sábado, 19 de octubre de 2013

El síndrome 'Willy Fog'

Tras este último viaje, la mosca viajera de este blog ha cogido síndrome 'Willy Fog' (que ya sé que el original era Phileas, pero yo soy de la generación de Willy Fog, Rigodón y Tico). Porque veamos si no es para volverse medio loco: Salgo de Madrid, aterrizo en Suiza, cuando salgo del aeropuerto estoy en Francia; cojo un autobús, y cuando me bajo resulta que estoy en Alemania. Sí, les dejo que lo relean despacito. Bueno, pues más adelante verán que conocí un caso más grave.

El destino esta vez era la ciudad de Friburgo, en Alemania. Y no tiene aeropuerto. Por eso uno tiene que volar al de Basilea, en Suiza, que en realidad está compartido con San Luis (en Francia). De ahí que cuando un aterriza, lo hace en suelo suizo, pero al llegar a la terminal puede elegir entre quedarse en la Helvecia, o irse al país franco. Lugar desde el que sale un autobús que lleva a Friburgo, a 60 km de distancia, y ya en tierras germanas.

 
Una vez en Fribugo, todavía tuve que coger un tranvía para llegar al hotel, que se hallaba a las afueras. Porque no sé por qué, pero encontrar hotel el Friburgo fue toda una odisea. Iba para 4 noches, y no pude encontrar un solo hotel cercano al centro que me pudiera alojar la semana entera. No tuve más remedio que irme a las afueras, eso sí, a medio camino del lugar de trabajo de los días siguiente. Alguna ventaja debía de tener buscarse el hotel a 45 minutos a pie del centro.

Lo que en tranvía eran 10 minutillos escasos, a pie se convirtió en tres cuartos de hora. Me lo hice sabiendo que Google ya indicaba un tiempo similar, pero pensaba que eso era para ir de paseo tranquilo. Pues no, oigan, que yo fui a paso ligero, acabé con la lengua fuera, llegando para ver el ayuntamiento por la noche, y volverme con el penúltimo tranvía (no iba a cometer dos veces el error de irme a pata)


Hay dos ayuntamientos: el antiguo y el nuevo. Están uno al lado del otro. Al antiguo se puede acceder al patio interior, que es también muy bonito.


Me gusta el transporte público, pero tiene sus problemillas. Cada país tiene sus costumbres, y claro, llega un guiri y le puede pasar que se monte gratis sin querer. En España, como somos desconfiados por naturaleza, tenemos torniquetes u obstáculos que nos obligan a tener un billete o a comprárselo al conductor. No suele ser así en países como Alemania o Austria, que confían en la honradez de sus ciudadanos. Así que existen máquinas expendedoras automáticas, pero no torniquetes. Luego hay máquinas de picar dentro de los tranvías y los autobuses, pero en estos días no he podido descubrir si el billete hay que picarlo o no en la máquina. Había gente que lo hacía, y otros no. Lo único que tengo claro es que me monté dos veces gratis en el tranvía. Afortunadamente, el revisor no pasó, porque sí, serán todo lo confiados que quieran, pero la multa por no tener billete era de 400 €.

Como siempre, servidor no ha viajado por turismo. Otra cosa es que la parte de trabajo no la cuente en estas crónicas porque la reuniones son aburridas por definición. Hoy sólo comentaré sobre el menú. Parábamos las reuniones para comer a las 12.30, que para un español como Dios manda es todavía la hora del desayuno. Si a eso le sumamos que el menú consistía en un triste puré de calabaza... entenderán que ya por la tarde, paseando por la ciudad, aprovechando una pertinaz lluvia y un cansancio de pies, no tuviera más remedio que entrar a cenar a horas tan intempestivas como las 7.00.

El mesón, por cierto, era curiosón y la comida estaba rica. El camarero también era muy simpático, andaba de risas con un grupo de señoras maduritas ya (las 'chicas de oro', pa que me entiendan). No hice foto alguna, pero les describo el garito. Sea una sala con varias mesas de madera maciza, alargadas (para unas 6 u 8 personas). Entonces llegabas tú diciendo que eras uno, y te invitaba a sentarte en una mesa donde ya había una pareja o un trío. Así que con cara de circunstancia te sentabas en el extremo opuesto para no molestar mientras farfullabas un tímido guten abend.
El tiempo me ha respetado. Excepto esa tarde, apenas ha llovido. Friburgo es una ciudad bonita. Tiene una catedral con una buena torre, aunque la he pillado en obras. Está en una plaza muy amplia donde durante el día colocan un mercadillo.

 
Detrás de ésta, esta el casco más antiguo de la ciudad. Calles empedradas, estrechas, lindando con una montaña llena de árboles y más árboles. Friburgo es la puerta de la 'Selva Negra' , y debe comenzar justo en esa montaña. Luego, la penumbra de las calles mal iluminadas también le daba su punto.

 
¿Han visto alguna vez un McDonald's con tranvía?:

Y los canales. En la mayor parte de la ciudad hay pequeños canales. Muy pequeños para meter góndolas, pero lo suficientemente grandes como para meter la pata y partírsela. Llegué a la conclusión de que sirven como 'desagüe' de la montaña tras la ciudad, para canalizar el agua cuando llueve y evitar riadas gordas.

Al día siguiente conocí a un vasco. Tambié sufría de síndrome de Willy Fog, pero más grave. Había tenido que cogerse un tren para ir al aeropuerto de la provincia vecina, volar a Bruselas, transbordo para ir a Basilea, y luego ya el autobús desde Francia a Alemania. Sólo le faltaba el viaje en elefante, y llevar mayordomo.

¿Se acuerdan de unos párrafos más arriba lo que decía del transporte público...? Pues el vasco lo sufrió en sus carnes. Nos subimos al autobús, yo pido mi billete al conductor, pago y entro (puedo presumir de tener un "Nivel Superviviencia" en alemán, obtenido cum laude al conseguir que en un taller de la República Checa me cambiaran la batería del coche... Mein wagen ist kaputt!. Una batallita que algún día contaré)... pero el vasco la lió en el bus. Bueno, se lió en conductor, que esperaba 2.20 € por el ticket, pero el vasco que no llevaba suelto le dio un billete de 5 y 20 céntimos. Cualquiera entiende que le facilitas que te devuelva el cambio de 3 euros. Pero no, el conductor creyó que le pedía dos billetes... que sólo quiero uno... ¿Uno de 24 horas?... que sólo quiero ir al centro... pero ese billete ya te le he dado... pero yo sólo quiero uno...

No sé que le fastidió más al conductor, si el lío que le montó, o perder unos minutos que le hicieron ir fuera de horario (porque si en la parada del bus pone que pasa a y 47, el bus pasa a y 47, que para eso es Alemania). Y para colmo, en la siguiente parada se subió el revisor. Que iba de incógnito. En España, van con su uniforme, y es fácilmente identificable. También sabes que viene en el Cercanías cuando ves a varias personas desfilar sin prisa pero sin pausa hacia el fondo del tren. En Alemania el revisor iba de calle, con una gorra. Pasaría por un viajero cualquiera,sólo que llevaba un carnet de revisor que enseñaba para que le mostraramos el billete. Afortunadamente, el vasco ya había resuelto sus problemas con el ticket.

A la tarde quedamos a cenar, junto con un navarro (que ya sabía que venía y habíamos medio quedado) en el mesón del día anterior. Les gustó el lugar. Acogedor, buena comida, y por supuesto, buena cerveza, que para eso es Alemania. (Y las salchichas, claro)

 
Y luego nos fuimos a un bar a arreglar el mundo alrededor de unas cervezas.Hay otros que arreglan el mundo a otras horas, como los rumanos que esperaban el bus a las 8.30 de la mañana con sus botellas de cerveza. Sería eso lo que me despistó para coger mi autobús en sentido contrario al que debía. De pronto me vi viajando hacia donde no debía. Por una autopista, para más señas, que cruzaba un canal y que tras 10 minutos me dejó a tomar vientos de donde estaba en la primera parada que pude encontrar. Menos mal que había tranvía, que pasaba con más frecuencia que el bus, y en 30 minutos pude volver al lugar de inicio para coger el mismo autobús, esta vez en el sentido correcto.

Al tercer día nos despedimos del vasco, y nos quedamos el Navarro y yo para arreglar el mundo, esta vez acompañados de una buena sopa de gulash. Y unos tés. Porque al día siguiente el navarro madrugaba y no era plan de llegar a las 12 al hotel. Yo también viajaba al día siguiente, para hacer la ruta inversa: Alemania, Francia, Suiza, España, pero sin madrugar.

Así que si hoy es Sábado, y son las 3 de la mañana, esto debe ser Carabaña... Picaporte, abra la puerta por favor.

10 comentarios:

Bertha dijo...

A pesar de esta media confusión con los transportes ha salido bien parado y nunca mejor dicho que otro vendrá que te hará mejor(lo digo por el contratiempo del billete del vasco)ya eras un entendido!

He disfrutado con este pequeño recorrido guiado(sera que tengo mono de viajar:))

Un saludo mucho gusto de conocerte!

Ele Bergón dijo...

¡Qué bien relatas tu viaje por tierras alemanas y demás! Ya no me lo tendrás que contar.

Me he reído mucho con el despiste de tu tranvía. Claro que a ti no te habrá hecho tanta gracia. Algo me comentó Esther.

Por cierto Friburgo debe ser una ciudad muy bonita, pues las fotos, aunque sea de noche, así lo atestiguan.

Muy bien elegido el título.

Besitos de tu mami

Merche Pallarés dijo...

¡¡¡Ya te echaba de menos mosca!!! Genial tu relato, como siempre, y tus fotos. Parece que ya conozco Friburgo "in and out"... Por lo menos sus tranvías y sus autobuses... :) Besotes, M.

Abejita de la Vega dijo...

¡Hola Julio!
Se agradece tu rèportaje friburgués con ese toque humorístico que pones a tus relatos de viajes.
Me gustan esas casas, que yo asocio con los cuentos de los hermanos Grimm. No sabía que era ciudad de canales y no recordaba que tienen catedral gótica, algo que distingue a las ciudades como Dios manda. Una que es de Burgos...
Puse el enlace en feisbu.
Besos, otro para Esther.Y para Shiro y Suri,













Myriam dijo...

Sí que me he leído con tu crónica Mosca, como dice Merche, me quedó claro el sitema de transporte público de Branderburgo, que me suena a pura música, pero veo que es Friburgo y entonces, no es música sino korv, del bueno y cerveza. Yo ando ahora en Paris ahora castigándome de lo lindo.

Abrazos a ti y a E. y a tu madre
y a la Abejita, también

MIMOSA dijo...

Hermosa ciudad, Friburgo. Aunque para mi toda Alemania en sí es preciosa.

Un saludo, Mosca. Creo que es la primera vez que tengo el placer de leerte.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡Qué fatiga tan llena de cosas buenas!

Pamisola dijo...

Qué buen reportaje, muy bonitas esas ciudades.
Felicidades al autor o autora.

Besos.

Mosca Cojonera dijo...

Pues hola a los nuevos que han descubierto esto de las crónicas viajeras :)

Curiosamente, tengo que volver a Friburgo en un par de semanas, pero como ya me lo conozco, no sé si tendré algo que contar. Aunque siempre surgen anécdotas.

Gelu dijo...

Buenas noches:

Divertidas anécdotas y estupenda crónica del viaje.
Los edificios parecen de cuento.

Saludos.