jueves, 2 de febrero de 2017

Patria: una novela que rompe silencios y toca fibras.


Fernando Aramburu firma mi ejemplar de Patria.

Comentario inicial a la novela Patria, de Fernando Aramburu, para la lectura colectiva de La Acequia, dirigida por Pedro Ojeda.

El libro nos recibe con gotas de agua que desdibujan una silueta humana con paraguas rojo. Es una imagen que nos atrae y nos inquieta a la vez. Así es Patria, atractiva pero inquietante, especialmente para los que pasamos una parte de nuestra vida en el País Vasco. Para nosotros, no es, no puede ser una lectura cualquiera. Patria rompe silencios que creíamos infinitos y "toca fibras", como dice la amiga Carmen Ugarte, "a unos unas y a otros otras".


Fernando Aramburu (San Sebastián 1959), es licenciado en filología hispánica y desde 1985 reside en Alemania. Considerado ya como uno de los narradores más destacados en lengua española, es autor de novelas, libros de cuentos, ensayos, narraciones infantiles, poesía y traducciones...Ha recibido importantes premios literarios...Ahora nos entrega su novela definitiva. Patria, valiente y conmovedora, es uno de los libros más impresionantes de la literatura española reciente. 



Patria presenta un esquema aparentemente sencillo. Es la historia de dos familias, los dos polos: la de el Txato, pequeño empresario víctima de la extorsión y del terrorismo etarra y la de Joxe Mari, el posible asesino. Son nueve personajes: Bittori y el Txato con su hijos Nerea y Xabier, Miren y Joxian con Joxe Mari, Arantxa y Gorka. El autor quiso que toda la novela girara en torno a las dos madres, mujeres que han sido amigas, muy amigas, de decidir ser monjas, de merendar juntas. Las mujeres son aquí muy importantes, las dos madres y también las dos hijas, la egoísta Nerea y la épica Arantxa. Mujeres fuertes fuertes fuertes, el superlativo en euskera está en función de las veces que se repita el adjetivo. La novela no se sostiene sin ellas, son las que tienen la potestad de la palabra porque los varones vascos, en la opinión del autor, suelen tener una torpeza instintiva para la verbalización de sentimientos. El hombre se escapa, se esconde. Joxian se refugia en la huerta, con sus puerros y sus conejos, es la metáfora del silencio colosal, del silencio que degrada.



La palabra y el silencio. Fernando Aramburu no renuncia al arte de la palabra:"mi novela funciona como artefacto literario". Estamos ante la propuesta lingüística de un filólogo. Hay un narrador externo y de repente la voz pasa a otro que protesta, pregunta, pide cuentas...hace que el texto sepa que está narrado. Unos ecos de gran belleza. La técnica no debe notarse, dice el escritor. Como la del episodio del asesinato que está narrado nueve veces, una para cada personaje incluido el asesinado, y no consecutivamente. El escritor ha evitado el vocabulario selecto, la sintaxis es sencilla, quiso que el texto fluyera con cierta ligereza. Nadie ha de temer enfrentarse a las complejidades de un Ulises de Joyce, es un libro que puede disfrutar mucha gente. 

¿Un alegato? Su libro,"un fresco de realidades humanas" según Iñaki Gabilondo, no es un alegato y, en todo caso, así lo dice el autor, si es un alegato lo es contra el dolor. No es equidistante, las víctimas son víctimas y los culpables son culpables. Eso sí, el autor se sitúa para recoger todas las voces. 


Escuchamos a Fernando Aramburu en la entrevista que le hizo Iñaki Gabilondo. ¿Patria? 



 "Obviamente es la patria vasca que desgraciadamente no es solo un espacio geográfico sino que para muchos es eso, pero sacralizado, convertido en mitología, convertido en algo que es muy peligroso para las sociedades que es una misión, misión que cada vez que se pone en marcha genera dolor, genera víctimas, misión que consiste en llevar mentalmente, incluso bíblicamente, a una masa de personas de un punto A a un horizonte B que se supone que es la perfección, que se supone que es el Paraíso y un ciudadano que ha vivido en el País Vasco, lo quiera o no, está en relación con esa sacralización del espacio ya sea porque participe activamente en esta ensoñación o porque le afecte.Y esto quiere decir que los ciudadanos de mi tierra natal llevan décadas sometidos a un filtro, un filtro con unos orificios por los cuales sólo pasan los puros, los genuinos, los que van a armonizar con el paisaje sacralizado. El resto estorba, ya sea por su procedencia natal o porque no comulgan con determinadas ideas, hay que suprimirlos, quitarlos de la Patria. Esto se hace en distintas graduaciones: por asesinato, expulsión de la comunidad o sometiéndolos al silencio y la marginación"



Mitología, misión, dolor, víctimas, Paraíso, sacralización, ensoñación, filtro, los puros, los genuinos, el resto estorba, hay que suprimirlos, asesinato, expulsión, marginación. Sobrecogen estas palabras de Aramburu, la sacralización de la Patria que genera una situación de terror o miedo colectivo. 

Todo lo anterior ha removido mis recuerdos y no he podido evitar escribir lo siguiente que no contiene ficción alguna, fue mi realidad. Aprovecho unas palabras del personaje Miren para titular mi relato:

"...es una chica muy maja. No es vasca, pero bueno"(página 25, capítulo "En casa de esos")

Es un día de otoño de 1979. Llueve, es difícil subir la embarrada cuesta de Latxartegi con el endeble paraguas. Soy de Burgos, tengo veintidós años y trabajo como maestra interina en un pueblo de Guipúzcoa.

Legazpi es un pueblo interior e industrial rodeado de árboles y praderas verdes, abrazado por montañas, hermoso a pesar de la fealdad industrial. Llueve y llueve, canta la lluvia y cantan los canalones, las sábanas están húmedas y oigo los trenes que saludan melancólicos al atravesar el valle. El mar está muy lejos y aquí hace más frío que en el pueblo ficticio de Patria, más cercano a Donosti.


Legazpi, foto cortesía del periodista legazpiarra Josema Azpeitia.

Mis alumnos son hijos de gente honrada y trabajadora, unos de fuera, otros euskaldunes. El aita suda la gota gorda junto al horno donde hierve la sopa de hierro, la ama trabaja en casa que no hay trabajo mayor. Los maestros, maizus y andereños, nos llevamos bien aunque nos soltemos,de vez en cuando, alguna indirecta. Unos de fuera, otros de dentro, algunos son muy mayores. No ha llegado todavía el veneno del enfrentamiento.

El euskera, joya lingüística, milagro de supervivencia, será utilizada para fines bastardos. Yo no soy de banderas ni pretendo convertir a nada a nadie. Sólo soy maestra.

Me gusta mi trabajo. ¿Qué más puedo pedir? Solo que los doscientos y pico kilómetros que me separan de mi casa, y de las sábanas secas, sean más cortos. El tren es mi cordón umbilical y paso muchas horas de retrasos en el glacial apeadero.

¿Cuantas veces he escrito el adverbio fuera? No, ahora veo que lo he corregido. ¿De dónde sois txikitas? ¡Ah, de Burgos! Somos cuatro las maestritas burgalesas, en el mismo piso, en el mismo colegio y a la espera del mismo tren. Mira qué bien, que tenéis aquí un puestecito las de Burgos. Hay muchos burgaleses en Legazpi, Patricio Echeverría los trajo de la zona de Villahoz y los apreciaba. ¿De dónde? ¿De dónde?  ¿No es ahí donde hubo un juicio que...? Y yo que tengo que ver.



¿En euskera o en erderaz? En el Eroski, aprendo: esnea, ogia, arraina, sagarra...nadie entiende de comida como los vascos. En la calle: abertzale, amnistia osoa, askatu, cipayo, dispersiorik ez, ekintza, ETA herria zurekin, euskaldun, Eusko gudariak, gora ETA, gora Euskadi askatuta, gudarik, herriko taberna, ikurriña, jarraitxu, kanpora, presoak kalera, amnistia osoa, txakurra, borroka...Todas están en el glosario que Aramburu incluye, al final de Patria. Palabras cotidianas, una de ellas no se pronuncia...casi nunca; pero flota en el aire, está en todas partes y da miedo. Ni ETA ni España, dos palabras tabú con e. La segunda se evita incluso en  clase de Geografía. No limita al norte con el mar Cantábrico, Francia y Andorra. Cuando no queda otro remedio se dice estado español. Hablo en castellano, nunca en español. ¡Qué más da!


Camino de casa, las paredes proclaman que ni de rojo, ni de verde, ni de azul ni de marrón. Las mujeres de los guardias civiles van a la compra en taxi. El cuartel es una palabra que se pronuncia con miedo. Yo misma saco las manos de los bolsillos cuando paso por allí. A la puerta, juegan los hijos de los guardias y el pequeño Santi me dice que el perro se llama Yaki y que no hace nada. Alguien me cuenta que en la carretera había un  control, que le han hecho bajar del coche. Que han detenido a un amigo, que hay una madre que tiene un hijo, un Joxe Mari, en la cárcel, una Miren. Que un guardia civil murió ahí cerca, hace tres años, junto al pantano.

Silencio. Isilik. El dolor y el miedo colectivo. Hay cosas de las que no se puede hablar. Como a Aramburu, no me parece posible que se pueda mejorar la vida de los ciudadanos matando. Unos seres humanos contra otros, el dolor no se puede justificar. 


Nunca había vivido así una entrada. Perdonadme que os haya contado mi vida. Seguiremos comentando Patria, la novela que toca fibras. Hablaré de Miren, de Bittori, del Txato, de Joxian, de Joxe Mari, de Nerea, de Xabier, de Arantxa y de Gorka. Tal vez María Ángeles haga otro cameo. 

Un abrazo de María Ángeles Merino

16 comentarios:

La seña Carmen dijo...

Pues muy bien contada, porque si la literatura no remueve algo dentro, malo, malo, malo.

Si el adjetivo va delante, si hay pocos o muchos, o si las frases son muy largas, lo dejamos para otros entornos.

Creo que fue en ese mismo año, o en el 78, cuando estuve un año estudiando euskera en Euskal Etxea aquí en Madrid. Éramos un grupo variopinto, que abarcábamos todo el arco político e ideológico, pero nos llevábamos bien y aparte de las clases quedábamos a comer un bacalao esmigao, ya se sabe que para la cocina, como los vascos nadie, y nos quedábamos hasta las tantas charlando y cantando alguna canción nostálgica que hablaban de gente ausente que debía volver a casa. Hay muchas formas de exilio, incluso de exilios interiores.

Te dejo un refrán sacado del Refranero multilingüe, que yo no aprendí tanto en aquel año.

Urrutiko eltzea urrez, hurbildu eta lurrez

La olla de lejos está llena de oro, de cerca llena de barro.

andandos dijo...

Me ha gustado mucho tu entrada, estoy con el libro. Y he aprendido algo leyéndote, que creo que yo no tengo patria.

Un abrazo

Bertha dijo...

De perdonarte nada, todo lo contrario es un testimonio que da fe que lo de afuera por decirlo de alguna manera se pasa por el filtro.-Yo conozco un poco el carácter vasco ya que mi familia materna es de origen vasco y mis dos abuelas eran maestra de cuando la República:una vasca y amiga de la catalana, que la destinaron al Pais Vasco y ya sabemos como se viven las ideologías...

-Que razón tienes el dolor no se puede justificar.

Tiene mucha miga este libro la verdad que pica la curiosidad leerlo.

Feliz día un abrazo.


Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué maravilloso regalo de testimonio nos has hecho, Mª Ángeles. Gracias por él.

María Pilar dijo...

He leído el libro y te he leído a ti y me he visto reflejada. Yo no estaba en Legazpi, estaba en Bergara... y sí hubo muertes en mi entorno: el padre de una alumna, secuestros: un profesor y una profesora también salvajemente asesinada porque los alumnos se la jugaron a las cartas... La sentenciaron por ser... ¿de falange, decían? El libro no me ha descubierto nada que no supiera y no hubiera vivido, pero sí me ha removido por dentro, me ha traído vivencias y no de hace tantos años.
Os seguiré con mucho interés.
Besos

Abejita de la Vega dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Abejita de la Vega dijo...

Me sentí como si lo viviera de nuevo. De nada. Fue una entrada muy especial.

Abejita de la Vega dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Abejita de la Vega dijo...

Si viviste en Bergara qué te voy a contar Pilar. Compartimos experiencias paralelas, más euskaldún Bergara, creo.
No conocí atentados en el pueblo durante los doce años que viví allí pero cualquier atentado flotaba en el aire.
Lo más cercano fue la muerte de Yoyes en Ordizia a manos de los suyos. Conocí a unas personas, pocas, que estuvieron ese día allí y como si no hubiera pasado nada.
Patria no nos enseña nada nuevo a los que lo vivimos cerca pero expresa muy bien lo que muchos pensábamos y nos faltaban palabras.
Es terrible lo que me cuentas de esa profesora muerta.El dolor no se justifica con un nacionalismo de cuatro líneas, ni con nada.
Un abrazo. Seguimos.

Abejita de la Vega dijo...

Me apunto el refrán de la olla para aprendérmelo. Barro, mucho barro.
La literatura cumple su función.

Esos exiliados tan intelectuales y nostálgicos eran otra cosa distinta a las Miren furibundas.

El euskera, el bacalao esmigao y los cánticos y buena convivencia, lo ideal.
Agur

Abejita de la Vega dijo...

Tampoco pasa nada por no tenerla o por que toda la humanidad sea tu patria. Casi mejor o sin casi, bajo mi punto de vista, respetando el nacionalismo pacífico y no excluyente. Yo también aprendo con todos y me gusta leeros.

Abejita de la Vega dijo...

Lo sabemos. Ese componente vasco es muy bueno y aporta muchas cosas buenas, seguro. Las ideología se viven...ya sabemos. El filtro, ay. Te gustará.

Kety dijo...

Me quedo con esta frase: "no me parece posible que se pueda mejorar la vida de los ciudadanos matando".

Un abrazo

Ele Bergón dijo...

Aunque hemos hablado no te había hecho comentario. Claro que toca la fibra, yo misma lo he comprobado aunque a cada uno será una especial.

Estupendo relato el que nos dejas, y es de lo vivido de lo que mejor se puede escribir, como así le pasa al autor de este libro.
Voy por el capítulo 40 y no me ha defraudado para nada.

A ver si nos vemos y paseamos por La Isla, tengo ganas, la mayoría de las veces lo hago contigo.

Besos

Myriam dijo...

¡Qué preciosidad de entrada! Me gusta tanto que la enlacé al texto de mi segunda entrada sobre Patria y me la he leído dos veces.

¡Cuantos recuerdos! ¡Qué esperiencia tan rica!

No se como haces para tener el libro tan prolijo, en mi entrada de la semana que viene verás una foto del mio jajajajaja.

Eso es algo que me he preguntado a veces y en especial aquí: ¿A Fernando Aramburu le gustaría ver su/mi libro todo marcado?

No me enrollo más.

Besotes, María Ángeles

Abejita de la Vega dijo...

Mi libro prolijo lo ves en una foto de cuando lo acababa de comprar. Ahora no está así. Seguro que a Aramburu le gusta tu libro marcado y vivido y estudiado.
Mis experiencias son las propias de vivir en Euzkadi en esos años, semejantes a las de tantos. Pero ahora los vuelvo a vivir con cierta nostalgia y Patria remueve.
Nos leemos y disfrutamos. Besos Myriam.