miércoles, 23 de noviembre de 2011

De la "Sonata de otoño" a una vieja serie de televisión y su novela...cosas de las neuronas.




¿Recordáis esta vieja serie de televisión? Sí, es  "La Saga de los Rius", basada en en los relatos de Ignacio Agustí : "Mariona Rebull" y "El viudo Rius". Retrata la vida de la burguesía barcelonesa de principios del siglo XX , a través de la historia de la familia  a lo largo de tres generaciones, entre 1880 y 1916.

Si pincháis este enlace veréis como la recuerdan en la Colonia Güell de Barcelona, donde fue rodada.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/television/colonia-guell---saga-dels-rius/664888/

¿Por qué os hablo ahora de televisión añeja en lugar de escribir sobre Valle Inclán y el marqués de Bradomín?


Es muy probable que  Ignacio Agustí conociera la "Sonata de otoño" de Valle Inclán.  Pero, aún así, ¿qué puede tener en común su novela , de tardío aspirante a ser el Galdós de Barcelona , con la modernista y poética sonata de Valle Inclán ? ¿Qué relación podemos establecer entre dos libros que se parecen como un huevo y una castaña?

¿Un huevo y una castaña?

Todo lector, con su libro en las manos,  fabrica mentalmente unos hilos que  enlazan su contenido con  lecturas y vivencias, añadiéndole una  cobertura dulce o amarga; pero siempre personal e intransferible. En este caso, mientras leo la "Sonata de otoño", el  hilo me lleva hasta  unas imágenes grabadas  en mi cerebro, en  1976;  cuando emitían la citada serie en TVE. Que ya llovió y escampó.

 Porque , mientras acompaño al marqués de Bradomín por sus terroríficos laberintos...¡Veo a Joaquín Rius, con su esposa Mariona Rebull muerta en los brazos! Mis neuronas toman el camino que les da la gana, son unas indisciplinadas.

De aquí

Rius sube las escaleras del Liceo barcelonés, inmediatamente despues de la explosíón de aquella  bomba que produjo varios muertos y heridos, en 1893. 

De aquí.

Bomba del Liceo

Recuerdo especialmente  cómo saltaban, de peldaño en peldaño, las perlas del collar roto de Mariona.



Ella  muere al lado de  su amante. Nadie ha de saber junto a quién ha muerto Mariona, por eso el marido translada su cadaver, en un penoso deambular por un Liceo caótico.


Testimonio del atentado en el patio de butacas


Muy poco tiempo después de leer la sonata otoñal, un  ejemplar de "Mariona Rebull" parecía estar esperándome en un mercadillo de libros y trastos variopintos que se instala los domingos en una céntrica plaza de mi ciudad.

Mercadillo de la Plaza de España (Burgos)
Leo y busco  posibles conexiones, en relatos tan diferentes.


En el texto de Valle Inclán, los cabellos se enredan en la puerta de la alcoba de su amante Xavier, es como si Concha se resistiera a abandonar aquel lugar. Él ha de " tirar brutalmente hasta que se rompieron los queridos y olorosos cabellos".



En el  de Agustí, el empeño de Rius es separar a Mariona de su amante, que también ha muerto a consecuencia de la explosión. Los cabellos caen sueltos y la seda se desgarra.

En ambos casos, la muerte ya ha roto todo vínculo con el pasado; mas  tanto en Xavier como en Joaquín hay un deseo de materializar esa ruptura "brutalmente", adverbio en el que coinciden:


"Los separó brutalmente. La seda de Mariona crujió, prendida de algún botón, de un clavo quizá, que la desgarraba."





En ambas novelas, el momento cumbre es el del penoso traslado  del cuerpo de la amada protagonista. El motivo es bien diferente. Xavier quiere ocultar que Concha ha dormido en su alcoba, Rius no desea que se conozca el adulterio de su mujer. El amor mueve a ambos.

El de Bradomín camina a tientas por salones oscuros, la sostiene con un brazo, con el otro intenta orientarse. La oprime angustiosamente , teme que se le caiga,  que le vean, huye.

"Un sudor frío empañaba mi frente...tenía que caminar a la ventura, angustiado, yerto, sosteniendo el cuerpo de Concha en un solo brazo y con el otro extendido para no tropezar...El cuerpo de Concha parecía querer escaparse de mis brazos. Le oprimí con desesperada angustia...Yo cerré los ojos, y con el cuerpo de Concha aferrado en los brazos huí."

Rius avanza por un pasadizo. Lo hace con una lentitud y un cuidado extrañísimo en medio de una situación que imaginamos catastrófica.  La lleva recostada sobre su hombro. Al subir las escaleras, oye algo, se detiene, son las perlas del collar, siente un escalofrío.

"La llevaba recostada por la cintura sobre su hombro. Los cabellos, sueltos, flotaban. Atravesó el pasadizo con lentitud, para no herirla, con cuidado, con la frente alta, el mentón salido."



Interior del Liceo, inmediatamente después del atentado
 "Uno a uno, con seguridad creciente, iba subiendo los peldaños... Y al fin del primer tramo, casi en el rellano, se detuvo, porque había oído el rumor de algo que se perdía, que huía cristalinamente; eran golpecillos secos y rotundos, saltarines, sobre el mármol de los peldaños. Se volvió, apenas, y vio como iban saltando por los peldaños, hasta ganar el suelo, las perlas del collar...Sintió en su espalda el gran escalofrío."


Tras el transporte,  llega el momento de depositarla en el lugar adecuado: su alcoba,su palco.

El marqués de Bradomín llega hasta el dormitorio de Concha. Allí le sorprende misteriosamente la estela de su perfume.

" Allí la oscuridad era misteriosa, perfumada y tibia, como si guardase el secreto galante de nuestras citas. ¡Qué trágico secreto debía guardar entonces! Cauteloso y prudente dejé el cuerpo de Concha tendido en su lecho y me alejé sin ruido."

Joaquín Rius aprieta la mano fría de Mariona, siente una especie de descarga, tiembla. Entra en el palco y la deja tendida en el suelo, bien abrigada con su capa.

"Siguió adelante. A mitad, había recogido con la suya la mano de Mariona, la pequeña mano blanca, completamente fría, y la apretaba con tesón...Cerró un instante los ojos, porque sentía la descarga recorrer todas sus articulaciones y empezaba a temblar. Finalmente, consiguió penetrar en el palco. Dejó a Mariona allí, tendida, en el suelo, abrigada con su capa de terciopelo ...Después, él se retiró."


Ahora, Joaquín Rius, va a recorrer también su laberinto personal, materializado en las calles de Barcelona. Sale a la calle, penetra en la ciudad trágica como un fantasma, al que todos  miran con horror. El instinto  le encamina a la casa donde vivió con sus padres. Desearía despertar en el regazo de su madre y borrar toda su vida, una regresión  imposible.

"Salió a la calle, sin atender a la muchedumbre, que le miraba pasar, con los ojos muy abiertos, horrorizados. Penetró en la noche de la ciudad, en aquella noche trágica. Fue caminando por la Rambla hacia arriba...Instintivamente, como una bestia herida, se encaminó a la calle de la Paja. Subiría las escaleras del antiguo pisito como si los años hubieran vuelto atrás, y toda su vida, la boda, el hijo,la muerte, no hubieran sido más que un sueño, y se despertara reclinado en el regazo de su madre..."



En la puerta del Liceo después del atentado
Dejamos aquí al de Bradomín y a Concha, a Mariona Rebull y a Joaquín Rius, en su inmortalidad de entes de ficción. Así será mientras haya lectores que los mantengan con vida. La televisión también puede contribuir a ello.

Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino.

Pedro Ojeda dice en "La acequia":

"Mª Ángeles Merino nos lleva a una serie de televisión y, de su mano, a una interpretación muy interesante sobre la posible influencia de Sonata de otoño en Mariona Rebull, de Ignacio Agustí. No os perdáis esta entrada. "

11 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Me perdí esa serie televisiva porque en aquellos años vivía en Ibiza sin televisión. Has hecho un muy interesante paralelismo de las dos novelas. Me ha dado ganas de leer la historia de Mariona y su amante :) Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡Qué buena interpretación! Hay escenas que marcan la mente de un esritor y conscientemente o no las lleva a sus propios textos. ¿Será verdad que...?
Me has llevado a un texto que tenía olvidado y una serie de televisión excelente que casi ya no recordaba. ¡Gracias!

Delgado dijo...

Demasiado joven para esa serie, pero has hilado muy bien las escenas, podría ser posible que leyera la sonata. ¿Por qué no si fueron muy famosas en suépoca?

Como las de primavera y estío las tengo leídas, salto al invierno, que el tiempo viene acompañando.

Saludos.

pancho dijo...

Entonces era poco menos que obligado ver las series de una de las dos TV que había, recuerdo perfectamente el título y ahora que he visto algunas escenas en el enlace, no resultan del todo extrañas, pero 35 años son demasiados. Magnífica memoria la tuya y excelente recreación de la última escena de las dos novelas con carga fúnebre.

Gran esfuerzo ilustrador, con lo que cuesta encontrar algo que case.

Es curioso como muchas cosas que se leen por ahí, tanto en poesía como en prosa tienen mucho aire valleinclanesco.

Un abrazo

Myriam dijo...

Interesante tu cosa de neuronas tan asociativa, pero que pena que ni vi la serie, ni conozco los relatos de Rius.

Un beso

Myriam dijo...

Por suerte puede al menos leer los fragmentos que citas en tu texto.

Otro beso

Euphorbia dijo...

Esa serie me pilló muy pequeña y en casa no me la dejaban ver, aunque curiosamente esa escena la tengo presente, quizá porque la habré visto años después, no sé.
Me han entrado ganas de saber más sobre la saga de los Rius. Mi abuela sirvió en casa de una familia burguesa de Barcelona que iba muy a menudo al Liceo, era obligado ir aunque de música no tuvieran ni repajolera idea.
(Eso de transportar cadáveres arriba y abajo debe ser muy cansado).
Besos

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, Abejita de la Vega:

Me parecería estupendo que Agustí hubiese leído a Valle, y le hubiera movido e inspirado a escribir su novela.
En cuanto a la relación con la Sonata, ¡pueden ser coincidencias!. ¿Cómo iban a transportar los cuerpos?. Estos hechos se habrán repetido millones de veces, y muchas se habrán escrito y muchísimas no .
El ‘brutalmente’, pues sí, ahí está. Se podían buscar otros sinónimos, pero, ¿cuál va mejor?. He consultado en el Espasa, y mira los que aparecen de ‘bruto’:

bestial, bárbaro, feroz, inhumano, cruel, vándalo, violento, duro, intratable, despiadado, avinagrado, cafre, déspota, incivil, inculto, irracional, grosero y salvaje.

Me has hecho reír con lo del huevo y la castaña, -tan de nuestra tierra- y la ilustración que se te ha ocurrido. Aunque ahora que lo pienso, ¿no habrás copiado de algún sitio?. He visto envases como el de la fotografía, y castañas y un huevo. Lo pensaré, a ver si doy con la fuente del plagio.

Cuando llegué a Barcelona, la historia de las perlas fue de lo primero que escuché, al pasar por el Liceo.
La serie, estupenda, la ví años más tarde, en alguna reposición, creo que en catalán.

Abrazos.

P.D.: Mi padre, la visita al mercadillo dominical era una cita que no se perdía, cuando íbamos a Burgos.

Abejita de la Vega dijo...

Merche: en Ibiza no hacía falta tele, qué envidia. Te gustaría leerla.

Pedro: Es fácil que así fuera. No sólo les pasa a los escritores, a mí también me pasa. La serie es demasiado antigua para ti, tal vez alguna reposición posterior...Fue una buena serie, de cuando las obras literarias tenían cabida en la programación televisiva.

Delgado: los demasiado jóvenes habéis podido tener acceso a una reposición o a un vídeo. En cuanto a Agustí, es fácil que hubiera leído la sonatas. Veo que has recorrido muchas estaciones.

Pancho: todos veíamos lo mismo. Es verdad que son demasiados años. Aires valleinclanescos, Valle fue un maestro.

Myriam: las series de Tve se venden en muchos países, no sólo de habla española. Pero esta es muy vieja.

Euphorbia: lo de oír música sería lo de menos, en muchos casos. Yo pienso que todavía puede tener interés,sobre todo en Cataluña. La fuerza de aquella burguesía...Me encanta la opinión de esas señoras que vieron rodarla, en la colonia Güell.

Gelu: Agustí pudo estar influenciado consciente o inconscientemente por la sonata. O no,aquí hablo de una asociación personal mía.

El mercadillo tiene cosas muy interesantes, a los mayores les encanta.

Besos a todos

Kety dijo...

Lo tuyo es insuperable.
Un abrazo

Paco Cuesta dijo...

Se dice que las comparaciones son odiosas, esta que nos presentas lo desmiente. Todo un acierto