miércoles, 28 de noviembre de 2012

"El placer de la lectura", siguen las aventuras.



 
 

Regreso al relato de mi aventura con los libros, “el placer de la lectura” que nos propuso Pedro Ojeda. Lo dejé en "Viene la adolescencia y María Ángeles no sabe qué leer".

Y recuerdo a
un ilustre y poco convencional profesor, tanto que hoy la plaza del Instituto lleva su nombre, en el momento justo de preguntarme “¿qué libros lees?”. Y todavía chirría en mis oídos el eco de mi contundente respuesta: “ninguno”. Verdad o mentira a medias, estaba atravesando un breve desierto lector; pero había oasis: mis libros de siempre, manoseados y releídos. ¿Cómo hablar de ellos a un señor tan serio e intelectual?

Instituto Cardenal López de Mendoza, en Burgos. Plaza de Luis Martín Santos.
Se imponía un cambio de rumbo en mis lecturas. Algunas compañeras de clase leían a José Luis Martín Vigil, un jesuita autor de “novelas de formación adolescente” o novela social: “La vida sale al encuentro”, “Cierto olor a podrido”, “Los curas comunistas”. Ni siquiera un vistazo, aquello no me atraía nada, no era el espejo en que yo quería mirarme.


En clase de Literatura, le dábamos al comentario de texto, nos devanábamos los sesos con la adecuación fondo forma y memorizabamos el obeso libro de texto, con su lista interminable de autores y obras. Debíamos leer también algunos libros, para los que no nos daban orientación ni guión alguno. Lo tenéis que leer y ya está. Vais a la librería, compráis "El conde Lucanor", por ejemplo, y a leer lo que "fablaba" el señor conde con su fiel ayo Patronio, en castellano del siglo XIV. Es un libro fácil, unos cuentecillos...pensarían. Todavía lo conservo, es de la colección Austral, edición de 1971. El tiempo ya se ha puesto amarillo en sus páginas.


La animación a la lectura era inexistente, se sobreentendía. Deberíamos recordarlo cuando alguien idealiza aquel bachillerato, aquella forma de aprender. Ahora, los de la ESO comienzan con libros como "Campos de fresas" de Jordi Sierra, donde los personajes son tan adolescentes como los lectores y viven problemas de drogas, conflictos con los padres...lo actual. Todo muy blandito para que lo mastiquen bien.


Más tarde, les encargan leer las primeras obras literarias, han de hacer un "trabajo". Si no les "mola" leer, siempre hay algo que pillar en Internet, control más C, control más V, mira aquí hay alguien que escribe sobre las leyendas de Bécquer, "chachi"...Afortunadamente, existieron y existirán jóvenes hambrientos de letras. Encontré, entre ellos, por fin, el espejo lector en que mirarme.

Sigo mi aventura lectora. Voy echando sus cimientos.
 El Lazarillo y sus tretas para poder comer. Beatriz muerta de horror ante la banda azul que perdió en el Monte de las Ánimas y al mecer las azules campanillas de mi balcón creo que suspirando pasa el viento murmurador. Júrame tan solo que me amas, Romeo, y yo dejaré de ser una Capuleto, pero no jures por la luna. Y los niños de Macondo contemplan atónitos un trozo de hielo.  Que de noche le mataron al caballero, la gala de Medina, la flor de Olmedo.
Y , qué angustia, Dios dejará un día de soñarme, porque soy "un ente de ficción" como Augusto Pérez, el protagonista de "Niebla" de Unamuno.


Las huellas de nuestras primeras lecturas adultas son las más profundas, claro, he dicho que son cimientos.

Más tarde, descubrí a Delibes. Fue un encuentro casual, tuve que ayudar a alguien, el libro era "Las ratas", vaya titulito, pensé.  Contemplo los tesos mondos con pueril fruición, junto al Nini, un niño sabio. En campos de corregüelas, oímos la algarabía de los grajos, pisamos barbechos y nos asomamos a las huras. Después, ya no era por casualidad, me fui al encuentro de Daniel el Mochuelo y de casi todos los demás. El día en que murió don Miguel, quise reunirlos en mi blog.



A la vista del contenido de este blog, tal vez os parezca raro que todavía no haya nombrado a Cervantes. El Quijote lo leí más tarde. A los veintitantos años, compré un ejemplar de la edición de Martín de Riquer, comencé su lectura y no me desagradaba pero...es un libro que se lee mejor en la madurez. Tal vez porque don Quijote sea un cincuentón metido en aventuras, tras haber pasado años y años de vida hidalga y apacible en su aldea. Porque es un personaje que ya está de vuelta, puede ser eso. Sí, con el de la Triste Figura he pasado muy buenos ratos. Y no digamos en nuestra lectura colectiva, la de "La acequia". Placer de la lectura y de la escritura. ¿Y qué es la escritura sino el leerse a uno mismo?


Leo el Quijote, en mi viejo libro.
 ¿Cuántos libros habré leído? ¿Cuántas horas habré pasado leyendo?  Leer, leer, en el tren, en el autobús, en la cama, en el sofá, en el banco de un parque, sentada en un césped, deliciosos refugios.
 
Pedro Ojeda nos habla de "la soledad del lector", de un "tiempo solitario" que nos prepara para el tiempo que sucede al cerrar el libro.
 
 Nos reprochan nuestro aislamiento, dicen de nosotros, los ávidos lectores, que estamos en las nubes.  Subimos a las nubes, sí,  para ser capaces de afrontar y entender lo de aquí abajo. Porque conocemos muy bien el mundo real, demasiado lo conocemos.

Y no somos, de ninguna manera, "
el príncipe que todo lo aprendió en los libros".

Un abrazo de la lectora:
 
María Ángeles Merino

14 comentarios:

Spaghetti dijo...

Leer es aprender...hay otras formas de aprender, la experiencia, la rutina, la repetición...pero la más rápida es la lectura.
bssoss

Merche Pallarés dijo...

Se ve que eres una lectora empedernida, querida Abejita... Estupenda colección de lecturas que nos has explicado :)) Besotes, M.

matrioska_verde dijo...

Martín Vigil... hace muchos años que no oía ese nombre, creo que yo llegué a leer "La vida sale al encuentro", creo, ya te digo, no lo tengo muy claro...

Sí recuerdo uno de mis primeros libros "Nacida inocente" de Gerald Di Pego, no sé si lo compré o me lo regalaron...

Y luego los de clase, claro ¡que peñazo!

hasta que llegué a las clases de literatura con Laura Tato, una maravillosa profesora que fumaba como una empedernida y era mi ideal de mujer independiente, lista y guapa... a ella le debo bastante de mi aficción a la lectura y mi admiración por la literatura.

biquiños,

pancho dijo...

Esta entrada es una excelente demostración de que la lectura es la génesis de la escritura. Quien no lee, se repite. Leer es a escribir como el aceite a un motor. Necesario para que las neuronas no se agripen.

Los tesos pelados batidos por el aire solano que corta la respiración es sinónimo de Delibes. La claridad y la seca austeridad castellana también da buenos escritores.

Me quedaría más rato leyendo tus mezclas de fantasía de Macondo y Olmedo, pero tengo cosas más prosaicas que hacer.

Un abrazo.

Kety dijo...

Tus entradas son un REGALO. Lectora empedernida.

Besos Mª Ángeles

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué maravillosa entrada.
Quiero centrarme, en tu comentario, en la figura del profesor que anima, que orienta sin orientar, que es un ejemplo. No conocí a Martín Santos pero su hija fue compañera mía de Universidad. Y todas las noticias que recibo de él se corresponden con la tuya.
Qué magníficas entradas nos deparas.

Gelu dijo...

Buenas noches, Abejita de la Vega:

Has citado a Martín Santos, y me has traído su imagen de camino de ida al Instituto o de vuelta a casa por el Espolón.
Siempre iba acompañado de gente joven, y decía adiós a todo el mundo. No me llegó a dar clase, pero algunos de sus alumnos nos hablaban de él con admiración.
Leí al menos un libro de Martín Vigil, 'La vida sale al encuentro' que por cierto me prestó un amigo. Seguramente que incluso se me escapó alguna lagrimilla, pero no eran esos los libros que me gustaban.
De Delibes creo que escuché hablar cuando tenía diez años. Dijeron en la escuela que era muy importante, y una niña-amiga dijo que le conocía de los veranos en Sedano.
Me gustaba todo lo que escribía. En mi casa tiene bastante lugar reservado. 'El hereje', fue una lectura estupenda.

Saludos.

Bertha dijo...

En mí época de Bachillerato tenía un profesor que era muy amante de nuestra querida idiosincrasia.Sus autores preferidos era Delibes :Las ratas , La sombra del ciprés es alargada y los Santos inocentes(que después se hizo una versión para el cine).De Benito Perez Galdós:Episodios Nacionales"Trafalgar" y de Leopoldo Alas "Clarín" La Regenta que tambien se hizo una versión para teatro.

El Quijote: comence a introducirme en sus primeros capítulos de la mano de Isabel de Riquer hija del invertigador Martín de Riquer.que citas.

Uff cuantos buenos momentos depara la lectura.

Besos.

Ele Bergón dijo...

Yo sí leí en mi adolescencia los libros de Martín Vigil. Recuerdo que en el colegio de monjas donde habitaba nos lo pasabamos de una a otra, pero, no creas, era de lo más adelantado para la época, claro que yo tengo más años que tú y estábamos en pleno franquismo de los años 60.

Las monjs también me obligaban a leer El Conde Lucanor, El Lazarillo y con el que nunca pude fue con La Celestina. El Quijote también, pero a trozos. Ya con 26 años fui capaz de leero y me gustó, me gustó mucho. ¿ Cuántas veces lo has leído tú? No nos locuentas pero yo lo sé porque la segunda o tercera vez que lo leí, lo hice por ti.

En fin, el placer de la lectura, tengo que hacer ese "mandado" y creo que esta tarde tengo un poquito de tiempo para hacerlo.

Besos

Luz

José María Souza Costa dijo...

Invitación
Yo soy brasileño, y tengo un blog, muy simple.
Estoy lhe invitando a visitar-me, y se posible, seguimos juntos por ellos.
Fuerza, Alegría y Amizad.
Ven acá, y deja un comentário, para YO, seguí en su blog con facilidad.
Yo, estoy te seguyendo.
Abrazos, del Brazil.

www.josemariacosta.com

Abejita de la Vega dijo...

Spaghetti: la más rápida porque es experiencia de otros comprimida.
Merche: viciosa que es una.
Aldabra: ese título que dices me suena, somos de la quinta...Las clases eran un peñazo hasta que dabas con un buen profesor, o profesora como e tu caso.

Pancho: sin leer no se escribe, no hay combustible. Los tesos pelados nos llenan el corazón a los mesetarios como nosotros.
Me voy a poner la comida...

Kety: nos regalamos mutuamente.

Pedro: gracias por tus palabras. Mratín Santos era querido y odiado, era el profe rojo y distinto, un sabio con barba, trenka beige y mil quinientos color cereza. Inolvidable. Su hija filóloga es la pequeña de tres hermanos, la recuerdo en mi cole, el Generalísimo,
era una parvulilla con mucho carácter. La mayor es de mi edad,coincidió conmigo en el Instituto en cuarto, es psicóloga conductista como lo fue su padre.

Gelu: esa imagen de la sorillas del Arlanzón con Martín Santos seguido de alumnos era muy habitual. Tenía sus incondicionales y también sus enemigos, el director del Instituto entre otros. Es ahora cuando me doy cuenta de lo importantes que fueron sus enseñanzas, profetizó que usaríamos máquinas de enseñar, los ordenadores ahora tan cotidianos, entonces cosa de ciencia ficción.
Encantada de releer "El hereje", lo de Baroja me mola menos.
Ay, aquellas lecturas que nos hacían llorar...

Bertha: tuviste suerte con tus profes. Y una hija de Martín de Riquer,que lujo. Momentos grandiosos.


Ele: lo he leído cuatro veces, la primera fue parcial para ayudar a mi hermano en un trabajo. Voy a empezar la quinta. Leíamos, comentábamos, qué lectura quijotesca aquella. Rica y enriquecida.

Al mandado.

José María: encantada de la visita, amigo brasileño. Me paso.

Un beso para todos, gracias por la visita y las palabras.




José María Souza Costa dijo...

Hola
Admirable, amiga
Estoy muy alegre por coemntar em mi blog. Esperote lá
Besos, y, abrazos del Brazil.
Ven acá, siempre.

m.v. Libros esculturas dijo...

he estado viendo esta exposición, en Scottish poetry library

Myriam dijo...

"El sujeto real del conocimiento es el hombre concreto, en el que se unen el yo epistémico y el psicológico" que gran verdad. Menudo profesor te tocó, ¡qué lujo!

RIP, Luis Martín Santos. Su legado permanece....

Besos