jueves, 26 de agosto de 2010

"...que él le sacaría a pesar de toda la morisma, como había hecho don Gaiferos a su esposa Melisendra "




 "...que él le sacaría a pesar de toda la morisma, como había hecho don Gaiferos a su esposa Melisendra "Cuadro de Ana Queral.

Primera parte del comentario al capítulo 2,64 del Quijote, publicado en "La acequia".


Que trata de la aventura que más pesadumbre dio a don Quijote de cuantas hasta entonces le habían sucedido

Estaba comenzando el comentario al capítulo 2.64, hay que ver qué poco nos queda, cuando aparece Ana Félix otra vez; la morisca cristiana, arráez que fue de un bergantín corsario, la que nos contó sus cuitas , en el capítulo anterior. Le pido que abrevie, puesto que el título me inquieta, dice “que trata de la aventura que más pesadumbre dio a don Quijote”.

No tenga pesadumbre vuestra merced, que mi intervención en este capítulo no es extensa.

Grandísimo contento recibe la mujer de don Antonio Moreno de verme en su casa. ¡Cuán enjundiosas van a ser las pláticas, en su estrado! ¡Cómo van a holgarse sus amigas, ávidas de novedades! Muchos acuden a verme, a comprobar si soy tan bella y tan discreta como dice mi anfitriona. A alguna envidiosilla, un tanto fea, oigo decir que no es tanta mi hermosura…




"...toda la gente de la ciudad, como a campana tañida , venían a verla."

Don Alonso Quijano, pacífico hidalgo natural de mi manchego lugar, ahora se hace llamar ¡don Quijote de la Mancha! y dice que es un caballero andante, como los de antaño. Y no le convence el plan propuesto para liberar a mi Gregorio, no. Afirma que si le ponen a él, en Berbería, armado y a caballo, sacará a mi chico de allí y que rabien los moros. Como don Gaiferos liberó a Melisendra, dice. Eso lo vi yo en un teatrillo de títeres ambulante que, cierta vez, pasó por mi pueblo. Este don Alonso está listo para un asilo de alienados.

Mi vecino Sancho Panza, que ahora le sirve de escudero, le advierte de que ese señor sacó a su esposa por tierra y la llevó a Francia, también por tierra. Pero, si sacamos a Gregorio, no podemos traerle porque tropezamos con la mar. Para don Quijote eso no es ningún problema, que haya un barco esperando y, a su tiempo, embarcarán de vuelta él y mi chico, con sus velos de morita.


"...pues está la mar en medio."

Sancho se fía del renegado, que le parece buen hombre. Yo sé que lo es. Mi vecino no parece confiar mucho en su amo.

Don Antonio dice que si fracasa, se pondrían medios para que don Quijote fuera tan ricamente a Berbería. Me dio la impresión de que aguantaba la risa y no digamos sus amigos.

Dos días después, parte el renegado en un ligero barco, con una aguerrida chusma, de esa que nada teme, a fuerza de haber sorteado los mayores peligros. El que no es tuerto, lleva una pata de palo o señales de algún hierro candente.


"De allí a dos días partió el renegado en un ligero barco..."

El general pide al virrey le tenga informado de lo que sucediese en la libertad de mi Gregorio. Asimismo desea saber las novedades en torno a mi humilde persona. No entiendo tanta curiosidad por la cuitada Ana Félix.

Me despido. Váyase presto con don Quijote a la marina, que va para allá con todas sus armas y recitando romances.


"Y una mañana, saliendo don Quijote a pasearse por la playa..."

Vamos al encuentro...

4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Querida Ana: tu aparición quedará simpre emparejada con la derrota de nuestro caballero.

Merche Pallarés dijo...

No he visto las fotos correspondientes a: "...pues está la mar en medio" y "de allí a dos días partió el renegado en un ligero barco...". Están completamente en blanco. Besotes, M.

Paco Cuesta dijo...

Sancho es hombre de tierra firme, no creo que pudiera conseguir subir al rucio en un barco.

Abejita de la Vega dijo...

Pedro: es algo gafe la Félix...

Merche: ya apareció el mar y el barquito, gracias.

Paco: es verdad, lo del rucio no se me había ocurrido. Se marearía el burrillo...

Un abrazo