domingo, 29 de noviembre de 2009

"...el que lee mucho y anda mucho, vee mucho y sabe mucho"





Andar mucho y leer mucho, un buen consejo.

Tercera parte del comentario al capítulo 2,25 del Quijote, publicado en "La acequia":

Don Quijote pronuncia a continuación unas acertadas palabras: “el que lee mucho y anda mucho, vee mucho y sabe mucho”. Sabia frase, digna de un humanista de mi categoría. La pronuncia asombrado ante el adivino que adivina su identidad y ante unas desmesuradas alabanzas. Y, como piadoso caballero que es, da gracias al cielo por haberle concedido tan grande bondad. De la misma manera, este “primo” agradece las capacidades intelectuales que la voluntad divina quiso concederme.

El paje anima a don Quijote a preguntar por el porvenir; pero Maese Pedro insiste en que la “bestezuela” no responde a eso, que si así fuera, por servicio a don Quijote dejara todo interés. No entiende el castellano el pajecillo… Ahora hay que armar el retablo y dar gusto a todos, esta vez gratis.

El ventero está muy alegre, no así don Quijote que, en un rincón, comenta algo con Sancho. Es mala comparación, pero dan la misma imagen que el mico con el titiritero Abro las orejas… el caballero opina que Maese Pedro posee un pacto “espreso” con el diablo. El escudero pregunta: ¿para qué quiere el titiritero un patio espeso y con el demonio? Este rústico confunde pacto con patio y espeso por expreso. Don Quijote le da su versión: tal vez tenga un concierto con el Maligno. Al mono le ha sido concedida esa habilidad con la que gana de comer y, cuando el Maese se enriquezca, tendrá que darle su alma. Y la prueba…, la prueba está en que el mono sólo sabe de cosas presentes o pasadas, coincidiendo con la sabiduría del diablo; que tan sólo Dios puede conocer el porvenir. Y, tras un argumento tan endeble, a don Quijote le maravilla que no haya intervenido el Santo Oficio, que el simio no es astrólogo…

Como don Quijote es más aficionado que yo mismo a las digresiones, del mono pasa a las figuras judiciarias o dibujillos con la posición de los astros, los que echan a perder la ciencia, la perrica empreñada y los tres perricos, uno de cada color.

Con todo eso, Sancho insiste en preguntar al mono y lo que desea saber es si lo que le pasó a su amo, en la cueva de Montesinos, es verdad. El deslenguado escudero no tiene empacho en opinar que, para él, fue mentira o sueño. Vuestras mercedes conocen mi fe en aquel relato.

Don Quijote admite que “todo podría ser” y accede a realizar la consulta, a pesar de sus escrúpulos. El señor cede ante el criado, esto es el mundo al revés. Más manso que un corderito es este fiero resucitador de la caballería andante.

Cuando Maese Pedro viene a avisar a don Quijote, para avisar de que el retablo está listo, éste le ruega preguntase a su mono si lo de la cueva era soñado o verdadero. El titiritero, en silencio, trae al mono y le hace la pregunta. El mono procede como es costumbre y su amo dice que las cosas que vio “son falsas, y parte verisímiles”. Y si quiere saber más, tendrá que esperar al viernes. La capacidad adivinatoria del bicho no se renueva hasta pasado cierto tiempo.

La respuesta contenta a Sancho, por lo menos en la mitad. Don Quijote, muy reposadamente, declara que el tiempo lo dirá, por ahora le basta con esa mitad.
Maese Pedro les anima a contemplar las sesenta mil novedades de su retablo, incluso con latines extraídos del Evangelio.

El retablo ya está preparado y resplandecen sus candelillas. Unos espectadores sentados, otros de pie. Gran expectación. Se mete dentro el que mueve los títeres. Fuera, se coloca un muchacho, que comienza señalando las figuritas, según van saliendo, con su varilla. En el capítulo siguiente sabremos lo que, a continuación, expone el trujamán.

Un abrazo para todos los que pasáis por aquí.

María Ángeles Merino dio voz al "primo"


Pedro Ojeda dijo en "La acequia":

"Abejita dio cuenta de las razones de la ausencia del Sanchico la semana pasada -vía Ele Bergón-: el pobre, entre los deberes y la mano lesionada, no podía más. Desde aquí le deseamos pronta recuperación.

Abejita da vez y voz de nuevo al primo del licenciado: un señor que sabe aprovechar todo lo que pasa por delante. No os perdáis la foto de un burrito burgalés. Después, gracias a Sor Austringiliana nos lleva a unas imágenes de monos románicos que os recomiendo. Al final, nos trasmite la opinión del Sanchico -ya más recuperado y con noticia sentimental- sobre lo dicho por el mono: y pone los puntos sobre las íes al bicho. Y luego, no deja de salir a pasear y leer, como bien dice Cervantes en el capítulo."

Leer más: http://laacequia.blogspot.com/search/label/Para%20una%20lectura%20de%20El%20Quijote#ixzz0YSKANIPb
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Pedro: Los libracos del primo, el burrito burgalés, el mono de los canecillos, las cuitas de Sanchico, pasear y leer, cuánto jugo le sacamos al Quijote. Esto es mágico y tú eres el mago.
Un abrazo.

5 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Esperaremos al retablo... Muy buena tu disección de este capítulo XXV. Muchos besotes, M.

Merche Pallarés dijo...

¡Ah! me han encantado las fotos. Besotes de nuevo, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Y qué cierto es que hay que salir a pasear y leer.

pancho dijo...

¿Ya llegó la nieve otoñal a Burgos? También la había esta mañana por aquí.

Con tus resúmenes tan exahustivos, no hay nada se nos escape.

Sentados con DQ y los otros a la espera de lo que tenga a bien presentarnos el Maese tuerto.

Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Merche: una vez diseccionado me acordé de esas fotos que me hago cuando paseo, el suelo es muy fotogénico. No hay una hoja seca igual a otra.
Pedro: lo de pasear y leer presenta sus dificultades, si se hace a la vez: chocas con un árbol o una farola,algunos libros pesan más de la cuenta (el Quijote de Rico no es cómodo para pasear).
Pancho: no, algún copillo ; pero no cuajó. La foto es del año pasado, en una nevada, nevada. Son pelín exhaustivos los comentarios,aunque siempre me proponga que me salgan más cortitos.No me salen, debe ser que no me gusta dejar nada sin atrapar.Maese Tuerto no es trigo limpio...
Besos a todos