LA ABEJITA DE LA VEGA LO CUENTA ASÍ, EN MODERNO.
—La Teresa Panza es mi madre, y el Sancho ése, mi padre, y el don Alonso, un cliente suyo que está como una chota. Desde que un día llamó, anda “missing” mi viejo y… la vieja desesperadita que no para de hacer horas en ca los pijos.
—Pues, si no te importa, acompáñame a casa de tu madre—dijo el de mensajería— porque le traigo una carta y un paquete de ése al que tú llamas “viejo”. Jesús, qué juventud, ya no hay respeto ni na.
—Vale, tío, voy contigo que igual algo cae —respondió la chavala, que mostraba ser de edad de dieciocho años, poco más a menos.
Y dejando la Coca Cola y el tinto don Simón a otra compañera, ajustándose los pantalones caídos y la camisetilla ajustada, que dejaba al aire su ombligo con plateado piercing , atándose las deportivas de marca falsa ,se plantó de un brinco en la furgoneta y dijo:
—Enseguida vuelvo, coleguís, dejadme algo de calimocho pa luego. Vamos, tío, que a la entrada del pueblo está la casa, y la Teresa con muchas ganas de saber algo de su hombre. Como dice “en qué hora se junto con ése chiflao que va a ser nuestra ruina”.
(Abejita de la Vega, también llamada María Ángeles Merino)
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