Adiós, que ya viene el alba.
"Media noche era por filo, poco más a menos , cuando don Quijote y Sancho dejaron el monte y entraron en el Toboso"
Comentario al capítulo 2.9 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada "El Toboso de noche", correspondiente al día 6 de agosto de 2009.
Este capítulo comienza como el romance del conde Claros: “Media noche era por filo”. Vamos a oír a un misterioso personaje que canta aquello de “Mala la hubisteis franceses en ésta de Roncesvalles” y todavía Sancho alude a otro romance, el del moro Calaínos. Cervantes bebe del romancero y rinde tributo a esta forma de literatura al alcance del pueblo iletrado.
Es media noche cuando caballero y escudero abandonan el monte y entran en el Toboso. Es una noche entreclara, demasiado clara para un Sancho turbado por sus mentiras; amenizada por coro de voces animales, en diferentes escalas y con un don Quijote que los tiene “a mal agüero”.
El caballero enamorado confía en que Sancho, sin titubeos, le conduzca hasta el palacio de Dulcinea, tal vez despierta a estas horas. El escudero empieza a enredarse en su madeja embustera, a lo del palacio contesta que él sólo vio una casa muy pequeña. Ni pequeña ni grande, recordemos que olvidó la carta escrita en el libro de memoria y que, tras encontrarse con el cura y el barbero, ya no fue al Toboso. Don Quijote responde de acuerdo con sus delirios: es pequeña porque se trata de un pequeño apartamiento dentro de un gran alcázar, donde las damas se solazan, ellas solitas.
Sancho intenta convencer a su señor de que no son horas de visitas y de aldabonazos porque ni Dulcinea es una manceba ni su merced, un abarraganado. El loco enamorado insiste, primero el palacio y luego, ya veremos. Y dan, que no topan, con el edificio más grande que resulta ser la iglesia, qué va a ser si no. Ya tenemos aquí la famosa frase, mal copiada y repetida hasta la saciedad, pero con un significado distinto: “Con la iglesia hemos dado, Sancho”.
Y Sancho está en una situación incomodísima, desea salir de esas calles en las que, en realidad, no busca nada; pero tiene que fingir, tanteando casas y tapias casi a oscuras. Que si estamos en un cementerio, que si un callejón sin salida…Un ciego guía a otro ciego y ambos se irritan, la bomba de sinceridad está próxima a estallar.
Por fin, Sancho explota y proclama que vio la casa sólo una vez y si su señor, que la debe haber visto un millar de veces, no la halla…cómo la va a hallar él, en plena noche. A continuación, la gran revelación de don Quijote que confiesa no haber visto nunca a Dulcinea puesto que sólo está enamorado de “oídas”, por su hermosura y discreción, expresión suprema del amor cortés.(*1)
¿Qué está oyendo Sancho? ¡Que su señor nunca la ha visto? ¡Pues él tampoco! *(2 )El enamorado oyente se agarra a un clavo ardiendo? No puede ser, tú la viste ahechando trigo. Y Sancho, con una paradoja burlesca, le hace saber, que “también fue de oídas la vista y la respuesta que le truje “. Se le cae el alma a los pies al de la Triste Figura, quiere creer que Sancho repite, como un loro, lo que él dice…
Tras las revelaciones, oyen un ruido de algo que se arrastra por el suelo, es un arado y lo lleva “uno con dos mulas” .Es un misterioso labrador, va cantando el romance de” la caza de Roncesvalles” y “lo de mala la hubisteis franceses” no hace ninguna gracia al hidalgo que lo considera mal augurio.
Don Quijote pregunta al campesino dónde están los palacios de la princesa Dulcinea. El buen hombre es forastero y hace poco que está sirviendo en el Toboso, para un labrador rico. ¡Vaya! ¡Dos labradores en un solo capítulo! Escasean en este libro…
A lo que íbamos, el del romance no sabe nada de Dulcinea, les remite a casa del cura y del sacristán que poseen “la lista de todos los vecinos del Toboso”. ¡Con la Iglesia hemos topado! Y de princesas, tampoco sabe nada, hay señoras principales tobosinas, las cuales lo serán en el pequeño reino de su casa. Don Quijote se contenta con esta información, entre ésas principales estará, seguro, su enamorada. Ya viene el alba y el campesino tiene prisa…
Sancho no desea que los vean, a plena luz del día. A saber qué pensarían los tobosinos de semejante pareja. Propone a su señor salir fuera de la ciudad y emboscarse. Él volverá de día, buscará, encontrará el palacio e informará a su amo. E, inesperadamente, a su señor le parece de perlas. Así lo hacen y respira aliviado, de momento, el que rabiaba por sacar a su amo del pueblo.
*(1) En el capítulo 1 de la primera parte, Cervantes escribe: “ en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo ni le dio cata dello”. ¡Lugar cercano al que tardan en llegar una noche y un día? ¿Anduvo enamorado pero no la vio nunca?
(*2)Y, sin embargo, en el capítulo 25 de la primera parte, cuando don Quijote la identifica como la hija de Lorenzo Corchuelo y Aldonza Nogales, Sancho sabe de quién está hablando y se refiere a ella como una muchacha de su entorno, vecina o casi vecina, relatándonos las anécdotas de una chica forzuda, de potente voz, burlona y nada melindrosa. Es evidente que la Dulcinea-Aldonza Lorenzo de la primera parte no coincide con la de la segunda.
Un abrazo a todos:
María Ángeles Merino
Pedro Ojeda Escudero dice en este blog:
Seguro que así era el Toboso en tiempos del Quijote. Qué buenas ilustraciones.
Como bien señalas, hay una contradicción entre lo dicho aquí por don Quijote y lo dicho en la Primera parte. Lo veremos más adelante.
Gracias, Pedro,por seguir mis comentarios ¡en agosto!
A ver qué se le ocurre a este "cuco" de Sancho...
8 comentarios:
ya te veo..o mejor no veo nada..solo faltan las algarabías de los animales...saludos
Preciosas fotos nocturnas. Yo, como TUCCI, tampoco veo nada. Espero tu relato de este capítulo. Besotes, M.
Seguro que así era el Toboso en tiempos del Quijote. Qué buenas ilustraciones.
Si, las fotos son muy bonitas, y muy bien hechas, como ya te dije eres una fotografa nata.El dia 10 de Agosto puedes hacer fotos a todas la estrellas fugaces, es San Lorenzo, asi que a pedir deseos.Besos.
Como bien señalas, hay una contradicción entre lo dicho aquí por don Quijote y lo dicho en la Primera parte. Lo veremos más adelante.
Despuès de leer despacito y con buena letra en casa y en folio, porque leer en el monitor me cansa, me deslumbra: serà porque tengo las gafas sucias.
Te dirè que me paro a pensar que cuàntas horas le dedicas al Quijote a la semana: pues tu despliegue entre fotos y comentario es fenomenal.
Ya ves tù, yo me pego varias horas leyendo y releyendo para luego estar otras cuantas horas exprimièndome el seso si quiero sacar una docena de frases: es que,¿cuàndo se ha visto a un hortelano autònomo comentando El Quijote??.
La pasión abejita, será la pasión.
Qué buena memoria tienes al explicar en la 2ª anotación final que haces, que Sancho claro que conocía a Dulcinea: si era forzuda, de potente voz, burlona y nada melindrosa.
Se ve que don Cervantes sufrió de un lapsus mental, y es que ya iba para viejo el pobre...
Mis mejores deseos Abejita.
¿Te vas a Paris de vacances??
Manuel: un audio con maullidos, ladridos , rebuznos...pero no sé bajarme eso...
Merche: la luna y un trozo de tapia, lo que veían Don Quijote y Sancho.
Pedro: la de la luna fue salir a la parte trasera de la casa, en el pueblo, y disparar a la luna; la del alba fue despertar a esas horas y sacar la foto desde la ventana.
Silvia: menuda fotógrafa, disparo y ya está, ni siquiera me leí las instrucciones de la cámara. Nunca pillo esas estrellas fugaces...
Pedro: ya nos explicarás las contradicciones, son parte de ese gran escritor.
Antonio: no, yo no me voy a la France, qué más quisiera yo, pero no puedo dejar a mi madre sola.
Será la pasión quijotesca, el caso es que me divierte escribir y buscar la foto adecuada. Y mientras mi madre ve la tele, yo con el ordenata...Veo que tú también lo pasas pipa. Un hortelano autónomo leyendo el Quijote, por qué no. Cervantes no hizo su libro sólo para los catedráticos.
Paso tiempo leyendo, releyendo, copipegando y escribiendo. Pero no tanto, me ayuda el haber leído varias veces el libro. Para las fotos, aprovecho lo que veo paseando. Alguna en casa, en la cocina...
Cervantes estaba viejo y se le olvidó, como tú dices.
Un abrazo a todos
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