lunes, 8 de septiembre de 2014

"El río que nos lleva": "Me dijeron que era un niño pero yo no lo vi nunca"




Viene de la entrada anterior:

Aquel día, en La Esperanza, Shannon, el irlandés, me buscaba. El pobre Royo había perdido la esperanza conmigo, otro se le había adelantao, qué buen nombre le dieron los gancheros.

Me encontró río abajo, chapoteando con los pies en el agua. Me senté en la peña, la falda negra me tapaba todo, sólo asomaban mis dedos blancos, un poco rojos por el agua tan fría. Suficiente.

Roy se quejaba de que yo le huía, que era difícil hablarme, Y lo decía triste, triste. Las mujeres solemos elegir mal, dicen que muchas veces buscamos los caminos más difíciles, caminos entre piedras.



Le digo que nos vemos tos los días, sonrío. No es eso y bien lo sé yo. Me contesta que al menos esta vez llega a tiempo. ¿Qué quiere decir?

¡Acabáramos! Me compró algo en Trillo. Habla y habla, está nervioso. No sabe si me gustarán, las gasto tanto por estas breñas. ¿De qué habla? Abro el paquete, aparecen unas alpargatas y unas medias negras de grueso algodón. Mis pobrecitas medias remendadas lucían sobre una  roca. Me hacían mucha falta pero yo que todavía se podían arreglar.

Royo corta. Parece mentira que le diga eso, a él que no pide nada. Y es verdad. En mi cara se dibuja un puchero, casi lloro. Pero enseguida río y extiendo las medias, las acaricio, como una niña. Confieso lo que me molestaban ya los remiendos, que pensé en ir sin nada, no podía, hacía frío todavía. Le miré con cariño y le agradecí el detalle, piensa en todo, en lo que no piensa ningún hombre, en que las medias se rompen. Y hay que zurcirlas, hasta que ya no caben más puntadas. Y molestan.


Sus palabras están bañadas de tristeza:
"Sí, ya lo sé. Yo soy el hombre que piensa en todo. Eso es lo malo en la vida: pensar."

¿Por qué no me las dio antes? No quería delante de los demás. Creerían. ¿Por qué habían de creer cosas malas? Royo buscaba un momento para estar conmigo, para hablar, sólo pedía unas palabras a cambio, bien poca cosa. Se hizo la ilusión, yo le diría muchas cosas, él me quitaría las penas. Pero Paula ya no era la de la ermita, la que le trajo hasta el río y la maderada. Me confesó: "yo vine por seguirte, por cuidarte, como por el destino. Estoy aquí por ti". 

No pudo seguir. Me miraba y yo...silenciosa, sumisa, cerrada como una piedra. "Y nadie se cierra así más que sobre un secreto". ¿Cuál era mi secreto? ¿Cuál era mi herida? Yo era una piedra, él pensaba y pensaba. ¿Era un tonto? No, era un hombre bueno. Se lo tenía que decir, no podía más. Si callaba, parecería un engaño. Y vería lo mala que era, y ya no me buscaría.



¿Mala Paula? Sí, mala, mala, o desgraciá. Y le conté, y se lo cuento a ustedes.

"Soy de Peñalén y bajé a servir a Cuenca". La historia de tantas. Perdí la cabeza por uno...Cuando supo que iba a tener un hijo suyo no quiso saber nada. Vi cómo era de verdad, nunca daría a un hijo un padre así, ni aunque hubiera querido volver. Viví en casa de una tía, en Cuenca, hasta que nació el niño. 

Me ahogaba al contarlo, callé. Apretaba el brazo de aquel hombre tan bueno, tan distinto al mal nacido que me dejó preñá. Por fin:

"El niño, o la niña. Me dijeron que era un niño, pero yo no lo vi nunca. Mi tía...mi tía lo mató". 

Me costaba tanto sacar fuera aquello, era un parto de palabras. Royo quería hablar, iba a consolarme, no...Seguí:

"-Sí, estoy segura...Yo, al tenerlo, medio perdí el sentido, pero su llanto me revivió. No, no fue ilusión...aún le volví a oír bien despierta, y aún otra vez más. Y ya nunca, ya nunca"

"El recién nacido". La Tour

Mi madre y mi tía entraron en mi cuarto, muy blancas, temblaban. Pedí a mi hijo y mi tía me dijo que había nacido muerto. Mi madre callaba y no me miraba. Yo sabía que era mentira. ¡Cómo lloraba el pobrecito!  Hasta que ya no pudo llorar más.

No querían que volviera al pueblo deshonrá, tenían ya uno con quien arreglarme allí. Me escapé de mi casa. Fue cosa de mi tía que en la parte de atrás de su casa criaba cerdos, Y era allí donde lloraba mi hijo. Le hubiera querido, le hubiera lavado, le hubiera vestido, como toas las madres. Como toas no, como la mía no, la mía no me defendió. "¡Cómo lloraba!". 

Silencio. Shannon, ya me salió el nombre, con cara de dolor, miraba al cielo, donde solo podía ver peñascos y nubes blancas. 


Parque Natural del alto Tajo

Acabo.  Fui a parar a la maderada. 

Un poco de aire, un poco de río, un poco de tiempo. Roy me preguntó qué iba a hacer, no hubo tiempo para responder. Como caído de un peñasco, apareció el Dámaso con su gancho.

No sé a dónde iré; pero nunca volveré a mi casa. Ahora ya saben por qué huyo y de qué huyo.  Y por qué me sentó tan mal la broma del Cacholo. 

Seguí hasta Aranjuez, allí...




Se despide:

Paula

Un abrazo de:

María Ángeles Merino

Aunque "El río que nos lleva" es un libro muy denso y daría para muchas más entradas, doy por concluida la serie que he dedicado a Paula y me despido de un gran libro, de un gran escritor: José Luis Sampedro.
El río nos lleva.

5 comentarios:

María Pilar dijo...

Precioso tanto las imágenes como el relato.
Feliz semana :)

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, Abejita de la Vega:

Es una escena de sinceridad impresionante, y la has reflejado en imágenes como en una película. ¡Cuántas pobres muchachas habrán sufrido situaciones parecidas a Paula!
¡Qué bonito el regalo de Shannon!

Abrazos

Ele Bergón dijo...

Esta escena que narras aquí sobre el niño de Paula, es una de las más duras que hay en el libro. Me impresionó mucho al leerla. Me queda la duda si José Luis Sampedro se basó en un hecho real o no. Quién sabe, era unos tiempos tan oscuros, tan cerrados, tan llenos de miedo y de maldad que ......No quiero ni pensar que esto ocurriese de verdad.

A partir de aquí entiendes perfectamente el carácter de Paula.

Bonito regalo el de Roy, hombre por el contrario, tan bueno y tan sensible a pesar de sus circunstancias.

Buenas fotos, como siempre, y buen texto.

Un abrazo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué personaje este de Paula al que tan bien has sabido desentrañar los sentimientos. Gracias por tu constancia.

Paco Cuesta dijo...

Nuevo curso nueva maderada. En este que comienza tomo tu ejemplo e intento ser más formal.Gracias.Besos