domingo, 31 de agosto de 2008

SANCHICA LLEVA AL MENSAJERO A SU CASA, SALE TERESA PANZA.


Continuación


"—Salga, madre Teresa, salga, salga, que viene aquí un señor que trae cartas y otras cosas de mi buen padre.

A cuyas voces salió Teresa Panza, su madre, hilando un copo de estopa, con una saya parda —parecía, según era de corta, que se la habían cortado por vergonzoso lugar —, con un corpezuelo asimismo pardo y una camisa de pechos . No era muy vieja, aunque mostraba pasar de los cuarenta, pero fuerte, tiesa, nervuda y avellanada ; la cual viendo a su hija, y al paje a caballo, le dijo:

—¿Qué es esto, niña? ¿Qué señor es este?

—Es un servidor de mi señora doña Teresa Panza —respondió el paje.

Y, diciendo y haciendo, se arrojó del caballo y se fue con mucha humildad a poner de hinojos ante la señora Teresa, diciendo:

—Déme vuestra merced sus manos, mi señora doña Teresa, bien así como mujer legítima y particular del señor don Sancho Panza, gobernador propio de la ínsula Barataria.

—¡Ay, señor mío, quítese de ahí, no haga eso —respondió Teresa—, que yo no soy nada palaciega, sino una pobre labradora, hija de un estripaterrones y mujer de un escudero andante, y no de gobernador alguno!

—Vuesa merced —respondió el paje— es mujer dignísima de un gobernador archidignísimo, y para prueba desta verdad reciba vuesa merced esta carta y este presente.

Y sacó al instante de la faldriquera una sarta de corales con estremos de oro , y se la echó al cuello y dijo:

—Esta carta es del señor gobernador, y otra que traigo y estos corales son de mi señora la duquesa, que a vuestra merced me envía.

Quedó pasmada Teresa, y su hija ni más ni menos, y la muchacha dijo:

—Que me maten si no anda por aquí nuestro señor amo don Quijote, que debe de haber dado a padre el gobierno o condado que tantas veces le había prometido.

—Así es la verdad —respondió el paje—, que por respeto del señor don Quijote es ahora el señor Sancho gobernador de la ínsula Barataria, como se verá por esta carta.


—Léamela vuesa merced, señor gentilhombre —dijo Teresa—, porque, aunque yo sé hilar, no sé leer migaja .

—Ni yo tampoco —añadió Sanchica—, pero espérenme aquí, que yo iré a llamar quien la lea, ora sea el cura mesmo o el bachiller Sansón Carrasco, que vendrán de muy buena gana por saber nuevas de mi padre.

—No hay para qué se llame a nadie, que yo no sé hilar, pero sé leer y la leeré."


(Miguel de Cervantes)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Escribo sobre el Quijote y me mandan propaganda de coches, en inglés.
Inaudito.
Isuzu,no te mata.

Kety dijo...

No se si te has dado cuenta de que tienes en mi blog un premio.

Paso a paso Don Alonso se va fragüando

Un abrazo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Me alegro de que compartamos aficiones cervantinas. Devuelvo tu amable visita a La Acequia, en la que espero encontrarte en próximas ocasiones.