes le quitaran el ánima… ¡Qué bríos los de esta mujer!

El ganadero se rinde…Entonces Sancho nos vuelve a asombrar cuando pide la bolsa a la forzuda forzada, la cual se la da. Y , en tono de reprimenda,se dirige a la “esforzada no forzada” . Le asegura que “si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para defender esta bolsa le mostrárades, y aun la mitad menos, para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hicieran fuerza.” ¿De dónde saca este labriego analfabeto estas sabias palabras?

Ordena a la de la bolsa que no aparezca más, por esta ínsula, a menos de seis leguas. Y la amenaza con una pena de doscientos azotes. “Churrillera, desvergonzada y embaidora”son los tres bellos adjetivos con que la califica. Y se va, “cabizbaja y mal contenta”.Ha ido por lana y ha salido trasquilada.

Ahora se dirige al “buen hombre”, que ande con Dios y con su dinero…y que no yogue con nadie. El “buen hombre” le da las gracias muy torpemente, no puede hablar…

Los “circunstantes” quedamos admiradísimos de los juicios y sentencias del gobernador. No nos esperábamos que el escudero tuviera algo más que serrín en la sesera.

Bien notado todo esto, lo escribo para el duque, que con gran deseo lo está esperando. De la que no sé nada, es de la duquesa. Tal vez esté en sus aposentos, o tal vez haya presenciado todo esto, bien disimulada entre el gentío, disfrazada de labradora.

Desaparezco, no se irrite conmigo, mujer amanuense. Con Dios.

Un abrazo de María Ángeles Merino Moya.


Pedro Ojeda dice en "La acequia"

"Abejita de la Vega inicia su comentario del capítulo con una oda en imágenes al sol, como si fuera nuestro narrador, pero cuando nos va a contar un recuerdo infantil vuelve la voz del mayordomo, ahora espía de los Duques. Pero las evocaciones de nuestra infancia insisten hasta que brotan. Pero no hay recuerdos con los que no pueda un mayordomo servil, aunque gracias a él vemos una abejita hacendosa. Termina su relato el mayordomo, que se pregunta por la Duquesa, de la que no sabe nada. Después publica la nota del Sanchico, gracias a Ele Bergón, que está bien orgullo de su padre."

Este mayordomo es peor que un virus, o le das la voz , o provoca una tormenta en el ordenador. Menos mal que, en el capítulo que viene, no está. Gracias, Pedro, por seguir tanto a la "hacendosa abejita" como al mayordomo director de escena. Y a Sanchico, claro...


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6 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

¡A ver si la dueña era, como dices, la Rodríguez! Se ve que no te deja en paz... ni ella ni el mayordomo... Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Este hombre sirve, evidentemente, para montar una comedia o una buena fiesta,desde luego. Pero servil lo es un rato...

Ele Bergón dijo...

Hola coleguis.

Qué despiste, se me había olvidado comentaros esto de que mi padre es ya gobernador de su ínsula , con la alegría que me ha dado y con lo importante que me siento siendo el hijo de un gobernador, pues eso, que no me he acordado de vosotros. He estado todo el día repitiéndolo por ahí, a las primeras que se lo he dicho han sido a mi madre y a mi hermana y no lo querían creer, me decían que eran cosas mías para darme importancia. Pues no, es verdad. Mi padre no solo es gobernador que además es un buen buen gobernador. ¡Que manera de repartir justicia! Si señor, así se hace. Mi Churri Nerea y yo lo hemos estado celebrando por todo lo alto y es ahora cuando recuerdo que no lo he comentado con vosotros. No se si el superprofe lo podrá poner.

Bueno, pues eso, que hoy, si, si que estoy muy pero que muy contento

Choque de manos y cuidadito con el hijo del gobernador.

(Solo me queda una pequeña duda, no ser´a otra burla de los duques? Bah, prefiero no pensarlos)

El Sanchico

Kety dijo...

Ya lo dijo Cervantes: "los montes crían letrados..."

Besos

pancho dijo...

Este mayordomo vuela alto en la narración, tiene vida propia, autonomía y capacidad de organización. Seguro que Cervantes estaría a la expectativa de este personaje que se sale de su obra para ampliarla con nuevas aportaciones más de cuatrocientos años después. Hay cosas llenas de originalidad, que ceñidas al texto lo amplían. Excelente.

Abejita de la Vega dijo...

Merche: creo que era la Rodríguez, sí. No me dejan e igual cunde el ejemplo. ¿Quién será el próximo secundario?

Pedro: ha pisado tablas antes de trabajar de mayordomo. SErvil, pelota, trepa, lame...

Ele: enhorabuena, por la parte que te toca.

Kety: crían letrados, ya lo creo.

Pancho: 400 años después, le sale una maestra picateclas,convirtiendo en antiguo comediante y director de escena a su mayordomo anónimo. Como si no tuviera bastante con Avellaneda.

Gracias, amigos,por vuestros comentarios, gracias por visitarme y un abrazo.