jueves, 19 de enero de 2012

"Sonata de primavera": "creo que además de sus labios me sonrieron sus ojos".


Comentario a mi lectura de las páginas 23 - 29 de "Sonata de primavera", de Valle Inclán (colección Austral). Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.


En la tropical "Sonata de estío", nos despedimos del marqués de Bradomín en su hacienda mexicana, tras la travesía del desierto, gozando de su morbosa reconciliación con la Niña Chole. Congelada en el tiempo,"Niña"para siempre, no sabremos nada de ella, su personaje acaba ahí.

Comenzamos a leer "Sonata de primavera". Encontramos a un Bradomín jovencísimo que viaja en una silla de postas, desde Roma hasta una ciudad que el escritor bautiza como Ligura, a través de una campiña italiana, típicamente mediterránea. Todavía no hay enamorada alguna a la vista, mas no tardará.

Silla de postas


Sale de Roma, por  la Muralla Aureliana , a través de la llamada Puerta Salaria.

Porta Salaria
 No, no la busquéis en las guías de turismo, fue demolida en 1921. En su lugar, encontraréis la denominada Piazza Fiume.

Anochece y cruza una "campiña llena de misterio y de rumores lejanos". Vides, olivos, "acueductos ruinosos" y colinas con "la graciosa ondulación de los senos femeninos".

"Colinas con la graciosa ondulación de los senos femeninos", como estos "Cerrillos" de Pardilla. Foto Ele Bergón.

Sobre una vieja calzada romana, las mulas sacuden "pesadamente las colleras".


El golpe desigual de los cascabeles "despierta un eco en los floridos olivares". Cascabeles resonando entre ramas florecidas. Música imposible, sólo un "artífice" como Valle Inclán sabe jugar así con las palabras y con los sentidos.

Flor del olivo

Contempla  antiguos sepulcros en la orilla del camino y  "mustios cipreses" que dejan caer "su sombra venerable". 

Mustio ciprés
Tiene los "ojos fatigados de mirar en la noche", se queda dormido.



 Entumecido y con frío, despierta casi al amanecer, con una "luna ya muy pálida".



Cantan los "madrugueros gallos" y el arroyo se despierta con un "murmullo bullente".



A lo lejos, almenados muros, negros y sombríos; es la vieja, noble y piadosa ciudad de Ligura. Al entrar en ella, las lentas mulas rompen el silencio con su cascabeleo. Soledad y  abandono:

 "...el cascabeleo de las mulas hallaba un eco burlón, casi sacrílego, en las calles desiertas donde crecía la yerba"

De aquí

Viejas acurrucadas a la puerta de una iglesia, campanas que tocan a misa del alba, caserones, conventos y " una calle antigua, enlosada y resonante".  Le distrae el revoloteo de los gorriones, un farol agonizante ilumina una hornacina donde una Madonna  muestra un pez al Niño. Se detiene, está a las puertas del Colegio Clementino.

Colegio Clementino

El de Bradomín, como guardia noble ha de llevar el capelo cardenalicio, un sombrero rojo y con borlas, a "un varón lleno de evangélicas virtudes y de ciencia teológica"; nada menos que Monseñor Estefano Gaetani, de la familia de los Príncipes Gaetani, obispo y rector del Colegio Clementino.


Capelo cardenalicio

 Una "alta misión" con que el Papa ha querido honrar sus "juveniles años". Conociendo, como ya  conocemos al personaje,  dudamos de la sinceridad con que proclama la importancia de la labor encomendada, así como de las virtudes y la ciencia teológica del monseñor.

El viejo marqués recuerda y se ríe de sí mismo. Sin duda el Papa le encomendó tan importante labor por la altura de su linaje. Y presume de ser descendiente de un  príncipe "envenenado por la famosa comedianta Simoneta la Cortticelli".

Pero algo va a torcer la nobilísima misión del joven Bradomín. A su llegada, dos bedeles corren a su encuentro para comunicarle, entre lloros y suspiros, que "nuestro amantísimo padre", monseñor Gaetani, está en trance de muerte, tras sufrir un accidente.

"Allá en el fondo del claustro resonaba un campanilleo argentino, grave, litúrgico". Llevan el viático para Monseñor.

Comienzan a desfilar humanistas y teólogos, doctores y bachilleres, es una larga procesión. Rezan "con sordo rumor". Manos cruzadas, birretas sobre el pecho, becas que barren las losas. Salen por un arco. El de Bradomín los mira pasar arrodillado. Ellos también  miran, su manto de guardia noble pregona quién es. Se incorpora al cortejo.

Una plaza solitaria. Un palacio con todas las ventanas iluminadas. Entran en él, los rezos se hacen más graves y "el argentino son de la campanilla revoloteaba glorioso sobre las voces apagadas y contritas". Ahora la campanilla ha cambiado el registro.


La cámara donde agoniza Monseñor Gaetani está sumida en "religiosa oscuridad". El noble prelado yace con los ojos cerrados y la cabeza hundida en la almohada. Yace ya tan pétreo como una estatua:

"...su corvo perfil de patricio romano destacábase en la penumbra inmóvil, blanco, sepulcral, como el perfil de las estatuas yacentes".

Sepulcro del cardenal Tavera (Toledo)

Allá, en el fondo de la estancia, reza arrodillada la Princesa Gaetani, cuñada del moribundo, con sus cinco hijas. Mujeres bellas, el guardia noble de Su Santidad ya se siente en su elemento, después de tantos graves varones.

Hermosa, blanca, rubia, con la boca muy roja, "las manos como nieve, dorados los ojos y dorado el cabello". Belleza de poeta. Así es "todavía" la Princesa. Recuerda a María de Médici, pintada por Rubens. Ella le mira, él le mira.

María de Médici

La cabeza de Monseñor, tras recibir el viático y la comunión, cae desfallecida. Sus labios balbucean latines "fervorosos y torpes". El cortejo se retira.

Porta viático

La Princesa desea hablarle. Se acerca y le besa la mano. Ella se lamenta de la triste ocasión en que vuelve a verle. Esa voz despierta en su alma un mundo de recuerdos infantiles. De niño, le tuvo en su regazo. Murmura indeciso, esa voz...De pronto, "en el dorado misterio de sus ojos" adivina quién es.


La Princesa sonríe "tristemente recordando su juventud". Le presenta a sus hijas: María del Rosario, María del Carmen, María del Pilar, María de la Soledad y María de las Nieves.


De aquí

La mayor tiene veinte años, la menor sólo cinco. Todas " bellas y gentiles". María del Rosario es pálida, "con los ojos negros, llenos de luz ardiente y lánguida". Las demás , como su madre, tienen "dorados los ojos y el cabello".

Las cinco se retiran con una sonrisa "a la vez tímida y amable". María del Rosario sale la última. El viejo marqués cree que "además de sus labios me sonrieron sus ojos, pero han pasado tantos años, que no puedo asegurarlo". Recuerda, sin embargo, que "una nube de vaga tristeza me cubría el alma". ¿Amor?

"¡Son tan bellas como su madre!" exclama el marqués y la Princesa contesta tajantemente: "Son muy buenas y eso vale más".


El marqués no hace objeción alguna. Su opinión al respecto , bastante misógina, es que "la bondad de las mujeres es todavía más efímera que su hermosura".


La Princesa le previene: "María Rosario entrará en un convento dentro de pocos días".



Al de Bradomín le parece "una separación tan cruel como la muerte!". La Princesa le interrumpe para dar su terrible opinión:

"Sin duda que es un dolor muy grande, pero también es un consuelo saber que las tentaciones y los riesgos del mundo no existen para ese ser querido. Si todas mis hijas entrasen en un convento, yo las seguiría feliz... Desgraciadamente no son todas como María Rosario!"

"La llama de un fanatismo trágico y sombrío",
eso ve nuestro protagonista en los ojos de la Princesa.

Monseñor desea hablar con el enviado de Su Santidad, aquí lo dejamos.

Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino


(Podéis leer "Sonata de primavera" pinchando  aquí.)



Pedro Ojeda dice en "La acequia":

"Mª Ángeles Merino comenta el inicio de Sonata de primavera. No dejéis de apreciar las ilustraciones y las aclaraciones que hace al respecto sobre algunos lugares mencionados en la acción."

12 comentarios:

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Como siempre, fantastico trabajo, amiga.

Lo del capelo cardenalicio me ha dado un poco de repelús.

Me quedo con ese almendro en flor: la vida, la explosión de la primavera que ya se barrunta...

Un enorme abrazo.

pancho dijo...

Excelente y exhaustivo análisis del comienzo de Sonata de primavera, perfectamente acompañado por tu habitual esfuerzo ilustrador.

Para mí lo más importante del comienzo es la maestría de Valle-Inclán para crear el ambiente en el que se va a desarrollar el relato, tan distinto de la exuberancia mejicana. Aquí se respira serenidad clásica y misterio de brujas. Una vez conseguido, como lo hace Valle, todo va rodado.

Me ha encantado lo que dices de que Bradomín no se siente en su salsa hasta que no descubre las damas. Los graves varones le aburren. También la congelación de la Niña Chole: es la magia de la literatura que tiene poco o nada que ver con la realidad.

Un abrazo que se me acaban los adjetivos de admiración por tu trabajo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué brillante análisis y trabajo de ilustración.
Me ha gustado mucho lo que dices al final: en efecto, la Nina queda sin final, aunque éste, cruzándose su vida con el Marqués, no puede ser feliz. Es un hombre especializado en las tragedias...

Pablo Gonz dijo...

Valle- Inclán, uno de mis escritores preferidos.
Un cordial saludo,
PABLO GONZ

Delgado dijo...

Ya no has presentado al joven y galante Bradomín, y como no podía ser menos ya se ha fijado en otra alma femínea. Veremos si entra en el convento o acaba todo patas arriba.

Un abrazo

Paco Cuesta dijo...

Consigues que nos identifiquemos no solo con la obra, también con el entorno en un derroche de ilustraciones.

Myriam dijo...

Igual que a Pancho me gustó particularmente la ambientación que logra Valle en estas páginas, para el desarrollo posterior de la novela.

Creo que él estaría encantado con tu magnífico trabajo en texto e ilustraciones. Lo disfruté mucho.

Besos

Ele Bergón dijo...

No creo que Bradomín pasase por los "Cerrillos" de Pardilla, pero quién sabe quizá Valle sí lo hizo y por eso se le quedó en la memoria para ponerlo en esta Sonata de primavera, donde, ya se apunta la forma de ser de este Marqués que en los ambientes de muerte encuentra sus futuros y truculentos amores.

Ya hablamos, y gracia por poner la foto. Ya sabes que es un lugar muy especial para mi .

Un abrazo

Luz

Martine dijo...

Me quedo admirada ante todas tus Entradas Marían, pero hoy quería decirlo.. te leo, te sigo..
y te dejo Besos...

Kety dijo...

Es impresionante, el despliegue de fotografías ilustrando el texto
al "don Juan" de Valle Inclán
Un abrazo

MIMOSA dijo...

Como sabes, no sigo la lectura, así que me pierdo un poco de lo que comentáis, pero....me llevo en la retina esa campo de amapolas, aquí abundan cuando rompe la primavera!!

Besos dulces!

Abejita de la Vega dijo...

Cornelivs: lo del capelo da repelús, efectivamente, tanta molestia por un gorro colorado con borlas. Bienvenido.

Pancho: en su salsa, Bradomín es así. Gracias por los adjetivos.

Pedro: nos llegamos a creer que los personajes siguen viviendo después de cerrar el libro, es la magia de leer. Gracias por tus palabras.

Pablo Gonz: bienvenido. Gracias por pasar por aquí.

Delgado: veremos si entra en el convento...

Paco Cuesta: me ayudan las ilustraciones y ambientan un poco.

Myriam: espero que no se me aparezca para quejarse.


Luz: ya sé que son muy especiales para tí, los cerrillos le hubieran inspirado a don Ramón.

Martine: sé que me sigues, me gusta tu compañía.

Kety: un don Juan diferente.

Mimosa: ese campo de amapolas es digno de un Monet, es de Pardilla, el pueblo de Ele Bergón.


Besos, amigos