martes, 11 de agosto de 2009

Día 2: Aveux - Carcassonne 275 km

Amanecimos de buena mañana, con el día nublado pero al menos sin lluvia. Bajamos a desayunar, nos pusimos las botas entre cruasáns, yus d'orangs, et lé-o-shocolé, y a las 10.30 ya estábamos de ruta.

De ruta verde, para ser más exactos, entre el Tourmalet, el col de Ares, el col de Aspet... eso parecía una etapa del Tour de Francia, y uno se sentía Induráin de lo bien que subíamos y bajábamos puertos. Bueno, vale que Miguelón se lo hacía en bici y nosotros en coche, pero eso son detallitos sin importancia que tampoco hace falta mencionar.

En bici era como se lo estaban haciendo unos cuantos aficionados, que por cierto, la mayoría eran sexagenarios y se subían el puerto tan ricamente. Los más jovencitos se les veía sufrir más. Va a ser por eso que ningún francés ha ganado el Tour de Francia desde Fignon, hará ya 20 años: porque se tiene que presentar algún jubilado de esos, que seguro le da mil vueltas al Armstrong y al Contador juntos.

El caso es que el paisaje era muy bonito. Todo verde, árboles, campo, vacas, pueblos, el castillo de Foix... Ya hemos decidido que otro año tenemos que volver sólo para ver los pirineos franceses. Aunque por otro lado, eso de los horarios de las comidas nos trae de cabeza. ¿En qué país del mundo se cierra la cocina a las 2 de la tarde? Pues parece ser que en Francia. Sabíamos que ya se estaba haciendo tarde para comer, teniendo en cuenta que Francia no es España. Pero no encontrábamos nada (abierto) donde comer. Que esa es otra: ¿En qué país del mundo cierran los restaurantes un domingo? Pues parece ser que en Francia.

Hemos llegado a un pueblo con un hotel-restaurante. Faltaban 10 minutos para las dos, y hemos entrado decididos a comer, a pesar de ser horas en las que tampoco es que estuviéramos hambrientos. Pues la buena señora va y nos dice (ante la atenta mirada del resto de comensales que estaban rebañando el plato)

- Excusez-moi, monsieur, le service c'est finite

¿Lo qué? ¿Ni las dos, y ya han cerrado la cocina? ¡Válgame dios! Así van a ganar el Tour los jovenzuelos esos que no pueden ni con la bici, si no les dan de comer como dios manda. En fin, que para cuando ya teníamos un hambre aceptable eran las 3, y estábamos a 50 km de Carcassonne, y hemos encontrado un pequeño tugurio donde hacían comidas calientes y frías non-stop. Así que nos hemos podido merendar una pizza acompañados de un agua de grifo.

Unos kilómetros más adelante teníamos nuestra primera visita, que no todo es hacer kilómetros sólo por gastarle las carreteras a los franceses. Se trataba del pueblo de Rennes-le-Chateau, mundialmente famoso gracias a esa magna obra maestra de la literatura contemporánea que es el Código da Vinci (nótese la ironía, sivuplé). No es que sea el escenario del libro, sino que la trama proviene de ahí.

Allá por los finales de hace dos siglos (el Annus Domine Mil Ochocientos y muchos), el abad Berenguer Sauniere llegó al pueblecito de Rennes-le-Chateau que está en lo alto de una colina. Al cabo del tiempo, se dice, se comenta, se rumorea, que encontró "un secreto" mientras reformaba la iglesia, y que tras el hallazgo se permitió el lujo de añadir jardines, contruir una torre que llamó Torre Magdala (de María Magdalena), y además colocar una estatuilla del diablo en la iglesia. Se veía que el hombre manejaba dinero, y ya en el siglo XX, hubo gente a la que se le ocurrió que ese "secreto" que apareció al excavar en su iglesia durante las reformas, consistía en un tesoro, y/o unas pruebas de que María Magdalena no era una p(piii)a cualquiera, sino ni más ni menos que la mujer de Jesús. Así, Sauniere había encontrado un tesoro, y a la vez un secreto que ni el Papa ni la Iglesia querrían que se hiciera público porque acabaría con su posición de poder, y poco menos que se vendría el mundo abajo tal y como lo conocemos... cosas tan graves como que en Francia los resturantes empezarían a servir comida los Domingos hasta las 4 de la tarde, vamos. Es lo que viene a ser el inicio, o la historia previa al Código da Vinci.

La realidad, como casi siempre, es diferente. El abad Sauniere manejaba pasta porque daba muchas misas, funerales y esas cosas. Más de lo que podía en realidad. Podía tener pedidas decenas de misas para un sólo día, sin tener en cuenta que no tenía tiempo material para darlas todas. Cobraba el servicio, pero no lo prestaba. ¿Y qué hay del "secreto"? Pues parece ser que eso sale de una carta que escribió donde comentaba algo de su "secret"... que significa secreto en francés, pero que en aquellos tiempos de mil ochocientos y muchos, era la abreviatura habitual de "secretaria". Así que lo que tenía Saunier era una secretaria y un morro que se lo pisaba. Y al parecer, los abades de los pueblos colindantes como Espéraza le imitaban sin cortarse un pelo.

El pueblo está curioso, y realmente lo interesante es la iglesia. Tan interesante, que está lleno de turistas. Hay hasta tres parkings antes de entrar al pueblo, y un trenecito que te sube si estás vago. La iglesia es muy pequeña, y el diablillo ese está justo a la entrada, sólo te das cuenta que está ahí porque la gente de acumula para hacerle la foto.

Luego están los jardines y la Torre Magadala, que se pueden visitar por el módico precio de 4.50 €, pero no quisimos verlo porque queríamos llegar pronto a Carcassonne, y además llovía. Una fotito desde fuera a la Torre, y paseito para abajo al coche de nuevo. El pueblo, por cierto, tiene sus tiendas, que son todas de souvenirs acerca del abad Sauniere, la iglesia, Códigos da Vinci, secuelas y sucedáneos.


Hemos llegado a Carcassonne antes de las 6, lo que para nosotros es pronto. Hemos encontrado el hotel fácilmente, y hemos metido los bártulos. Como los horarios aquí son como son, nos hemos ido rápidamente a buscar un sitio donde cenar. Y para nuestra sorpresa, no había dónde. Hemos ido al centro de la ciudad nueva (la vieja la dejamos para mañana), y todas las Brasseries que veíamos estaban cerradas a cal y canto. ¡Incluso un bar de tapas españolas! ¿En qué pais del mundo un domingo por la tarde están cerrados los bares? Pues parece ser que en Francia. No me imagino una tarde de domingo en España con los bares y restaurantes cerrados a las 7 u 8 de la tarde, por muy Agosto que sea. El caso es que tampoco había gente. O estaban todos en la ciudad vieja escondidos, o de vacaciones... o entrenando con la bici subiendo puertos.

Al final hemos encontrado una brasserie abierta, donde hemos cenado. El hombre muy simpático, chapurreaba el español, nosotros le dábamos patadas al diccionario de francés, y así todos contentos. El hombre sólo ha tenido dos clientes: nosotros y otra pareja de españoles que ha entrado después. A las nueve y media nos hemos idos todos, y parece que el hombre iba a cerrar ya el restaurante, dada la afluencia de clientes. Que uno se pregunta, ¿le merece la pena abrir, y pagar luz, agua e impuestos para la clientela que tiene?.

Bueno, nos vamos a dormir, que mañana nos toca ver la ciudad vieja.

bonsuar!

3 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

Veo que o estáis pasando muy bien, a pesar de los horarios de comidas tan extraños a nuestras ibéricas costumbres.Mira que ir a parar al pueblo ese del "Código da Vinci,una mosca tan combativa con esos temas...
Excelentes fotos.Don Quijote anda por Carcasona así que si le veis,foto al canto:.Supongo que ya habéis visto lo que nuestra amiga Kety nos ha dedicado.
Un beso

Silvia dijo...

Veo que habeis hecho un buen recorrido hoy, espero que mañana no os llueva ni nada de eso, porque en Campo Real ayer menuda tormenta.Pues no, en España no nos cierran los bares ni restaurantes, asi pasa que cuando vienen a nuestro país se vuelven locos, padadlo bien, esperamos la siguiente entrega, jajajaja!.

Merche Pallarés dijo...

Estupendo el relato. Me he reido un montón y, sí, os teneis que acostumbrar a los horarios. Se come a las 12:00 y se cena a las 18:00. Ya os podeis espabilar que si no os veo comiendo ¡hierba! Besotes, M.