viernes, 25 de febrero de 2011

Son “intrusos”, unos repugnantes “vivos”, “sacos de mierda ambulante”, con el ombligo intacto.



Comentario al libro "La Ciudad del Gran Rey", de Óscar Esquivias, relacionándolo con "Inquietud en el Paraíso", del mismo autor.

¡Un enamorado! ¿Dónde está? Precisan de él, para salir de la ciudad del Gran Rey. Pero el amor no abunda en la expedición que, tras atravesar la Escalera Dorada en llamas, se encuentra en un desconocido lugar parecido a Burgos.

¿Burgos? Sí, pero no. Las mismas calles, los mismos edificios, las mismas esculturas…Mas las calles viajan como si flotaran sobre un lago, los caminos de ida no sirven para la vuelta, las esculturas toman vida y sopa, las dimensiones se estiran, se estiran y la perspectiva es la de una hormiga.



Por el cielo vuelan frailes y grifos, arriesgándose a ser alcanzados por disparos de artillería. En las ruinas de los templos, ladran las gárgolas y montan guardia los castigados ángeles adolescentes, con cara de pocos amigos.



¿Cómo sobrevivir? ¿Cuál es la moneda oficial? No hay tal sino que se paga con muelas, propias o ajenas. Si no se dispone de efectivo, han de dejárselas arrancar con unas tenazas. Se mata por un rosario de treinta y dos "proserpinas".



¿Seguridad? No hay más protección que los orines de murciélago, para espantar con el mal olor, suponemos. Y en este remedo de la Cabeza de Castilla, no faltan la persecución y la muerte. Toda la expedición corre grave peligro. Son “intrusos”, unos repugnantes “vivos”, “sacos de mierda ambulante”, con el ombligo intacto. Eso sí, si son asesinados no será por odios personales ni políticos…



Además del Purgatorio general, cada uno vive el suyo propio, el que se ajusta a su personalidad y circunstancias. Los personajes son los de “Inquietud en el Paraíso”, con su realidad deformada, como tamizada en un espejo de feria. Abandonaron un Burgos provinciano, conservador y opresivo, inmerso en una guerra fratricida.



La ciudad que encuentran tras la Escalera Dorada es un lugar todavía más amenazante.

Rodrigo Gorostiza, Julián Bayona, don Agustín Garrús, los militares del blocao con Paisán, Garachana y Galaz a la cabeza , el doctor Albiñana, el redactor Gil Formoso, don Cosme Herrera…¿Qué encuentran tras los arcosolios?



Rodrigo Gorostiza, el adolescente seminarista, en busca de amor y de libertad. Podemos mirar el temblor de sus ojos. Del órgano de la catedral al piano de “El Rombo Altruista”, singular ONG, a las órdenes de una dantesca Beatriz que reparte sopa a las estatuas.



De aquel “tutti” que hacía temblar el rosetón al coro de lagarteranas. Un purgatorio con mucha zarzuela, qué infierno para un enamorado de Bach.



Mas Rodrigo, afortunado, tras ser herido, encuentra lo anhelado. Deserta y desaparece en aguas subterráneas…Tal vez la trilogía dé en tetralogía. ¡Quién sabe!



Julián Bayona, relojero independiente y sindicalista, felizmente liberado de las tinieblas de la ignorancia, brevísimo y entusiasta maestro de su sobrino Román. Ahora, tras la muerte de éste, cae en el pesimismo más amargo. Y termina sus días, con la garganta desgarrada, a manos, a boca, de su pariente alumno, convertido en muerto viviente. Tú, tío, tienes la culpa de que me fusilaran en Estépar…

Julián Garrús, masón, filántropo, catedrático de volapuk, financiado por los dólares de una marujil y bastarda sociedad filantrópica.



¿Cotilla o espía? Lo vemos optimista, ya no le persiguen los militares fascistas, qué alivio. A pesar de su odio a los derechistas, permanece en la enfermería militar, para cuidar a los heridos, sobre todo a Gorostiza. Una vez que éste se recupera, abandona a los “carcundas”. El filántropo se nos pierde en las páginas del libro y no sabemos más de él. ¿Se reunirá con el acuático Rodrigo?

Los militares de la Comandancia se instalan en el “blocao”, un ático camuflado en el pasaje de la Flora.



Muertes, fusilamientos y la búsqueda infructuosa de Sanjurjo…Aquel que descargaba su violencia sobre las prostitutas de la mancebía, el capitán Paisán, ahora comandante, muestra su crueldad, matando a quemarropa a un soldado, por guardarse unas pocas pesetas en el calcetín. Pero la melancolía acaba con su vida y asume la comandancia el sargento Garachana. Y menuda sorpresa se lleva éste al leer el mensaje de la paloma mensajera, la de Paisán. Le comunican que su misión queda desautorizada por el Generalísimo Franco.



Han de regresar o se les considerará en rebeldía. Les urge salir de allí.

El ya extravagante doctor Albiñana, con su bata camisón imprescindible, ha estado ejerciendo la medicina al servicio del blocao. Ha de disimular su condición de auténtico difunto. Cuando Garachana consigue conferenciar con el general Dávila en Burgos (el Mundo), se entera de que, en realidad, murió linchado en la cárcel Modelo, poco después del golpe.



¡No reparamos en el detalle de su aparición en una vagoneta de la Casa del Terror!



Al fin, descubrimos que su pretendido estreñimiento encubre que…no caga, como finado que está. A pesar de sus súplicas, un furioso Garachana comprueba su falta de ombligo y le dispara entre los ojos, matando… a un muerto.

El cabo Galaz, horrorizado, se le subleva. El sargento le apunta con el revólver pero el reportero Gil Formoso lo impide. El resto de los militares lo mata a navajazos. Galaz llora, rodeado de la gran mancha de sangre.

¿Y don Cosme Herrera, el origen de toda esta loca aventura? El Penitenciario permanece inconsciente.



Hay que suministrarle la Triaca de Silos, para que recupere la consciencia y les explique, siguiendo a Dante, cómo salir de la Ciudad del Gran Rey.

El maestro Ventura, un singular músico, director de un agonizante hospital, el que subcontrata a Rodrigo, consigue que la Millonetis Beatriz, la de la sopa, se lo proporcione…aunque el padre haya de morir envenenado unas horas después. Tal es su efecto.



El canónigo despierta y les interpreta las palabras de Dante. Espera que encuentren la salida del Purgatorio, mas él no les acompaña. Desea caminar a solas por la ciudad Purgatorio, hacer cuenta de sus pecados y elegir donde morir. Les bendecirá.

No todos salen, alguno se queda. La clave está en el Amor. ¿Un enamorado?

Sólo queda encontrar la salida, desde una catedral que se derrumba. En la próxima entrada. Traed un casco.



Un abrazo de María Ángeles Merino para todos los que me visitáis.

Uno, muy especial para Pedro Ojeda.

7 comentarios:

Paco Cuesta dijo...

Curioso que al fin ni el instigador de la aventura -don Cosme- ni la cabeza dirigente -Paisán- sean los que llegan a la puerta negra.

pancho dijo...

Esfuerzo formidable de síntesis de la trama de la novela. Los momentos claves muy bien resaltados con un importante despliegue de ilustraciones.

Bordado el personaje de Albiñana que al final no parece tan ogro como nos lo imaginábamos. Nadie merece morir de la manera que él lo hizo en su primera existencia, la otra es fruto de la imaginación del autor.

Me quedan por leer y resumir unas cien páginas, demasiado para tenerlo para mañana, creo.

Un abrazo.

Martine dijo...

Espero que ni nuestro Pedro, ni tú os enfadéis, pero he hecho trampa y he pasado del primer libro al tercero "Viene la noche"... voy por la página 129..
"La ciudad del gran rey" lo leeré tranquilamente este verano..
Pero con tus Entradas tengo mucho ganado y a ellas recurriré cuando lo lea.. Espléndida labor la tuya y encomiable..

Gracias, Marian y un beso cariñoso.

Merche Pallarés dijo...

Chica ¡menudo resumen nos has proporcionado! Y ¡esas fotos! Hasta de la Triaca... Eres too much, Abejita... Besotes, M.

Asun dijo...

Esta entrada tuya es como un listado que enumera todas las extravagantes peculiaridades de la Ciudad del Gran Rey.
Y por si fuera poco también haces una síntesis con los personajes.

Voy a ver dónde me agencio un casco para la próxima. :-D

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡Espero que tu dedicación a este trabajo no te haya llevado a sacarte una muela!
Extraordinario, como siempre.

Abejita de la Vega dijo...

Paco: la muerte de Paisán queda poco clara ¿suicidio o asesinato? Don Cosme envenenado por la triaca, pero con tiempo de ver su Purgatorio, que es lo que quería.

Pancho: no veas lo que me cuesta a mí la síntesis. Ese Albiñana muerto es más humano que el vivo del Salón.

Martine: cada uno hace su lectura, no es trampa alguna.

Merche: resumo y me sale poco resumido...

Asun: sí y también relaciono los dos libros.

Pedro: noooo, es de Internet. No estoy para perder proserpinas...


Un abrazo