-(L.): O el también mexicano Volpi, que presentó hace poco aquí un libro, y recuerdo que manifestó ese deseo de huir del "boom"y del "postboom".
-(P.O.): Les condena a ser secundarios y poco originales. Todos ellos buscan una forma diferente de huir.
David Toscana en Santa María del Circo tiene mucho de Pedro Paramo. Los más jóvenes no tienen ese problema. Recordáis a la autora de Basura, Sylvia Aguilar Zéleny, que ya no tiene nada que ver y trata abiertamente la realidad de su país.
A partir de El último lector se empieza a diferenciar. Le ayuda a que viene a vivir a Europa: Polonia y España. Rompe con la realidad de su país. En su última novela vuelve a México.
La ciudad que el diablo se llevó se localiza en Varsovia, después de la Segunda Guerra Mundial. Es la supervivencia de sus habitantes, marcados por los recuerdos de la guerra y el gueto judío, que ahora es un lugar de peregrinación. Una ciudad arrasada, con capas superpuestas: Polonia, invasión rusa, invasión alemana, invasión rusa de nuevo.
Los supervivientes intentan buscar formas de escapar con la imaginación, construyendo un mundo paralelo a través de la amistad, el alcohol, la parodia y la risa. Hay mucho del esperpento de Valle Inclán, también es muy cervantino.
-(L.): Feliks, Kasimierz, Eugeniusz y Ludwick, qué nombrecitos, conviven con las heridas de su ciudad. Y el barbero, cómo no.
- (L.): Quiso juntar a un cura y a un barbero, como en el Quijote, deseo manifestado en entrevistas.
-(P.O.): La historia de la novela pide una máquina de escribir, el escritor escribe en realidad en una máquina Enigma y no lo sabe. Es genial, escribe una cosa y sale una diferente.
Es la Literatura la que salva, hay mucha oralidad, con cuentos e historias de los reyes polacos. Es un festín literario, hacen ficción con la realidad del gueto. Los protagonistas tienen que sobrevivir a una situación cruel: el hambre, el frío, el pasado. El nexo de unión es absurdo, los van a fusilar de una manera absurda, escapan juntos de una muerte absurda. Les une el pasarlas canutas.
-(L.): No sabes dónde está la realidad.
-(P.O.): El juego cervantino de la realidad.
-(L.): Muy bien escrita, muy bien estructurada, con capítulos cortos y muy dinámicos. Recrea muy bien el ambiente de la ciudad.
-(P.O.): Ha gustado mucho.
-(L.): El primer capítulo me gusta especialmente por la forma de contar las cosas, los varsovianos tienen su forma de contar las cosas, incluso la tragedia. Hay mucha lírica, hay muchas frases que te llevan.
-(L.): Es cómoda de leer. Engancha su lectura, aunque estés cansado, si tienes que interrumpirla te cuesta dejarla. Un mexicano escribiendo de Varsovia de esta manera, quién nos lo iba a decir.
-(L.): Está lleno de dignidad. No más hambre ni humillación. Mi personaje favorito es el barbero, es el que entra después y el que termina con más dignidad.
-(P.O.): No se lavan ni comen, pero tienen dignidad.
-(L.): La que lían en el cementerio.
-(L.): La de la tumba de la señora Kukulska, quién se mete en la tumba de una difunta, por buenorra que esté, por mucho alcohol que lleven en el cuerpo.
-(L.): Es increíble pero lo ves.
-(L.): Lo de beber coñac en el corazón de Chopin es más que increíble.
-(L.): Y la señora que lo que le "pone" es la mano cortada a un muerto que fue su amante.
-(P.O.): Es genial.
-(L.) El cuentacuentos en la cárcel: lo han torturado, teme por su vida, pero saca fuerzas para contar cuentos en Morse a los compañeros de la celda de al lado. Me recuerda al abate Faria del Conde de Montecristo.
-(L.) Lirismo cuando Feliks vuelve a casa y es la historia del desamor, él piensa en su mujer Olga y Olga piensa en otro.
-(L.): El cura vive completamente fuera de las normas, pero se empeña en cumplir su función de sacerdote. Va con sus óleos y su hisopo.
-(P.O.): Me gusta mucho el final. El novelista escribe una novela que no está escrita. Son personajes singulares, eran inmortales y lo serían siempre por su historia, por su amistad y por ser personajes de literatura.
El lenguaje, el estilo, cómo lo construye. Truculento, no hay señales de diálogo, es pura oralidad. Siguen vivos.
-(L.): Es genial porque él no vivía en Polonia. Hay muchas vidas aquí. Y muchos muertos.
-(P.O.): El espacio...
-(L.): Se mueven entre ruinas y tumbas.
-(L.): Me duele que recurran al alcohol de una manera exagerada, me produce cierto rechazo.
-(P.O): Te comprendo. En la próxima novela, Barrio Húmedo, también...Rusos y polacos beben bebidas muy duras, del 44% y más, alcohol prohibido de destilerías ilegales.
-(L.): La situación en que están es el escape.
-(P.O): Parten de una realidad tremenda:
"Deme un poco de su calor, tengo un niño enfermo"
El cura rociando con agua bendita a los reservistas que iban a la guerra, aunque comprendía que lo que se hacía era inútil. Vertía su wodka por encima en vez de agua, como un acto de rebeldía.
-(L.): Y el que busca trabajo, como conserje de un instituto, con el libro de Astronomía aprendido, aunque el trabajo consista en limpiar las letrinas.
El que no ve con las gafas que le ha vendido cierto doctor, con la graduación equivocada, de otro, y le da la vuelta a todo.
-(P.O): Dicen que la autoridad está contra el alcohol porque "es fácil domesticar a un pueblo sobrio".
En la entrevista le iba a preguntar si, al hablar de cosas tan duras, había recibido alguna crítica por la perspectiva de unos borrachos.
La novela, en Polonia, no había gustado. Para ellos es una historia brutal, la de Varsovia, sobre todo la del gueto. Les hace mucho daño. A nosotros no nos hace daño porque no es nuestra historia. Si fuera la guerra civil tal vez reaccionaríamos como ellos.
Es una reflexión sobre la escritura: el "novelista" intenta escribir sobre una cosa y sale otra. Leo:
"Vi que la máquina tenía unos discos extraños. Les modifiqué la posición y resulta que ahora estoy escribiendo un clásico ruso. El novelista le arrebató el papel. Me encantaría ser Tolstoi o Kafka, pero sólo si Tolstoi o Kafka no hubiesen existido."
"Sacó la hoja y leyó en voz alta:
Los pasos se fueron alejando. El olor a pólvora embriagado ...
No lo reconozco...pero hay tantos miles de libros que no he leído."
Terminamos hablando de los peligros de la IA, aprovechemos a leer buena literatura, mientras la haya, con libros como éste.
Una novela muy recomendable. Y nos hemos reído mucho, palabra.
La próxima lectura será Barrio Húmedo de Emilio Gancedo. También sus personajes beben mucho y no precisamente agua.
Mi crónica está redactada, como otras veces, siguiendo mis rápidos apuntes tomados en la reunión, con la voluntad de acertar con su espíritu, ya que con la letra, toda la letra, es humanamente imposible.
María Ángeles Merino Moya