miércoles, 17 de junio de 2015

"Crónicas periodísticas de la Guerra de África (1859-1860)": "...por España y por su valiente ejército, en quien se fijan hoy las miradas de la Europa entera"


Los libros de este curso al sol de la mañana.




Avellaneda, Laforet, Martín Gaite, Abella, Vargas Llosa, Muñoz Molina, Herrera y...Comenzamos una nueva aventura lectora, la última de este curso. Tengo en manos un pequeño libro titulado "Crónicas periodísticas de la Guerra de África (1859-1860), de Gaspar Núñez de Arce, edición de María Antonia Fernández para "Clásicos de Biblioteca Nueva". La introducción  comienza resaltando el apasionamiento que este conflicto provocó en su época, proyectado en poesías, representaciones teatrales y artículos periodísticos que contribuyeron a aumentar la expectación que la declaración de guerra había provocado. 

Los grandes periódicos españoles comienzan a buscar nombres idóneos para la nueva figura de corresponsal de guerra. Y los méritos literarios, junto con la amistad con el director del periódico progresista La Iberia, convierten a Núñez de Arce "en el encargado de narrar la guerra en directo para unos lectores ávidos de información de primera mano". 


"Los textos publicados...desde noviembre de 1859 hasta marzo de 1860 bajo el título de Correspondencia particular de la Iberia", tuvieron una gran acogida de público...la fama del joven poeta creció enormemente. La notoriedad pública alcanzada por el trabajo de corresponsal de guerra le sirvió como plataforma de lanzamiento de una brillante carrera política y literaria...a todo ello hay que sumar la evolución de su pensamiento político, muy relacionada con las amistades que hizo en África, en especial la del general O´Donnell."


Antes de comentar las crónicas, busco algunos enlaces acerca de esta guerra: 



También es muy útil la citada introducción de María Antonia Fernández. Leo un poco de aquí y de allá y me creo una imagen del ambiente creado en España por este acontecimiento tan popular. Y la imaginación me lleva...

A un saloncito de una casa burguesa española, pongamos que madrileña, en 1859. ¡Ya está! El padre, don Carlos, la madre, doña María, el niño, Leopoldito,  y algunos ejemplares de "La Iberia" enviados por correo, cuatro o cinco, cada uno rodeado de su fajín de papel. 

-¡María! ¡Los periódicos! ¿Dónde me habéis puesto los cuatro o cinco que recibí ayer?¡ "La Iberia"! Ni en el buró, ni encima de la mesa del despacho. ¡Mira que os he dicho que no me toquéis mis papeles!

¡Lo habrá cogido Leopoldito para fabricarse sus recortables! ¡Valiente tropa se monta este niño! Moritos con turbante y  soldaditos españoles con el ros bien puesto. Como no le bastan sus soldaditos de plomo, refuerza su ejército con los de papel. A unos los arma con gumías y lanzas, a los otros con fusiles y bayonetas. ¡Qué ardor guerrero el de la criatura!



-Sí, buena mano tiene el niño para el dibujo. Pero no, no te ha cogido La Iberia. Aquí lo tienes, le he echado un vistazo. 

-No sabía que te interesara la política. La guerra es cosa de hombres, esposa mía.

-Y de mujeres que se quedan en casa llorando al hijo que acaso no vuelvan a ver. Pena me da ver a Blasa, la cocinera, que su hijo lo han llamado a filas…Parir a un hijo con dolor, como dice ella, para que te lo maten con una navaja curva, como a un cordero.


Gumías

-No habrá dolor para ti.  Carlos, nuestro hijo mayor  tiene asegurado el no ir a la guerra, ya sabes que pagué los 6000 reales de la redención. Y, si no lo hubiera hecho ya, a tiempo estaría de buscar un soldado sustituto, por el mismo precio.


Moneda de 1 real de 1859. 

 Pensé también en el pequeño y,  por si vienen mal dadas, acabo de firmar una poliza con la Compañía Catalana General de Seguros, un seguro contra quintas. Pagaré cada mes una cantidad para que Leopoldito no tenga que ir , lo hacen ya muchos padres de hijos varones. Son avispados estos catalanes. Y patriotas, pardiez, no sé si sabes que han formado un tercio voluntario para ir a batirse el cobre en Ceuta. Lo mismo que los vascos.




-Excelente idea, pero mira tú por donde a nuestro niño le tira lo militar. Dice que de mayor quiere ser capitán de húsares, qué sabrá la criatura. Ojalá se le quite de la cabeza, con lo bien que dibuja y un buen profesor de matemáticas...sería un gran ingeniero.

-Sí sabe, que lo saca de los libros de milicia que dejó tu difunto padre, su abuelo, menudo carlistón estaba hecho el señor comandante, que en la misma gloria de don Carlos María Isidro descanse. Dejemos a los difuntos y dime qué trae "La Iberia" que te tiene tan interesada.



-Un respeto para mi padre, maridito mío. Me he leído de pe a pa las crónicas de don Gáspar Núñez de Arce, qué pluma la del vallisoletano. ¡Se nota su condición de poeta! Tú todavía no te has dignado leerlas, que tienen intactos los fajines.

-No he tenido tiempo. Y mira, ahora me pica la curiosidad. ¿Qué dice el bueno de don Gaspar?

-He viajado con él, desde un barco, por toda la costa mediterránea. ¡Qué bonita! Divisamos la gigantesca vegetación de Cataluña o Valencia, la desnudez de las rocas de Alicante "iluminadas por un sol de fuego", las cumbres de Sierra Nevada "envueltas en azuladas brumas" y las atalayas, recuerdos vivos de los moros en la costa...Al llegar aquí, don Gaspar parece recordar que el viaje no es de placer sino que va a una guerra. Mira, aquí dice:

"...se divisan en todos los puntos culminantes de la costa las ruinas de antiguas atalayas, recuerdos vivos de aquellos tiempos en que esos mismos bárbaros a quienes vamos a combatir invadían nuestras playas, robaban nuestras mujeres, incendiaban nuestros pueblos y esparcían por todas partes la desolación y el espanto."


Torre almenara del Saladillo (Estepona) 1575. 

-Y recuerda a los lectores, la calaña de nuestros enemigos, heredada sin duda...viejas afrentas. Entre col y col, lechuga.

-Sí, así es, porque sigue con los pueblitos andaluces, tan blancos que parecen "formados por la espuma que el mar arroja". Málaga con sus calles tortuosas y sus riquísimas pasas, gloria para  los golosos europeos, y su puerto tan animado en época de vendimia, o "vendeja".

Y cómo les gusta Andalucia a los ingleses y alemanes acomodados que pasan allí el invierno, gozando de nuestro sol. Ellos tan amantes de la poesía que organizan banquetes para honrar a su amado poeta Schiller con patriótica veneración, dándonos ejemplo, que nosotros enseguida olvidamos a nuestros grandes hombres...Tuvieron el detalle, los alemanes de la comilona, digo, de brindar "por el buen éxito de nuestra campaña en África, por España y por su valiente ejército, en quien se fijan hoy las miradas de la Europa entera". ¡Los laureles de  Carlos V y de Juan de Austria reverdecerán! 


-Sí, buen detalle el de los alemanes, lo de los laureles verdes  seguro es cosa del vallisoletano.¿No es ese Schiller el de "Don Carlos", el que dejó en tan mal lugar a nuestro rey Felipe II, acusándolo de mal padre? 

-El mismo Núñez de Arce debería escribir su don Carlos, sería mejor que el del alemán y más verdadero. No nos vayamos por las ramas.



 Nuestro cronista se embarca para Cádiz y allí ve  a los soldados, los del general Ros, armar y desarmar las tiendas de campaña que les cobijarán en suelo africano. Y no veas el entusiasmo de la multitud que acudía a ver estos ensayos "deseosa de ver vengado el ofendido honor nacional y ondeando en la otra punta del Estrecho la generosa y heroica enseña española".



-Parece que veo a la patriótica multitud, sigue María.

-Felicísimo fue su viaje hasta Cádiz. El Estrecho de Gibraltar lo pasó de noche y así evitó el berrinche de ver flotar en ese rincón de la Península una bandera extranjera.



Al amanecer, dos sublimes espectáculos a su vista: el sol, "globo de fuego inflamado" y Cádiz, "verdadera Venus meciéndose en una concha". Hay que verla desde el mar, tan blanca como la espuma, tan gallarda como las aves que se mecen en las ondas, diáfana, transparente, brillante...En lugar de "Ir a Nápoles y morir", que dicen los gabachos, nosotros deberíamos decir "ir a Cádiz y admirar". Y don Gaspar da rienda suelta a su pasión liberal, aquella Cádiz que él conoció cuando la guerra contra las tropas de Napoléon, la ciudad de Hércules donde se meció "la cuna de la libertad española", entre estampidos de cañones extranjeros. La liberal España que legislaba y combatía a la vez.

-Sí, qué hombres aquellos que alumbraron la Constitución, nuestra Pepa, tan pisoteada por tantos. El mismo pueblo gaditano fue tiroteado aquel día aciago de 1820...

-Escucha, marido: "Cádiz debe estar orgullosa, su nombre está escrito en la primera página en el libro de nuestra regeneración" .




El cronista reconoce no conocer "la perla de Andalucia" lo suficiente para dar una descripción minuciosa, ni va a tener tiempo. Pero no deja en el tintero las calles rectas ni las  hermosas, plazas espaciosas ni la estatua de Balbo, gaditano romano, el "primer extranjero que subió en triunfo al Capitolio". ¡Y el puerto! Concurridísimo y ahora mucho más. "Reina gran animación en el comercio, y en todos los habitantes un decidido entusiasmo".


-Como en todas partes donde se mueve el dinero. La euforia no durará mucho. Sigue. ¿Qué más cuenta?


-Que hijos de familias acomodadas han solicitado y obtenido su ingreso como soldados en el ejército expedicionario. Incluso conoce a un "apreciabilísimo joven" que se ha ofrecido como voluntario, a cuenta suya su equipo y manutención. ¡Menudo chasco se llevarán esos niños de papá cuando vivan el horror de la guerra! Cuerpos destrozados, sangre, calamidades, sufrimiento, muerte, el combate cuerpo a cuerpo... lo que contaba mi padre pone los pelos de punta...y eso que era su oficio.




-¿Cuenta algo más en esa primera crónica?

-Poco más, que estuvo en la función que daban en el Ateneo, donde se leyeron poesías alusivas a la guerra, algunas "de mérito sobresaliente"que obtuvieron "un éxito en extremo satisfactorio". El más conocido allí era el cronista de la prensa gaditana Sánchez de Arco, dicen de él que está dispuesto a asistir a las mismas batallas. 


-Ya veremos si se muestra tan valiente cuando haya batallas de verdad.


- A don Gaspar Núñez de Arce le hubiera gustado asistir a la revista de tropas en el Puerto de Santa María. Pero no ha podido porque ha de estar a la mira de los vapores que entran y salen para volver cuanto antes a Málaga. 




Cierra la primera crónica el 18 de noviembre, la que se publicó el 23. La próxima ya la hará desde suelo africano. Aquí tienes la escrita el primero de diciembre, en Ceuta. No te cuento más, lee tú y luego me comentas.

Dejo a don Carlos leyendo, sentado junto al calor de la chimenea. Doña María iba a sacar algo del costurero, pero acaba de entrar Leopoldito con sus  soldados de plomo y toda su atención se concentra ahora en el niño. Ayuda a su hijo a colocar las pequeñas piezas sobre la alfombra, digo...sobre el frente de batalla. ¡Bum! ¡Bum! 





Acaricia a su hijo, se alegra de que nunca vaya a la guerra. ¡Bendita poliza! Pero...¿y si el niño se empeña en seguir la carrera del abuelo Leopoldo? 


Un abrazo para los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino

Doña María y don Carlos.

Palabras extraídas directamente del libro de Núñez de Arce.

6 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué buena forma de hacernos entrar en la crónica. En efecto, conmocionó a la población española del momento, que siguió los hechos devorando los periódicos y las entregas de las obras que la estudiaban.
Haces bien en que debatan en una casa burguesa y comenten lo ocurrido. Era así como se producía todo en aquella época, en efecto. Bueno, y el griterío de las botillerías y los cafés...
Vaya columna de libros...

Bertha dijo...

Que bien relatas la efervescencia patriótica es así como funciona una nación democrática todos unidos por un ideal, aunque (las guerras son una desgracia).

Hasta la próxima ya conocemos al cronista de esta entrada.A ver que nos depara?

Que bien te lo pasas con esos amigos tan fieles; como ese montón de libros...

Feliz finde seño

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, Abejita de la Vega:

Como siempre un estupendísimo trabajo, tanto que me habéis animado a que busque el tiempo no sé dónde y me una a esta lectura.

Abrazos.

Ele Bergón dijo...

La verdad es que tu recreación de esta familia burguesa del XIX, te entran ganas de leer a Nuñez de Arce. Quiero ya tener en mis manos el libro.

Besos

Myriam dijo...

Aquí vine a leer tu trabajo, veo que
mientras yo estuve de viaje y pasándola
genial, tu has estado muy activa a juzgar por
la cantidad de entradas que ya has publicado.
Empiezo, como se debe, por la primera.

Un abrazo

Myriam dijo...

Ha sido una recreación muy amena la tuya con esta familia.
Menos mal que Nuñez de Arce se dio cuenta que no iba de placer,
sino a documentar una guerra, se nota igual que disfrutaba
y que su alma de poeta efervescia con las vitas tan bellas
de la naturaleza...

Sigo adelante