domingo, 31 de mayo de 2009

Lo que vive Cervantes en 1584 no tiene mucho que ver con el platonismo de “La Galatea”, no.


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Lo que vive Cervantes en 1584 no tiene mucho que ver con el platonismo de “La Galatea”, no.

He vuelto a leer algunos capítulos de “Cervantes visto por un historiador”, excelente biografía cervantina, de Manuel Fernández Álvarez. Detengámonos en los acontecimientos de 1584.

“Allí, en los teatros de la época, con su cazuela para el pueblo y sus palcos para la nobleza y las clases pudientes, Cervantes comenzaría a ser conocido por sus admiradores.
Pero no sólo por sus admiradores. También por sus admiradoras. Y entre ellas al menos una, de la que conocemos bien su nombre: Ana Franca o Villafranca.
Se trataba de una mujer joven, linda y malmaridada. Era una madrileña, hija de madrileños…
Ana de Villafranca había sido casada muy joven por su familia, como se acostumbraba en aquella época, con un asturiano tratante en la Corte…Sin duda, el tal Alonso Rodríguez más ausente que estante en la Corte, conforme a su oficio…Y las ausencias, si son prolongadas, siempre resultan peligrosas en cualquier guerra, pero más en las del amor.
…Miguel y Ana se convirtieron en amantes, situación peligrosísima, que podía llevar aparejada la de la muerte, pero sí que es seguro que lo fueron, de lo que la hija que engendraron, Isabel, sería buena prueba de ello. ..Isabel nació el 19 de noviembre de 1584…
Ahora bien, tener amores con una joven malmaridada era cosa de harto riesgo, pero que para un veterano de los tercios viejos, curtido sin duda en esas lides, desde sus tiempos de Nápoles, donde había ya dejado un hijo, podía también tener su atractivo, incluso por el hecho de tratarse de fruta prohibida; pero evidentemente con un precio: el de vulnerar aquel platonismo con el que Cervantes trata lo amoroso, básico tema de su reciente obra pastoril “La Galatea”. Más debió de inquietar a Cervantes el saber, en aquel verano de 1584, que iba a ser padre; un padre vergonzante…la Justicia autorizaba al marido burlado a dar muerte a la esposa adúltera y a su amante…
¿Cómo se puede poner Cervantes a salvo de la tormenta que se le avecina? Pues cambiando de estado.
Que no es azar que su hija Isabel nazca el 19 de noviembre de 1584 y él se case con una hidalga rural, doña Catalina de Salazar, antes de un mes; exactamente, el 12 de diciembre de 1584…
Porque lo cierto es que lo que se desprende de los sentimientos de Cervantes, de lo mismo que acaba de expresar en “La Galatea” sobre el amor, es que es algo muy distinto a lo que él está viviendo por aquellas fechas…
Oigamos al pastor Tirsi:
“Raíz de adonde nace
la ventura planta
que el cielo nos levanta
con tal fruto, que al alma satisface
de bondad, de valor, de honesto celo,
de gusto sin segundo,
que alegra al mundo y enamora al cielo.
Un amor que obligaba a la cautela, al disimulo…Nada, pues, de aquello de lo que Tirsi (Cervantes) declaraba anhelar."



Extraído de las páginas 264-267 del citado libro.
Lo que vive Cervantes en 1584 no tiene mucho que ver con el platonismo de “La Galatea”, no.


Pedro Ojeda Escudero dijo.en este blog:

Cervantes no tuvo una vida tranquila, desde luego que no. Buen apunte.


Pedro Ojeda Escudero dijo.en http://laacequia.blogspot.com/

Abejita, gracias a Silvia Camacho, nos da cuenta de la Calle de Cervantes en Campo Real, que antes se llamaba Mártires de la Cruzada. Evidentemente, la Calle -y Campo Real- han ganado con el cambio. A ambas debemos también imágenes de la Calle de Don Quijote de La Mancha, en Arganda del Rey. La colección aumenta. Infatigable, después Abejita nos ayuda a desentrañar algunas de las claves de la vida de Cervantes, en este caso, de 1584.


Gracias Pedro por tus comentarios y esta la aventura de aprender que diriges.

9 comentarios:

Kety dijo...

Mª Ángeles, eres incansable; El Quijote, La Galatea, las calles cervantinas...
Pasaba a dejarte un abrazo

Merche Pallarés dijo...

Como dice KETY eres incansable. Despues del Quijo, tendré que leer "La Galatea" pues, ahora que lo pienso, el duelo que tuvo lugar enfrente de su casa quizá fue debido a este "affaire" que tenía con la malmaridada (¡me encanta esa palabra!). Muy interesante este post. Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Cervantes no tuvo una vida tranquila, desde luego que no. Buen apunte.

pancho dijo...

Interesante lo que nos cuenta D Manuel de Cervantes. Tenía 37 años y todavía no había sentado cabeza, si es que alguna vez la sentó.

Ya veo que has puesto a todo el Equipo A a trabajar, actividad frenética cervantina se llama eso.

Silvia dijo...

No paras Marian, no terminas con una cosa, cuando ya estás con otra, eres una curranta nata.Me ha gustado mucho leer toda esta información, que pones con tanto cariño y esmero, muchos besos, MUUUAAAA!.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

la vida de nuestro escritor, sin duda no tuvo mucho de disfrute...una vida pendida de un hilo, llena de amargura...y cuando acaricia el éxito casi le plagian y se muere...salud

Myriam dijo...

¿Podría ser que algo de lo que cuentas aquí se haya reflejado en alguno o algunos de los tipos de amor que menciono en mi entrada?

Un abrazo

Kety dijo...

¡Qué detalle!
Mª Ángeles, muchas gracias por mostrar mi libro.
Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Kety: te dedico una entrada, ya sé que estás muy ocupada...
Besos
Merche: comparto contigo la afición a la palabra malmaridada.
No sé de quién es esto y no sé si es exacto:
¡Ay malmaridada qué mala suerte has tenido!¡Tratada de los poetas aún peor que de tu marido!
Pancho:lo de sentar cabeza no le iba mucho a nuestro gran Miguel. En efecto,el equipo A en acción, a por las placas...
Silvia: ya ves Cervantes la que tenía liada.
Manuel: éxito, plagio y muerte.La alegría dura poco en casa de los pobres.
Myr: amor de tres.
Un beso a todos