El sol engañaba. La mañana era muy fría. Quería andar el camino de siempre pero, al pasar por el Espolón, me encontré con mi amiga Austri, sentada, tan pancha, en la terraza de una cafetería. Llevaba en la mano la novela Media vida e insistía:
-Anda, María Ángeles, siéntate aquí conmigo y hablamos del libro. Te ayudo a escribir la entrada, ya verás que bien te va a quedar.
-Bueeeeeno, pero vamos adentro, Austri, que aquí fuera nos helamos.
Una vez dentro:
-Esta cafetería me gusta, unas señoras que vienen aquí me dieron mucho juego literario. No sé si recuerdas a María Tirgo y a Juana Teresa Idiáquez, viejas damas burgalesas como recién salidas de La estafeta romántica.
-Algo he leído en tu blog. Aquí, las mujeres, hablan hasta por los codos, no sé si nos van a inspirar mucho.
En lo de hablar por los codos, nosotras tampoco nos quedamos atrás. Comenzamos con temas nada literarios, como es nuestra costumbre, y pasamos a los libros. El Nadal y su nivel, el Planeta, los premios en general, Media vida, Care Santos y las mujeres de la generación de las protagonistas. Entre medias, repasamos el comentario que dejé a Pedro Ojeda, en su entrada:
-Las conocemos, muchas contemplan atónitas la libertad que se gastan sus nietas: trabajos que antes se consideraban como de hombre, viajes al quinto pino, carreras, másteres, idiomas, gimnasios, pisos donde viven con el novio, métodos anticonceptivos y de casarse ni hablar. Las peores serían como Olga, las mejores como Julia.
-Marta tampoco está mal. No consigue ser novelista pero se hace famosa con su libro de cocina. La escritora la pinta casi como una Simone Ortega, la de las 1080 recetas. Vendió más libros que su suegro, el ínclito filósofo.
-Una segunda parte podría ofrecernos a Olga, Marta, Nina, Lolita y Julia en la actualidad, de ancianitas. No sé qué le parecería a Care Santos, igual ya lo ha considerado.
-Se lee bien, es amena y podría convertirse fácilmente en obra de teatro. Está mejor construida al principio que al final, donde las casualidades aparecen algo forzadas. La escritora comenzó pensando en su generación y luego hizo un traspaso a la de su madre, tan distinta, como indicas. Tal vez ese cruce sea el culpable de algunas inverosimilitudes y de que nos chirríen algunos detalles.
-En cuanto a su calidad literaria, doctores y doctoras podrán juzgar certeramente. Los lectores y blogueros comentamos y estamos atentos.
De pronto, mi amiga se quedó callada y me hizo un gesto para que yo también guardara silencio. ¡Y para que escuchara como ella! ¡Vaya par de cotillas! Yo no entendía nada, por fin Austri decidió darme explicaciones:
-¡Son ellas!
-Esta cafetería me gusta, unas señoras que vienen aquí me dieron mucho juego literario. No sé si recuerdas a María Tirgo y a Juana Teresa Idiáquez, viejas damas burgalesas como recién salidas de La estafeta romántica.
-Algo he leído en tu blog. Aquí, las mujeres, hablan hasta por los codos, no sé si nos van a inspirar mucho.
En lo de hablar por los codos, nosotras tampoco nos quedamos atrás. Comenzamos con temas nada literarios, como es nuestra costumbre, y pasamos a los libros. El Nadal y su nivel, el Planeta, los premios en general, Media vida, Care Santos y las mujeres de la generación de las protagonistas. Entre medias, repasamos el comentario que dejé a Pedro Ojeda, en su entrada:
-Las conocemos, muchas contemplan atónitas la libertad que se gastan sus nietas: trabajos que antes se consideraban como de hombre, viajes al quinto pino, carreras, másteres, idiomas, gimnasios, pisos donde viven con el novio, métodos anticonceptivos y de casarse ni hablar. Las peores serían como Olga, las mejores como Julia.
-Marta tampoco está mal. No consigue ser novelista pero se hace famosa con su libro de cocina. La escritora la pinta casi como una Simone Ortega, la de las 1080 recetas. Vendió más libros que su suegro, el ínclito filósofo.
-Se lee bien, es amena y podría convertirse fácilmente en obra de teatro. Está mejor construida al principio que al final, donde las casualidades aparecen algo forzadas. La escritora comenzó pensando en su generación y luego hizo un traspaso a la de su madre, tan distinta, como indicas. Tal vez ese cruce sea el culpable de algunas inverosimilitudes y de que nos chirríen algunos detalles.
-En cuanto a su calidad literaria, doctores y doctoras podrán juzgar certeramente. Los lectores y blogueros comentamos y estamos atentos.
Foto del día que compré Media vida
De pronto, mi amiga se quedó callada y me hizo un gesto para que yo también guardara silencio. ¡Y para que escuchara como ella! ¡Vaya par de cotillas! Yo no entendía nada, por fin Austri decidió darme explicaciones:
-¡Son ellas!
-¿Quiénes?
-¡Ellas! ¡Las cinco! Olga, Marta, Lolita, Nina y Julia que ha llegado la última.
-¿Las protagonistas de Media vida? Sólo son entes de ficción, como diría Unamuno. Existen mientras nosotras las soñamos. ¡Sueñas, amiga Austri!
-¡No sueño! ¡Que están ahí, en la mesa de al lado! Mira que llevo un rato escuchando su conversación. No se veían desde 1981. Una quedada, como dicen ahora. ¡He oído sus nombres!
-Son nombres muy normales y de los de antes. ¡Casualidad! Te recuerdo que viven en Barcelona.
-Como ellas. Los ochenta no los cumple ya ninguna. Las mujeres guardamos las cosas más extrañas e inservibles en el bolso.
-Bueno...Aunque esté feo, nos ponemos a escuchar y salimos de dudas. La delgaducha del traje crujiente y amarillo acaba coger las tijeras de costura, después de atizarse un lingotazo de güisqui. ¡Vaya con la venerable ancianita! Nunca vi esa bebida en el Ibáñez, aquí vienen a por el chocolate con churros. Son los hidratos rápidos los que disparan sus lenguas, que no el alcohol. Ahora está hablando Olga:
- Sólo teníamos catorce años, éramos sólo unas pobres niñas, internas con las monjas, con unos padres muertos o ausentes. Jugábamos a las prendas, en el dormitorio, bajo las sábanas. Lo más inocente.
-Ya no éramos niñas, Olga. Tal vez no lo sabíamos pero éramos personas adultas.
-Teníamos la regla, Lolita. Bueno, tú no la tenías todavía y bien que te penaba. En todo caso, éramos menores de edad hasta los veintiún años.
-Aquí están mis preciosas tijeritas de bordar: "el arma del crimen". La usasteis por turnos, después de entregar vuestras apreciadas prendas, estas. Yo era la líder, la "maestra de ceremonías".
-Pero nos reíamos cuando te enfadabas y te temblaba la papada, Gordi.
-Ahora estáis todas más gordas que yo, Lolita querida. Gasto una tallita de niña pequeña. Menos mal que tengo una buena modista, de las pocas que quedan. Y eso que pasé mis embarazos. ¿Qué tal tu niño, el que nació en 1981, aquel día de nuestro accidentado encuentro? ¿O fue niña?
-Ya está crecidito o crecidita. Hace ya tiempo que se ducha solo o sola.
-La modista...¿fue aquella que se tragó los alfileres un día que te probaba? Vino en el periódico.
-Deja de inventar barbaridades, Nina. Recordáis que os puse la prueba más peligrosa: teníais seis minutos para entrar en el cuarto del tonto Vicente y cortarle un mechón de pelo. Perdona, Julia, ya sé lo del pobre Vicente.
-Tranquila, Olga, nos conocemos. No lo arregles, que lo pones peor.
-No se me olvida vuestra cara de susto, aquello era pecado y de los más gordos, bien nos lo habían enseñado las buenas monjitas. ¡Estar a solas con un hombre en su cuarto!
-Nuestra educación fue detestable y nos llenó de sentimientos de culpa. Menos mal que no seguimos sus previsiones: "decentes, obedientes, castas, magras y católicas". Bueno, Olga, tú eres un caso aparte, tan antigua y convencional; pero, a tu manera, has hecho lo que te ha dado la gana. Has vivido muy bien, aunque aburrida y deprimida, a costa del señor doble doctor. Sin dar un palo al agua. La carrera de Medicina te salió rentable, un solo curso y a vivir.
-Oye, Nina, guapa, que yo crié a mis cinco hijos y sin pelargones. Y yo seré antigua pero las hay que se pasan de modernas.
-Gracias, Lolita, tú siempre querías poner paz entre nosotras.
-A lo que iba, con aire de mártires allá que fuisteis, tras la cuenta atrás. Nina y Marta cumplieron, Lolita a medias y Julia no volvió. ¿Me perdonaste, verdad señora diputada?
-No tenías perdón, por eso te perdoné, Olga. Me echaron del colegio pero fue lo mejor para mí. Hubiera acabado de monja amargada, como sor Rufina. Recuerda que fui diputada en Cortes, gracias a los renglones torcidos de Dios, o de la Naturaleza o de la casualidad. ¿A que nunca lo hubieras pensado de aquella niña de la combinación agujereada?
-¡Y cómo olías el mechón que te entregó tu hermana, Olga! Te ponía...contenta.
-Déjalo ya, Nina. Seguro que mi hermana se confesó y quedó limpia de todo pecado. Es lo que nos enseñaron y Olga lo practica todavía. Yo cambié mucho después de aquel 29 de julio de 1981, mi vida dio un giro. Mi ex marido me pidió el divorcio, precisamente el día de nuestra famosa reunión, y di la vuelta a mi vida. Se me cayó todo, me dediqué a mi restaurante y me fue muy bien. No quise hacer sitio a un nuevo amor. Pero ya no creía en pecados y tuve mis aventurillas. ¡Y mi hermana sin teléfono secreto!
-¿Ahora tú, Marta? ¿Qué os he hecho yo?
-Venga sigue, no pasa nada.
-El tiempo se agotaba y Julia no volvía. Rezamos unos cuantos paternóster, la educación hipócrita que decís vosotros. Yo me escapé y pude oír a las monjas que reprendían duramente a Julia. Me fui a la cama, yo no era culpable de nada, de nada. Al día siguiente, Marta y yo comenzamos una nueva vida.
-Mi madre vino a buscarnos con el que iba a ser nuestro padrastro, rico y mayor. No sólo tu vida dio un giro, Julia. Mi madre buscó desesperadamente un marido que le permitiera recuperar el nivel de vida al que estaba acostumbrada. Sí, Olga, nuestra madre, recurrió al INEM de las mujeres de antes. No se sentían con fuerzas para luchar solas y tampoco las habían preparado para ganarse la vida. Vamos al 29 de julio de 1981. Julia tuvo un accidente ese día, Lolita parió un hijo y yo un divorcio, el que se acababa de aprobar en España. Nuestros puntos de inflexión.
Austri y yo escuchábamos atónitas a aquellas ancianas. Seguían destapando su pasado y dándole al Chivas. Todo coincidía con lo que habíamos leído en la novela Media vida y nosotras sólo habíamos bebido café con leche. Seguiré con la crónica de aquella conversación, hoy no tengo más tiempo. Estoy ocupada en asuntos domésticos. Voy tardía. Publico.
Un abrazo de María Ángeles Merino.
Y otro de Austri.
8 comentarios:
¡Qué rara te ha quedado esa Lolita que no sabe si su retoño se ducha solo o sola! Seguramente ya la habrá hecho abuela y al menos de vez en cuando se duchará en compañía.
¿Conseguiría al final Nina romper el techo de cristal?
Me alegro de que Marta saliera una segunda Simone Ortega, porque no sé qué hubiéramos hecho sin ella, sin la Ortega digo en aquellos tiempos sin Internet.
¡Qué oído tiene Austri!
Felices chocolates.
Qué pena haberme ido antes del chocolate. Me habría rncantado conocer a Austri y haber escuchado la conversación de las protagonistas de esta novela
La verdad es que yo me esperaba algo màs de un premio Nadal . Flojea por algunos capítulos, en especial en su parte final, demasiadas coincidencias....Como dice Carmen no profundiza.
Besos para ti y para Austri otro día me la presentas.
La idea de las mujeres en la cafetería es miy buena
Traerlas al presente, ver cómo han vuelto a cambiar: qué bien que no hayas resistido esa tentación para comentar la novela. Vas acumulando personajes maravillosos en estas entradas tuyas tan acertadas: quizá tengas que hacer un encuentro con todos. ¿Te imaginas el resultado?
Los premios y sus premiados , tengo que decirte que a mi particularmente me desencantó una entrevista que leí de ella acerca del papel de la mujer en el s.XXI.
Estaba para vosotras esa tarde de encuentros :que suertudas que sois jope...
-Igual como obra de teatro le sacan un buen filón, porque por lo que deduzco el libro va desencantando un poco en ese punto de inflexión,(aunque solo se aplique a las matemáticas).
Nada que las dos juntas sois un valor en alza, muchas gracias por compartir esos buenos ratos.
Un beso para cada una.
¿Dijiste reunión de brujas/personajes en El Espolón,
con chocolate caliente?
Chifla que vuelo ;-)
Besotes
Cómo siempre, sacándole jugo a todo lo que lees.
Pedro, no des ideas. ¡Imaginas la entrada! Ni el Quijote en sus dos partes. ;-))
Besos
Me ha encantado ver a mis personajes cobrar vida en la actualidad. Y sí, he considerado narrar una reunión en la que tengas todas 80 años y supongo que lo haré algún día, pero te me has adelantado. En todo caso, muchas gracias. Un abrazo.
¡Qué sorpresa, la escritora Care Santos! ¡Seas bienvenida a mi blog! Gracias a ti y espero que las reúnas algún día. Un abrazo, Care.
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