miércoles, 11 de mayo de 2016

Cicatriz de Sara Mesa: la soledad en los tiempos de Internet.



Sara Mesa nació en Madrid, en 1976, aunque desde niña reside en Sevilla. Ha publicado las novelas: Un incendio invisible (Premio Málaga de Novela) y El trepanador de cerebros, y los libros de relatos No es fácil ser verde y La sobriedad del galápago. Con su poemario Este jilguero agenda ganó el Premio Nacional de Poesía Miguel Hernández en 2007. En Anagrama ha publicado Cuatro por cuatro, finalista del premio Herralde de novela.



Comienzo una nueva aventura lectora y llamo a mi amiga Austri que se me ha hecho imprescindible para comentar los libros que Pedro Ojeda nos propone. Quedo con ella en una cafetería, vamos a hablar un poco de Cicatriz, no mucho, solo para abrir fuego. Me consta que se lo ha leído, ya no es una lectora plana, lo podéis comprobar.

-¡Hola Austri! ¿Qué tal te va la vida?

-Bien, dentro de un orden, como sueles decir tú. Ya sé que viajaste felizmente a tierras manchegas, en compañía del mejor club de lectura y que ya acabasteis lo lúgubre, las noches de don José Cadalso que, al final, no lo eran tanto. Compruebo que disfrutasteis con la reunión, como es habitual, y que hablasteis mucho de Historia. Que si el liberalismo revolucionario se hizo conservador y de esos polvos vinieron estos lodos y aterrizasteis en el llamado neoliberalismo, la bestia parda de nuestros días.

-Sí, hubo mucho más que gusanos, venerables azadones y pesadas losas. Lorenzo y Tediato quedaron unidos en universal fraternidad de sentimientos. Ahora vamos a comentar la novela Cicatriz que también tiene algo que ver con...

-¡Con difuntos no! ¡Que la he leído con mucha atención! 

- Me refiero al neoliberalismo que es la amenaza, o la realidad, de ahora. Porque Cicatriz supone, como Nada de Carmen Laforet, un aldabonazo para una sociedad que vive una crisis.



-Vamos a matizar eso. La nihilista Andrea de Nada no poseía nada de nada y la Sonia de Cicatriz no sabe qué hacer con tanto. 

-Nada era el vacío de la sociedad española de la posguerra, el vacío de ahora es consumista pero vacío también. Suena un aldabonazo porque Sara Mesa quiere llamar nuestra atención sobre la soledad y la incomunicación en nuestro tiempo de crisis, paradójicamente más comunicado que nunca. 

-Una comunicación ficticia tantas veces. La que nos proporcionan todos estos artefactos que hemos convertido en imprescindibles. Mira la portada, me recuerda a la mujer solitaria que pintó Hopper, sentada sobre la cama de un hotel. 


-¡Qué gesto tan mustio! ¡Enseguida descubrimos que no es un ser humano! ¡El brazo delata a una muñeca, a un maniquí! No sé qué tiene entre las manos, pero a primera vista parece que estuviera esposada. Atada, triste y ensimismada. Sola, muy sola.


Tan sola como Sonia, la protagonista. ¿Como la ves tú?

-La veo escasa de cariño, mentirosilla...o redomada embustera, con sentimientos de culpa,  curiosa, fantasiosa, ávida de vivir otras vidas. Leemos:

"Siempre le gustó enmascararse. De niña solía contar en el colegio que era bailarina, que su padre había muerto en la guerra, que en su casa tenían un piano de cola, que llevaban antibalas en el coche, que su madre era rusa, que tenían de mascota un loro que recitaba la Biblia de memoria. "

Está claro que a Sonia no le bastaba, no le basta, con una vida:

"¿Mentirosa? Se lo dijeron muchas veces, y ella se quedaba incómoda, contrariada, con una espesa sensación de culpa. No pretendía engañar a nadie. Sólo vivir otras vidas. Su curiosidad era-es-demasiado grande para ceñirla a una sola existencia."

-Algo ingenua, como diría una compañera del club de lectura: "me puede esta chica...". Su nada no se llena con la familia, ni con las amistades, ni con el tedioso y mal pagado trabajo del archivo, ni siquiera con sus aficiones literarias...Se echa en brazos de una vida paralela, bajo la dictadura de un personaje extraño hasta lo inverosímil. Alguien que se hace llamar Knut Hamsum, como un escritor noruego. Nombre tan real como señor Pez, Hipatia o Fray Angelico...

"Sonia conoce a Knut en un foro literario de Internet, y a pesar de los setecientos kilómetros que los separan, establece con él una particular relación marcada por la obsesión y la extrañeza". 

-Tras una "quedada" comienza un cortejo mantenido a través de regalos robados que él la envía por correo. Él solo le pide que pague los portes. Mantienen una relación morbosa, apenas hay contacto físico...los posibles encuentros  entrañan gran dificultad para Sonia.



 Manipulada, fascinada...aunque echa sus cuentas. 

Knut le envía más libros de los que puede leer, más ropa de la que puede usar, agobio de paquetes, agobio de armarios...¡Unas prendas tan lujosas que harían sospechar a su familia! Pero Sonia se siente incapaz de romper, no soporta la grisura de su vida cotidiana. Y Knut le fascina intelectualmente, es un teórico de todo, dice que "no hay placer comparable a pensar". ¡Y le pierde la curiosidad! Me puede esta chica, a mí también. Se va a meter en la boca del lobo...¿Es Knut un lobo?

-La boca del lobo está en la imaginaria Cárdenas, ciudad grande donde se reúne el foro literario y donde suponemos que vive el tal Knut. Sonia reside en una ciudad más pequeña a setecientos kilómetros. Los precios figuran en euros y se nombra mucho a El Corte Inglés y a otras grandes superficies. Suponemos que estamos en España... El estilo es "conciso y eléctrico", dice la portada, estoy de acuerdo, incluso diría que da un poco de calambre. Nos habla un narrador frío, conciso y neutral que comienza con un capítulo cero, titulado precisamente Cicatriz.

-Lo del capítulo cero nos sugiere la cuenta atrás de un cohete. Pensamos que va a haber un orden temporal de cuenta atrás y que el primero será el último. No nos hagamos ilusiones, el siguiente se titula Siete años antes, el siguiente es Siesta, a continuación Dos años antes...El desorden argumental que es también el desorden de los personajes...

-El lector tendrá que ir desentrañando los misterios de la relación de Sonia y Knut, a partir del capítulo cero. Un hombre y una mujer que entran en un edificio de oficinas casi desocupado, con evidentes señales de abandono. Suben al último piso, el que da a una azotea donde no llega el ascensor y allí, en un pequeño cubículo de escasos metros cuadrados, a la luz de una ventana sucia, vivimos un encuentro entre los protagonistas que nos deja perplejos. Aparte de las mutuas miradas y del beso en la boca, todo se centra en que la chica se ponga una camiseta nueva que el chico trae en una bolsa y en comprobar que ella lleva una ropa interior que él bien conoce. Leo:

Enfrentan sus miradas, se miran de arriba abajo.
...
...Sonríen azorados.
Él le entrega una bolsa.



Ella la coge, mete la mano y saca una camiseta estampada en tonos grises y azules...Luego, con rapidez se quita su camiseta y se pone la que él acaba de darle. Tarda tan solo unos instantes, lo suficiente para que él otee su torso desnudo, el sofisticado sujetador de encaje negro.
Mueve un poco la mano hacia su cuerpo, sin llegar a rozarla.

¿Cómo la ves?, pregunta ella:
Bien, te queda muy bien.

Vuelven a sonreír. Él se aproxima, la besa en la boca. Ella se deja, con los brazos caídos y la espalda ligeramente arqueada hacia atrás. Él la toma por la cintura. Ella continúa sin moverse, sin corresponder. 
La suelta.

¿Vas a dejártela puesta? Te va mucho mejor con esa falda que con la otra.
En otro momento, responde ella. Prefiero llevar la mía.
Ahora las dos son tuyas.
Ella se muerde los labios, insiste. La estrenaré otro día.

Se cambia de nuevo. Él la observa. Se le agita la respiración. Un estremecimiento le recorre las piernas.

¿Por debajo llevas también algo...mío?
Ella afirma...baja unos centímetros la cinturilla de la falda hasta que puede verse el filo de una blonda color perla, por encima del pubis.
Es suficiente, dice él. Gracias, añade.
...
Al salir del edificio...él se vuelve hacia ella. Se te nota una marca, le dice. Los ojos le brillan al hablar. La cicatriz de la cesárea...Ambos se ruborizan...No me importa, tartamudea él...pero luego congela el gesto. En serio, créeme, no me importa en absoluto.



-La cicatriz de la cesárea no es algo suyo, a Knut se le congela el gesto. Sí le importa.

-Que lleve algo suyo, es lo único que le...estremece. Camiseta, sujetador, bragas...

-Y ella no se mueve, parece un palo arqueado.

-¡Qué raro es esto! Esta chica nos puede, Austri.

-Seguiremos con ella y con el posesivo Knut. ¿Se meterá Sonia en la boca de algún lobo?

-Una posesión extraña, sí.

Un abrazo de María Ángeles Merino y...de Austri.

Dedico esta entrada a Carmen,Turri, nuestra compañera del grupo de lectura presencial, la "benjamina". Nos puede esta chica ¿Verdad?

Palabras en naranja tomadas directamente de Cicatriz de Sara Mesa, editorial Anagrama, S. A. 2015. ISBN 978-84-339-9792-0

14 comentarios:

la seña Carmen dijo...

Mujer, lectora, infatigable. De momento yo paso.

María Luz Evangelio dijo...

Te veo muy animada con la novela. Yo la terminé antes de comenzar el mes de mayo, pero no me gusta nada, y estoy buscando la manera de escribir un comentario que exprese lo poco que me ha gustado de manera neutra, pero no lo consigo, cada vez que me pongo a escribr me sale una crítica muy ácida. Intentaré escribir mi punto de vista para la semana que viene y que sea un comentario tranquilo. Si el club fuera presencial es más fácil, porque ves la reacciones de los otros, pero comentar con una pantalla en medio cuando no ves las cosas de la misma manera se hace difícil. Coincido con Austri, esta chica -Sonia para los amigos- es un poco plasta, y mentirosa y ... me callo. Besos y gracias por compartir tu punto de vista.

Bertha dijo...

Vaya con el encuentro el lugar me parece en principio un poco patético, pero tendrá su razón de ser...

Se nota que tiene una buena maestra contigo Austri, hasta sus opiniones tienen peso...

Un abrazo y hasta la próxima entrada.


Pedro Ojeda Escudero dijo...

Retorna Austri y volvemos a disfrutar del diálogo que ayuda a adentrarse en la lectura. En efecto, hay mucho y certero en lo que dices: esta protagonista está vacía en gran medida y va de un lado para otro en sus emociones y en su vida. Y la soledad, se percibe ya desde la portada.

Ele Bergón dijo...

Por lo que contáis Austri y tú, parece que la protagonista de esta novela, tiene pocas virtudes y mucha soledad. ¿Reflejo de la soledad de nuestros días? No lo sé, ya sabes que no la he empezado a leer y tampoco la puedo comentar. Espero tener tiempo para ello, aunque no me han llegado buenas referencias de esta novela.

Besos

Abejita de la Vega dijo...

Ya te engancharás, Carmen. Besos.

Abejita de la Vega dijo...

Bueno...animada...Es una novela diferente y se lee bien. Y pone el dedo en la llaga sobre algunos males de este tiempo que nos ha tocado vivir. No tiene por qué gustar todo a todos, escribe con total libertad que esa es la sal del Club de Lectura. Lo ácido es bueno también si no es cáustico. El gusto es muy subjetivo y pueden no gustarnos muchas obras que otros veneran.
Adelante y un abrazo Mari Luz.

Abejita de la Vega dijo...

Patético y significativo. Austria ha aprendido mucho, mejor dicho: ha descubierto lo que ya sabía, je. Un abrazo Bertha, hasta la próxima. Siempre eres bien recibida en esta tu casa.

Abejita de la Vega dijo...

Virtudes... es una chica culta pero le pierde la curiosidad. Espero que no haya muchas Sonia, el fruto de una sociedad que fomenta el aislamiento. Besos.

Abejita de la Vega dijo...

Vacío y soledad, terribles amenazas de los tiempos de Internet. Disfrutemos. Gracias Pedro, un abrazo.

Paco Cuesta dijo...

Hay mucho de insatisfacción en la novela.
Besos

Abejita de la Vega dijo...

Muchísima, Paco.
Besos

DORCA´S LIBRARY dijo...

Es una relación curiosa. Se huele la manipulación por parte de Knut. Pero parece que sólo la intuye el lector. Me ha gustado tu comentario, según lo vas leyendo, parece que vas recorriendo las páginas del libro, pero con ilustraciones porque tus palabras crean imágenes.
Un abrazo compañera de caminos.

Abejita de la Vega dijo...

Sonia se deja manipular. Nos puede está chica.

Besos amiga caminante