sábado, 30 de abril de 2011

"Yo creo que Jaime es un muchacho normal. Habrá nacido así y hay que apoyarle"



"Viene la noche", imagen tomada en Burgos, junto al Arlanzón, en el paseo de la Quinta, un día de lluvia. La utilicé ya en una triste ocasión.

Comentario al capítulo undécimo de la novela "Viene la noche", de Óscar Esquivias.

Lunes, 1 de enero 2007, Año Nuevo.

¡Hola Sara! ¡Vaya nochecita! ¿Verdad?

Tu Jaime se despierta, en medio de veloces pesadillas, con una tremenda resaca; te busca, no te encuentra. Ha dormido sobre una colchoneta, en la habitación de tu hermano Juan José. A su lado, en la cama del difunto, duerme Felipe, desarropado, babeante y con una "prominente erección". Anoche, se puso a vomitar en el búcaro nuevo.



Felipe estaba completamente borracho, así os lo confesó, se mamó a conciencia. Ya había regado de vómitos el tren cercanías destino Madrid y el taxi que le llevó a la casa de tus padres.



Daba pena verlo abrazado al jarrón, lloroso e implorando perdón,como si hubiera matado a alguien.



Felipe desea llamar a su casa, el "entontecimiento" no le deja. Tu padre llama a su familia, que, en esos momentos, ya estaba alarmadísima. No tenían idea de dónde podía estar. Lo habían buscado por todo San Fernando de Henares, habían llamado a todos los amigos, a los hospitales y , por último, a la policia. Les dicen que tengan paciencia y esperen, que están acostumbrados a ese tipo de "desapariciones", sobre todo en Nochevieja.



Una vez que reciben la llamada de Acacio, todo aclarado; pero tu padre no pierde ocasión de loar la arriesgada y sacrificada labor policial, regañando a la portavoz familiar, una tal Loli, por insultar a la policia. "La Nochevieja es una noche muy difícil para el servicio", si lo sabrá él.

Colgado a los hombros de tu padre y de tu marido, aterriza en la habitación museo de Juan José: fotos, diplomas, trofeos deportivos, escasos libros, muchos juguetes , pósteres del Real Madrid y material de "inglés. Le desvisten, quedan al descubierto sus cicatrices y su muñón de cangrejo.

Ya , ya sé que todo eso es muy doloroso para ti, Sara. Como no disponen de un pijama, no encuentran otra cosa mejor que una camiseta vieja de Juanjo, de sus tiempos de academia, gris con escudo y bandera. Otra igual para tu marido.

Mientras Felipe duerme tranquilo, tu Jaime no pega ojo. Da vueltas a la conversación de la cena, la frialdad con la que se despidió Benjamín, su mirada triste. ¿Decepción? ¿Reproche?

Mamá Julieta pasa la noche vomitando, ay el champán, nunca más.



Acacio reza su peculiar letanía, quejas y lamentos ora pro nobis, mientras chirrian los muelles de su cama.

Jaime se levanta, teme encontarse a solas con su suegro; mas ha de escapar de aquel cuarto "tórrido y maloliente". En la casa no hay señales de lo de ayer, el búcaro sólo contiene margaritas artificiales. Entra en el servicio, menuda meada, huele a alcohol. Ay, su cabeza. Mira por la ventana, ni un alma, sólo revoloteo de plásticos.



Alguien entra en casa, es tu padre , cielos. Trae churros y anuncia que va a hacer chocolate. El estómago de Jaime se revuelve de pensarlo. Como dice preferir algo más suave, Acacio le ofrece una infusión. Pero el olor de los churros le provoca nauseas, sale corriendo hacia el water; esta vez no vomita.



Se ducha en una bañera diminuta, de las de antes, con su correspondiente cortina de plástico atrapahongos y atrapapelos. ¿Cómo demonios se ajusta la temperatura? ¿Cuál es la llave de la ducha? Se enjabona, sale espuma y más espuma...¿qué clase de gel es éste? Al fin, consigue aclararse, aunque sale del mismo color que los langostinos de ayer.



En el salón, le espera una taza de manzanilla y una amistosa partidita de ajedrez con su querido suegro. Se ha agachado a recoger una torre negra, luego jugará con las negras. Olor a manzanilla, Acacio le ofrece chocolate , qué mala leche. Sabor amargo en la boca; sale corriendo hacia el cuarto de baño. Vomita y lo remata con bilis.



Se siente muy malito pero no se va a librar de tu padre; el cual no se aguanta sin hablar de lo vuestro, eso de "sin genitalidad". Está muy preocupado por vosotros dos. Lo que le manifestastéis ayer no le parece sano. Piensa que ,aunque decís estar bien, deberíais consultar a...Duda antes de pronunciar una terrible palabra: un psiquiatra.

Jaime proclama que no tenéis ningún problema, que os queréis y sois muy felices juntos; siente que esté tan preocupado y agradece su interés. Es vuestra vida.

Pero tu padre ni puede ni quiere entenderlo. Vale, no queréis hablar de ello y deseáis que calle. Jaime replica, no es eso, hay que respetar a dos personas adultas. Ahora Acacio quiere saber qué dice Benjamín al respecto. Y que si vais a separaros.

Que no, que este padre tuyo, tan espinoso, no ha entendido nada. Os queréis y vais a tener un niño. ¿Un niño? Se tapa el rostro y rompe a llorar, Jaime no sabe si está reprimiendo el llanto o la ira. Sí, está llorando, menudos lagrimones.

Cuando el llorón huye al baño, tu marido no sabe qué hacer. Pasea por el salón, mira el retrato de Juan José, se sienta a cambiar los canales del televisor. Lo de siempre, concierto de Año Nuevo en Viena o misa en el Vaticano.



Finalmente, se detiene en la triple bendición del Papa a los fieles. Se persigna, se siente mal, contempla la retirada del Papa, entre un pasillo de fieles turistas, más turistas que fieles. El coro canta "Noche de paz", precisamente.



A Jaime le vuelve la nausea y no le queda más remedio que vomitar en el sufrido búcaro burgalés. Después de quitar las flores, claro.

Mientras tanto, en la otra orilla de Bravo Murillo, tu suegra Teresa saluda al sol, embutida en su chándal fucsia. Benjamín desayuna, delante de la tele, con resaca champanera y de muy mal café. La misma misa, el mismo Papa avanzando por un pasillo, saludando sólo a los tiernos infantes, rehusando la mano de los adultos que se han de conformar con una cruz en el aire. O los bendice, o los exorciza o los aparta a manotazos. Vete tú a saber.

Benjamín dedica comentarios mordaces a los orondos cardenales y a las sonrientes monjitas. Ahora cambia de canal y carga contra la "murga" de esos "graciosos " vieneses, que suprimieron , en 2004, la marcha Radetzky, por respeto a las víctimas del maremoto de Tailandia. Precisamente Tailandia, un país llenito de "austriacos que violan niños a ritmo de polca". ¡Qué burradas dice este hombre cuando se enfada!



Como ves, está que no se aguanta a sí mismo y arremete contra todo lo que tiene delante.

Y , más chocante todavía, rompe la barrera de incomunicación que mantiene con Teresa para ¡pedirle opinión! Teresa, sorprendida, no sabe qué decir. Su hijo es normal pero "habrá nacido así y hay que apoyarle". ¿En qué quedamos?

Tu suegro, furioso, no quiere ni oír hablar de que su hijo haya nacido de una forma u otra. Su Jaime, tu Jaime, tiene un problema grave llamado...Sara. ¡Este viejo testarudo y machista! Lo siento, amiga.

Teresa entiende que a su hijo no le atraigan las chicas, pero de inmediato añade "ni los chicos". Está pensando en la posibilidad de un hijo homosexual, pero eso es algo que nunca reconocería.

El viejo refunfuña. ¿Que no le gustan las mujeres?. Y sorprendentemente evalúa : "a ningún hombre sensato le gustan" Y expone toda una teoría de los hombres como "reos, esclavos, galeotes" de las féminas.



La cruz de los pobres hombres. Y , en su caso, las mujeres han hecho de él lo que han querido.

¿Qué? Teresa, estupefacta, protesta, eso no es verdad.¿De qué mujeres está hablando? De ella, no, desde luego.

Balbucea, aclara que está hablando de su vida, pero antes de conocer a su legítima. Se casó tarde, ya muy toreado; no empecemos el año con reproches, que fluya la energía positiva. ¿Benjamín hablando de "energías positivas"? ¿No son esas las "brujerías" de tu suegra?



Positivo, eso es. Teresa le pide que piense algo positivo del hijo. Y Benjamín reconoce ahora, menos mal, que Jaime y tú os queréis; no como esas parejas, con hijos y todo, sin afecto, siempre hartas o enfadadas, como Acacio y Julieta, lo peor.

No, replica acertadamente tu suegra. Lo peor no es que dos no se quieran sino que haya dos y sólo quiera uno. No sabemos si el viejo capta la indirecta de su mujer. Medita silencioso, ha de huir, ya.

Sale de casa, Magaly no está. Se fija en un preservativo pisoteado, una huella del dios Amor que solía agradarle; pero que hoy mira con desagrado, pensando en su hijo.
Clarita, quiere ver a Clarita. Rumbo a la calle Topete.


Foto tomada de "En un acorde azul", de Ele Bergón.
Toca el timbre con insistencia. Clarita le saluda desde el balcón, muy contenta. Le besa en la boca, los periquitos cantan y Zapatero lo recibe festivamente.

Feliz Año, qué tal la cena,cómo no estás en Coslada. Clarita le cuenta que su cena fue un horror, se quemó el besugo, cenaron espárragos de lata con mahonesa de bote, patatas fritas, frutos secos rancios y dos botellas grandes de Coca Cola. Noche de pedos y eructos, como efecto de las gaseosas bebidas.



Menos mal que a la una vino el "guapetón" y "grandote" novio de su Águeda. No sabe si es búlgaro, rumano o polaco. Lleva más joyas encima que madre e hija juntas. El "guapetón" lleva a la hija a un cotillón y a la madre a su casa. Una bendición, así pudo dormir en su cama, con sus muñecas y sus animalitos. Por último, pregunta cómo le fue a él.

Benjamín le dice que su cena fue una catástrofe, que hubiera preferido una cena de eructos y pedos. Clarita está muy sorda y no se entera. Al final, tu suegro le dice que lo pasasteis estupendamente. Clarita envidia tanta felicidad.

Sara, lo vuestro sí es envidiable. Hasta otro día.

Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino


Pedro Ojeda dice en "La acequia":

"Mª Ángeles Merino, Abejita de la Vega, comenta los capítulos sexto y séptimo de Viene la noche con tanta gracia y tanto acierto en la ilustración, que nos lleva incluso a Michael Jackson (también sale el autor). El capítulo octavo lo ilustra con tanto acierto y trabajo, que por sí solas las ilustraciones resaltan el esfuerzo. En el resumen del capítulo noveno, quiero reseñar su forma de enfocar el atentado terrorista y la excelente perspectiva de la música como hilo de unión de la trilogía. Su comentario del capítulo diez (primera y segunda parte) de la novela recrea magníficamente la exploración en las relaciones personales y familiares que hace Esquivias. Finalmente, el resumen ilustrado de las fiestas navideñas es el de sus efectos físicos, como no podía ser menos. No os perdáis tampoco la dedicatoria que nos dirige Esquivias a todos gracias al esfuerzo de nuestra amiga."





13 comentarios:

pancho dijo...

El personaje de Felipe es de los más tristes de la novela, tanto como la marcha de tu perro. Lo debes de echar de menos, que lo sigues recordando.

Fueron un par de días de mucho trajín para el búcaro de Burgos.

El día Año Nuevo es como si no existiera para muchos, se lo pasan en cama o amodorrados viendo por la tv los saltos de Garmisch o los programas repetidos de la noche anterior.

Un abrazo.

Gelu dijo...

Buenas noches, Abejita de la Vega:

Aunque sea con un poco de retraso, FELICIDADES, por tu cumpleaños.
Creí que el chocolate con churros eran del convite.
Mañana leeré todo más despacio.

Un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

¡Qué buen resumen! Me he reido un montón. Todos acaban vomitando... Volveré con calma a ver tus links. Muchos besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¿Te has fijado que los efectos físicos de las fiestas son desoladores? Quizá sea por mi estado en estas semanas, pero releo la novela y me inunda la tristeza.
Vuelvo a tu blog, querida amiga, para leer con calma y dar cuenta de tus entradas en el resumen del próximo jueves.
Un beso.

Myriam dijo...

has reflejado muy bien lo que dejó el tsunami de fin de año:

Vacio, tristeza, desorden y la verdad desnuda.

Besos

Martine dijo...

Gracias a Google Reader no me pierdo ninguna de tus trabajadísimas Entradas, Marian..
Y me maravillan cada vez más..
Gracias por ellas, y por todo.. ;)

Besos, muchos.

Paco Cuesta dijo...

Jaime es un incomprendido, sus argumentos nunca serán tenidos en cuenta.

Asun dijo...

De un año para otro perdemos la memoria de los efectos devastares de los excesos navideños y seguimos tropezando en la misma piedra, y por si fuera poco, repetimos al día siguiente.

En esta entrada acaba vomitando hasta el apuntador.

Besos

MIMOSA dijo...

La verdad es que los comienzos de año son algo caóticos, ya sean por los excesos navideños o porque parece que uno no termina de encajar la velocidad a la que se suceden uno detrás del otro.
Besos.

Ele Bergón dijo...

Lo tengo ya un poco olvidado el libro, pero la cena, la cena es inolvidable.

Un abrazo

Luz

Myriam dijo...

Paso nuevamente a felicitarte y a dejarte un beso de cumpleaños, aunque sea un poquito tarde, pero recién me entero.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

hace tiempo que no abro tu blog, mil perdones...pero me encantó el tiempo que dedicas a este tipo de escritos..."te relames" en tu creación...un beso

Abejita de la Vega dijo...

Pancho: Felipe es tristísimo, por eso elijo mi foto más triste. Sigo recordando.
Si la Dori aquella ve para qué sirve el búcaro...
La gente vive la mañana de Año Nuevo con modorra o viendo lo de siempre en la tele. Yo suelo dar un paseo por un Burgos solitario, no me acuesto nunca demasiado tarde...

Gelu: gracias por tu felicitación, no estaría mal un chocolatito, pero las calorías dichosas...

Merche: vomita hasta el apuntador si lo hubiera,con calma...

Pedro: rezuma tristeza y melancolía, más de lo que parece. Y si estás triste, como es tu caso, con más motivo. Ánimo.

Myriam: el tsunami de la verdad desnuda es devastador. Estas fiestas...Gracias por tu felicitación.

Martine: no sé que es eso del Google reader, pero es estupendo.

Paco: no le van a entender por mucho que se esfuerce.

Asun: el año que viene será lo mismo, amnesia, el apuntador también al búcaro.

Mimosa: tanta fiesta seguida nos sienta como un tiro, así es.

Luz: inolvidable, qué veneno suelta Acacio, cuánto langostino envenenado y Julieta con su falsa alegría.

Manuel: me relamo, como tú dices, encantada de verte por aquí.

Un abrazo, amigos