Cernégula (Enrique García Revilla)

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jueves, 11 de agosto de 2011

"...las huellas de los descarnados pies de los esqueletos".


Comentario a las leyendas de Bécquer, "El monte de las Ánimas" y "El Miserere", para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.

¡Hola María Ángeles!
Me llamo igual que tú.  Bueno, en realidad somos la misma persona, aunque  yo  viva en otro tiempo. Tengo quince años y en abril cumpliré los dieciséis. Estamos en 1973. En el mundo, y en España, están ocurriendo cosas importantes; aunque yo no preste demasiada atención a los telediarios en blanco y negro. Acaba la guerra del Vietnam, hay una crisis del petróleo, Carrero Blanco preside el Gobierno franquista, se amplía la Unión Europea pero nuestro país no puede entrar...

Estudio sexto de bachillerato, en un instituto burgalés, con nombre de cardenal. Tengo que leer algunas leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer. Es una de las lecturas que mi  profesora de Literatura ha señalado , aunque no nos haya dicho lo que tenemos que hacer después de haberlas leído, ni nos ha contado nada de ese autor.


Tengo en las manos “Leyendas y narraciones”, de Gustavo Adolfo Bécquer, de la editorial Libra, colección Púrpura, 1970. Como no hemos estudiado todavía la literatura del siglo XIX, sé muy poca cosa de ese Bécquer. Conozco lo de "volverán las oscuras golondrinas", no sé cuándo ni cómo lo aprendí; pero soy capaz de recitar algunos de sus versos. 
Golondrinas fotografiadas esta misma mañana (Palacios de Benaver)
No sé si aquellas golondrinas  volverán o no volverán; pero, a mí, lo que me gustaría es tener un balcón con campanillas azules y que mi enamorado ,"oculto entre las verdes hojas" suspirara por mí. ¡Esos versos los copié sobre mi carpeta! Los chicos de ahora no saben decir cosas así.

Dejemos los versos, que las leyendas son prosa. Aunque mi compañera de pupitre, una chica muy intelectual, asegura que también son poesía, aunque esté escrito todo seguido. Es muy lista  y lee unos libros extranjeros muy raros, de los que no venden en Santiago Rodríguez.

Leo algunas. Me gustan la del rayo de luna, la de los ojos verdes y , aunque termine mal, la de la corza blanca que se convierte en mujer y él la mata. Me han impresionado "El monte de las ánimas" y "El Miserere", sobre todo por esas procesiones de esqueletos que vuelven a la vida, envueltos en los jirones de sus sudarios, dejando impresas  las huellas de sus descarnados pies ¡Qué miedo! Esta noche no voy a pegar ojo. Al final, me duermo y ...


Ahora  mi cama es enorme y señorial,  está cubierta por un elegante dosel de seda.  Relincha un caballo. Me asomo por una ojival ventana y distingo el esqueleto de un corcel, sobre él va caballero un hombre cubierto con una negra capa.


Chirrian, una tras otra,  las puertas que dan paso a mi habitación, que deben ser muchas. Abre la última, contemplo  horrorizada a un joven todo ensangrentado. Es muy guapo, se me presenta como Alonso  y pregunta dónde está Beatriz.  Dice que ha de entregarle su banda azul.



Al oír su dulce voz, pierdo el miedo y le digo que esa mujer vive en Soria, que no en Burgos. Se despide de mí cortésmente y desaparece. Creo distinguir el  galope del caballo entre aullidos de lobos. Me refugio en las sedas de mi extraño lecho.


Dan las doce en un  reloj lejanísimo. Oigo "las vibraciones de la campana, lentas, sordas; tristísimas".


Alguien pronuncia mi nombre; con una voz "ahogada y doliente". No sé cómo , pero ahora estoy caminando, siguiendo el curso del río. No reconozco mi ciudad.



Me detengo junto a un  viejo edificio renacentista, es mi Instituto. Está en  ruinas, las llamas lo han calcinado y lo han reducido a escombros.

Se perciben "unos cantos lúgubres y aterradores". Tras la vibración de la última campanada, todo cobra vida. Las piedras se reúnen con las piedras y el antiguo Colegio de San Nicolás se levanta intacto. Se recompone el escudo de los Mendoza.

 

Mis cabellos se erizan de horror.  Los esqueletos enterrados en el atrio de la capilla se levantan de golpe, mal envueltos en "jirones de sus sudarios" y  con las capuchas caladas. "Con voz baja y sepulcral" y "una desgarradora expresión de dolor" , mueven sus descarnadas mandíbulas y entonan el "Miserere".



Los veo desfilar mientras se van cubriendo de carne  sus amarillentos huesos. ¿Los conozco?
Sí y no, son los del telediario. Franco, Carrero Blanco, Nixon, los soldados del Vietnam, los manifestantes de Londonderry, el rey Hassan de Marruecos, Elvis Presley, el boxeador Foreman, el ex presidente argentino Perón y muchos más.

Y , casi al final de la comitiva, va una mujer joven que se parece, se parece a ...¡es mi profesora de Literatura! Me ha costado reconocerla, así, con hábito y capucha. Es inconfundible. ¡Lleva el libro de texto entre las amplias mangas!


Sentado sobre el pretil del río, está un hombre andrajoso, rodeado  de viejas partituras musicales. Trata de copiar en pentagrama el Miserere  que está oyendo y exclama: "¡Eso es; así, así, no hay duda..., así!" Escribe, escribe con una rapidez febril.

Por último, aparece una figura muy conocida. ¡Es Gustavo Adolfo Bécquer! Se sienta junto al músico y le dice que no se preocupe, que él tampoco consigue expresar lo que quiere.

Me despierto en mi cama de siempre. En la mesilla de noche, tengo el libro de las Leyendas. ¡Uf! Todo ha vuelto a la normalidad. No me despido de ti, María Ángeles mayor, porque siempre estoy contigo, aunque cumplas años y años.

Un saludo para todos los que pasáis por aquí de :

 María Ángeles Merino, la de 2011.

Nota: A María Ángeles de 1973 le digo que no se preocupe por esa profesora, que superará esas dificultades y que nadie podrá matar su afición a la lectura.

Pedro Ojeda dice en "La acequia":

Mª Ángeles Merino, nuestra Abejita de la Vega, comenta El monte de las ánimas y El miserere, dos leyendas fantasmales. Para ello se traslada a 1973, en un juego entre la lectura y lo autobiográfico en el que todos podremos reconocernos.

9 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

¡Menuda pesadilla! pero muy bien hilada con la leyenda becqueriana. Besotes, M.

pancho dijo...

Apenas sabía quién era ese Carrero Blanco que voló por los aires, pero algo nos decía que algo gordo había pasado porque nos dieron unos días de vacaciones.

Calendario Pirelli sin señorita.

Relato lleno de sonidos. Teja con teja que tapa las piedras que nos protegen de la intemperie y de las procesiones de animas con sudarios hechos jirones.

Un abrazo

el historiador dijo...

son historia...lo fueron aunque perduren en la memoria....

Gelu dijo...

Querida paisana, Abejita de la Vega:

¡Cuántos recuerdos en estas ilustraciones de tu entrada!. Con las correspondientes a nuestro Instituto, me has conducido por el túnel del tiempo, y permitido atravesar -una vez más, volando- por la puerta de los chicos para ganar tiempo y llegar a clase, en vez de dar la vuelta por la calle del Carmen, que era lo reglamentario.

Te dejo un enlace que he encontrado y he pensado va bien para acompañar de Bécquer dibujante - Las Bizarreries

Abrazos.

Paco Cuesta dijo...

No hicimos excesivo caso a Bécquer en "aquel tiempo", pero al menos decíamos piropos. Hoy me temo que ni lo uno ni lo otro.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Todos podremos reconocernos en este excelente juego entre la literatura y lo autobiográfico. Hay una época en la que a todos se nos juntó lo que leíamos, lo que sentíamos, lo que vivíamos.
Hay profesores que matan y profesores que animan. La suerte nos depara unos u otros.

Myriam dijo...

Una época esa que prefiero no recordar en lo que mi respecta...

Excelente tu hilación entre lo real, lo imaginario y lo simbólico.

Besos

Unknown dijo...

El día que Carrero Blanco voló por los aires mi hermano mayor me recogía en una residencia de Ávila donde yo estudiaba 1º de Magisterio,llegó tarde porque venía de Madrid y las carreteras estaban vigiladas,era mi primer día de vacaciones de Navidad,yo sí tuve miedo,tenía yo 18 años y mis padres siempre se interesaron por la política así que sabía algo ya.
Estupenda manera de narrar uniendo distintas líneas temporales y desde tu punto de vista personal,bonita historia.¿Te planteas escribir cuento,novela,algo así? sería estupendo porque entre la simpatía que se aprecia,la documentación tan estupenda y etc,tendrías éxito seguro.Besos

Delgado dijo...

Es bonito recordar, incluso una época tan turbulenta como esa.

La historia me ha recordado a "Regreso al futuro parte II", y lo mejor de todo es que no te ha hecho falta el vehículo Delorean. ;D

Un abrazo.