martes, 28 de noviembre de 2017

Comentario a la lectura del drama "Don Juan Tenorio" en la Casa Museo Zorrilla (4): Don Juan o la palabra.

María Ángeles Merino Moya tomando notas en la Casa Museo Zorrilla, con su pluma zorrillesca. Cortesía de Paloma Fernández Villa.

Como dice Pedro Ojeda, en La Acequia:

"Y en la sala Narciso Alonso Cortés celebramos la sesión académica con el comentario de la lectura del drama Don Juan Tenorio que nos ha ocupado los pasados días."


Comienza la sesión la que esto escribe, la cronista oficiosa de reuniones lectoras. Pedro Ojeda, me pregunta por mi visión de Don Juan Tenorio que más o menos es la que ya expresé en mi entrada:

-Mis recuerdos del Tenorio van unidos a las versiones televisivas en blanco y negro, cuando asistíamos a la actuación de magníficos actores y actrices expertos en declamar textos de rotundas rimas consonantes que hacían eco en nuestros oídos. 


Era muy popular, la fraseología del Tenorio circulaba en nuestra vida cotidiana, en boca de quienes, como mi padre, si oía gritos le faltaba tiempo para meter la cuña de "¡Cuál gritan esos malditos!". Incluso había versiones escatológicas para patios de colegio. 

Leerlo, lo leí por primera vez para un trabajo de estudiante, algo que parecía escandalizar al conserje que me prestó el libro, en la biblioteca pública. Al final, lo compré y aquí veis mi Tenorio de la colección Austral, edición de 1974. De mi primera lectura, se me quedó el don Juan que, a los pies de de doña Inés, se sienta "capaz aún de la virtud"Nunca lo vi en el teatro y espero poner remedio pronto.



-¿Dónde habéis visto el Tenorio?

-En el Calderón.



-Es una obra para ser representada y ha ganado con las representaciones. Hubo muchos Tenorios famosos. Está en nuestro inconsciente. Una obra correcta, pero dudosa, que ha trascendido de manera que todo el mundo sabe quién es el don Juan. Es cuestionable por qué es tan popular. En el teatro cautiva.

-Tenemos recuerdos de la televisión.

-No nos obligaban a leerla.

-¿Don Juan Tenorio está muerto, al final de la obra?

-¿?

-Está muerto. Es el alma de don Juan. La Teología: si el alma está cerca del cuerpo y hay un punto de contrición, el alma puede salvarse. 



-Sí, nos decían de pequeños que si en el último momento te arrepentías te podías salvar. 

-Tema ciertamente trascendente para una iglesia de cierto oscurantismo Don Juan era una forma de mantener vivo el tema. Era catequesis religiosa para los que iban al teatro.

-¿Catequesis?

_¿Tuvo problemas el Tenorio con la Iglesia?

-¿Arrepentimiento de don Juan en el último momento? 

-Zorrilla tiene un concepto de la religión que no encaja con la religión del castigo: una religión del amor o del perdón. 

-Don Juan salva al mundo. Don Álvaro condena al mundo (¿Don Álvaro o la fuerza del sino?)

-Zorrilla no es un integrista religioso, un integrista es incapaz de meter en un momento de gran tensión aquello de "llamé al cielo y no me abrió..." Magistral.

Como en todas las grandes obras, se hace algo distinto, innovador, el perdón por amor.

-Triunfo del amor.

-Zorrilla presumió de que su gran creación fuera doña Inés. Don Juan se enamora de la pureza de doña Inés. 

-Quién no se enamora de Enma Cohen en sus buenos tiempos...



-No lo habéis visto. Cuando dicen: "¡Justicia por doña Inés!". Doña Inés, con su padre muerto, contesta: "Pero no contra don Juan". Nunca lo ponen en el teatro, ni en el cine. Se cargan una frase. En el manuscrito, Zorrilla dice que se puede eliminar.

-La sexualidad de don Juan da para libros enteros. A mí me parece posible homosexual. No se contenta con doña Inés. Marañón propone su posible homosexualidad.

-¿Complejo de Edipo?

-Insatisfacción con respecto a su propio padre. Ese vacío lo lleva siempre.

-Una obra teatral que funciona con dos elementos represores: don Gonzalo y don Diego.

-Son el sistema establecido. 

-El represor comendador se convierte en convidado de piedra.

-Perdedor en el sentido de los personajes actuales de cómic. Un Batman, un Spiderman. El sentido moral que va cambiando.

-Hoy no encaja. El sentido del honor era todo.

-Doña Inés es la pureza, la candidez.

- Doña Inés es la primera dama, tiene diecisiete años de edad. En un juego muy bien establecido, los muertos no han crecido en edad, don Juan sí, ha madurado, ha envejecido. Algunas versiones alternan dos actores: uno maduro y uno joven. Cuando vuelve al panteón, Inés sigue siendo una adolescente. Don Juan es un adulto cansado de su pasado. Don Gonzalo es un convidado de piedra, no ha cambiado. Es un juego muy sutil. Zorrilla es un hombre de teatro, pisaba el teatro. La gente ha ampliado las críticas de Zorrilla. En el teatro arrolla, te lleva, funciona.

¿Funciones? Las ha habido malas, incluso en el Calderón. La segunda parte es muy difícil de hacer. Recomendable la de los "Amigos del Teatro", en Valladolid.



Los que habéis leído la obra...

-Se lee muy bien, la métrica es variada y arrolla.

-Ha tenido tanto éxito por la métrica, porque son versos muy fáciles de recordar. La fraseología, como la del padre de María Ángeles. Muy popular y muy fácil de recordar.

-Tiene partes magistrales. Los ovillejos, Don Juan con Lucía, velocidad y gracia, retranca, arrastra, pura oralidad.

-Sentido del ritmo, oralidad pura. Os aconsejo Recuerdos del tiempo viejo.

"¡Ah! ¡Callad por compasión!, que oyéndoos me parece que mi cerebro enloquece..."

El poder seductor de la palabra. Criticada por facilona. El personaje de don Juan es la palabra.

-El demonio arrastra con la palabra.

-Experiencia de este día: maravillosa (nuestra buena amiga sefardita Myriam Goldenberg de Argentina a Israel, pasando por Valladolid).

-No se representa de don Juan Tenorio: 

(...De sus bocas salen sus almas, representadas en dos brillantes llamas que se pierden en el espacio al son de la música. Cae el telón.)


Pedro Ojeda en la Casa Museo Zorrilla. Cortesía de Paloma Fernández Villa.

-Triunfo del amor.

-El mundo entero hubiera sido castigado.


-Don Diego y don Gonzalo son el mismo personaje.


-Ultracatólico-moderno.


-Es un personaje trasgresor. 

-Zorrilla sorprende más que don Juan Tenorio, revalorizado por la persona de José Zorrilla. Me maravilla su psicología, su forma de ver el mundo.

Acercaos a la vida de Zorrilla (un buen consejo).


No hay mucho tiempo, tenemos que coger el autobús de regreso a Burgos. Damos por terminada la reunión lectora, tenemos que dejar tiempo para el sorteo de dos ejemplares de Zorrilla, su vida y sus obras, de Narciso Alonso Cortés, en una cuidada edición facsímil, con estudio introductorio de Pedro Ojeda. Una monumental obra que ahora nos va apeteciendo leer, al principio su tamaño imponía un poquillo. 



Unas papeletas, una mano inocente y dos afortunados ganadores. ¡Enhorabuena! ¡Uno de ellos volará lejos! 

Nos vamos, con el mejor sabor de boca. Un día inolvidable. Para completar la crónica, me falta la de la visita a la Casa Museo Zorrilla, estoy en ello. Es que...se me ha aparecido un fantasma, bueno no, un fantasmita, encantador. Ya veréis.

Un abrazo de María Ángeles Merino

viernes, 24 de noviembre de 2017

Homenaje a José Zorrilla (2): "Mi exclusivo nombre de poeta".


El Club de lectura junto a Zorrilla, en "Mi exclusivo nombre de poeta". Foto cortesía de Paloma Fernández Villa.

Recordáis de la entrada anterior:

El sábado, día 18 de noviembre, el Club de lectura de La Acequia viajó a Valladolid, para homenajear al poeta José Zorrilla, con motivo del año de su bicentenario (1817-2017). ¡Y nuestra lectura de Don Juan Tenorio!


Seguimos: 

Después de la visita a la tumba de Zorrilla, en el Panteón de vallisoletanos ilustres., nos dirigimos al centro de la ciudad, para visitar la exposición Mi exclusivo nombre de poeta, en el Archivo Municipal. 

Tras la parada obligada a tomar café, paseamos por Valladolid guiados por Pedro Ojeda, un enamorado de su ciudad. Todavía recordaba sus explicaciones de cuando la "Ruta del Hereje". Una breve visita al impresionante Patio Herreriano del Monasterio de San Benito, Museo de Arte Contemporáneo Español, con algunos ¡oh! y ¡ah!

Foto cortesía de Yolanda Delgado

El gigante grupo escultórico de los reyes Juan Carlos y Sofía, obra de Antonio López y otros, no deja indiferente. Tampoco los "cabezones" de Antonio López: Carmen dormida y Carmen despierta. ¡Qué cosas hacen estos contemporáneos! 

Grupo escultórico de los reyes Juan Carlos y Sofía, ahora reyes eméritos (Antonio López). 

Bueno, que hemos venido por un escritor romántico, del XIX. Míralo, ahí está, en la iglesia de San Agustín, sede del Archivo Histórico Municipal de Valladolid. Todo un señor archivo que alberga documentación desde el siglo XII hasta la actualidad. De nuestro homenajeado, guarda la "Colección Casa de Zorrilla" que incluye, en otros, el legado de Narciso Alonso Cortés.


La exposición reúne cartas, escritos, libros, objetos, grabados y fotografías, carteles, etc., en su mayor parte pertenecientes a los fondos de la Casa de Zorrilla. Su título "Mi exclusivo nombre de poeta" se refiere al deseo de Zorrilla de ser únicamente poeta, voluntad que mantuvo toda su vida. Seguimos las explicaciones de la guía en torno a cinco capítulos: "Un lustro y medio de voraz trabajo" (1837-1850), "Veinte años de mi patria viví lejos" (1850-1866), "Una gloria nacional "(1866-1893) y "Después de la muerte"(1893-1917). 

Atrapamos algunas pinceladas de una vida. En 1817 nace, en Valladolid, un niño "sietemesino" que recibe el bautismo del cirujano, por si acaso. 



Pequeñito, débil, arrastra siempre una mala salud de hierro. El padre de su biógrafo fue su médico y en la exposición nos fijamos en una receta. 



Un padre de rígidos principios que nunca acepta a un hijo que no se le somete. ¿Tanto como el ficticio don Diego que califica a su hijo de "monstruo de liviandad"? Algo de eso hay: absolutista, superintendente de la policia en Madrid, cuando el indeseable Fernando VII, absolutista en casa y fuera de ella. El cargo de su  severo progenitor´permite a Zorrilla estudiar en el Seminario de Nobles, con los jesuitas, y acceder a una educación vedada a un joven de clase media. Después estudia Leyes con muy escaso aprovechamiento. Dicen que Zorrilla no quiso a Burgos, sí...vive su primer amor, una prima, la mujer que evoca en Un recuerdo de Arlanza



Zorrilla en Lerma, a orillas del Arlanza. Cortesía de Agustín Merino.
Malísimo estudiante, huye de la casa paterna (1836), ante la perspectiva de cavar viñas. Roba una yegua y se planta en Madrid, donde lleva una vida oscura, llena de privaciones. ¡Pero no renuncia a ser sólo poeta! En 1837, se revela como poeta, al pie del sepulcro de Larra, donde lee: "Ese vago clamor que rasga el viento..."

Al salir del cementerio, es ya un poeta famoso. Conoce a Hartzenbusch, a Martínez de la Rosa y a Espronceda. Le ofrecen trabajo en El Porvenir, nada menos que seiscientos reales, y El Español, en la vacante de Larra. Su carrera literaria va a ser vertiginosa desde entonces: Poesías, El zapatero y el rey, Sancho García, Traidor, inconfeso y mártir, El puñal del godo, Don Juan Tenorio...

Se casa con Florentina O’Reilly, viuda y mucho mayor que él. La buena señora, llevada de los celos, indispone al poeta con su familia y le hace abandonar el teatro. Zorrilla huye del infierno familiar, emigra a Francia y a México; mas hasta allí viajan las cartas y los anónimos difamatorios. 



Durante una de sus visitas a Francia, muere su madre y, tres años después, sin llegar a reconciliarse, fallece su despótico padre. Escribe con amargura: "Mis padres mueren sin llamarme en su última hora ¡Dios me deja en la tierra sin el último abrazo y sin la bendición de mis padres! ¿Qué le he hecho yo a Dios? ¿Están malditos mis pobres versos?"

En París ama apasionadamente a Laila...La lista de don José no es, ni mucho menos, la de don Juan; pero camina en la misma dirección. En la exposición, nos muestran un retrato de la dulce Laila.

Pasa muchos años en América, entre negocios imposibles y lecturas poéticas en Cuba y México. Cuenta con la amistad del emperador Maximiliano, quien le nombra director del Teatro Nacional mexicano. El fusilamiento de Maximiliano, abandonado por el Papa, le produce una profunda crisis religiosa. Recordamos que su madre, doña Nicomedes, mujer muy religiosa, le había inculcado la fe católica desde niño. 


Muerta su esposa, regresa a España, donde es recibido con entusiasmo. Muerta doña Florentina, víctima del cólera, que no de la cólera, se casa con la bella Juana Pacheco. 

Alterna el éxito con los apuros económicos. Le reciben triunfalmente en la Academia Española y le coronan solemnemente en Granada, donde recibe el homenaje de catorce mil personas, nada menos. 



Muere en Madrid, el 21 de enero de 1893, tras una operación para extraerle un tumor cerebral. En Recuerdos del tiempo viejo habla de alucinaciones y sonambulismo. Nos podemos preguntar cuándo aparece el tumor cerebral y cómo afecta a su vida y a su obra. Ya en 1853, se había inventado un doble, loco (Cuentos de un loco). Desde luego, la fantasía es un componente en su obra pero...

La muchedumbre acude a su entierro. El pueblo español ama a su poeta.


Era ingenuo, bondadoso, amigo de todos, ignorante del valor del dinero y ajeno a la política. Así lo describe Narciso Alonso Cortés, su biógrafo. Muy orgulloso de su independencia, confiesa, como Machado, que a su trabajo lo debe todo y que rechazó lucrativos puestos por no sentirse preparado. 

Nos hacemos la foto con una silueta de Zorrilla que ahora es como uno más de nuestro club. Ya sólo nos queda ir a su casa. Lo dejo para la próxima entrada.

Un abrazo de María Ángeles Merino a los que pasáis por aquí. 

Gracias a Paloma Fernández Villa y a Yolanda Delgado por la cortesía de las fotos.

martes, 21 de noviembre de 2017

Homenaje a José Zorrilla (1): "Ese vago clamor que rasga el viento..."

Club de Lectura de La Acequia junto al Panteón de vallisoletanos ilustres.

El sábado, día 18 de noviembre, el Club de lectura de La Acequia viajó a Valladolid, para homenajear al poeta José Zorrilla, con motivo del año de su bicentenario (1817-2017). ¡Y nuestra lectura de Don Juan Tenorio!

La primera parte de nuestra visita tuvo lugar en el Cementerio El Carmen, en el Panteón de vallisoletanos ilustres. José Zorrilla fue el primero, Miguel Delibes el último, diez "ilustres" en total. 

El sol suavizaba el frío. Nos colocamos frente a su tumba, en un lado del octógono, a la sombra de Castilla en bronce. Sobre la losa, encontramos sencillas y efímeras ofrendas: un poema y unas  flores sueltas pilladas con un humilde guijarro. Claveles, una malva y un diente de león.


Pedro Ojeda nos habla de José Zorrilla y nos lleva hasta el día 13 de febrero de 1837: van a enterrar a un famoso escritor suicida, en un cementerio madrileño. Sí, Mariano José de Larra será enterrado en sagrado, se había vuelto loco...Entre la multitud, avanza un desconocido, lee una elegía que había escrito para la ocasión:


...

No puede más, se desmaya. ¿Emociones? ¿Sueño y hambre? Sí, emociones pero también sueño y hambre, lo confiesa. Zorrilla pasa sus días en la Biblioteca Nacional y sus noches en el chiribitil de un compasivo cestero. Aquella lectura le abre las puertas del mundo literario. Muere un escritor y nace otro.


Nuestro club de lectura desea resucitar, aunque sólo sea un poquito, aquel momento, dos siglos después; nos conduce el recitado y la capacidad evocadora de Pedro Ojeda. Nos acompaña el entusiasta concejal de cultura de Torquemada, pueblo donde los Zorrilla tuvieron su casa solariega. También contamos con la valiosa presencia de Paz Altés, directora de la Casa Museo de Zorrilla

Mi amiga, la poeta Luz del Olmo, la de En un acorde azul, había escrito, para este día,  un hermoso poema que nos reúne a todos en torno a un "misterioso canto". La escuchamos: 


Luz del Olmo lee su poema


...

Luz del Olmo recita su poema 

Los lectores,"muy diversos", nos hacemos la foto de grupo. El concejal de cultura de Torquemada nos cuenta que el padre de Zorrilla se hizo enterrar sin lápida para que su hijo no pudiera localizar su tumba. La sombra paterna siempre acompañó dolorosamente a nuestro poeta homenajeado: 

Mi homenaje a Zorrilla con mi viejo ejemplar de Austral.

Una mirada a la tumba de Miguel Delibes. Saludos, don Miguel, buena compañía. Presente mis respetos a su señora, mi tocaya Ángeles Castro, y a doña Rosa Chacel, que tengo pendiente leerla.


Tumba de Miguel Delibes y Ángeles Castro

Abandonamos el cementerio y nos dirigimos al centro de Valladolid. Nos espera la exposición: "Mi exclusivo nombre de poeta" en el Archivo Municipal. Seguiré en otra entrada.

Un abrazo para todos de María Ángeles Merino. 

Gracias a Paloma Fernández Villa y a Yolanda Delgado por las fotos.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Don Juan Tenorio: los "yonquis del amor" no han encontrado a su doña Inés.


Comentario sobre la obra de teatro Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, para la lectura colectiva de La Acequia, dirigida por Pedro Ojeda.

Pedro Ojeda nos propone que elijamos "un tema, una escena, un motivo o un recuerdo personal" sobre el drama Don Juan Tenorio de José Zorrilla y escribamos sobre él.

¿Don Juan Tenorio? Era la tradición del día de los Difuntos en los teatros españoles, cuando no sabíamos nada de "jalogüines"; pero a partir de finales de los sesenta y principios de los setenta, los televisores fueron aterrizando en nuestras casas y tuvimos a don Juan, en la TVE, estatal, única, franquista y blanquinegra. 



En zapatillas y pijama, asistimos a la actuación de magníficos actores y actrices expertos en declamar textos de rotundas rimas consonantes que hacían eco en nuestros oídos. ¡Qué grandes! Francisco Rabal, Juan Diego, Carlos Larrañaga, Fernando Guillén, Juanjo Menéndez, Concha Velasco, Ana María Vidal, Mari Carmen Prendes, Julia Caba Alba, Tota Alba...¡Qué pico el suyo! ¡Como si fuera fácil hablar así! No había redondilla, ni quintilla, ni octavilla que se les resistiese..., sí, eso del abba, ababa, -aab-ccb del libro de lengua. ¡Y nosotros sin sospecharlo! Conocimos varias versiones televisivas, incluso refundidas, incluso paródicas

Sí, terminaron perdiendo el respeto al mito de don Juan. Recuerdo aquel "tiroriro tiroriro tiroriro, tiroriro tiroriro tirorá" de la versión de Mercero (1974), que minimizaba el celebérrimo "¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor...". Lo que no recordaba era que una de las doña Inés, Agatha Lys, descubría que su don Juan, Pedro Osinaga, encontraba "un objeto de seducción más interesante para él... otro hombre... ¡en 1974!". Tal vez Mercero pensaba en el doctor Marañón que le atribuía "una personalidad narcisista con una homosexualidad latente bajo su carácter burlador".



En aquellos años, el Tenorio estaba en nuestra vida cotidiana. Si se gritaba, más de lo tolerable entre españoles, existía la posibilidad de que un redicho mostrara su indignación con un "¡Cuál gritan esos malditos!". Si alguien escribía mucho y en público podía escuchar un "Largo plumea". Si recibía una bofetada, clamaba: "¡Villano! ¡Me has puesto en la faz la mano!". Ante una amenaza, el desprecio podía ir precedido de un "Me hacéis reír don Gonzalo". Si llamaban a la puerta: "esa aldabada postrera ha sonado en la escalera". Pero la peor parada fue, sin duda, el arranque de la escena del balcón, que no del sofá: " ¡Ah! ¿No es cierto ángel de amor que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor?". Era tan popular que cayó en manos de los inventores de versiones escatológicas, la más conocida la de "no es verdad, ángel de amor, que en esta apartada orilla  ha cagado una chiquilla y hasta aquí llega el olor". Por cierto, que todavía es muy popular entre chavales que no saben de qué va el Tenorio. 



No me acuerdo cuándo vi el Tenorio por primera vez. La de 1966, la de Paco Rabal y Concha Velasco, me resulta muy familiar pero yo era demasiado pequeña. Tal vez la repusieron más tarde y la pude conocer más mayor, quizás fueron fragmentos, no recuerdo que a mis padres les preocuparan los dos "rombos" que seguramente tenía. O fue la de 1968, con Juan Diego, o la de 1970, con Carlos Larrañaga...No sé, lo que sí recuerdo muy bien es el año en que leí Don Juan Tenorio

Vivíamos la transición democrática pero todavía arrastrábamos mucho del pasado, era 1977. El profesor de Literatura nos señaló media docena de libros para leer y escribir un comentario, uno de ellos era el de Zorrilla. Fui a la biblioteca pública, la Casa de la Cultura que decíamos. No se me olvida la reacción del conserje indignado, que tenía que darme el libro: "¿Esto te mandan leer en el colegio?". Tal vez mi aspecto aniñado le confundió, no me molesté tampoco en explicarle que el colegio era una escuela universitaria y que pronto sería maestra. El hombre estaba escandalizado, le parecía el colmo de la depravación: mandar a una niña a leer el Tenorio. No sé si por no tener que ver otra vez la severa mirada del conserje, compré el Don Juan Tenorio de la colección Austral, todavía lo conservo.



Lo leí y me gustó especialmente que don Juan, a pesar de su larga lista de maldades, se enamorara del enamoramiento de un ser tan puro como doña Inés. Y me sorprendía que  Inés se enamorara de  "las palabras de don Juan", las que se filtraban " sensiblemente su corazón", de tal manera que:
"No, don Juan, en poder mío
resistirte no está ya;
yo voy a ti, como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena."

Incendio, fuego, volcán. ¿Tan abrasadoras pueden ser las palabras? Me preguntaba, con veinte años, si era posible un enamoramiento así. Y que un personaje tan inmoral como don Juan se sintiera "capaz aún de la virtud". 



He vuelto a leer el Tenorio, unos cuantos años después, y sigue gustándome; aunque ahora me moleste más el "concurso" de don Juan y don Luis Mejía, por ver quién hizo más daño, la consideración de la mujer como simple objeto para jactarse en una taberna, algo de usar y tirar :"una para enamorarlas, otro para conseguirlas, otro para abandonarlas, dos para sustituirlas, y una hora para olvidarlas". 



¿Qué puede ser la mujer? O simple objeto de diversión o celestina diabólica, véase la Brígida, o un ángel salvador. Inés, "la pureza absoluta" como dice Pedro Ojeda, salva a don Juan, el gran pecador. Oímos a la sombra de Inés, que no está ni viva ni muerta:


Yo a Dios mi alma ofrecí
en precio de tu alma impura:
y Dios, al ver la ternura
con que te amaba mi afán,
me dijo: "Espera a don Juan
en tu misma sepultura.
Y pues quieres ser tan fiel
a un amor de Satanás,
con don Juan te salvarás,
o te perderás con él."

Y, al final:

"Yo mi alma he dado por ti,
y Dios te otorga por mí
tu dudosa salvación.

"Cae don Juan a los pies de doña Inés, y mueren ambos"


Si Tirso de Molina mandó a los infiernos a "El burlador de Sevilla y convidado de piedra", don Juan se salva porque muere con “un punto de contrición”, como exigía la ortodoxia católica. No recordaba yo el “contrito afán” de nuestro personaje, el añadido teológico. Ahora nadie piensa en contriciones ni atriciones, las nuevas generaciones se libraron del catecismo.


"Yonquis del amor"

Antes de cerrar la entrada, me pregunto cómo sería un don Juan Tenorio del siglo XXI. La respuesta me viene de la mano de “El País Semanal” de 19 deseptiembre de 2017. Sería, como el del XVII, como el del XIX, un “yonqui del amor”, un adicto al enamoramiento fugaz. 

La psicóloga Inma Ruiz considera al don Juan como un adicto: “un seductor compulsivo, infiel e insatisfecho.Vive intensamente los momentos iniciales de una relación, pero se desentiende pronto para partir en busca de nuevas emociones”

La explicación no puede ser más prosaica: “Estos sujetos viven intensamente los momentos iniciales, producen más dopamina y noradrenalina de lo normal y sienten el chute bioquímico del amor con más intensidad que el resto. Esto les produce una suerte de rápido embotamiento, lo que los expertos llaman “saturación del estímulo”, que provoca que rápidamente se desenganchen y pasen a buscar una nueva presa que los sacíe de nuevo”. Por el contrario, presentan bajo nivel de vasopresina, la hormona “que provoca el apego”. Todo puede ser química, una hormona baja y otras suben ; pero don Juan encontró a doña Inés, “la pureza absoluta”, como dice Pedro Ojeda. Los yonquis del amor que van por el mundo no tuvieron esa suerte. Por eso titulé esta entrada: “Don Juan Tenorio: los "yonquis del amor" no han encontrado a su doña Inés”. Es un  homenaje a José Zorrilla en su bicentenario.

José Zorrilla. imagen de "La Acequia".

Un abrazo de María Ángeles Merino para todos los que pasáis por aquí.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Mujeres opiladas




Hoy quiero hacer una entrada diferente, de la mano de mi madre y del imborrable recuerdo de una representación teatral en que participó, dirigida por una excepcional profesora de literatura, "dos años después de la guerra", en Alcalá de Henares. Nos turnaremos para tirar del hilo. Comenzamos:

El acero de Madrid (Beltrán, Belisa, Teodora y Leonor)

Como otras muchas tardes, mi madre se aburre de ver la televisión y me dice que le cuente lo que escribo. Estoy con la entrada sobre Aventurarse perdiendo, la primera de las Novelas amorosas y ejemplares de María de Zayas.

Le cuento por encima el argumento y llego al momento en que, estando el amor de Jacinta y don Félix en "sabroso estado", se cruza una hermosa y rica prima que pone en peligro los sueños de la protagonista. No contaba Jacinta con la llegada de Adriana, que se enamora locamente de su primo y enferma gravemente al ser rechazada. Persuadido por su tía, don Félix le da palabra de matrimonio para que sane pronto; pero tranquiliza a Jacinta asegurándola que romperá su compromiso. Jacinta, por si las moscas, se le entrega "en cuerpo y alma". 

El médico determina "que doña Adriana, tomando un acerado xarabe, saliese a hacer exercicio por el campo, porque como no podía verse el mal del alma, juzgaba por la pérdida de color que eran opilaciones". Ante el desamor del primo, la presunta opilada se suicida añadiendo solimán al medicamento. 

Mi madre reacciona al oír la palabra:

Opilada como la Belisa de El acero de Madrid de Lope de Vega! 

-¿La obra de teatro que representasteis en el Instituto de Alcalá? ¡Me lo has contado muchas veces! ¡Hiciste el papel de la esclava Leonor!

-¡Y me felicitaron! 

-Bueno, cuenta y yo tomo nota. 

-En el Instituto donde yo iba, que estaba en  el edificio de la Universidad de Alcalá de Henares, la profesora de Literatura dijo que íbamos a hacer una función: El acero de Madrid de Lope de Vega. Era una mujer muy agradable y sencilla, la más maja de todas. Nos daba las clases de una manera muy amena y cuando nos decía que estaba enamorada de Lope, nos reíamos. No me acuerdo como se llamaba. Era encantadora y nos quería mucho.



Se dio la función en un patio de la Universidad, el que está nada más entrar. Todo lo trajeron de Madrid: los trajes, el decorado, con un decorador, y uno que nos maquilló. Pusieron como que era un jardín, un asiento y una mesita donde se sentaban. La ropa era cara y buena. 

La hija del portero del instituto hacía de Belisa, la dama más importante, vestida de azul claro y muy elegante, fingía estar "opilada", con una cara muy muy seria y pálida. Lisardo, un caballero joven, era su amor y no el que quería su padre. Y su tía, Teodora, vestida de oscuro y con un lunar con pelos al lado de la boca, no dejaba que se acercara. 




A mí me escogieron para ser Leonor, un personaje cómico, una esclava de aquellos tiempos. Yo servía a la "opilada" y llevaba el pelo largo, con una especie de cofia blanca cogida atrás, la falda roja y ancha y la blusa blanca, de encaje y muy escotada. Mi novio era el chico vestido de negro, Beltrán, que se hacía pasar por médico pero no era médico. Beltrán y yo hacíamos la gracia y la gente se reía mucho. Me llamaba "mi tollo", decía: "Volveráse mi tollo, dirá que es tarde"y a mí no se me ha olvidado. 



 Lo que era muy bonito era la ropa de los caballeros, de colores azulón, rojo y verde, con sombreros muy anchos y plumas largas. Saludaban a las damas, arrastraban el sombrero, hacían la reverencia y tan contenta las damas. Eran lo menos cuatro o cinco caballeros, con el que hacía de padre y todo. Las pelucas de los chicos eran hasta los hombros. Todo eso lo recuerdo bien. 

 Fue mucha gente, entre ellos el general Utrilla. El alcalde hablaba con mi padre, viendo la obra. Le dijo: "Moya, ésta, la cómica, debe de ser una artista que han traído de Madrid". Y mi padre le contestó : "es mi hija que en la vida las ha pasado más gordas".


Me gustó mucho la función, por eso cuando me dijeron que íbamos a hacer La vida es sueño me apunté enseguida. La profesora dijo: si hacemos La vida es sueño, María Ángeles es Rosaura. No me acuerdo por qué no se hizo, se empezó; pero costaba mucho dinero y no se llegó a hacer.



-En vista del interés de mi madre, fui a la biblioteca y volví con un tomazo de Comedias de Lope de Vega. Me pidió que le contara el argumento y le leyera algunos trozos. Lo que más le intrigaba era por qué Belisa se fingía opilada y se había buscado un falso médico:

"Los amores de Lisardo y Belisa son imposibles porque Teodora, la tía de ésta, ejerce a conciencia su función de protectora y no permite que ningún hombre se le acerque. Así que Belisa inventa un plan para hacerlos posibles: se fingirá opilada y Beltrán, el criado de Lisardo, se hará pasar por médico y le recetará tomar acero y pasearlo..."

-Así que era un pretexto para pasear con el novio. ¿Y por qué tomaban acero?

-Porque comían barro. Lope de Vega incluye, en la obra, una canción popular: 

"Niña del color quebrado.
o tienes amor, o comes barro..."


Consideraban la blancura de la tez como algo muy seductor. Para ello, ingerían arcilla lo que producía una anemia que llamaban opilación. El barro se comía en pastillas con azúcar y ámbar o dando mordisquitos a las vasijas de la casa. Los médicos prescribían agua con polvos de hierro que había que tomar en ayunas y dar a continuación un largo paseo para asimilarlo, lo que llamaban "pasear el acero".




-¿Y no se morían de atasco? Primero comían barro y luego agua con hierro...

-Alguna moriría...

-¿Todo por tener la piel muy blanca?

-También se utilizaba como alucinógeno, como cuestionable método anticonceptivo o , todo lo contrario, para favorecer la fecundidad. Así fue en el caso de María Luisa de Orleans, consorte de Carlos II, que ingirió la arcilla para quedarse embarazada del monarca y murió de obstrucción intestinal. Incluso a la infanta Margarita, la de Las Meninas, le ofrecen un búcaro. 



-¡Pero si era una niña pequeña! ¡Sería para beber agua!

-Hay un estudio que apunta la posibilidad de que el búcaro que le ofrecen "no es para beber agua, sino para masticarlo, e incluso comerlo e inducir las opilaciones o interrupción de los ciclos menstruales". ¡Dicen que la infantita tenía un grave problema hormonal y que menstruaba! La consanguinidad de los Austrias era brutal y ya vemos las consecuencias. 

-¡Pobres mujeres aquellas

-Opiladas, tenían obstruido, cerrado el paso, en todos los sentidos. Y no había jarabe acerado que abriera el paso a la "igualdad de almas" que valientemente defendía María de Zayas:

"Porque las almas no son hombres ni mujeres. ¿Qué razón hay para que ellos sean sabios y nosotras no podamos serlo?"

-¿Os habló de María de Zayas aquella profesora de literatura?

-No lo sé, igual sí. Era una mujer muy avanzada. 

-La  luz de esa profesora brilla todavía en tus recuerdos, mamá. Es la luz de una estrella extinta, sigue llegando a ti, aunque seguramente haya muerto. 

-"Volveráse mi tollo, dirá que es tarde".





Un abrazo de María Ángeles Moya García y María Ángeles Merino Moya.


Nota aclaratoria: Mi madre no recordaba los nombres de los personajes pero yo me tomé la licencia de recordárselos, con ayuda del tomazo de las Comedias de Lope de Vega. 
http://www.abc.es/espana/madrid/abci-comer-barro-anticonceptivo-utilizaba-nobleza-madrid-siglo-201510272146_noticia.html
http://www.larevistadelosamigos.com/articulo.php?id=210&desc=OTRA+VISION+DE+LA+FAMILIA+DE+FELIPE+IV
http://sdelbiombo.blogia.com/2010/121401-la-opilacion-o-el-bucaro-de-las-meninas.php
http://www.fonsado.com/2009/07/el-bucaro-de-las-meninas.html
http://escribirhistorica.blogspot.com.es/2016/02/droga-para-una-infanta-hay-que-ver-no.html