jueves, 23 de julio de 2009

"Gasté más de seiscientos huevos, como lo sabe Dios y todo el mundo, y mis gallinas, que no me dejarán mentir"



Problema escolar: el ama de don Quijote dice haber gastado 600 huevos en un mes,en las comidas de nuestro hidalgo. ¿Cuántos huevos ha tomado don Quijote cada día, considerando que un mes tiene 30 días?

El ama manifiesta que antes de seguir este régimen don Alonso estaba amarillo. ¿De qué color estará al cabo del mes de convalecencia? ¿Cuál será la tasa de colesterol en sangre, tras dicha convalecencia?


Comentario al capítulo VII del Quijote, segunda parte.Publicado en http://laacequia.blogspot.com/

El ama tiene el corazón en un puño. ¡Se han encerrado! ¡Ese malandrín de Sancho y su señor se van en busca de “venturas”! La apesadumbrada y sudorosa mujer coge apresuradamente su manto, no hay tiempo que perder, ha de ir a casa de Bartolomé Carrasco. Acaso su hijo, el señor bachiller por Salamanca, ese amigo “fresco “de don Alonso, ese pico de oro, pueda impedirlo. Allá va.


El ocioso bachiller pasea por el patio, está aburridísimo y no desaprovechará la oportunidad de reírse de quien caiga. Hizo bien su señor padre en pagarle esos estudios que tanto fruto han dado. 


El “perpetuo trastulo y regocijador de los patios de las escuelas salmanticenses” es ahora doctor en socarronería. Me da la impresión de que Cervantes conoció, entre sus compañeros de estudios, algún ejemplar de esta misma especie. Bueno, todos hemos conocido alguno…

El ama se deja caer implorante ante sus pies, como una Magdalena, para declarar que su amo se sale. Sansón pone en marcha la burlona artillería, preguntando por dónde se sale y si se le ha roto alguna parte de su cuerpo. La buena mujer no ha estudiado en Salamanca, pero no se deja avasallar por el ocurrente bachiller. Don Quijote “no se sale sino por la puerta de su locura”. 


Hace memoria: volvió apaleado, atravesado en un jumento, enjaulado, encantado, triste, flaco, amarillo... ¡por Dios, otra salida no! A sus gallinas pone por testigos del gasto de seiscientos huevos. ¡Veinte huevos diarios para que volviera a ser el don Alonso de antes! Que tampoco es que tuviera un aspecto muy saludable, muy alegre no era y entrado en carnes, tampoco…Mas no estaba tan flaco ni tan amarillo ni sus ojos semejaban cuevas que llegaran al celebro…

Encantado de que le den huevos a batir, Carrasco sigue con la broma gallinácea. Sus gallinas tan buenas, tan gordas, tan bien criadas…se portarán de acuerdo a su exquisita educación, no la dejarán en mal lugar. Lo de irse por ahí…nada, tranquilaaaa. Si no hay otra cosa ni ha sucedido otro desmán…no tenga pena. Que vaya a su casa, le prepare un almuerzo calentito y de camino se ponga a rezar a Santa Apolonia, abogada del dolor de muelas…las de Sansón. Ahora sí que la pobre mujer no entiende nada, el mal de su señor no está en la dentadura sino en los cascos. Y este zangolotino, tan gorrón , tan hambrón, le dice que se vaya y no le replique que está ante un bachiller por Salamanca, el bachiller más bachiller de todos los bachilleres. Y el que más bachillerea…


Prestemos atención a lo que viene a continuación:”Y con esto se fue el ama, y el bachiller fue luego a buscar al cura, a comunicar con él lo que se dirá a su tiempo “. ¿Qué estarán tramando?


María Ángeles Merino


Continúo mañana

10 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Ay, hija, el ama es una exagerá de mucho cuidado... Espero tu comentario que seguro será MUY interesante, como siempre. Besotes, M.

Silvia dijo...

¿Veinte huevos diarios?, jolin, pues si que tendría bueno el colesterol, vamos por la nubes, seguro que ya no volvio a comer huevos, jajajaja!, los cojeria manía, muy bueno Marian, espero que la solución del problema que nos pones se acerta, ya sabes que yo soy de letras... besitos.

Mosca Cojonera dijo...

A mi lo que me preocupan son las gallinas... pobrecillas.

Unknown dijo...

Tal vez los huevos de antes estaban tan impolutos que ni el colesterol se sentía a gusto en ellos.
Excelente reflexión campeña.
Un fuerte abrazo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Ay, el colesterol...
¿No los acompañaría con chorizo frito?

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

eso son huevos...que bestialidad... no me imagino yo que se comiese 10 diarios con lo enjunto que nos lo presentan...besos y buen verano

Abejita de la Vega dijo...

Merche: un poco exageradilla sí es el ama y Antonio Aguilera apunta a que está enamorada. ¡Porque hay que ver como se pone porque se larga el señoriiiiito! (leer a lo Gracita Morales)
Silvia: y yo, y yo también soy de letras. Menos mal que entonces no existían los análisis de sangre. De todas maneras, como tú dices, cogería manía a los huevos.
Mosca: qué alegría verte por esta tu casa y la de la arañita, claro. Así que te has hecho de la sociedad protectora de gallinas...Espero tus crónicas viajeras cuando cojáis las botas de siete leguas.
Jan: es que el colesterol de antes no era como el de ahora...Reflexionamos, sí.
Pedro: igual se los comió con chorizo o torreznos, cerdo seguro que tenía el ama en la despensa. Riquíiiisimo colesteerol.
Manuel: dos tortillitas de nada, diez para comer y diez para cenar.
Gracias por vuestras palabras y un abrazo, amigos.

Teresa dijo...

¡¡Manda huevos...!! antes la gente se los comía crudos pinchando en los extremos de la cáscara y sorbiendo el contenido... No se aclara ni la forma de cocinarlos ni, si efectivamente se los comió. Quizás fue todo una huevo-terapia... (cutis, cabello...) y es la única razón por la que no surtió efecto la proteína... jeje

Abejita de la Vega dijo...

Bipolar: no conocemos cómo fue la terapia, je, je.Si se comió los veinte crudos, no sé como no se convirtió en clueca andante.
Un abrazo y gracias por visitarme.

Myriam dijo...

Que exagerada esta ama!
aunque no tan "antes"... como dice BIPOLAR, yo he comido huevos asi...
recién puestos por la gallina y bien tibiamente cruditos.

Besos