jueves, 9 de febrero de 2012

"Sonata de primavera": "temblaba con el encanto misterioso y poético que tiembla en el fondo de un lago el rostro de la luna"


"...temblaba con el encanto misterioso y poético que tiembla en el fondo de un lago el rostro de la luna”.
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 Comentario a mi lectura de las páginas 38 - 52 de "Sonata de primavera", de Valle Inclán, colección Austral. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.

Comienzo mi lectura y oigo "tres aldabadas" que rompen el silencio del dorado salón. La Princesa "palidece mortalmente“,  conoce su significado. Sus invitados se miran y son presas de un "ligero temblor".


Otras tres aldabadas , esta vez dentro del Palacio. Una misteriosa ráfaga pasa por el salón y apaga las luces. La dueña de la casa grita y todos la rodean. "Labios trémulos" y ojos asustados. ¿Un fantasma? ¿El que viene a buscar a los Gaetani, a la hora de la muerte? Ocurrió con el Príncipe y con el padre del Príncipe, insinúa una voz.


"En aquel momento el Señor Polonio apareció en la puerta del salón".


Detalle de "Las Meninas"

Confirma  que  "Monseñor ya goza de Dios". La Princesa se desmaya con  lánguidez, cubre sus ojos con un pañuelo. Se ve rodeada de señoras, mientras el Colegial Mayor se santigua. Cada uno conoce su papel en el duelo.



El dolor de María Rosario no es teatral. El de Bradomín la observa como guarda lentamente aguja e hilo, con sus ojos "arrasados de lágrimas". Sus labios se mueven, reza sin duda.



La mirada de Xavier es minuciosa, repara en  la sombra de las pestañas que tiembla en las  mejillas de María Rosario. Siente que "aquel rostro pálido temblaba con el encanto misterioso y poético que tiembla en el fondo de un lago el rostro de la luna”. Fascinado por ella y por su temblor, el sádico marqués perseguirá a su presa, hasta un inesperado desenlace.


 La  contempla con su hermanita pequeña en brazos, con la "infantil y rubia guedeja" desbordando su brazo. Descubre su "gracia cándida" , como la de una pintura de un fraile devoto.

Virgen con Niño, Fray Filippo Lippi.
Pero ella abandona el salón, "como una sombra silenciosa y pálida", con los ojos bajos. Ni le mira. "Con el alma herida por el desdén" vuelve junto a  la Princesa, las niñas y la tertulia. Y llega a tener envidia del  Colegial Mayor que, con su grave voz  y sus teologías, provoca la admiración de las señoras. Lo confiesa, riéndose de sí mismo, ya muy ancianito.


Ha de enviar un correo a Su Santidad, le sugiere el insufrible Colegial. Abandona el salón  y se sumerge en los silencios y las sombras de la biblioteca. Allí piensa que  María Rosario, tal vez, esté velando el cadáver. La tentación remueve su alma "como un soplo de aire sobre un lago". Como veis, en esta lectura abundan los lagos y los temblores trémulos.

Aeolus
Siente "en las sienes el frío de unas manos mortales", ¿las del Diablo? Abandona sobre la mesa el pliego donde "solamente  había trazado la cruz".


"Olor de la cera", "rumor de pisadas", "chisporroteo de los cirios". El marqués se detiene a la puerta de la cámara mortuoria. Sobre Monseñor Gaetani, con  hábito franciscano, los cirios  alternan resplandores y sombras, una buena metáfora para una vida.


Al fondo, María Rosario reza. El marqués la mira, ella levanta los ojos, se santigua tres veces, va hacia la puerta y se deja acompañar. Nunca lo hicieras, muchacha, no te va a dejar en paz.

Se quedan solos en el corredor. Él intenta besarle una mano, ella la retira "con vivo enojo". Ante el "os adoro",  María Rosario huye. Él  insiste: "os adoro, os adoro". Su aliento roza su nuca, el viejo marqués todavía recuerda su olor a  "no sé qué aroma de flor y de doncella". Ella suplica "dejadme". "Azorada" y "trémula" huye otra vez.

"no sé qué aroma de flor y de doncella".

María Rosario llega sin aliento al salón, con el de Bradomín pisándole los talones. Le mira con ojos asustados, enrojece. Luego queda "pálida, pálida como la muerte". Se sienta con sus hermanas, que muestran curiosidad y  hablan bajito. Quedan velando toda la noche con dos parlanchinas señoras de negro.


El marqués, medio oculto en un sillón, contempla a una María Rosario mística y ausente:

" Su boca, pálida de ideales nostalgias, permanecía anhelante, como si hablase con las almas invisibles, y sus ojos inmóviles, abiertos sobre el infinito, miraban sin ver".

 El viejo marqués recuerda un amor " ardiente y trémulo como una llama mística". Las pasiones purificadas "en aquel fuego sagrado". Todavía hoy suspira, recordando.



Al día siguiente, en el oratorio, oirá misa entera a su lado. Tras la bendición, se adelanta a saludarla. Ella le responde temblando. Xavier siente que su corazón también tiembla y le hubiera gustado rogarle "que pusiese su mano sobre mi pecho". No puede pedir eso a esta niña "cruel como todas las santas que tremolan en la tersa diestra la palma virginal".

Santa Inés
Porque, para este pecador marqués, las mejores santas son las que previamente han sido grandes pecadoras, como María de Magdala. Le ofrece agua bendita. Ella minimiza el roce de los dedos, se persigna y huye. Sale detrás y la ve riñendo a Polonio. A pesar de ello, el viejo mayordomo habla de la "princesina" como si fuera una santita de la "Leyenda Dorada".



De aquí.
Llegan por el cadáver de Monseñor. Doblan todas las campanas. Cantos de clérigos, murmullo de la gente. El duelo se pone en marcha y el de Bradomín mira disimuladamente las ventanas llenas de mujeres. Atraviesan la ciudad hasta el Convento de los Franciscanos. Allí, "dijéronse muchas misas, cantóse un largo entierro, y el ataúd bajó al sepulcro que esperaba abierto desde el amanecer".

Con mucha reverencia, conducen al marqués a  la sacristía, donde saluda a "muchos sabios y venerables teólogos". El Prior le pregunta por la salud del Papa. Le hacen corro para escuchar sus nuevas y él, como no sabe qué contarles , se inventa "una leyenda piadosa y milagrera": ¡Su Santidad recobrando la lozanía juvenil por medio de una reliquia! ". Cuando le preguntan de qué Santo era, contesta sin vacilar: "de un Santo de mi familia". Todos se inclinan y "el temblor de un rezo" pasa por las luengas barbas del Prior.

Reliquia

Cuando vuelve al Palacio Gaetani, halla a María Rosario "entre una corte de mendigos que alargaban las manos escuálidas bajo los rotos mantos".  Esa imagen le recuerda la de "aquellas santas hijas de príncipes y de reyes... que con sus manos delicadas curaban a los leprosos".

Santa Isabel de Hungría
¡Qué anhelo de santidad! Pregunta por su marido "a una vieja encorvada", por su criatura a una mendiga que da "el pecho a un niño escuálido". La vieja recoge la limosna, la besa y se retira salmodiando  bendiciones. La del lactante, le cuenta que no es suyo sino de "una curmana que se ha muerto", tres ha dejado...María Rosario besa al de pecho, les socorrerá, cómo le gusta jugar a remediar...Claman los mendigos con "sus bocas renegridas y tristes":

"¡La pobre madre se lo agradecerá en el Cielo!"

 María Rosario llora en silencio, y resplandece "hermosa y cándida como una Madona". La aroman "los lirios blancos de la caridad". Santa y princesa, el Palacio es su convento.

 "Cuando bajaba al jardín traía la falda llena de espliego que esparcía entre sus vestidos, y cuando sus manos se aplicaban a una labor monjil, su mente soñaba sueños de santidad".

Espliego
Al final del día, " reza con fe ingenua al Niño Jesús, que resplandece bajo un fanal". Así ve el marqués de Bradomín a María Rosario "el único amor" de su vida. Los ojos "áridos" y "ciegos" del viejo Xavier todavía se llenan de lágrimas.

¿Amor?


Un abrazo para los que pasáis por aquí de:


María Ángeles Merino

Pedro Ojeda dice en "La acequia":

"Mª Ángeles Merino comenta e ilustra adecuadamente el final de Sonata de primavera y termina con la exacta pregunta que todos nos hacemos."

10 comentarios:

Delgado dijo...

A pesar de pertenecer a la guardia del Vaticano no se corta Bradomín a la hora de inventarse bulos sobre el Papa, así sale luego, tan zalamero y turbador de candideces.

¿Amor? ya sabemos la respuesta.

pancho dijo...

Excelente, detallado e inteligente análisis del trozo de Sonata. Muy buena la similitud de Polonio con el aposentador de las Meninas, que como el gallego que nos gobierna no se sabe si sube o baja las escaleras.

Un palacio como un convento en mitad de un concierto de temblores mutuos.

En el fondo Bradomín tiene buenos sentimientos, concede una segunda oportunidad a las que se inclinaron por el camino fácil de la vida...

Experta en el santoral femenino. Para todo vale este Valle-Inclán.

Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Es exacta tu pregunta final. ¿Amor? Cuántos tipos de amor puede haber, algunos perversos y dolorosos...
Qué bien ilustrada.
(supongo que el título de la entrada se te ha deslizado: estío, en vez de primavera).

Ele Bergón dijo...

reDEmasiados temblores en esta Sonata.
¿ De dónde sacas tantas ilustraciones que acompañan tan bien al texto? Ya , supongo que de Internet muchas, pero también tú tienes mucha paciencia para buscarlas, encontrarlas y encajarlas.

Muy buena tu interrogación final ¿Amor? TEngo mis dudas que este marqués ame, aunque creo que la frase de Valle-Inclán es :" No amarse nunca a sí mismo". En fin como escritor es un genio y como persona, pues no sé, debía tener muchos problemas sin resolver.

Besos tranquilos

Luz

Myriam dijo...

¿De que año es tu colección Austral? Las paginas no coinciden con la mía que es del 79 (bueno, lo que de ella queda, porque las hojas se me desgranaron y con todas mis marcas y subrayados, quedó en estado catastrófico).

Me gusto tu atención a las tres aldabas aquí y acullá, que rompen el ambiente primaveral de la Sonata.

Y sobre el amor, está claro que el Marqués, solo quería lograr una conquista por gusto y que además, no consiguió.

Muy buenas las fotos que acompañan, como dice Luz, que trabajo te tomas buscándolas.

Besos

Martine dijo...

Marían sigo a tu/vuestra vera, leyendo, aprendiendo, soñando..

Besos cariñosos....

Marina dijo...

Hola Arañita, como le he dicho a Penelope. Un excelente trabajo con este autor.
Besos guapa.

Kety dijo...

Mª Ángeles, al llegar aquí, me quedo sin palabras.

¡Ay! este don Juan! Un poco pillín

¡Genial!
Besos

Gelu dijo...

Buenas noches Abejita de la Vega:

Tu entrada huele a flores y a espliego, y se agradece.
Me ha encantado las varias veces que he entrado a mirar las ilustraciones y a leer tu texto, con intención de escribir comentario.
De hoy no pasa, me he dicho ahora; por cierto, me ha hecho gracia la
5ª fotografía, con tu acertada interpretación, pág. 35...”la Princesa, que con el pañuelo sobre los ojos se desmayaba...”
Y tu explicación posterior sobre el que sentía su hija ...’El dolor de María Rosario no es teatral’

Espero poder terminar mi aportación a la lectura para mañana.

Abrazos.

Abejita de la Vega dijo...

Delgado: muy bien definido, "zalamero y turbador de candideces".

Pancho: Polonio es un misterio como el gallego que dices. Demasiados temblores, le encantan los temblores a Valle. No sé mucho de santoral femenino, pero algo quedó de mi educación nacional católica y femenina.

Pedro: así es, hay muchos tipos de amor. En el del marqués hay sadismo, le encanta que tiemble...Las ilustraciones son un apoyo para ecsribir. Puse el título con sueño, ya lo corregí.

Luz: todo tiembla, todo es trémulo aquí. Me gusta que las fotos sean mías, aunque sean peores; pero tengo que recurrir a Internet en muchas ocasiones. Una cosa que me divierte es utilizar a mi hermano o a mi sobrina y decirles que se pongan asi o asao. Valle era problemático, seguro.

Myriam: la mía es de 1999, por eso no coincide. Los libros que se quieren terminan como tú dices. Los tres aldabonazos dan un ambiente de misterio, a lo Alan Poe.

Martine: sé que estás ahí...

Marina: gracias por pasar por aquí.

Kety: pillín o algo más fuerte.No te quedes sin palbras que las tuyas son muy bellas.

Gelu: esa foto del pañuelo la hice con un tapetito que tengo encima de una mesa. Le dije a mi sobrina que se tapase la cara con él como si estuviera llorando. Ya se marchaba, tenía prisa, y le hice la foto fuera de casa,junto a la escalera.

Besos, amigos.