lunes, 19 de abril de 2021

La lectura en los tiempos del coronavirus. El doctor Centeno (B. Pérez Galdós).



Una entrada de hace un año que se me había quedado en borrador. 

Era el confinamiento y no sabía qué leer. Por suerte, en un estante de mi biblioteca, tan anárquica, algunas novelas de Pérez Galdós esperaban pacientemente la relectura, todas de ediciones ochenteras: Hernando, Aguilar y Anaya. Porque el gran don Benito Pérez Galdós comenzó a interesarme allá por los ochenta, cuando se emitíó la versión televisiva de Fortunata y Jacinta, una serie de gran calidad que empujó a muchos espectadores a ser lectores. 

A ver, qué tengo ahí, elijo una que no recordaba en absoluto: El Doctor Centeno. En la portada me recibe un muchachito desgalichado en un paisaje urbano del viejo Madrid, parece interesante un Lazarillo a la madrileña. ¡Adelante!



Chiquito pero héroe, un joven desarrapado yacerá desmayado en el suelo, frente al  imponente Real Observatorio Astronómico de Madrid. Es Celipe, Felipe, Felipín alias doctor Centeno, un personaje que viene de Marianela, va a Tormento y pasará por otras novelas de Galdós. La cuesta era demasiado empinada y acudirán a socorrerlo unos estudiantes, uno de derecho y otro de medicina. El de derecho era Alejandro Miquis, mal estudiante, sablista y derrochador compulsivo, escritor de comedias nunca representadas, enfermo de tuberculosis y de romanticismo, trasunto del mismo autor. 

Felipe había viajado a pie hasta Madrid, desde su pueblo minero y cántabro, con el sueño de estudiar medicina, a pesar de su escasísima instrucción. Por mediación de Miquis, se colocará de criado en casa del rijoso cura Pedro Polo y, al mismo tiempo, asistirá a la escuela primaria que este último regentaba, el horror de los horrores pedagógicos. No podrá aprender mucho allí el pobre Felipín y menos mal que una travesura le hará caer en desgracia y será expulsado de aquel infierno de palmetazos y tirones de orejas. 

Nuestro héroe pasará de Polo a Miquis que lo acogerá como ayudante para todo, incluido pedir dinero a los amigos. Amo y criado vivirán, como pupilos, en la caótica pensión de doña Virginia, refugio de estudiantes pobres, espejo de aquella en que vivió Galdós de jovencito, recién llegado a la Península. Los lectores dudaríamos si nos preguntaran por el protagonista, si está es la novela de Felipe Centeno o la de Alejandro Miquis. ¿O es la de los dos? 

 Felipe quería saber y ser doctor, de ahí lo de "doctor Centeno". Asistirá incluso al instituto pero los estudios serán demasiado para él y lo dejará por imposible. El aprendizaje a su alcance será el de las calles de Madrid, en las que vivirá la tensión prerrevolucionaria que desembocará en la " Gloriosa" que destronará a Isabel II, en 1863. Como decía su amigo Juanito, el de la imprenta: se iba "a armar una muy gorda".  

Alejandro recibirá una considerable cantidad de dinero de su tía Isabel que dilapidará con rapidez y, para sablear a las amistades, estará siempre a mano el pobre Felipín. Cuando Miquis enferme de tuberculosis, el "doctor Centeno" tendrá que ir en busca de medicinas y médicos y llegará a realizar una especie de autopsia, llamémoslo así,  a un gato muerto para examinar sus pulmones y comprender el mal de su amo y amigo. La muerte de Miquis estaba anunciada pero él, enfermo también de romanticismo, no dejará de soñar con la publicación de sus comedias, el mismo afán que tuvo Galdós joven. Un detalle importante, Alejandro Miquis era natural de El Toboso, como la tía Isabel, todo un mundo su casa y su balcón. 

El quijotesco Alejandro Miquis morirá. El grande Osuna nunca será representada. La novela terminará con un diálogo entre Felipe Centeno y otro gran personaje galdosiano itinerante: el desdichado José Ido del Sagrario. Servirá para enlazar con la siguiente: Tormento. 

Parece que a Felipe le van a ir mejor las cosas. Ha aprendido mucho del mundo de Pedro Polo y del mundo de Alejandro Miquis. Lo bueno y lo malo. 

Y yo seguí leyendo o releyendo a Galdós, en sus páginas bulle la vida. 



María Ángeles Merino


9 comentarios:

Bertha dijo...

-Galdós es un imprescindible : contra más lo lees, más te atrapan sus personajes y estas adaptaciones para TV se han hecho con todo lujo de detalles: no hace mucho volvieron a echar Fortunata y Jacinta creo que por tercera vez y siempre sorprenden.



Un abrazo feliz día

La seña Carmen dijo...

Me has convencido, vuelvo a la relectura.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Galdós siempre. Y me has recordado que hace demasiado que no releo este. Miau sigue después.

Sor Austringiliana dijo...

Siempre nos da sorpresas y hay mucho Galdós que leer, nos da para toda la vida que nos quede. Un abrazo y feliz día, Bertha.

Sor Austringiliana dijo...

Me alegra, vamos a releer y a comentar.

Sor Austringiliana dijo...

Galdós siempre. Después de este doctor Centeno, releí Miau precisamente. Tengo pendiente releer Tormento que continúa la trayectoria vital de Felipe Centeno, le van bien las cosas al parecer.

Ele Bergón dijo...

Galdós siempre es interesante y tiene mucho que decir. Leí Gloria por ti, tan fuerte y real y sabes que me encantó Marianela, por supuesto Fortunata y Jacinta, Doña Perfecta, El Abuelo... y alguna más como La Estafeta Romántica que leímos en el club de Lectura de La Acequia y ahora con tu entusiasmo, voy a tener que ir a ver ese Doctor Centeno que se cuenta por Madrid. Lo que sí que leo es algunos de los muchos artículos que dejó en los periódicos. Un fuera de serie este autor, pero los Episodios Nacionales, se me atragantaron con Trafalgar y no he continuado.

Besos

Ele Bergón dijo...

Me gusta tu nueva foto entre verde y gris del principio del blog y también ese "desgalichado" que debe de ser el doctor Centeno. Hace tiempo que no la oía.

Sor Austringiliana dijo...

"Gloria" nos enamoró y nos indignó que fuera víctima del fanatismo religioso. Galdós es muy variado. En sus páginas bulle la vida... y los garbanzos por qué no. No conozco los artículos, habrá que asomarse. Seguimos leyendo y comentando. Besos.