miércoles, 16 de noviembre de 2011

"...mis brazos estrecharon con pavura el pálido fantasma que había dormido en ellos tantas veces"

Rosa muerta (Paseo de la Isla)

Comentario en torno a las páginas 114-118 de "Sonata de otoño" de Valle Inclán, colección Austral, para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.
El marqués de Bradomín se autodefine como"un santo que ama siempre que está triste". Así explica su paréntesis amatorio con otra mujer, la misma noche en que su amada Concha yace muerta.
Mas el remedio es fugaz. Tras abandonar la alcoba de la prima Isabel, regresa al terror de "la faz amarilla y desencajada de Concha". Las "manos febriles" de él sobre las "manos yertas" de ella. Comienza a rezar;  palabras huecas que ahuyentan  el miedo.



De nuevo, la tentación : “la ventana abierta sobre el jardín misterioso y oscuro”. Una salida desesperada a su laberinto personal.



Sus cabellos sienten el "soplo ululante" de la brisa nocturna. Se va la noche con su "cielo lívido", sus "pálidas estrellas "y su luna "fugitiva". Sólo hay una luz en el candelabro.

Los "viejos cipreses", al pie de la ventana, inclinan "sus cimas mustias". Percibimos un jardín oscuro, misterioso y casi personificado. ¿Curiosean los árboles?

Un gallo lejano canta y “el cuerpo inanimado de Concha ” yace  en su lecho. ¡No puede traicionarla!  ¡A Concha no le gustaría que todos la vieran allí!



Toma en brazos "la funebre carga". Comienza el penoso y torpe viaje hacia la alcoba de Concha. La mano inerte se abrasa en el candelabro recién encendido, junto a la puerta. 



Siente pavor, afina el oído; sólo oye "el borboteo del agua en la fuente del laberinto". Tal vez escucha el eco del latido de su corazón.


Ve brillar la lámpara del Nazareno, da un largo rodeo para no cruzar ante "aquella mirada muerta". ¿Siente su reproche?



Recorre todo el tenebroso palacio "a la luz del claro de luna". Pero ¿a qué teme tanto el marqués de Bradomín?


En una puerta, "su trágica y ondulante cabellera quedó enredada". No puede desprenderla, cada vez se  enreda más. 


Ve con espanto la sutil raya luminosa que precede al amanecer. ¿Por qué es tan temible el  nuevo día?


 El cuerpo parece querer escaparse, comienzan "a entreabrirse los párpados de cera". Por un instante, tal vez, haya pensado que Concha volvía a la vida.

De aquí

No lo soporta más, desea huir y tira brutalmente. Se rompen "los queridos y olorosos cabellos".


Llega a la alcoba, "misteriosa, perfumada y tibia". El olor de su amada sigue ahí. "Cauteloso y prudente" la deposita en su lecho. En la puerta, duda "si volver atrás para poner en aquellos labios helados el beso postrero". Resiste una diabólica y depravada tentación.

"Ansié gustar la dulzura de su ensueño casto y no pude".

De aquí

Con un "todavía hoy", el de Bradomín da una vuelta a la manivela del tiempo. Desde la vejez, la recuerda con una explosión de imágenes rabiosas, dolorosas y  sinestésicas:

De aquí.

Un terrible gato , un corazón que se retuerce de dolor, un diablo riente en su interior.

"... le araña el corazón como un gato tísico de ojos lucientes"  

De aquí

"El corazón sangra y se retuerce, y dentro de mí ríe el Diablo que sabe convertir todos los dolores en placer".



Desembocan en una  música imposible,  metamorfoseada  en son de danza macabra.

"Música lívida y ardiente, triste y cruel, a cuyo extraño son danza el fantasma lloroso de mis amores".

Porque  Concha es ya un cadáver descarnado: 

¡Pobre y blanco fantasma, los gusanos le han comido los ojos y las lágrimas ruedan de las cuencas!"

Enamorados más antiguos del mundo.

Para destilarse, al fin, en un  perfume que vive más que ella:

"¡Aquella esencia que Concha vertía en sus cabellos  y que la sobrevive! ¡Pobre Concha! No podía dejar de su paso por el mundo más que una estela de aromas"

De aquí.
El narrador protagonista remata lo del perfume con una preciosista pregunta retórica:

"¿Pero acaso la más blanca y casta de las amantes ha sido nunca otra cosa que un pomo de divino esmalte, lleno de afroditas y nupciales esencias?"

Sus lectores de antaño, y los de ahora, nos quedamos pensando...

Otra vuelta de manivela,en sentido contrario. Viajamos  con Xavier desde el tiempo de la añoranza hacia "la mañana siguiente":

 Llamando a su puerta , "anunciáronse" María Isabel y María Fernanda, las hijas de Concha; esas niñas modelo que juegan a hilar, como abuelitas de cuento, o a perseguir palomas con las alas previamente cortadas. 


De aquí

 Las pequeñas preguntan cómo ha pasado la noche, algo que levanta en su alma el remordimiento.


Le rodean en el hueco del balcón que da sobre el jardín "viejo y umbrío que suspiraba  por los juegos de las niñas". Árboles abuelos los del jardín secular.

 Ellas alzan "sus voces frescas y cristalinas" para pedir al primo Xavier  que dispare contra un milano perseguidor de  unas  palomas.


 Complace a las criaturas y  permite que vayan a enseñar el milano ensangrentado a su madre, a sabiendas de que la encontrarán muerta. ¿Crueldad?


"Sonata de otoño" deja el final abierto, no relata el triste descubrimiento de las hijas de Concha. Sólo anticipa los gemidos, ayes y lloros, en medio de una mañana alegre.  Unas leves y bellas pinceladas:

"No osé detenerlas y quedé solo con el alma cubierta de tristeza. ¡Qué amarga espera! ¡Y qué mortal instante aquel de la mañana alegre, vestida de luz, cuando en el fondo del Palacio se levantaran gemidos inocentes, ayes desgarrados y lloros violentos!

El marqués de Bradomín  siente "una angustia desesperada y sorda enfrente de aquel mudo y frío fantasma de la muerte que segaba los sueños en el jardín de mi alma". No volverá a encontrar otra pálida princesa que le admire "siempre magnífico".

"¡Llora como un Dios antiguo al extinguirse su culto!"

Comienza el invierno.



Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino

10 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Muy bien resumido y fotografiado como siempre. Creo que nuestra próxima lectura es la Sonata de estío, no la del invierno pero nuestro profe lo podrá confirmar. Besotes, M.

Gelu dijo...

Buenos días, Abejita de la Vega:

¡Qué bien trabajas!.
Sabes que leo atentamente todas tus entradas.
En la primera fotografía de hoy no he conseguido imaginar qué es lo retratado.
El esenciero,... tengo uno parecido. Haré una fotografía para que lo veas.

Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Hay dos cosas de tu entrada que son un acierto completo: detectar la importancia de los sentidos; comprender el final abierto porque la historia está contada como un retazo, no como una historia completa.
Eso y, por supuesto, el excelente trabajo de ilustración.

pancho dijo...

Qué recreación tan completa y detallada de los últimos momentos de Concha y del relato.

No está mal la excusa de Bradomín a su desvarío: Amar siempre que se está triste.

Da un poco de yuyu leer el relato completo con tus anotaciones y fotos, sobre todo ese gato negro.

Cómo cambian los tiempos: Hoy te condecoran por inventar algo que haga mermar la plaga de palomas y te meten en la cárcel si matas un milano.

Un abrazo.

Euphorbia dijo...

El traslado del cadáver es digno de una novela negra, la mano quemada, los cabellos enredados en el pomo, los párpados de cera... y luego las niñas directas a la alcoba sin que las detenga, ay, qué mal rollo me da este hombre.
Me admira tu capacidad para plasmar el texto en imágenes.
Genial.
Un beso

Delgado dijo...

Ya dije, tenemos un final un tanto truculento, la verdad es que los finales de las sonatas van en esa línea, has recogido muy bien los puntos del último suceso. Ya verás cuando llegemos a la de "primavera", me encantó.

Por cierto Pedro lo de cazar al milano también lo pensé, tal vez fue esa costumbre la que nos llevó al exceso de palomas de hoy día ;D.

Un abrazo.

Sor.Cecilia Codina Masachs dijo...

Bueno...pues gracias por tu visita, mi casa siempre te esperara con las puertas del alma abiertas.
Con ternura
Sor. Cecilia

Myriam dijo...

Excelente tu entrada con texto e ilustraciones, como es habitual.

Realmente me llevaste por un viaje sinestésico y sensitivo.

me gustó mucho la pregunta retórica del narrador:

"¿Pero acaso la más blanca y casta de las amantes ha sido nunca otra cosa que un pomo de divino esmalte, lleno de afroditas y nupciales esencias?"

Besos

Kety dijo...

Seguro que Valle Inclán le dio a Luz, miles de felicitaciones para ti.

¡Qué trabajo el tuyo!

Un fuerte abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Merche: la próxima lectura es la de Estío pero Bradomín entra en el invierno de su vida.

Gelu: lo retratado es una rosa muerta del Paseo de la Isla, creo que es la misma que retraté, todavía con cierta lozanía, para entradas anteriores. Yo también te sigo.

Pedro: me intrigan las sinestesias que aquí nos deja Valle, sensaciones con el sentido equivocado...Lo que deja en el tintero es muy significativo, la smemorias sosn así. Las ilustraciones me ayudan mucho a escribir.

Pancho: por lo que nos ha explicado Myriam, el Brado confunde sexo con cariño. Por eso, ama cuando está triste, qué morro...Tienes razón en lo de las palomas y el milano, tiempos diferentes, sensibilidades distintas.

Euphorbia: novela negra, negrísima.

Delgado: a mí también me gustó mucho la de primavera,cuando la leí hace años. Pero ya no la recuerdo. Será un reencuentro.

Monja de clausura: gracias sor Cecilia, una monja de verdad.

Myriam: menuda preguntita, quién es el guapo que contesta a tan retórica cuestión.

Kety: espero no enfadar a don Ramón.

Besos amigos y gracias.