martes, 26 de enero de 2021

"Galanes": "Un auténtico hijo de perra".


Comentario sobre el libro de relatos Algunas historias no sirven para escribir historias de amor de José Ignacio García, para la lectura colectiva de La Acequia y Alumni UBU, dirigida por Pedro Ojeda.

Paseaba entre arboles, como todos los días. Era un sábado gélido de enero y la centella bordaba hermosos dibujos con hilo de hielo en tela de clorofila. No era cosa de todos los días, había que disfrutar del espectáculo. El pino llorón, el del Himalaya, parecía más llorón que nunca con sus acículas escarchadas. Iba a hacer la foto cuando alguien me llamó por mi nombre. 

-¡María Ángeles!

-¡Austri! ¿Dónde te habías metido? No te veo desde antes de la pandemia. Bueno, mucho antes.

Era Austri, los que pasan por aquí ya la conocen, una amiga que solía ayudarme a comentar libros. Llevaba mucho tiempo sin verla, antes me la encontraba en mis paseos, sobre todo si me sentaba a leer en un banco o en la orilla del río. Es un personaje algo fantasmal, me cuenta que fuimos compañeras en el Insti y se acuerda de cuando la profesora de literatura me puso un cero por culpa del Arcipreste de Hita, que jugaba conmigo a la soga en el Espolón y se acuerda de cuando un guardia nos quitó la cuerda por jugar donde no se podía jugar. Y el caso es que yo no recuerdo a ninguna compañerita con ese nombre. 

Austri está siempre muy informada de los libros que comentamos en el Club de Lectura de La Acequia. ¡Y los lee! Esta vez, se había leído Algunas historias  no sirven para escribir canciones de amor del escritor castellanoleonés José Ignacio Pérez. Me pidió que le leyera lo que había escrito sobre el libro, en el cuadernillo de notas. No me paré a pensar cómo sabía tanto de mis costumbres, dócilmente accedí y le pedí que me ayudara con los comentarios. Quedó así:

De acuerdo, Austri, te lo leo:

"El lector se sumerge a gusto en una pintura acertada de ambientes y personajes. Llega a la sorpresa del final, se queda pensativo, algo se le escapa, habrá que leerlo de nuevo. Cuando lo hace, descubre, con una sonrisa, puntos que se le habían escapado, mira que no haberme fijado... Quedan huecos sin rellenar, cada lector los completa con su poca o su mucha imaginación, pero sigue mosqueado. Ese mosqueo es lo bueno de los libros. Este se puede y se debe releer". 

-Es lo bueno de los buenos libros. Cercas dijo que era el "punto ciego", "espacios de ambigüedad que permiten al lector apropiarse de la ficción." Aunque conozco a muchos que les irrita esa ambigüedad y quiere siempre que el escritor se lo cuente todo. Tú misma...

-Confieso que tardé en darme cuenta de la personalidad canina del protagonista de "Galanes"¿Un perro? ¿O un hombre al que el amor incondicional le lleva a una conducta perruna? 

Al principio solo lo vi como un enamorado que quiere recuperar a su adorada chica sencilla y está dispuesto a aguantar carros y carretas, a que lo hagan a lo bestia delante de sus narices:

"Te levantas y recorres el pasillo casi de puntillas con cautela, y a la vuelta del recibidor descubres la escena. Blanca desmadejada entre los brazos de un hombre barbudo, desarrapado y mucho más joven que ella que parece que la quiere despojar de la blusa y del sujetador con la misma ansia que un zorro trataría de desplumar la presa que ha atrapado tras la alambrada de un gallinero. No sabes qué hacer...otro ha activado en la mujer que adoras los resortes lascivos que tú nunca has imaginado que pudiera tener..." (Galanes)

¡Vaya estómago! No se rinde y piensa que todavía puede presentar batalla a su rival. Tiene una estrategia y la lleva a cabo. Es un perdedor como todos los protagonistas del libro, no hay perdices. Nos lo cuenta en segunda persona, buscando nuestra complicidad. 

-Corre alegre hacia la cocina, se conforma con una caricia o un trocito de pan frito, hay que sacarlo a pasear, es muy perro.

-Un perro que habla de cines, de mantas de alpaca, de series de televisión, de tenderetes de mercadillo, posee toda una cultura humana. .

-A ver,  piensa que es un cuento. ¿Te extrañaba cuando eras pequeña y veías, en los dibujos animados, animales que hablaban y se comportaban como personas? Seguro que lo aceptabas sin más, perdemos mucho al hacernos mayores. A ti te ha hecho falta leer las últimas palabras: "te preguntas quién de los dos es un auténtico hijo de perra."

-La literatura fantástica no es mi fuerte, lo reconozco. 

"Galanes" no sirve para una canción de amor, pero hay mucho amor en la historia de "Galanes". No hay fidelidad como la de un perro. ¿A que nadie te recibe en casa con la alegría con que te recibe el de cuatro patas? Todos los que lo tenemos o lo hemos tenido sabemos de la locura de esos recibimientos. 

-Y hablando de otra cosa, te sentó mal lo de esa compañera de lectura que aseguraba, en el Facebook, que ella lo había descubierto ya en la segunda página. 

-¡No! ¿Cómo sabes tú eso?

-Visito todas las redes sociales, es cosa fácil. Si te parece, otro día seguimos hablando, que son diecinueve relatos. Me gustó mucho "La señorita Jéster Sú", una historia de amor sin sexo, en contraste con la que acabamos de comentar, tan de los setenta que la protagonista lleva el nombre españolizado de un personaje de "La casa de la pradera"

-De acuerdo, hasta otro día, Austri. Me das el número de tu móvil y te envío un guasap. 

¡Austri! ¿Dónde estás?

¡Ha desaparecido!

Creo que me han quedado "puntos ciegos". 

Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino

Palabras en rojo tomadas directamente del libro Algunas historias no sirven para escribir canciones de amor, de José Ignacio García, Péñola, primera edición, junio de 2020. 


miércoles, 13 de enero de 2021

Algunas historias no sirven para escribir historias de amor (José Ignacio García). A los que hirió el amor.



Comentario sobre el libro de relatos Algunas historias no sirven para escribir historias de amor de José Ignacio García, para la lectura colectiva de La Acequia y Alumni UBU, dirigida por Pedro Ojeda.

Ayer, comenzaba a leer el último relato de Algunas historias no sirven para escribir canciones de amor, del escritor leonés José Ignacio García, cuando pitó mi móvil y se asomó la añorada muñequita del Club de Lectura de La Acequia, siempre bienvenida. Pedro Ojeda lo señalaba como lectura para enero, poniendo en marcha el Club de Lectura, interrumpido en marzo, por el confinamiento de la pandemia. 

Tomada de La Acequia

Algunas historias no sirven para escribir canciones de amor. El título podría ser un triste y hermoso microrrelato. Suena a desilusionada conclusión de alguien que tira la toalla. 

¿Y cómo son las que sí sirven? Hago memoria de mis años jóvenes, que los tuve, y me viene algo así como: "Nunca olvidaré la tarde fría que pasamos juntos del invierno aquel, la emoción que yo sentí al acariciar tu piel. Tú tenías quince años, yo no había cumplido aún los dieciséis. Nunca mi amor olvidaré cuando por primera vez yo te besé...". Como veis, me falla un poco la memoria.


Amor romántico, no, aquí cuadraría esta otra, todavía más vieja: "Como si una guerra cruel vinieran de perder...A los que hirió, a los que hirió el amor...". ¡Eso es! Bueno, cosas mías, María Ángeles déjate de digresiones. Al grano, digo al libro y a las canciones que tocan ahora, Sabina y demás.

Os decía del último relato, el que lleva el mismo título del libro y contiene, desde las primeras líneas, trazas de dejarnos en el rincón de pensar, tan impactados como con el primero. Y con los demás, que cada lector elija el que le dejó más KO, con los esquemas más del revés. 

Los protagonistas parecen pedir nuestra complicidad, por más extrema que sea la situación: no es para tanto lo que les sucede, qué van a hacer, lo mismo que cualquiera. “La vida es muy cabrona” pero han de mantener la dignidad. Son perdedores, les hirió el amor o la vida o las dos cosas, no habrá perdices. Cada uno en su ambiente: muebles, vestidos, comidas, bebidas, canciones, incluso programas de televisión. Leemos, vemos, tocamos, olemos, gustamos y entramos en su mundo de dentro. José Ignacio García nos coloca delante del lado oscuro de la vida, sin amargura, con ironía y su buena dosis de comprensión y cariño.

No son relatos para canciones de amor, pero hay mucho amor en lo que estamos leyendo, distinto, tremendo, doloroso:

"Te levantas y recorres el pasillo casi de puntillas con cautela, y a la vuelta del recibidor descubres la escena. Blanca desmadejada entre los brazos de un hombre barbudo, desarrapado y mucho más joven que ella que parece que la quiere despojar de la blusa y del sujetador con la misma ansia que un zorro trataría de desplumar la presa que ha atrapado tras la alambrada de un gallinero. No sabes qué hacer...otro ha activado en la mujer que adoras los resortes lascivos que tú nunca has imaginado que pudiera tener..." (Galanes)

Como escribe certeramente Tomás Sánchez Santiago en el prólogo titulado “De la escritura simbiótica”:

“Por estos diecinueve relatos vuelven a atravesar ante nosotros personajes en manos del destino, hombres y mujeres que cumplen irremediablemente “esa oración consecutiva que es la vida” y aceptan, en glacial mansedumbre, lo que les va llegando.” 

Sí, cabe mucho amor en esa "glacial mansedumbre", también desamor. En el cornudo que quiere recuperar a su adorada chica sencilla, en la guapetona y culta Jéster Sú que premia al único que no la mira con ojos lascivos, en el indiano venido a menos, en la cartera enamorada de un Diógenes que acumula cartas de banco, en las "novias viudas" que intercambian venganzas, en el sicario que se niega a matar, en la mujer que compra"archiperres"al vendedor ambulante...Tengo que volverlos a leer, se pueden y se deben leer más de una vez.

A ver si escribo más, ay mi blog que, haciendo honor a su nombre, lleva camino de criar telarañas. Bienvenidos sean los dos clubes de La Acequia, el virtual y el presencial. Y si los dos tienen que ser virtuales, es lo que hay y la salud es lo primero.

Un abrazo de María Ángeles Merino para los que pasáis por aquí. 

Palabras en rojo tomadas directamente del libro Algunas historias no sirven para escribir canciones de amor, de José Ignacio García, Péñola, primera edición, junio de 2020.