miércoles, 26 de febrero de 2014

"Dejar las cosas en sus días". Laura Castañón estuvo en nuestra lectura colectiva y nos cautivó.



Comentario a la novela "Dejar las cosas en sus días", de Laura Castañón. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda. 

Es un día lluvioso en Burgos, 25 de febrero de 2014. Hoy, no recorro el camino del Parral para ir a la lectura colectiva, en la Biblioteca Central de la UBU. El recorrido es urbano, llegamos al reloj del "Morito",  lugar tradicional de cita para los burgaleses que peinamos canas. Va  a tener lugar a las 16.30, en el Teatro Principal, en la Sala Polisón. 



En la última entrada, con un espíritu geométrico muy ajeno a mi personalidad, muestro mi visión acerca de  algunas caras que presenta el poliedro “Dejar las cosas en sus días” y concluyo con los primeros saltos en el tiempo que Laura Castañón nos hace vivir, a los que llamo aristas.

Son unas sábanas bordadas por las hermanas Montañés las que nos transportan al desengaño amoroso de la periodista Aida, mujer de nuestros días. Y el interés de don Benito en bautizar a su hija con el nombre del casi santo marqués, circunstancia que  recorre kilómetros cronológicos y aterriza en la negativa del grupo popular del Ayuntamiento de Gijón a desacralizar la iglesia de la Universidad Laboral para convertirla en centro de interpretación; política de ahora mismo. Nada que ver. ¿O sí? Sí, algo tiene que ver, los integristas religiosos son intemporales.

Y os prometí seguir con las aristas, mas no pienso hacerlo, me olvido de buscar costuras. Porque ayer, en la lectura colectiva que realizamos mensualmente, contamos con la presencia real de la escritora, Laura Castañón. Y tuvo lugar en el mismo edificio en que soñamos las inquietudes paradisíacas de los personajes de la trilogía de Óscar Esquivias: el teatro Principal. ¿Recordáis el Salón Rojo en que se reunía la flor y la nata de la sociedad burgalesa en el 36? Nosotros nos reunimos en la Sala Polisón, muy próxima. Y nuestras inquietudes eran literarias que no golpistas.


Allí, Laura nos cautivó con sus palabras, mucho más interesantes que mis divagaciones. Y, además, se nos ofrecían enlazadas con las valiosas apreciaciones de nuestro profesor Pedro Ojeda. 

Mi cuaderno de notas es mi aliado, a falta de agenda Moleskine. Mi letruja de escribir deprisa atrapa parte de lo que allí se dice. 

 Comienza Pedro Ojeda:

Es su primera novela, “aunque no lo parezca”. Tras años y años dirigiendo talleres de creación literaria, la Literatura no le es ajena y se nota. Estamos ante una novela para un público amplio: los amantes de las intrigas familiares o también, y sobre todo, las que buscan una literatura bien escrita, con sentimientos y emociones. ¿Por qué en un momento de su vida se pone a escribir?

Laura nos define el éxito: “que los lectores hayan disfrutado”. Objetivo conseguido con la publicación  de su primera novela en 2013. Pero escribe desde siempre, a los cuatro años ya redacta unos cuentos que su madre guarda…nos cuenta con una sonrisa. 


Escritora siempre;  pero las clases impartidas en los talleres literarios, la tutela de las historias escritas por sus alumnos, “vampirizaron" todo lo que Laura podría haber escrito. Luego llegaron las actividades profesionales y un ritmo de vida acelerado que hubo de frenar ante la enfermedad: fibromialgia y fatiga crónica. Y aprende  “patchwork”. 


Y ,uniendo trozos de tela para conseguir un todo armónico, surge la necesidad de escribir una novela. El primer pedacito, muy importante, fue aquel paseo por la carretera de Reballines, al lado de Bustiello. Aquella casa, al lado del río. Su madre le explicó que allí vivían las señoritas de Comar, las de Pomar, que tenían billar y biblioteca. 


¿Biblioteca? Fascinante. Laura fantasea desde aquel momento, quiénes eran aquellas señoritas, qué hacían, cómo era su vida.

Ya en la adolescencia, la escritora toma conciencia de las características de la zona donde vive, entre los concejos de Mieres y Aller, una burbuja en medio de los movimientos revolucionarios. Algo que nos cuesta entender fuera de Asturias, donde relacionamos siempre al principado con la épica de la minería y la revolución. Porque allí el dueño fue el Marqués de Comillas que ejerció el llamado "paternalismo industrial", al margen de los sindicatos obreros. Sólo funcionaba el Sindicato Católico, promovido por la empresa.


El Marqués era hombre de creencias muy firmes. Sus obreros habían de ser buenos obreros y buenos cristianos. Deseaba crear un poblado ideal, una sociedad ideal, con sus viviendas obreras y su "huertina". El patrón interviene en la vida de los personajes, todo tiene que ser como él quiere.

 Laura tuvo acceso, en su adolescencia, a un libro de actas que redactaba diariamente el jefe de los guardas jurados, una especie de policia alternativa. Toda la vida del poblado estaba reflejada allí, de todo se tomaba nota. Quién iba a la taberna, quién blasfemaba, quién estuvo en un mitin, qué mujer de minero se había peleado en el lavadero, increíble. Todo recogido en unos papeles perdidos que la escritora lamenta no haber fotocopiado. 



A continuación, pasa a hablarnos del acceso al mundo editorial, algo que ella siempre había considerado imposible. Todo empezó cuando dejó su novela a un amigo, relacionado con dicho mundo. La lee, le gusta, la envía a Alfaguara y le comunica que Alfaguara quiere publicarla. Recibe la noticia con extrañeza porque siempre fue escritora aunque sin conciencia de serlo. Considera que ha comenzado tarde y Pedro Ojeda replica quijotesca y caballerosamente: Cervantes escribió el Quijote a una edad equivalente a lo que hoy serían noventa años. Y la novela exige cierta edad. Vienen las preguntas.

Nuestro compañero Paco Cuesta, el de "El Alfoz", agradece a la autora "su equilibrio y su forma amable", al tratar a los dos Españas.


Paco Cuesta, foto tomada de "La acequia".

 No es una novela sobre la guerra civil, pero es inevitable, la guerra juega un papel importante...El lector, ante una novela poliédrica, ha de resolver el puzzle.




Entre el público asistente, hay quien opina que "Dejar las cosas en sus días" hace lo contrario, que no deja las cosas en sus días. Para Laura el título es una duda, una pregunta, no una afirmación. Nos cita la canción del dúo Víctor y Diego, de los años 70.  Y recuerda que algún blog, de los nuestros, la reprodujo. Creo que se refería a "El cuento que no es cuento", de nuestro amigo Pancho.

Le preguntan si se siente identificada con Aida. Contesta que sí, que es inevitable, que comparte cosas: profesión de periodista, tiene una edad parecida, algo más joven. Mas no hay tanta afinidad  como pueda parecer. Nos aclara que su vida familiar no tiene nada que ver con la de Aida. Comparten detalles como la Moleskine roja e ideológicamente tiene puntos en común, aunque  no todos.

¿Y el final? El final tiene que ver con el juego del lector, puesto que le ha sido suministrada información que el personaje no tiene. Y por fin, "la traca final" y la duda planea. Busca su complicidad  para que haga su propia composición. ¿Es mejor dejarlo así o no?

A Pedro Ojeda le gusta especialmente el personaje del médico. don Efrén, y pide una novela sobre él. En realidad, ocupa pocas páginas y, en un principio, su figura era solo paisaje pero a la autora se le impuso la fuerza del personaje. Lo llevó a cenar con el marqués en la casa de Pomar, era un comensal más, invitado como persona de importancia, pura cortesía. Pero don Efrén se puso a hablar, tomó personalidad. Y la escritora, que iba a llamarlo José, tuvo que buscarle otro nombre menos corriente.

Lo mismo le sucedió con Camino, que sólo era fruto de la necesidad de buscar un ama de cría para Claudia. Pero tuvo que explicar que era viuda y cómo se quedó viuda. Camino crece y Efrén crece, se pone de manifiesto la consistencia de estos dos personajes. Porque un personaje se impone al autor y lo lleva. Y Pedro Ojeda, para demostrarnos su consistencia , nos lee en la página 40 el pasaje en que el médico mira con deleite a Camino en misa, con el rabillo del ojo pero:

"Efrén Rubiera conocía de memoria cada pliegue, cada curva, la longitud exacta de los brazos, el modo en que el cuerpo se movía obedeciendo las diferentes posiciones exigidas por la liturgia..."

Alguien plantea si fue Efrén un cobarde, unos dicen que sí, otros que no; yo le afearía su hipocresía. 




Después pasamos al tema de la edición. Siempre supo que el camino hacia la publicación de un libro es muy difícil. Cuando dirigía a sus alumnos, escritores en ciernes, les decía "mándalo",  a pesar de saber del peregrinaje que sufren los escritores de editorial en editorial. Ella escribía para gente próxima, con mucha libertad, sin disciplina, escribía cuando tenía ganas. Aquel amigo, Gabi, impresionado, lo envía a Alfaguara, "quieras o no quieras". Cuando lee "acaban de llamarme de Alfaguara",  le parece un "correo de hadas".



Mi amiga Luz del Olmo, la del blog "En un acorde azul", le pregunta: ¿Por qué los párrafos tan largos". Nos explica que los del pasado, que corresponden al narrador omnisciente, le salieron más largos, en un estilo de principios de siglo. Los del presente son más funcionales, más cortos. Pero no fue consciente, el mundo del pasado le pedía construirlo de una forma menos directa. 

Otra lectora, nuestra amiga Carmen, le comenta el fragmento que más le emociona. Es aquel en que Camino está en su cocina y le comunican la muerte de su marido Xelu, en la mina. Carmen asegura que nunca había leído algo que expresara mejor el dolor. Las vecinas que la rodean, las flores blancas del vestido con flores que se teñirán de negro, el grito, algo bellísimo y emocionante. Laura nos comenta que mujeres de la cuenca minera  sintonizan con ello. Al final, al firmar los libros, le comento a la escritora cómo me había emocionado el testimonio de nuestra compañera de lectura. La escritora me dice que ese pasaje había llamado también la atención de la escritora Rosa Montero.

La siguiente pregunta será: ¿Cuáles son tus referentes? La respuesta: leer mucho, aunque ahora leo menos, no sabe si hay algún referente que haya sido más que otro. Ha leído mucho a García Márquez, Muñoz Molina, Martín Gaite, Ana María Matute, novela norteamericana, novela policíaca, de todo hay algo. Lo que no quiso es caer en el realismo mágico, peligro que se corre cuando se lee mucho a García Márquez. Eso último lo añado yo...


Y acabamos con: ¿Y la próxima novela? ¿Continuación? 

A medida que la novela iba creciendo, se daba cuenta de que había una trilogía. Nos informa : la segunda está en marcha, con más dificultad, más despacio, más responsabilidad. Ya tenía 120 páginas antes de salir la primera, ahora tiene 50 páginas más.

Nos anticipa que no se resuelven grandes misterios, que hay cruce de personajes y de  relaciones, que se tratan zonas en sombra. Y sabremos que hizo Paloma en París. 

Luz del Olmo, Laura Castañón y María Ángeles Merino

Comentaremos la segunda, cómo no. Y queda emplazada para nuestras lecturas colectivas: la presencial y la virtual. Nos ponemos en fila para la firma de libros. Charlamos brevemente mientras nos escribe las dedicatorias. Nos despedimos, ha sido un placer.

¿Y el final? ¿La "traca"? Tal vez escriba una carta a Andrés Braña...

Un abrazo para los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino


14 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos documentos.

Kety dijo...

Vuestras sonrisas reflejan la tarde maravillosa que compartisteis con la escritora. No es para menos.

Me alegro.
Un abrazo a las tres.

Bertha dijo...

Muchas gracias por compartir esta jornada.

Estais estupendas se refleja en vuestras caras que habeis disfrutado este acto.

Un abrazo.

Gelu dijo...

Buenas noches, Abejita de la Vega:

Veo que fue una tarde estupenda para autora y lectores. ¡Enhorabuena!

Abrazos.

P.D.: Me ha encantado el reportaje fotográfico al completo; y esa perspectiva en la primera imagen con el suelo mojado, y el morito...

Ele Bergón dijo...

Es verdad que Laura Castañón, nos cautivó con sus palabras habladas, tanto como ya lo había hecho con las escritas.

Te ha quedado estupendo el reportaje. Las notas sirven y mucho, no te has dejado nada en el tintero.

Realmente lo pasamos muy bien. Creo que la vida está hecha de eso, de los buenos ratos que vamos disfrutando.
Besos

Luz

pancho dijo...

Que el acto fuera en esa sala tan elegante y aristocrática de apariencia que se ve en las fotos le da categoría a la reunión, no se puede ir de cualquier manera a un sitio así, sino de tiros largos para no desentonar con el decorado.
No estuvimos en la presentación, pero tus apreciaciones y apuntes tan pormenorizados lo hacen cercano, mejor que si hubiéramos ido.
Muy amable y agradecido por la cita, el enlace y la publicidad gratuita al portalillo propio, ya veremos a ver si cuando pases la gorra te podemos corresponder con algo, je je.
Muy interesantes las preguntas que le hicisteis a la autora, se nota que llevabais la lección aprendida y los deberes hechos.
Un abrazo

Paco Cuesta dijo...

Una jornada llena de la personalidad de Laura.
Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Yo no podría haberlo relatado mejor. Gracias por estar y gracias por esta magnífica reseña.
¡Y a seguir adelante!

Pamisola dijo...

Gracias Mª Ángeles, es casi como si hubiera estado allí.
Estáis muy bién en en la foto, debió de ser una tarde redonda.


Besos.

Edurne dijo...

Pues la verdad que sí, que el reportaje muy completito y con mucha miga.
Felicidades, miss reporter!
Besos
;)

Merche Pallarés dijo...

Estoy de acuerdo con el profe ¡excelente reseña! Me ha encantado, y, por cierto que Luz (Ele Bergón) y tu cada día os pareceis mas... :) Besotes, M.

Myriam dijo...

Preciosa la foto. Ma de los Angeles, no sabes como te agradezco todo ésto, ya que yo no he podido estar, disfruto de tu lectura.

¡Gracias! y besos

Myriam dijo...

Me refiero a la foto de las tres y también veo a Paco en otra, linda.

Myriam dijo...
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