miércoles, 25 de abril de 2018

Akúside: el riesgo de la literatura poco amable.

Compré el pan y me senté a tomar un café, con Akúside recién comprado y Diario de Burgos. 

Comentario en torno a El Sílex,  primera parte de Akúside de Ángel Vallecillo, novela ganadora ex aequo del Premio de la Crítica de Castilla y León 2018, para la lectura colectiva de La acequia dirigida por Pedro Ojeda.

-Akúside. ¿Qué decía yo de Akúside

Comenzaba a leerlo y comentaba en La acequia:

"Hay que tener más valor que Gerineldo para publicar un libro como Akúside. Iba leyendo...y se me antojó ir a por un clásico, una distopía que leí muy a gusto en mis tiempos de estudiante: Un mundo feliz de Huxley. Un libro lleva a otro libro, está muy bien, pero corro el riesgo de dejar plantado al de Vallecillo. 

Voy con esos cuentos bestiales y circulares del principio, más bestias que las versiones originales de los cuentos de los hermanos Grimm, que ya es decir. Ánimo a todos, empezando por mí misma. Algo tendrá el agua cuando la bendicen."

Esta distopía me llevó a aquella utopía distopía.

A la semana siguiente, en mi comentario:

"Voy con el sacrificio del hijo. Poco amable el autor. Lo dicho: más valor que Gerineldo."

Porque Pedro Ojeda había escrito: "La lectura de la novela de Vallecillo es apasionante e interroga continuamente al lector, nada amable ni en lo temático ni en la disposición estructural."

El mismo autor, Ángel Vallecillo, nos contesta, en relación al "poco amable", nacido del "nada amable" de Pedro Ojeda:

"Lo que pasa es que a veces uno se sume de tal forma en el espacio y tiempo en los que está escribiendo que prescinde o se olvida de señalizar correctamente el camino. Es lo que ustedes, tan cortésmente, describen como poco amable." 

El escritor lo reconoce. 

"Reconozco la dificultad del libro y lo considero un lastre. Me hubiera gustado que no fuera tan abstruso, por eso valoro tanto la decisión del jurado del premio, y comentarios que valoran el riesgo."



Gracias, Ángel Vallecillo. "Abstruso", dices. Desde aquí, mi aplauso amable, de verdad, pero creo que necesito ayuda. Mi amiga Austri, mi compañera de lecturas, tal vez me pueda ayudar:

-¡Eh! ¡Que aquí estoy!

-Ya estabas tardando. ¿A ti te gusta Akúside?

-Bueno, vayamos por partes. Akúside es una novela dividida en tres: El Sílex, República y Las Memorias de Axiámaco. Empezamos a leer y, tras la imagen de la terrorífica portada, nada amable, chocamos brutalmente contra unos cuentos bestiales y circulares:

"La primera, El Sílex, es un conjunto de veintinueve textos breves que narran leyendas de la prehistoria de Akúside, patria de los akusaras, un pueblo cuyo origen se pierde en el tiempo". El Sílex es el libro sagrado de los akusaras."


--Una abigarrada y cruel aleación de leyendas que han de sonar a antiquísimas, con la violencia elevada a la enésima: brahmánicas, mesopotámicas, grecorromanas, árabes, medievales, centroeuropeas...de todo. Fundida con muchas serpientes y muchas hachas, iconos harto conocidos de la banda terrorista ETA. 

Y todavía hay más, mira aquí dice: "Burkina Fasso y Mali son algunos de los países que ha visitado Ángel Vallecillo para nutrir su ficción, países de raíces milenarias y culturas ancestrales donde la sangre y la estirpe ordenan jerárquicamente la sociedad"

-¡Nos olvidábamos de África! La sangre y la estirpe, ahí está la madre del cordero. La sangre propia marcada por algún errehache exclusivo de los puros o la sangre ajena derramada en las aras del sacrificio patrio. Unos cuentos presuntamente auténticos que aparecieron escritos en la concha de una tortuga. Mira amiga, escucha y entenderás por qué tienen que ser crueles y sangrientos en grado sumo. ¡Y muy antiguos!

-- Hay leyendas muy útiles para la formación del espíritu nacional. ¡Uy! ¿En qué rincón de mi cerebro estaba guardado eso del "espíritu nacional"?



-Deja aquellos espíritus y vamos con una fábula distópica válida para cualquier nacionalismo excluyente y criminal, aunque Akúside pueda entenderse como el anagrama de Euzkadi. Un pueblo con un pasado perdido en la noche de los tiempos, con sus leyendas falsas o falseadas que destilan las más puras esencias de la nación. Algo que se repite en la historia, de aquí, de allí y de allá, siempre con trágicas consecuencias. 

"Durante la segunda parte (República) varios personajes se refieren a él como una invención creada tras la Guerra de Independencia de Akúside contra Sur, para afianzar entre los akusaras su origen legendario."

--¡Invención! Y, para esas malas pedagogías que afianzan tanto , son muy útiles las repeticiones. Todos los relatos de El Sílex comienzan:

"En el reino de Akúside, a orillas del mar Alado, en el norte..."


Este bellísimo mar no puede ser el mar Alado (Cantábrico en Donosti)

Y terminan: "...en una caja, la llenaron de plomo y la arrojaron al mar." 

-En el desenlace, siempre hay algo o alguien que se sale de los rígidos esquemas y  se impone encerrarlo y arrojarlo para que no salga nunca más a flote. El hermano envidiado, la esperanza con ecos de la caja de Pandora, el elegido que resultó ser un tirano, el guerrero sin armas que sólo traía silencio, el joven rey que "prometió acabar con la guerra" y sucumbió como "verdadero enemigo del pueblo", el niño que reivindicaba el significado auténtico de las palabras, el músico con "el arpa cuya música hacía que quien lo oyera dijera la verdad", la culebra que sabe "donde se esconde la mujer del corazón de oro", el hombre que expuso a los jueces un dilema, la cabeza vieja del niño de dos cabezas, el guerrero disfrazado de perro que susurraba al rey consignas de odio y de guerra, el roble que era el mismísimo Akúside resucitado tras 777 años..."...en una caja, la llenaron de plomo y la arrojaron al mar." 




--Ya me he perdido, los primeros fueron...

-"Los ancestros, los penantes, construyeron un enorme barco de madera y se hicieron a la mar. "

--Tenían su arca de Noé, como en la Biblia o en el Gilgamesh, sufrieron una inundación. 


Arca de Noé

-Primero fue una larga sequía, vagaron cien años por los océanos hasta que, por azar, volvieron a su tierra, pero nadie recordaba que aquella fuera la misma que abandonaron sus antepasados.  "Al reino lo llamaron Akúside, y a su mar, mar Alado". 

--¿Otra vez?

-Paciencia, escucha: 

"Levantaron una ciudad de hierro y lucharon contra los enemigos del sur. La guerra les hizo fuertes y soberbios y el reino de Akúside sufrió un diluvio..."

--Tres veces se repite la historia: catástrofe, larga navegación de cien o mil años qué más da, vuelta a su patria, no la reconocen, le ponen por nombre Akúside y al mar, mar Alado y guerrean inevitablemente contra los vecinos del sur. 

"Levantaron un país, amaron una patria y guerrearon hasta vencer a sus enemigos del sur."

Los del sur, los culpables de todo, ya se llame sequía, diluvio o plaga. Siempre hay un sur enemigo, aunque se llame norte. ¿Recuerdas a los romanos con sus bárbaros del norte? 

-Pero todavía no hemos hablado de los Atul, el origen de los ukintzas.

--¿Pero hay un origen del origen? 

-Sí y puede que explique muchas cosas. Hubo una primera tribu y una guerra que terminó con la victoria de los Atul. Escucha, esto no lo supera ni la bruja de Hansel y Gretel:

"Su apetito sólo se saciaba con fetos humanos. Conservaban óvulos fecundados en frascos de cristal que comían a cucharadas. Los fetos...eran su manjar. Abrían los vientres de las embarazadas...asaban los fetos...los comían enteros...demediándolos en vida los hervían y los comían con las manos."



--¿Qué hicieron las horrorizadas madres?

-"Las madres sabían que sus hijos serían devorados por los monstruos, y se acostumbraron y ellas también comieron, y el primer Akúside...sucumbió bajo la losa del horror, y encerraron la esperanza en una caja, la llenaron de plomo y la arrojaron al mar."

--¿Los ukintzas descienden de madres caníbales? 

¡Uy! Dejémoslo por hoy, Austri, seguiremos con algunos cuentos y pasaremos a República. 



-"Akúside es".

-No estoy muy segura de haber entrado en el libro, amiga mía. Gracias por tu ayuda.

Un abrazo de María Ángeles Merino para los que amablemente pasáis por aquí. 

Y de Austri. 

Las palabras en rojo, en cursiva, están tomadas directamente de la novela Akúside, de Ángel Vallecillo, editorial DIFÁCIL, 2017.

martes, 17 de abril de 2018

Pedro Ojeda nos adelanta algo sobre los ganadores ex aequo del Premio de la Crítica de Castilla y León, 2017.

Pedro Ojeda nos adelanta algo sobre los ganadores ex aequo del Premio de la Crítica de Castilla y León, 2017. 

Recordáis la crónica de la reunión lectora que tuvo lugar en el CIT de Tordesillas, el 7 de abril de 2018, en relación con la biografía de Juana I de Castilla, de Manuel Fernández Álvarez. Pedro Ojeda, antes de empezar con  Juana la Loca. La cautiva de Tordesillas, nos adelantó algunas noticias sobre el Club de Lectura. Nos habló un poco de las dos obras  ganadoras, ex aequo, del Premio de la Crítica de Castilla y León, las que leeremos en la segunda mitad de abril y en mayo. 

-(P.O) El primero es muy raro: Akúside de Ángel Vallecillo. Se trata de una distopía, un género que nos descoloca. El autor quería reflejar una época dura y terminó haciendo esto. Cambió de una novela directa a una fábula distópica: ETA había ganado. Es una crítica a cualquier nacionalismo excluyente, una crítica feroz a la leyenda "esencias de un país": mentira o realidad falseada.


Akúside recién comprado.

Comienza con unos microcuentos bestiales de tono legendario ("la forja de una identidad excluyente"). La segunda parte es una crónica: Akúside se ha independizado de las tierras de Sur y gobierna con leyes aislacionistas. Al final, el héroe de la independencia entra en shock y se arrepiente.


Akúside de Ángel Vallecillo comparte el premio con Los refugios de la memoria de José Luis Cancho: 

En los años setenta un joven de Valladolid cae desde el tercer piso de la comisaría y queda paralítico durante unos meses. Trabaja de profesor  en el País Vasco y en Canarias, después lleva una vida bohemia y se decide a escribir sus memorias. Nos rechinarán a unos unas cosas y a otros otras. Crítica tanto a la época de Franco como a los partidos de extrema izquierda que "no te dejaban ser individuo". Es una crítica al autoritarismo, en una construcción a partir de la memoria personal que se lee de maravilla. 

En la tercera semana de mayo, durante la Feria del Libro de Burgos, podremos hablar con los autores.

En junio, leeremos una novela de aventuras para divertirnos. El título queda pendiente.

Río Duero en Tordesillas


Comenzamos este mes con la lectura de Akúside. Os sorprenderá. Hablaremos de la distopía.

Un abrazo de María Ángeles Merino

miércoles, 11 de abril de 2018

Crónica de un viaje lector y real real, en busca de doña Juana I de Castilla.


Plaza Mayor de Tordesillas. (Foto Yolanda Delgado)

Crónica de la reunión lectora que tuvo lugar en el CIT de Tordesillas, el 7 de abril de 2018, a las siete de la tarde, en torno a Juana I de Castilla y al libro Juana la Loca. La cautiva de Tordesillas de Manuel Fernández Álvarez. Los reunidos pertenecemos al Club de Lectura de La Acequia y Alumni UBU, dirigido por el profesor Pedro Ojeda. 

¡Hola de nuevo! 

Recordáis que escribí en mi última entrada:"Mañana estaremos en Tordesillas. Tal vez encontremos a doña Juana...". ¿La encontramos? Sí, el recuerdo a la desventurada reina permanece en la villa del Duero, donde entró hace quinientos nueve años para quedarse hasta su muerte:

"Protegida por los Monteros de Espinosa, su hija Catalina, sus damas de compañía, su padre Fernando el Católico y los monjes que custodiaban el feretro de su esposo Felipe El Hermoso, la reina Juana atraviesa la Puerta de la Villa."

(Foto Yolanda Delgado)


Vamos a su encuentro. Bajo la lluvia, que no nos abandonó en todo el día, llegamos al lugar exacto del palacio donde doña Juana vivió su larga cautividad. Un jardín frente al Duero y su vega, la recuerda. Los del Centro de Iniciativas Turísticas de Tordesillas van a conseguir que la vivamos. A un lado tenemos las casas del Tratado, donde Portugal y Castilla se repartieron el mundo conocido, en 1494. El reino de doña Juana tan grande que se quedó tan pequeño. 
María Ángeles Merino, tan sonriente, con su profe y los compas del Club de Lectura. (Foto Yolanda Delgado)

Jardín de la Reina Juana. 


Nos advierte la guía que, si estamos atentos, vamos a ver a doña Juana. ¡Ahí está! Está leyendo en la ventana. La amable señora del Bar El Católico se viste ansí para ayudarnos a entrar en ambiente. Nos saluda. 


Una doña Juana en el bar El Católico (Tordesillas).(Foto Yolanda Delgado)

Entramos en las casas del tratado, donde de la mano de José Luis Sainz y Montse Rubio, contemplamos a Juana I de Castilla desde otra perspectiva, ampliando la de Manuel Fernández Álvarez. Y, por supuesto, nos explicaron, como nunca, el intríngulis de aquel meridiano que pasase a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde...¡Un lujo de guías! 


Documentos oficiales del Tratado de Tordesillas. (Foto Yolanda Delgado)

Después, comida en el Restaurante Don Pancho, café en el bar El Católico y visita al monasterio de Santa Clara. ¡Todo estupendo y emotivo! Ya os contaré con más detalle. Me recuerdan que mi amiga Austri se emocionó demasiado...nos dio un pequeño susto, una lipotimia. Desde aquí, quiere agradeceros vuestro cariño y atenciones. 


Monasterio de Santa Clara(Foto Yolanda Delgado)

Y llegamos al broche final, la reunión lectora en torno a Juana la Loca y la biografía de Manuel Fernández Álvarez: Juana la Loca. La cautiva de Tordesillas. Por cortesía del CIT, tuvo lugar en sus dependencias. 


Pedro Ojeda comenzó con algunas noticias del Club de Lectura. Nos habló de las dos obras  ganadoras, ex aequo, del Premio de la Crítica de Castilla y León, las que leeremos en la segunda mitad de abril y en mayo. Lo incluiré en una pequeña entrada aparte, como introducción a su lectura. Vamos con Juana la Loca. La cautiva de Tordesillas. 

-(P.O.) Es nuestra primera experiencia con una biografía y no va a ser la última. Como ha sido interesante, leeremos otras biografías.

Manuel Fernández Álvarez es un profesor universitario que empezó a hacer este tipo de biografías que intentaban llegar a un gran público. No es una monografía universitaria. Muchas cosas las deja en abierto, no quiere demostrar nada. Construye una biografía sin cerrar, para obligarnos a pensar.


(Foto Yolanda Delgado)

Después de lo que hemos escuchado esta mañana, podemos hablar mejor del personaje.
¿Os ha gustado el libro?

-(L) Es un viejo amigo, desde 2001.

-(L) La facilidad con la que te lo lees y con la que te metes en él. Es sencillísimo de leer y te termina gustando. Muy ameno, deberíamos leer alguna más.

-(P.O.) Están en una época convulsa que cambia el mundo, la época en que Castilla se pierde y se pasa de una corona basada en Cortes a un poder absoluto.

Casas del tratado. 

¿Qué es lo que más os ha llamado la atención?



-(L) La sumisión, la falta de recursos que ella tenía, esa gente de la Corte no hace nada, no tiene influencia. Ella lleva su Corte pero es más de acompañamiento que de política.

-(L) Venía del extranjero, desconectada de la realidad en Castilla.

-(L) Aquí no tenía partidarios, una voz que dijera algo.

-(L) ¿Los Comuneros?

-(L) Como mujer es utilizada.

-(L) ¿No tenía bando que la apoyase?

-(P.O.) No había sido educada para reinar. Pensaban que no iba a hacerlo. ¿El marido? Sí, él tenía su bando. El azar de la muerte la lleva a primera línea.

-(L) Estamos juzgando a un personaje desde una novela, es una biografía; pero hay que contar con más historiadores. Es la visión de Fernández Álvarez.

-(L) No estaba preparada para reinar, era una persona lectora, pudo escribir.

-(P.O.) Hubo mucho cuidado de que nada saliera.

Por esas cosas de la vida, tenemos, en el XV y XVI,  tres nombres de mujer: Juana, Isabel y Juana. Contra Juana la Beltraneja, Isabel gana la guerra civil y se legitima; pero es la versión del vencedor, la usurpadora pudo ser Isabel. Juana la Beltraneja tuvo en su mano cambiar la historia: se decidía si Castilla se unía a Portugal o a Aragón. Isabel no iba a ser reina, de repente nos encontramos con dos mujeres enfrentadas, dos bandos. Podríamos reinterpretar la historia, no tendríamos que decir la Beltraneja, no tenemos su ADN.




Tres nombres de mujer con título de reina. Juana I sería Juana II, hija de Isabel, otra persona con su tragedia personal. Llegamos a esta Juana, todos pensaban que moriría pronto pero vive cuarenta y tantos años más con el título de reina. Isabel pudo ser una usurpadora, Juana vive encerrada y la roban todo. ¿Hay más perspectivas? ¿Qué os provoca el personaje?

-(L) No he conocido a ningún rey, hombre, sometido a un cautiverio como el de Juana.

Río Duero a su paso por Tordesillas

-(P.O.) Sí los hubo, un rey inglés...

-(L) ...el de la máscara de hierro...

-(P.O.) La mujer ha sido marginada en la historia. Pero las Cortes castellanas nunca quitan la corona a Juana. Si hubo una visión contra la mujer no fue castellana, Castilla nunca negó que una mujer pudiera reinar. Fernando, Felipe y Carlos no son castellanos. Sin embargo, había países en que no se permitía a la mujer reinar.

-(L) El de Flandes no cumplió las condiciones, sólo una. Hubo una guerra, los Comuneros.

-(L) Desde entonces ya Castilla no se ha vuelto a levantar.

-(P.O.) Podemos hacer una revisión desde el punto de vista feminista. El hombre por encima: ya sea marido, padre o hijo. El padre quiso hacer con Juana lo que no pudo con su mujer.

-(L) Fernando no tiene inconveniente en dejar reinar a su mujer. El problema es Felipe el Hermoso.

-(P.O.) Felipe alteraba la política a favor de Francia.

-(L) Utilizaba a Juana...


María Ángeles vestida de Juana I, con una divertida silueta en el CIT. (Foto Yolanda Delgado)

-(L) Porque tenía a Juana.

-(P.O.) Está demostradísimo que tenía crisis, inestabilidades. La forma de tratar eso, aislándola, hace que termine loca de verdad. El  palacio fue su cárcel.

Maqueta del palacio de Juana I en Tordesillas (CIT) (Foto Yolanda Delgado)

-(L) No tenía problemas en casarse con un extranjero.

-(P.O.) Que el rey castellano se hiciera con los Países Bajos...

José Luis dinos algo (Pedro Ojeda se dirige a José Luis Sainz Serrano, presidente del CIT )

José Luis Sainz Serrano en Casas del Tratado de Tordesillas(Foto Yolanda Delgado)

-(José Luis) Doña Juana tuvo muy poco tiempo, pasó de ser heredera a ser reina en dos años y medio. Para tener amigos que la apoyaran tuvo poco tiempo. Desde que su madre pone esta claúsula:

"Por quanto puede acaecer que al tiempo que Dios Nuestro Señor deste presenta vida me lleva la princesa doña Juana...esté ausente de ellos...o estando en ellos no los quisiere o no los pudiere regir y governar...el dicho Rey mi señor rija y govierne y administre los dichos mis reinos y tierras y señoríos, y tenga la governación y administración de ellos, por la dicha Princesa nuestra hija, en su nombre, hasta tanto que el infante don Carlos...sea de edad lejítima... para los regir y governar..."



-(P.O.) El celo religioso...Había testimonios de la falta de devoción de Juana y la claúsula iba por la suspicacia de Isabel hacia su hija, poco religiosa desde niña.

-(José Luis) El poder de la Iglesia era fundamental. Tenían sus ejércitos, así en la batalla de Toro luchó el Cardenal Mendoza con los castellanos y el arzobispo de Toledo con los portugueses. Juana no tenía a nadie, era sospechosa de que su marido quería cambiar el orden internacional.


-(L) Es amenazada, hay una amenaza velada de lo que le puede pasar a sus hijos.


-(P.O.) Era una mujer propensa a pasajes de inestabilidad, se lo aumentaron, se lo provocaron. Lo que sucediera en Castilla tendría eco en el mundo, como ahora ocurre con los E.E.U.U.

Nace Catalina, puede sufrir una depresión postparto, un término que entonces no existía. Se crea el mito de un personaje al que nadie le quita el sambenito.


-(L) Cuarenta y seis años aislada, maltratada, con inestabilidad; llegó a los setenta y cinco años cuando cualquier mejunje la habría mandado para el otro barrio.

-(José Luis) Por inercia. Tenía que estar viva. Carlos tenía lo que quería, sólo durante nueve meses fue rey rey.

-(L) El momento útil es la Guerra de las Comunidades. A Carlos V le venía bien toda esa historia, iba a justificar su triunfo, impone un poder absoluto. Su madre no le estorbaba.

-(José Luis) Carlos primero de España y quinto de Alemania. El historiador Zalama le nombra siempre como Carlos V, dice que fue "quinto" antes que "primero".

-(L) Una mujer muy sana que paría hijos sanos. Carlos V nació en un retrete.


-(P.O.) Había que apartarla, los intereses de Fernando y de Carlos estaban más en el ejercicio del poder que en el poder. 

Carlos V y doña Juana I en Tordesillas (foto Yolanda Delgado)

-(José Luis) Castilla llega a América y es el reino más rico. Juana no estaba preparada, no tuvo tiempo, la estrategia fue muy rápida.

Casas del Tratado de Tordesillas.(Foto Yolanda Delgado)

-(P.O.) Juana posee atractivo como personaje literario en cine, en teatro. La última representación ha sido la de Concha Velasco, el monólogo "Reina Juana", de Ernesto Caballero.  ¿Con qué perspectiva?

(L) Yo la he visto. Juana recuerda toda su vida, se confiesa, no es una loca, es una mujer que ha sufrido mucho y se ha dado cuenta de lo que pasa a su alrededor. Vivió una situación que desestabiliza a cualquiera. Concha Velasco está estupenda.


-(P.O.) Todavía no se ha escrito la gran obra sobre ella.

-(José Luis) Es una marca creada que se conoce en el mundo entero. Es peligroso buscar el recurso feminista.

-(P.O.) Desde la emoción como mujer, de madre separada de sus hijos, en Flandes más libre que aquí... En Castilla ya no se podían mantener esas cosas tan secretas, con la modernidad todo salta. Ella manifiesta unas emociones muy modernas: que su marido la respete. Un pensamiento abierto a los nuevos tiempos.

-(L) Si la hubieran dado un poco de manga ancha...

-(José Luis) Le tocó una época muy complicada. Reyes locos, los ha habido: Felipe V, por ejemplo. 


Club de Lectura de La Acequia (Foto Yolanda Delgado)

El autobús nos espera y tenemos que finalizar la reunión. Nos despedimos de José Luis y de Tordesillas. Ha sido una gran viaje lector y real, real.

Pedro Ojeda, María Ángeles y Turri en el monasterio de Santa Clara. (Foto Yolanda Delgado)

Ya sabéis que redacto mis crónicas siguiendo unas notas rápidas que tomo en mi cuadernillo. Procuro ser fiel pero me puedo equivocar. 

Un abrazo de María Ángeles Merino 

Y de Austri que está muy bien de salud.

Mi agradecimiento a mi amiga Yolanda Delgado, mi reportera particular, autora de las fotos. Y al Centro de Interpretación de Tordesillas, ya citado. Y, por supuesto, a mis compañeros de lectura, al profesor Pedro Ojeda y a Alumni UBU. 





El Río Duero en Tordesillas se despide de nosotros.


viernes, 6 de abril de 2018

"Al fin, Juana la Loca era libre."





Comentario a la biografía "Juana la Loca. La cautiva de Tordesillas" de Manuel Fernández Álvarez, para la lectura colectiva de La acequia dirigida por Pedro Ojeda.

Llevamos un mes, mi amiga Austri y yo, Juana la Loca por aquí, Juana I de Castilla por allá, comentando la biografía de Manuel Fernández Álvarez como si estuviéramos hablando de una vieja amiga. Tanto que mi compañera inseparable de lecturas, llegó a soñar con el biógrafo y la biografiada. Me lo contó y aquí tenéis su relato onírico:

-Mi sueño lleva música de fondo, ésta. No olvidéis escucharla mientras leéis. Tal vez os inspire tristeza o melancolía, pero es inseparable a mi relato. 

Un hombre anciano entra en la Capilla Dorada del Monasterio de Santa Clara, en Tordesillas. Es el profesor Manuel Fernández Álvarez que ha vivido toda su vida resignado a que del palacio prisión de la desventurada Juana I de Castilla, el construido durante el reinado de don Enrique el Doliente , no quede ni rastro. Así que, dirige sus pasos hacia donde se guarda "un realejo, un viejo órgano portátil castellano que pudo pertenecer a la reina Juana, muy aficionada a la música, En el inventario de sus bienes realizado tras su muerte, figura, al menos, un órgano de estas características...".




 Suena una hermosa música que llena de nostalgia al viejo profesor de Salamanca. Una mano blanca y un hábito monjil junto al teclado. Cierra los ojos. Alguien canta con voz de soprano, algo cascada: 

"Todos los bienes del mundo pasan presto y su memoria, salvo la fama y la gloria...La fama vive segura, aunque se muera su dueño; los otros bienes son sueño y una cierta sepultura. La mejor y más ventura pasa presto y su memoria, salvo la fama y la gloria.


Se da la vuelta, no es una religiosa, es una mujer muy anciana, vestida como la Juana la Loca del cuadro de Pradilla, mas la tela del hábito negro parece a punto de deshacerse. Nunca vi unos ojos tan vivos en un rostro tan arrugado. Se dirige al viejo profesor, hay dulzura en su voz:




 -Sí, don Manuel, como Juan de la Enzina dixo, todo se lo lleva la muerte, todo "salvo la fama y la gloria". Entrad vos, que vos merecéis mi atención más que ningún otro. La música que acompañó mis soledades, os ha traído hasta aquí. Ansí la Reina de Castilla os podrá agradecer las muchas horas pasadas, inclinado sobre viejos papelotes, solo para sacar a la luz los acontecimientos que marcaron mi vida, sin fama ni gloria alguna. 

-Por Dios mi señora, no digáis tal, la vuestra fue callada y escondida, pudieron dañaros en vida; mas los siglos no os han olvidado, no os olvidarán. Estáis en los libros de Historia, en romances y poemas, cantares, novelas, obras de teatro...en las películas y la televisión. En imágenes en movimiento he querido decir, que vos no conocéis tamaños prodigios. 

-Fama y gloria las de mi padres los llamados Reyes Católicos, la de mi hijo Carlos el Emperador, o la de mi nieto Felipe. Ellos ocuparon muchas más páginas, mucho ruido, política interior, política exterior, batallas, treguas y tratados como el que se firmó aquí para repartir el mundo entre castellanos y portugueses. 



Yo solo fui un nombre en los papeles, convertida en sombra por mi padre, mi esposo y mi hijo.
Una loca útil, una pobre mujer encerrada durante casi cincuenta años, maltratada y humillada, acompañada de una corte de mentira, con mi hija que un día me robaron...Ella fue también una pequeña cautiva, lo saben los niños tordesillanos, " pajarillos de la tierra" , los que jugaban junto a la tronera para distraer a la infanta Catalina, que ella les arrojaba una monedita de plata. Será una gran reina, todos mis niños son reyes, una gran suerte la mía.

-Los documentos regios iban encabezados con vuestro nombre:

"Doña Juana e Don Carlos, su hijo, reina y rey de Castilla, de León, de Aragón..."

Más tarde, a partir de 1519:

"Don Carlos, por la divina clemencia Emperador siempre augusto, rey de Alemania, doña Juana, su madre y el mismo don Carlos, por la misma gracia reyes de Castilla, de León, de Aragón..."

"Evidentemente era un golpe de Estado...pero acabó imponiéndose como la más adecuada para salir al paso de la difícil situación..."

-¿La difícil situación, decís, don Manuel?

-La provocada por lo que llamaron vuestra incapacidad. 

-Con altibajos, escribís. Recogéis las palabras de Pedro Mártir de Anglería que comenta, admirado:

"Tiene mucho talento y memoria esta nuestra soberana. Con agudeza penetra no solo en lo que respecta a una mujer, sino también a un gran hombre...Tan pronto nos hace concebir esperanzas de una próxima curación como nos la ahuyenta. Así vivimos."

A nadie interesó mi curación. No os fiéis del cronista. Me condenaron a vivir como una demente, que mis carceleros usaron la fuerza, incluso la cuerda, en más de una ocasión. Sólo los Comuneros, los de la Santa Junta, me hicieron sentir como doña Juana de Castilla. Zúñiga me dixo que ya era libre, que era de nuevo la Reina Soberana a quienes todos acataban. Que diera órdenes, que gobernara mi Reino, que mandase a su placer porque todos me obedecerían. ¿Asumir mis funciones regias? Me sentía flaca, no firmé nada y fracasó el alzamiento comunero. Volví a mi cautiverio, "a manos de aquel odioso marqués". 


Doña Juana recibe a los Comuneros (Plastihistoria)

-Fueron setenta y cinco días, pocos para que vuestra mejoría fuera duradera. 

-Sentaos aquí a mi lado. Vos ya pasasteis a este lado y no teméis a los fantasmas. Escuchadme: 

Eran las seis de la mañana del Viernes Santo, 12 de abril de 1555. Por fin yo, Juana I, la desventurada Reina de Castilla, había escapado a mi cautiverio. Al fin, era libre, como vos bien decís, don Manuel.


Mis últimas palabras dixeron no ser otras sino "Jesucristo crucificado, sea conmigo". Al menos, así lo escribió el buen jesuita, en una carta a mi hijo Carlos. Enviado por mi nieto el príncipe Felipe, Francisco de Borja "llevó un poco de paz" a mis últimos días, la que su hermano, el marqués de Denia, me negó.

Mi salud había empeorado, ya no era sólo la mente de la loca, era también el cuerpo de una anciana que cayó y quedó inmóvil de la cintura para abajo. Hubo días en que me orinaba y defecaba encima y no acudía la moza de retrete a limpiarme; las señoras damas no daban la orden, que la Reina echaría  a quien se le acercara.  ¡Bruxas!

 No me permitían hablar, cuando salía al corredor del río. Una sola palabra y habían de meterme  a la fuerza en mi cámara, alumbrada sólo con velas. ¡Cómo ansiaba el cielo y el sol! ¡Ver correr las aguas del Duero que viajan a Portugal! ¡Y enviar un abrazo a mi niña Catalina, la reina de Portugal!


Río Duero a su paso por Tordesillas.

A la Corte le preocupaban las habladurías del pueblo, que la Reina se mostrara indiferente ante las cosas de la religión y se portara como una hereje. ¿Hereje? No podía gobernar por ser una demente, si carecía de razón no podía ser acusada de culpa alguna.

-Se llegó a decir que habíais rechazado unas velas benditas y que hacíais gestos extraños cuando el cura alzaba la sagrada forma. ¡Porque obrabais movida por el demonio que llevabais dentro! Disparates, mi señora doña Juana. Una sospecha muy de vuestra época que trajo la desgracia a tantos desventurados. 

Francisco de Borja concluyó que no habíais tenido el trato adecuado para paliar vuestra enfermedad. Con sus dotes persuasivos logró que abandonarais la indiferencia hacia las prácticas religiosas. Os razonaba que vuestro nieto Felipe aceptaba la boda con María Tudor para convertir a Inglaterra, caída en la herejía. Sería dañoso que supieran que la reina de Castilla vivía sin misas, imágenes y sacramentos. Decidme qué os apartaba de la vida religiosa. 

-Eran las dueñas, unas bruxas que me quitaban el libro de rezos de las manos y se burlaban de mi oración. Escupían sobre las imágenes y ensuciaban el agua bendita. Y en la misa volvían el misal y me mandaban que no dixese sino lo que ellas quisieren. 

-¿Cómo podíais creer tales cosas de las dueñas?

-Francisco de Borja lo puso en duda y así me lo indicó. Yo, en mi locura, le dixe que bien podía ser porque ellas decían que eran almas muertas. Ahora sé que eran fantasías mías, me creía atormentada por las bruxas. Ahora sé que me llevaron la corriente y simularon castigar a las dueñas. 



-Vuestro nieto Felipe no consintió que os aplicaran exorcismos y Francisco de Borja consiguió que volvierais a oír misa e incluso que se rociase con agua bendita el palacio. ¡El diablo, qué obsesión! 

-Padecía extrañas visiones, lo del gato de algalía que se comió a la infantita de Navarra y demás. 

-A vuestra débil disposición mental se añadieron los padecimientos corporales: llagas y gangrena. Recios dolores os tenían en un grito. Francisco de Borja, al parecer, consiguió liberaros de las visiones e incluso llegó a pensar que habíais recobrado la razón.

-¡Qué gente más complicada la del tiempo que me tocó vivir! Hubieron de consultar al más destacado teólogo de la Universidad de Salamanca, Domingo de Soto, si podría recibir los Sacramentos. Llegó a Tordesillas el día anterior a mi muerte, habló conmigo y dictaminó que podría recibir la Extremaunción, pero no la Comunión. Era Jueves Santo y viví mi propia pasión, asistida y consolada por Francisco de Borja. 

Una constante en mi vida, como decís vos, desde mis primeros años en Flandes, cuando mi madre envió a aquel dominico, Fray Tomás de Matienzo, con la misión de enmendar mi conducta religiosa, que había quejas en Castilla de mi poca devoción. El terrible fraile sacudió sobre mí todos los truenos cuando supo que no había querido confesar, ni siquiera la víspera de la Asunción. Me dijo "que tenía corazón duro y crudo, sin ninguna piedad", tal y como la Reina le había dictado. Ya sabía mi madre, tan católica, de mi poco apego a las prácticas religiosas. Desde niña bregó conmigo, me amaba sinceramente aunque nunca llegó a entenderme y dirigirme. 

Yo, compungida, me disculpé: me había visto apartada de mi madre, me apenaba tanto  pensar en ella que me hartaba de llorar. Era muy niña, me sentía abandonaba, en lejanas tierras, con el ánimo flaco y abatido.

- Se os había impuesto una dura misión, superior a vuestras fuerzas. Habíais sido entregada por vuestros padres a un triste destino dictado por la diplomacia, "la desnuda razón de Estado". Había que aliarse con la Casa de Austria, para cercar a Francia por uno y otro frente. Allí estabais disponibles vuestro hermano Juan y vos, mientras que Maximiliano I tenía dos hijos de una edad similar: Margarita y Felipe. ¡Desventurado Juan, el príncipe del que dijeron que murió de amor y no fue sino la tisis! ¡A los diecinueve años! "Triste España sin ventura" compuso Juan del Enzina. 



-¡Más desventurada fue Juana que padeció el apartamiento y la soledad en aquella tierra sin sol! Si bien la atracción del sexo se me mostró como una explosión que acabaría dominándome, mostrándome cuán vulnerable podía ser. Don Felipe y yo tuvimos prisa, quisimos que el sacerdote nos echara presto la bendición para consumar nuestro matrimonio. Luego...



¿Cómo iba a recibir a aquel fraile con agrado? Me importunó, me acosó, me recriminó por mis silencios, pues la Reina quería que le contase mis pensamientos y mis obras, "así lo bueno como lo menos bueno". Resistí, nada dije, yo misma escribiría. Y vos, don Manuel escribisteis:

"Empezaba el desvío, y acaso también, el desvarío de doña Juana". 

-Mi señora doña Juana, habéis enlazado el principio con el final de vuestra desventura. Los recuerdos de los viejos suelen ser así. Antes de volver al principio que fue final, quisiera preguntaros cómo llenasteis el tormento de las largas horas vacías. 

-Cuando no padecía una crisis, los libros me servían de gran consuelo. Recordad que las infantas, por decisión de nuestra madre, tuvimos un excelente preceptor, Alejandro Geraldino, que nos enseñó latín y humanidades. También libros piadosos, el hilado, la costura, el bordado y, sobre todo, la música, ya lo veis. Recuerdo cuando, de niña, visitaba a mi abuela Isabel en Arévalo, la pobre mujer sólo se entretenía corcusiendo trapos y llamando a gritos a don Álvaro de Luna, otra triste historia la suya. Ahí al lado tuve yo a mi don Felipe, lo amé a pesar de sus infidelidades.  Sí, ya sé que murió en Burgos, en la Casa del Condestable de Castilla, la del Cordón...Y que lo que yo paseaba por los campos castellanos era un cuerpo muerto. Volvamos al principio, don Manuel Fernández Álvarez:

-Eran las seis de la mañana del Viernes Santo, 12 de abril de 1555. "Al fin, Juana la Loca era libre". Seguiremos hablando, mi señora. 

Aquí me desperté, dice mi amiga Austri. Mi sueño era muy real, aunque doña Juana no hablara como suponemos que se hablaba en el siglo XVI. 


Mañana estaremos en Tordesillas. Tal vez encontremos a doña Juana en la Capilla Dorada. 

Un abrazo de María Ángeles Merino.

Y de Austri.