miércoles, 5 de febrero de 2014

"Dejar las cosas en sus días" ¿Se quedarán las cosas en sus días?


Comenzamos otra aventura lectora. ¿A dónde nos lleva la "neña" del paraguas vuelto?

Comentario en torno a la novela "Dejar las cosas en sus días", de Laura Castañón. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.

Comenzamos una nueva aventura lectora: "Dejar las cosas en sus días" de Laura Castañón. La portada me gusta, nos muestra a una niña con el paraguas vuelto por un viento tan fuerte que el  paraguas se torna cometa. ¿A dónde nos lleva la niña? ¿A dónde nos lleva su autora? ¿Quién es Laura Castañón? Buscamos y leemos:







La escritora habla así de su actividad literaria:

“Yo siempre he escrito, aunque solo fuesen cosas más o menos sueltas y sin intención, inicios de novelas, o algunos experimentos narrativos. Pero siempre he querido escribir una novela, y estaba segura que lo haría, pero nunca encontré el momento adecuado. Hasta ahora yo había tenido una vida profesional muy activa, pero me llegó el hachazo de la fibromialgia que me cambió por completo la vida. Esa hiperactividad que tenía se acabó, y entonces fue cuando me planteé más en serio sentarme a escribir. Y aquí está el resultado.”


Laura Castañón supo hacer de la necesidad virtud, la enfermedad le dio más tiempo, el paraguas vuelto le sirvió de cometa. Aquí tenemos el resultado. Vayamos con la novela, la primera de una anunciada trilogía.


"Memoria, pasado e identidad". La periodista Aida busca, con empeño, los restos de su abuelo Ángel, asesinado por los "nacionales" en 1937; otra vez la guerra incivil española. Al mismo tiempo, escribe un libro y ata los cabos para reconstruir la vida de su familia, los Montañés, en el entorno de Bustiello"poblado minero perteneciente al concejo asturiano de Mieres...uno de los ejemplos mejor plasmados de paternalismo industrial de España...".


Bustiello (Territorio Museo Poblado Minero de Bustiello)

Al mismo tiempo que investiga , inicia una relación, a golpe de mails y de móvil, con Bruno Braña, un actor secundario que se siente tan fracasado en su profesión como en su vida personal, un hombre egoísta incapaz de darse a los demás. Pero Aida se enamora y se debate entre sentimientos contradictorios. 

Bruno vive con su padre, el nonagenario Andrés Braña, de vida misteriosa, al que acaban de diagnosticar Alzheimer. El hijo decide escribir la biografía del padre, pero no puede con ello y encarga el trabajo a Aida, como experta en remover el pasado. Ella bastante tiene con la saga de los Montañés, lo dejará para más tarde; sin embargo cuando conozca al anciano notará cierta afinidad que no sabe explicar. Y eso que Andrés es del bando contrario.

 Pero hay una fosa por abrir. Aida encontrará a su abuelo o no lo encontrará, se desvelará o no se desvelará el secreto. Se dejarán "las cosas en sus días" o no se dejarán. ¿O alguien se las llevará a la tumba?  ¿O habrá quien sea capaz de hackear la contraseña? ¿O lo dejará la autora para el segundo o tercer tomo de la trilogía?


De todas maneras, la realidad no cuadrará con los esquemas que  Aida se había trazado, tampoco con lo que los lectores habíamos pensado. Vida ficticia que quiere ser reflejo de la vida real. Y la vida, cualquier vida, es una "tomadura de pelo", como señala sabiamente la tía abuela Paloma,  heroína de esta historia, a punto de coger "la máquina", el tren que la conducirá a la última estación:

"Si tuviéramos sentido del humor, le pillaríamos la gracia, pero como no lo tenemos, no entendemos la broma y nos desesperamos en la contradicción: la vida está llena de calamidades, y encima coño, encima no dura nada."



 Paloma y Andrés sonreirán al final de sus vidas, a la vez que lo hará el lector , una sonrisa cómplice unida a la sorpresa. Porque esta lectora ha ido leyendo  y, a partir de un momento determinado, se ha ido preguntando ¿será posible que…? ¿no será demasiada casualidad que…? Y se decía para sí que no, que no podía ser. 

Que no, que no está bien comentar un libro empezando por el final. Así que vayamos al principio del rosario de desgracias que tiene por sujeto paciente a la familia Montañés. Porque tras una primera página de felicidad, todo se les torcerá.



"La vida está llena de calamidades". La novela comienza con el nacimiento de Claudia, la abuela de Aida. Claudia "como las ciruelas", no, Claudia como "el Señor Marqués"


Don Benito Montañés, padre de la criatura "transitaba a bordo de algo parecido al arrobo, por pensamientos felices localizados en los días que se avecinaban, y en como el Altísimo, en su infinita sabiduría, ponía orden en el Universo...y a pesar de la amenaza de huelga y de lo revuelto que estaba todo había hecho coincidir, como él tanto había pedido en sus oraciones, el nacimiento de su hija con la visita tanto tiempo esperada. El habría preferido que fuera niño...porque entonces se habría llamado Claudio."

La visita no podía ser otra que la de don Claudio López Bru, segundo marqués de Comillas, el dueño de la Sociedad Hullera  en la que don Benito Montañés ejercía como director. Percibimos que la devoción que este último sentía por su patrón rayaba en lo religioso... o en lo patológico. El Señor Marqués no podía haber encontrado un ejecutor mejor para su querida doctrina del "paternalismo industrial", la de proteger y dirigir a los obreros como un padre a sus hijos. Como un padre antiguo, se entiende.


Pasamos la página. La recién parida Ángeles Ariznabarreta se preguntaba por qué le dolía la cabeza, no se sentía con fuerzas para espetar a su señor marido "que estaba hasta el mismísimo moño de aquella devoción suya por el señor Marqués" y que ya le parecía el colmo que pusiera a su hija el nombre del patrón. Tras un "hábrase visto, qué nombre", muere de postparto, una calamidad muy habitual en aquella época y en las novelas históricas, desde Ken Follett a mi admirado Miguel Delibes.



Su bisnieta  Aida lo apunta en la "Moleskine roja", una agenda que se nos hará muy familiar. Y contempla la foto donde aparece su bisabuela, edematosa, firme "candidata a morir por una eclampsia". Ella tan vasca y tan fuerte, superviviente de un parto de trillizas. Y tan huraña, tan poco feliz, anota Aida. Se mira en el espejo, no, Aida no se parece a Ángeles, "de no ser por aquel fondo de tristeza instalado...al final de aquellos ojos". La corriente que nos une a nuestros antepasados...algo hay.


Familia Moya en 1920, en Córdoba.

Entierro, buscar nodriza para la recién nacida, más calamidades. Seguiremos comentando esta novela coral con saltos en el tiempo y varios ejes narrativos, con voces y recursos diferentes: un mail, una carta de cuando se escribían cartas, un diario infantil...

Un abrazo de:

María Ángeles Merino

8 comentarios:

pancho dijo...

La página que has enlazado da demasiada información sobre la novela, mejor no seguir leyendo y descubrir el misterio poco a poco.
El armazón de la novela no es sencillo, presenta cierta complejidad muy bien resuelta por la autora.

Ya decía yo que esta Paloma presentaba trazas de protagonista.
Qué gran lectora eres, ya la has terminado de leer, yo ando por los comienzos todavía.

Buen trabajo de recopilación de información y de imágenes.

Un abrazo.

Bertha dijo...

Que bien que ya se vislumbra, nuevos aires literarios; leyendo esta entrado creo que a pesar del tiempo transcurrido(guerra civil)aun se siente el malestar que ha dejado en muchas familias.

MºAngeles ,nos vemos en la próxima: pués esto apunta de lo más interesante.

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué buen arranque para la lectura: sitúas a la autora y a la novela y haces apetecible seguir adelante.

Edurne dijo...

A mí me gustan mucho los comentarios que haces de todas las lecturas, y este no ha sido menos, además, jajaja, sale una Ariznabarreta!
;)

Que no, que solo por el planteamiento que has hecho, ya me han entrado las ganas de agenciarme la novela y abrirla.. espero tener un poco de calma en mis entrañas para poder retomar algo de mi vida, y cómo no, de mis lecturas!

Y gracias por ese abrazo sincero!

Un besote, señora maestra!
;)

Paco Cuesta dijo...

Comenzar la lectura con este bagaje hace todo más fácil. Gracia.
Besos

Pamisola dijo...

Ya estás en marcha, que facilidad tienes para cambiar el chip y lanzarte a tumba abierta a hurgar en la nueva historia, para como siempre (y perdona la expresión)no dejar títere con cabeza, que se dice por ahí.
Todavía estoy influenciada por D. Pablo. Pero no callada. :)

Abrazos

Ele Bergón dijo...

Creo que una de tus antepasadas de la foto se parece a ti. Lo cual no es extraño y también imagino que la niña pequeña es tu madre.

Ya te he comentado que he empezado la novela. Gracias por tu regalo de Navidad. Me viene muy bien para subrayarla y escribir notas al margen sin que me regañen los de la biblioteca.

Besos

Myriam dijo...

Gracias por esta ubicación histórica. Anoche terminé de leer la novela, por eso no vine ante sya ahora empreparo para escribir mi aporte.

Besos