viernes, 31 de diciembre de 2010

En este blog, entra gente estupenda a la que deseo: ¡Feliz Año Nuevo 2011!



Hago balance y , al acabar este año, digo:

Esa puerta, tan querida, sigue abierta. Trabajo rodeada de gente estupenda.
Tengo a mi familia.
Tengo a mis buenos amigos. Algunos no están aquí, pero siguen conmigo. El teléfono es un gran invento, móvil o fijo. También Internet.
Curry está ahora solo, solo, en mi corazón.
Sigo escribiendo mucho, me gusta y he conocido personalmente a los culpables.
En este blog, entra gente estupenda a la que deseo:

¡Feliz Año Nuevo 2011!

jueves, 30 de diciembre de 2010

Suena la "Habanera " de Chabrier, en el Salón Rojo.



Enlace que nos envía Martine, para ambientar este primer capítulo de "Inquietud en el Paraíso", de óscar Esquivias.

Cuando el pianista tocaba la "Habanera" de Chabrier era la señal. Se podía alzar la voz y reír a carcajadas.

Pedro Ojeda dijo en "La acequia":

"Mª Ángeles Merino, Abejita de la Vega, investiga, en su entrada, las imágenes en las que sucede gran parte de Inquietud en el Paraíso. Muy útil, no podéis dejar de leerla. Después, se da a conocer a Óscar Esquivias y consigue autorización para descuartizarlo. Para despedir la semana, publica un enlace sugerido por Martine (nuestra añorada Selma) que logra ambientar la lectura del primer capítulo de la novela."

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Óscar Esquivias presenta su libro de cuentos "Pampanitos verdes".



Óscar Esquivias es presentado por las descendientes de aquellos "Hijos de Santiago Rodríguez", los de 1850.


Presentación propiamente dicha.



Firma y dedicatoria de ejemplares.



María Ángeles Merino, esta abejita de la Vega, posa así de sonriente. Al escritor, ya lo veis.



Lectoras y más lectoras. Los lectores, sentaditos.



Mi "Inquietud en el paraíso" dedicada por el autor, con abeja y todo. Me dedicó también "Viene la noche" y "Jerjes conquista el mar". Y dos más que compré para regalar. Total: cinco libros.



Óscar Esquivias ha presentado hoy su libro de cuentos "Pampanitos verdes", en el centro comercial "Camino de la Plata", en el aula cultural que acaba de estrenar la nueva librería de HSR( Hijos de Santiago Rodríguez), en Burgos.

Antes de comenzar la presentación,´me pongo a hablar con él. Me suelen dar ataques de timidez, pero esta vez no es así, milagro. Le digo que soy del grupo de lectura de "La acequia", que ya estamos manos a la obra con su "Inquietud en el Paraíso". Le pido permiso para descuartizarle, como hicimos con Cervantes. El permiso me lo da, así que ya sabéis amigos. Él ya sabe que yo no puedo con "La ciudad del Gran Rey", el segundo de la trilogía. Pero le digo que tampoco me gustaba la cervantina historia del cautivo y pude con ella...y llegó a gustarme. Vaya morro que tiene la abejita cuando pierde la timidez.

Nos presenta "Pampanitos verdes", un libro compuesto por diez cuentos, sin relación entre sí, pero con puntos en común. Predominan los protagonistas jóvenes o muy jóvenes, en momentos de transición. Viven experiencias triste, a veces terribles, pero la alegría de vivir triunfa sobre la tristeza. Muchas de ellas tienen por escenario Burgos, pero también Roma, Madrid, Salamanca...

Nos explica el porqué del título. Le encargaron un cuento de Navidad, en verano, y se acordó de un villancico muy alegre , el que dice "pampanitos verdes". Ya sabéis, el de "ya viene la vieja con el aguinaldo..." En realidad, la historia que cuenta no es navideña y es tremenda...

El público le hace preguntas: cómo empezó, qué libro se llevaría a una isla desierta, si no ha pensado en acompañar sus libros de dibujos, si es más difícil la novela o el cuento, si le gusta especialmente Julio Verne...´Va respondiendo y la gente se va animando a hacer preguntas, que siempre cuesta romper el silencio.

Cuando da una lista de libros que se llevaría a una isla desierta le pregunto si se llevaría el Quijote, su respuesta es afirmativa. Quijotesco Esquivias.

Voy a la presentación con el libro leído. Os digo que he disfrutado mucho, mucho, con su lectura. Os aconsejo echar un vistazo a : http://blogs.elcorreo.com/ele/2010/12/20/-pampanitos-verdes-oscar-esquivias-ediciones-del-viento-.

Dice, la que escribe en dicho blog, que los personajes del libro son "perdedores, sin brillo, desconcertados, pero con inmensas ganas de continuar". "Es en el detalle, en el tratamiento cariñoso de lo nimio, donde Esquivias se desenvuelve como pez en el agua."

Os animo a leer "Pampanitos verdes", lectura corta pero intensa.

Un abrazo de:

María Ángeles Merino.


Agradezco a Fernando Portillo, allí presente, que avisara de este acto, en un comentario en "La acequia".









lunes, 27 de diciembre de 2010

Juego de imágenes burgalesas para "Dante en el Salón Rojo" ("Inquietud en el Paraíso", Óscar Esquivias)

v



En el apéndice redondeado del Teatro Principal , está la cafetería Espolón, donde nos reunimos antes de la "olla quijotesca". Es el punto de partida para esta nueva lectura que va a dirigir Pedro Ojeda.

Busco entre libros que nos hablan de ese viejo Burgos tan inquieto. Salgo con mi cámara rosa , por mi ciudad, a la caza de los escenarios en que transcurre la novela de Esquivias. Por último, visito la hermosísima, aunque gélida catedral. Me dejan hacer fotos sin flash. ¡Bien!

Ya sabéis lo que me gusta jugar con las imágenes. A por ellas.

Áquí tenéis al doctor José María Albiñana, en traje de presidiario, o en pijama vete a saber; pero sin mantón de Manila ni vaso de tequila . Página 73 del libro "Burgos siglo XX",Cien años de luces y sombras, de Pablo Méndez.



Ahora, vamos en busca del Salón Rojo, del Teatro Principal, donde comienza la novela.

En Navidad, vemos así al Teatro Principal, edificio isabelino, construido en 1843 y reformado en 1997. De 1956 a 1997 fue una vergonzosa ruina.



El famoso "Salón Rojo" donde, en 1936, se reunía la flor y la nata de la sociedad burgalesa. Ahora se utiliza para actos protocolarios, ceremonias institucionales, recepciones oficiales y entregas de premios.



En el Salón Rojo, don Cosme Herrera, penitenciario de la Catedral, acaba de dar una charla sobre la Divina Comedia a un "racimo de personalidades. En un rincón de la enorme sala, está pero no está un aturdido y soñador muchacho . Le saca de su pasmo el doctor Albiñana preguntándole quién es. El joven se presenta como Rodrigo Gorostiza, del seminario de San Jerónimo.


Seminario mayor San Jerónimo, enorme edificio clausurado como tal y utilizado para otros fines.

En el Salón Rojo hablan de pronunciamientos militares , pero es mejor no calentarse la cabeza y hablar del tema estrella en las tertulias: la guapa Conchita Plaza, hija del acaudalado señor Plaza. Su escote, su busto, su sonrisa, sus ojos...No he encontrado ninguna foto de aquella legendaria mujer, pero el narrador compara "su aire soberano" con el de la carroza del Corpus. Esta:



Si queréis más detalles sobre la guapa burgalesa, leed lo que dice Virgilio Mazuela, en "Los Burgos perdidos".



Rodrigo había acudido a la Catedral para hablar con el padre Belzunegui, el organista titular.El seminarista va a sustituirle durante las vacaciones de verano que se toman los canónigos. Belzunegui le enseña los órganos de la basílica, uno a uno. Estos son los mejores,los de la nave central.



Foto sacada del libro "Burgos, la ciudad vivida" de F. Ortega y C. de la Sierra.





Belzunegui le advierte que tenga cuidado con el "tutti", que puede romper las vidrieras. Y le confiesa que , en su primer día, derribó el Sagrado Corazón del rosetón central.



Cuando se dispone a salir del templo, alguien le llama por su nombre desde la capilla de San Juan de Sahagún. Es el padre Cosme Herrera, el de la charla en el Salón Rojo, trabajando de padre "penitenciario".





Don Cosme le pide que aguarde sentado, mientras termina de confesar a una tal doña Clarita. La penitencia será certificada y muy literaria. Ahora ya no hay confesionario en la capilla de San Juan de Sahagún, el de la foto está junto a la Escalera Dorada.



Don Cosme le conduce por el crucero y le planta delante de una sepultura junto al arranque de la girola, bajo un arco carpanel. Es la del arcediano Fernández de Villegas, el primer traductor de la "Divina Comedia" de Dante, al castellano.















Figuras de santos, festones, una Anunciación, Dios Padre en lo más alto, ángeles, tenantes, el difunto con casulla y bonete...El diseño de esta maravilla se atribuye a Simón de Colonia. ¿Qué es eso tan misterioso que don Cosme quiere mostrar al joven seminarista ?



¡El libro! ¡Ahí está la clave! El arcediano detiene su lectura y marca la página con el dedo. ¿Qué nos quiere decir?

¿Qué misterio encierra la tumba de Don Pedro Villegas ?



Sigamos leyendo, que no hemos hecho más que empezar.

Un abrazo, amigos.


María Ángeles Merino

sábado, 25 de diciembre de 2010

"y un mozo de campo y plaza que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera"





Comentario al capítulo 1,1, del Quijote publicado en "La acequia", en la entrada del día 15 de mayo de 2008.

Quiero poner orden y comentar el primer capítulo de la primera parte. Y en cuanto expreso mi intención de comentar el 1.1, mi ordenador no para quieto, por esos canalículos debe andar algún personaje secundario de los que suelen visitarme. Ya no me sorprendo, sea quien sea le dejo hacer. Veamos, ahí está.

“Con Dios, señora mía. Vengo del limbo de los secundarios del Quijote, lugar donde tengo muy pocas amistades porque, aparte de la sobrina y el ama, todos me ignoran. Cuando llegué, todos se preguntaban, en voz muy baja, quién era yo.

La verdad, señora amanuense, es que soy un personaje efímero, solo dieciséis palabras, en el primer capítulo del famoso libro. Ni siquiera me conceden la intermitencia, como es el caso de otros. No, yo desaparezco como si me hubiera tragado la tierra.

Y ni siquiera me dan un nombre. Soy, nada más y nada menos, que el “mozo de campo y plaza”. Sí, el que “así ensillaba el rocín como tomaba la podadera”. Ése que aparece intercalado entre la edad de la sobrina y la de nuestro hidalgo.

¿Sólo ensillar y podar? Trabajo descansado hubiera sido el mío. Pendiente de todo: arar, deshacer terrones, sembrar, escardar, segar, gavillar, trillar, aventar la parva, cribar el grano, llevarlo al molino…Toda faena del campo o de la casa que no pudiera dejar en manos de los cuatro gañanes o del ama. Don Alonso, cuando estaba cuerdo, bien valoraba mi habilidad. Después, entraron en la casa aquellos endiablados libros y todo cambió.

Limpiaba las armas de sus antepasados, ya cubiertas de herrumbre. La lanza en el astillero y la adarga tan antigua. E, incluso, me tuve que ocupar de sacar al galgo, para que hiciera ejercicio, cuando mi señor se encerró en sus aposentos.

¿Y el ama y la sobrina? Mozo por aquí, mozo por allá y nada más, no presten atención a las lenguas de doble filo. Que traigas un palomino del palomar, que hoy es domingo. Baja el saco de las lentejas, matamos al cochino, prepara los cuchillos…Tanto trabajo para que luego nadie se acordara de mi persona. Ni siquiera me llevó con él, pero esa es harina de otro costal.

Gran madrugador y amigo de la caza, hasta aquel día en que un mercader que iba de camino le vendió, a bajo precio, un saco lleno de viejos libros. Eran novelas de esas que llaman “de caballerías”, llenas de disparatadas historias que sorben el seso a desocupados como mi amo. Ya saben Amadises, Palmerines, Esplandianes…



No sólo olvidó el ejercicio de la caza, también descuidó la administración de su hacienda y llegó a vender muchas hanegas de tierras de sembradura, para comprar más libros. Parece que le estoy viendo, con su sayo de velarte recitando aquello de “la razón de la sinrazón” o lo de “vuestra divinidad divinamente”.



"y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer"

Mi señor perdió el juicio desentrañando el sentido a tantas sandeces caballerescas. Y algo de culpa tuvo el señor cura, el cual daba sus opinión sobre quién había sido mejor caballero. Que si Palmerín, que si Amadís, que si el del Febo.

Se le llenó la fantasía de todo aquello que leía: encantamientos, pendencias, batallas, heridas, …disparates imposibles. Y quedósele asentado en la imaginación, mas como cosa verdadera, no como invención libresca.

Mas lo peor estaba por llegar, que mi señor “vino a dar en el estraño pensamiento que dio loco en el mundo”. Fue que decidió hacerse caballero andante, por el bien de su honra y para servir a la república. Y había de irse por esos mundos, en busca de aventuras, deshaciendo agravios y poniéndose en peligros, cobrando “eterno nombre y fama”.

Nunca pensé que hablaba de veras; pero me quedé de piedra cuando le vi limpiar aquella armadura en un rincón, llenas de orín y moho. Quise hacerlo yo, mas no lo permitió. Y como, a su juicio, le faltaba la celada, se hizo una de cartón y la encajó con el morrión. Quiso probarla, sacó su espada, le dio dos golpes; mas con el primero ya había deshecho toda su labor de artesanía. Y puso unas barras de hierro. Cielo santo, ahora sí creía ciertas las intenciones manifestadas, era su voluntad dedicarse a la caballería andante.

Cuando acabó de remendar las armas, se fue a la cuadra y se puso a mirar al rocín. No veía, al parecer, sus mataduras y defectos. Me lo comparó con el del Cid o el de Alejandro y me explicó que el caballo de caballero tan famoso había de tener un nombre. Después de decir muchos posibles nombres, vino a llamarle Rocinante, como primero de todos los rocines del mundo. ¿Rocinante? ¿Ese saco de huesos y pellejos? Pobre rocín, qué mala vida te van a dar.

Al cabo de ocho días, don Alonso pensó en cambiarse de nombre. Ya no era don Alonso Quijana sino don Quijote de la Mancha, esto último por honrar a su patria. Yo, como buen criado, permanecía callado, aunque me preguntaba cómo iba a terminar esto.

Más tarde, me dijo muy serio que un caballero andante precisaba una dama porque “el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma”. Pensé que deseaba casarse con alguna hidalga del vecindario, lo natural, mas no era eso. El andante ha de tener su dama solo para poner en ella sus pensamientos.


"no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse, porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma"

Y, por último, descubrí que la dama era una moza labradora del Toboso, llamada Aldonza Lorenzo. Mas mi don Alonso no va a llamarla Aldonza, no. Será Dulcinea del Toboso, nombre de “princesa y gran señora”. Y no tengo claro si la ha visto alguna vez, si anduvo enamorado de ella. En mi capítulo así lo dice; pero otros personajes me han asegurado que nunca, nunca la vio, que sólo existió en su imaginación.

La dejo, señora mía, porque con esto acaba mi capítulo y no tengo derecho a introducirme en otros. Le saluda el mozo de campo y plaza, el que nunca pudo salir del 1,1.

Ha sido un placer conocerle, señor “mozo”.

Un abrazo para todos los que pasáis por aquí.

María Ángeles Merino

viernes, 24 de diciembre de 2010

Cena de Nochebuena

¡Hola amiguitos!

Soy Suri, y esta noche me han dicho que tenemos cena en casa. Va a venir un montón de gente, porque viene la familia de papi (la Mosca Cojonera) y de mami (la Arañita Campeña).

Dicen que papi tiene que cocinar un cabritillo, y que el resto de la familia trae otras cosas. A ver que tal le sale. A mí no me van a dejar probarlo, pero no me importa, porque yo ya me he buscado mi propio menú.

¡Feliz Navidad desde el blog más animalado de interné!

martes, 21 de diciembre de 2010

Os felicito la Navidad con estos versos de Victoriano Crémer.


"Campanas las de Belén
doblan por el mundo en guerra.

El Llamado se ha dormido
entre el fulgor y la pena
y los padres del asombro
le contemplan
demandándole la Paz
del Hombre sobre la Tierra.

Pero el Niño del milagro
no despierta,
no despierta,
no despierta."

(Victoriano Crémer)


Con este poema, que incluye dibujo, felicitaba el poeta Victoriano Crémer la Navidad, al centro de Educación de Adultos de Burgos que lleva su nombre. Fue hace unos años. A mis manos llegó una fotocopia que guardo como una reliquia.

Así que, amigos,con estos versos y con esta paloma de la Paz, os deseo Feliz Navidad a todos los que pasáis por aquí. Y que el 2011 sea el mejor de vuestra vida. Besos.

María Ángeles Merino Moya

domingo, 19 de diciembre de 2010

Mi paseo de un domingo helado y los tambores por el Sáhara.



En las heladas orillas del Arlanzón, dos valientes : el del chándal y el de las cuatro patas. Foto publicada en "El Tiempo en Burgos".



Estas hojas escarchadas me han parecido muy hermosas. El sol quiere lucirse, pero no lo consigue.



En el Espolón, suenan tambores. ¿Una nueva ocurrencia del Ayuntamiento?



No, estos tambores suenan por el Sáhara.



Van hacia la Plaza Mayor.



Espectadoras.



Llegan junto a la Casa Consistorial.

Mi paseo de este domingo no tenía más novedad que la escarcha y el hielo. Pero a la vuelta he coincidido con estos tambores que reivindican un Sáhara libre. Entrando en alguno de vuestros blogs, los de los amigos que me visitan, he visto que el blog de Francisco O. Campillo decía: "Los jodidos tambores de guerra". Estos del Espolón eran de paz, espero que nunca suenen los de guerra.

sábado, 18 de diciembre de 2010

"Aun vuestra merced, menos mal, pues tuvo en sus manos aquella incomparable fermosura que ha dicho..."


"Mujer maltratada", imagen proyectada en la pared exterior del Centro "Victoriano Crémer",de Burgos, el 25 de noviembre de 2010. Maritornes también lo era.

Comentario al capítulo 1,17 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada del 4 de septiembre de 2008.

Leo el capítulo 1, 17 y, en esta ocasión, no voy a esperar a que la pantalla del ordenador se agite, anunciando la presencia de un personaje secundario. La pastora Marcela y la hija del ventero ya me dieron su punto de vista. Esta última desapareció porque, según sus palabras, la moza Maritornes requería su presencia. No debe estar muy lejos, la llamo a gritos, tal y como lo harían en la venta. ¡ Maritoooorneeeeeees! ¿Estás ahí?

Sí, aparece una ventana emergente. Ahí está, es una mujer pequeña, encorvada, tuerta, muy, muy fea. Debe estar algo picada, no le habrá gustado nada el que hablemos de sus trapicheos carnales.

-Con Dios señora mía. No tenga cuidado, a mí no me molesta eso que vuestra merced dice, mis negocios carnales me permiten reunir unos dineros. Tal vez, como fruto de este negocio, pueda volver a mi tierra, la verde e hidalga Asturias. Me envía la hija del amo, dice que vuestra merced quiere preguntarme alguna cosa.

-Con Dios, Maritornes. Sí, te llamo porque me gustaría oír de tu boca cómo vives el encuentro con don Quijote, aquel viejo caballero que te habla con amorosa voz, mientras te tiene en sus brazos.

- Así es, extraña señora. El único hombre que, en esta trabajosa vida mía, me regala dulces palabras; aunque realmente no fueran a mí dirigidas. Así es y no las olvido, aunque pensara en la hija del amo, la que derrite al viejo con sus picaronas sonrisas.

Le cuento. Voy yo con las manos delante buscando al arriero cuando me agarra de la muñeca, me hace sentar sobre la cama y me tienta la camisa. ¡Qué amorosas palabras las suyas! Yo soy su fermosa y alta señora. Y mi gran bondad le ha puesto en venturosa ocasión, ay.

Gran pesar me da verle así de molido y ensangrentado. Más tarde, ya vuelto de su parisismo, habla con su criado Sancho Panza. En un rincón, escucho y suspiro, hecha un ovillo. No saben de mi presencia.


La hija del señor del castillo, esa soy yo. “La más apuesta y fermosa doncella que en gran parte de la tierra se puede hallar”. Se hace lenguas de mi adorno, de mi “gallardo entendimiento”. Y tantas cosas que no osa decir por la fe debida a la señora Dulcinea, mi rival, al parecer. Y el cielo envidioso le envía las puñadas del arriero y las quijadas ensangrentadas. Y las patadas en las costillas ¿celestiales fueron acaso?

Sancho se queja de los porrazos recibidos, los mayores de su vida. Y se burla, el muy bellaco, diciendo que, aun su señor, “tuvo en sus manos aquella incomparable fermosura que ha dicho”. Me gusta oírlo de los labios de mi don Quijote, que no en los de este villano harto de ajos.

Amo y criado achacan los golpes recibidos a descomunales gigantes y a encantados moros
El gigante es para el amo. El criado asegura que más de cuatrocientos moros le aporrearon. Cuatrocientos golpes es posible que recibiera, mas las manos moriscas ejecutoras no fueron tantas. A mí también me cayó alguna puñada, mas la paliza propinada por mi amo. Y nadie me oye un ay, para qué.



En esto, entra el cuadrillero, con el candil encendido, para ver al “muerto”. Se queda suspenso al oírles hablar y pregunta al vapuleado algo que molesta mucho al hidalgo: ¿cómo va buen hombre? El caballero considera ofensivo eso de “buen hombre” e, indignado, le reprende por su mala crianza. El de la Santa Hermandad explota y estrella su candil en la cabeza del viejo.

Don Quijote, descalabrado al parecer, pide a Sancho que vaya donde el alcaide y le solicite aceite, vino, sal y romero. Ha de preparar un bálsamo que sanará sus heridas. El criado se lo requiere al cuadrillero, el cual da cuenta al ventero, que acude con lo de la medecina. En la cocina hay de eso, que no en la botica.

Dos chichones algo crecidos, nada de sangre. Sudor sí, muchísimo sudor de la congoja. Eso es, al fin, el mal del caballero; el cual mezcla y cuece aceite, vino, sal y romero. Un adobo...Lo echa en una alcuza y reza un montón de oraciones santas, con muchas cruces. Lo bebe y comienza a gomitar y a sudar. Lo tapan bien y le dejan que descanse. Duerme más de tres horas y se despierta muy feliz, el bálsamo le ha curado. Ya pueden venirle batallas, a partir de ahora. De Fielabrás lo llama.

Sancho tiene a milagro la mejoría de su amo y se decide a beberse lo que queda en la olla. Mas el efecto no es el mismo, le dan tantas ansias, bascas, trasudores y desmayos que cree llegada su última hora. ¡Qué espumarajos salen de su boca! Y crece su enfado cuando don Quijote dice que como el Panza no es armado caballero…Maldice y se le van las aguas por todas partes. ¡Cómo puso la estera de enea y la manta de anjeo! ¡Lo que me costó luego quitar aquella inmundicia! Dos horas le dura el mal, pobre. Y queda muy quebrantado, que el Fielabrás debe ser sólo pa señores.

Y don Quijote tan fresco, decide salir de la venta, en busca de nuevas aventuras. Proclama que el mundo lo necesita y no quita el ojo de la niña, la hija de los amos. Y suspira, cómo suspira, ay mi caballero andante, que yo iría contigo por esos mundos, no mires tanto a la mochacha y a su camisa de pechos. Y piensan algunos que es el dolor de las costillas...

¡Mira que yo ayudé a la ventera cuando te bizmaba! ¡No te vayas! ¡Llévame!
No me dejan seguir, hay una fuerza que me arrastra. Debe ser la venterita, no soporta que hable de mi amado…

-Se fue, adiós Maritornes, vuelve cuando puedas, cuando te dejen.

María Ángeles Merino
Un abrazo a los que me visitáis, conocidos y desconocidos.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Así está ahora el Cervantes del paseo de la Isla, en Burgos.



Las vallas en el suelo, quiere decir que puedo pasar. Veré lo que han hecho con Cervan.



A ver lo que me encuentro.



Parece que acaba de salir del supermercado.


Así, con su pedestal plastificado, está ahora la estatua de Cervantes, en el paseo de la Isla, en Burgos. No perdáis de vista esta estatua. Me dirijo a los amigos blogueros de nuestro grupo de lectura, dirigido por Pedro Ojeda, en "La acequia". Y os lo digo porque en el libro "La ciudad del Gran Rey", del burgalés Óscar Esquivias , esta estatua, la del paseo de la Isla, toma vida y se convierte en personaje de la novela, ambientada en un Burgos irreal y fantasmagórico. Ya sabéis que nuestro profesor Pedro Ojeda nos ha anunciado que vamos a realizar una lectura colectiva de la trilogía de Esquivias: "Inquietud en el paraíso", "La ciudad del Gran Rey" y "Viene la noche".Aprovecho la ocasión para saludar a Óscar Esquivias. Y a todos vosotros, mis compañeros de lecturas y escrituras. Y al director de la orquesta.