martes, 26 de abril de 2022

Doña Rosa Chacel con las manos en la masa.

 



Como introducción al comentario sobre Memorias de Leticia Valle de Rosa Chacel, algo que tengo en marcha *, me ha parecido interesante ver y oír a la escritora, en un programa de TVE. Hubo unos años que salía mucho. 

Elena Santonja, en su programa "Con las manos en la masa",  dialogaba con ella sobre su vida y su obra, como dos amigas, mientras se estofaba en vino blanco un conejo que recibía pocas atenciones. Recuerdo de aquel programa a una ancianita con un punto áspero que proclamaba preferir la ensalada de tomate solo con tomate y la de lechuga solo de lechuga, pero tú Elena haz lo que quieras. Una tontería que se me quedó en la memoria, vaya usted a saber por qué. 

Nunca fue al colegio, detestaba jugar con otros niños, la madre fue su única maestra, era muy de libros y miraba un poco por encima del hombro a las "mujercitas" hacendosas. No, la película basada en la novela no le gustó, no explica por qué. Aunque la niña Rosa no jugara a la seducción, seguramente tenía su parte de Leticia: muy inteligente, observadora milimétrica, muy analítica, esforzada en entender el mundo de los mayores, solitaria, con mucho carácter y una personalidad complicada. Sólo que Leticia era hermosa y seductora .¿A los doce años escasos? Inaudito...A esa edad Rosa jugaba con la arcilla a modelar Apolos o Venus.  Como decía la escritora, la literatura se amasaba con vivencias. 

Disfrutad de este vídeo que nos lleva al pasado, con dos personas, las dos ya fallecidas, que tenían en común el amor por el arte y la pintura. Qué duro vivir de los cuadros y de la literatura, cuántas penurias, qué poco reconocimiento... 

Os saluda María Ángeles Merino. 

*Para el Club de Lectura de La Acequia y Alumni UBU, dirigido por Pedro Ojeda. 

2 comentarios:

La seña Carmen dijo...

¡Qué buenísima entrada!

Seguro, seguro, que Master Chef no será recordado por algo así.

Sor Austringiliana dijo...

Era otra televisión. Este vídeo es una inmersiòn en otro tiempo. Ahí quedaron los mundos de doña Rosa y doña Elena, el conejo era lo de menos.