sábado, 26 de marzo de 2022

"El hombre mojado no teme la lluvia" de Olga Rodríguez. El drama de los desplazados.




 El hombre mojado no teme la lluvia de Olga Rodríguez.

Para la lectura colectiva de La Acequia y Alumni UBU, dirigida por Pedro Ojeda. Este mes corresponde la lectura de El hombre mojado no teme la lluvia (Voces de Oriente Medio) de la periodista Olga Rodríguez. que, en este libro, "nos muestra la sangre y la vida que fluyen por las calles de Oriente Medio", "nos acerca a esta conflictiva región a través de sus habitantes, hombres y mujeres aparentemente comunes cuyas vidas conforman sin quererlo la Historia con mayúsculas". 

En el primer capítulo, Irak, conocemos a un traductor, Yaser Alí, que participó en la resistencia armada iraquí y es uno de los protagonistas del libro. En una ocasión, Olga le preguntó si prefería ocultar su identidad, para publicar su historia. Yaser contestó "Como dice el refrán iraquí, "el hombre mojado no teme la lluvia". Ya no tengo nada que perder. No me preocupa que aparezca mi nombre, y si quieres, con fotos". La periodista enseguida supo que ése sería el título de su libro, un poco chocante para una española  como yo,  acostumbrada desde siempre al refrán que viene a decir justamente lo contrario: "gato escaldado del agua fría huye". Un título acertado porque, como explica en el prólogo, en Oriente Medio hay muchos hombres y mujeres "mojados" como Yaser que ya no tienen nada que perder;  los ha ido conociendo en Irak, Israel, los Territorios Ocupados Palestinos, Líbano, Siria, Egipto y Afganistán. 
 
Yaser y su familia tuvieron que huir:

"Rida y él decidieron abandonar inmediatamente el país. Apenas les dio
 tiempo a llevarse nada. A primera hora de la mañana metieron ropa y calzado en un par de maletas y cogieron la escritura de propiedad de su vivienda. Yaser dejó a su madre Noor con su hermana mayor y volvió a su casa, donde le esperaban  ya metidos en el coche Walid, los niños y Rida. Se aseguró de que la reja principal del jardín quedara bien cerrada y se metió la llave de su vivienda en el bolsillo. Después salieron rumbo a la vecina Siria, el país del mundo que más iraquíes acoge desde el inicio de su éxodo y el que menos obstáculos ha puesto a su entrada. Durante el trayecto vieron dos cadáveres abandonados en la autopista y fueron retenidos en varios controles militares. Llegaron a la frontera cuando el cielo ya había oscurecido.

Allá se encontraron con dos largas hileras de coches que esperaban su turno para acceder al otro lado, Siria. Eran familias que, al igual que ellos, optaban por el exilio. Más de dos millones y medio de iraquíes han terminado abandonando su país a causa de la violencia, para instalarse en los Estados vecinos, principalmente en Siria y Jordania. Y más de dos millones de iraquíes se han desplazado dentro dentro del propio Irak. En 2006, Naciones Unidas alertaba ya de que se trataba de uno de los mayores éxodos del mundo. Y Yaser formó parte de él."
(Copiado de la página 62 de El hombre mojado no teme la lluvia)

Me cuesta leer, ahora, precisamente ahora, este libro y huyo a una lectura diferente, a Galdós,  al Episodio Nacional número 11, El equipaje del rey José, Y la casualidad quiere que no sea tan diferente: 


-¡Oh, qué horroroso aspecto ofrecen esas pobres gentes!... Fíjese usted e aquella pobre mujer que abraza llorando a sus niños...Estos otros no hablan más que de huir...¡Jesús crucificado! ¿Adónde iremos nosotros?...Será preciso abandonarlo todo. ¡Aquí están diciendo que no hay esperanza!... Allí gritan: "¡Sálvese el que pueda! ". Miren usted a ésos sacando atropelladamente su ropa de las arcas. Será preciso llevarlo todo a cuestas... ¡Oh! Los que por allí vienen, ¿no son los heridos de la batalla? …¡Malditos ingleses!...Por piedad... no me abandone usted…Es imposible huir en coche…Yo no sé montar a caballo…¿Podré ir a la grupa?...¡Qué desolación!...Vamos por aquí…Los gritos, las blasfemias, los juramentos de esos hombres desesperados que parecen demonios me hacen temblar y me pongo mala…Por aquí…¡Qué bullicio, qué algarabía!...¿Y mis alhajas, y mis encajes, y mis ropas?...Corramos allá, corramos...Mas no veo a mi marido por ninguna parte...

-Vamos por aquí...En estos casos es triste llevar consigo el valor de un alfiler. Pobre y desvalido yo, lo mismo tengo vencedor que vencido.

-¡Qué felicidad!-continuó la dama, que por no encontrarse bien en ninguna parte quería estar al mismo tiempo en todas-. Así quisiera ser yo: libre como el aire y con la galana pobreza de los pájaros, que no tienen más que un vestido y adondequiera que van llevan consigo todo su ajuar...Huyamos de este sitio. Los llantos de esas mujeres me hacen llorar también a mí...Dicen aquéllos que los ingleses nos sorprenderán aquí...Me parece que muchas personas han emprendido la fuga por el llano adelante...¿No ve usted? Llevan un lío a la espalda, y los zapatos en la mano para correr mejor...Observe usted a aquélla infeliz que se da de cabezazos contra un cañón...Éstos de aquí hablan de quitarse ellos mismos la vida... (Copiado de las páginas 174 y 175 de El equipaje del rey José, Alianza editorial). 

Palabras que son literatura, ficción; pero confiamos en que Galdós entrevistaría a los mejores  testigos de aquel horror que siguió a la batalla de Vitoria y se documentaría impecablemente.  Huían los franceses y huían los españoles afrancesados, la pluma de don Benito nos dejó para siempre la más viva pintura. Era a principios del siglo XIX. 

Siglo XXI, ahora mismo en Ucrania: seis millones y medio desplazados internamente, tres millones y medio que  han cruzado las fronteras. El drama de diez millones de "mojados" que no  temen a la lluvia, veinticinco mil  han llegado a nuestro país. 

Leo a Manuel Vicent en El País ("Para huir", 13-3-22) :

"Todos los días a la hora del telediario debo elegir entre la compasión que me producen las pobres gentes que huyen de los bombardeos en Ucrania y el equilibrio que requiere mi estómago para que me siente bien el almuerzo. He aquí el dilema, una de dos, los misiles rusos o la sopa de fideos. Todos los días antes de sentarme a la mesa apago el televisor , más que nada para que las bombas sobre Kiev no caigan también en mi plato, pero ignoro si este hecho es una operación de salvamento o una cobarde deserción. Esta crueldad humana tan radiada y televisada remueve hasta tal punto la conciencia que dudo si es lícito mirar hacia otro lado..."

¿Mirar hacia otro lado?

Un abrazo de María Ángeles Merino

9 comentarios:

La seña Carmen dijo...

Muy bien colocados los textos frente a frente. ¿La historia se repite? Por desgracia una y otra vez y ¿hasta cuándo?

Todos los estados han incrementado notablemente sus presupuestos en defensa. ¿En defensa?

Los fabricantes de armas, y no olvidemos que España es un país exportador, frotándose las manos.

Los perdedores siempre los mismos.

Ele Bergón dijo...

Comencé a leer este libro de Olga Rodríguez que me pareció, en sus primeras páginas, un relato muy interesante y bien escrito. Sin embargo, se impusieron los acontecimientos de estos aciagos días y he sido incapaz de proseguir en su lectura, devolviéndolo a la biblioteca porque se me agotaban los días.

Tengo la esperanza de volver a retomarlo cuando esté algo más serena y preparada, porque comprobé que "El hombre mojado no teme a la lluvia" relataba acontecimientos que debemos conocer de lo que pasa de verdad en las guerras, sean de uno y otro país, donde quizás los intereses no difieran mucho unos de otros.

Estoy con Carmen en la selección que has hecho de los textos.

Besos

Esther dijo...

Es increíble lo que se parecen todas las guerras, la selección de textos que nos presentas es una excelente muestra de ello. Yo veo la tele solo lo necesario, prefiero leer el periódico porque no sé,es como si la guerra televisada para mí que al final se convierte en un espectáculo. Por una parte sí, la necesidad de mostrar al mundo lo que está ocurriendo pero por otra, al final, es tal la cantidad de imágenes con víctimas y con violencia que no sé hasta qué punto llegará el momento en el que se normalicen, como los mismos agresores normalizan la destrucción, daños colaterales, nosotros también, las víctimas desde nuestro sillón, impotentes ante todo lo que nos presentan. Sí, se puede mirar para otro lado pero eso no significa que ignoremos lo que está pasando. Mirar para el lado de la paz porque con tanta guerra y con tanto aumento de presupuestos para armas y ejércitos no parece que la apuesta sea la concordia.
Besos

Sor Austringiliana dijo...

Los traficantes los mismos y los perdedores los mismos, así es y ha sido.

Sor Austringiliana dijo...

Muy buen libro pero ahora... Los textos hablaron por mí. Besos.

Sor Austringiliana dijo...

Que el dolor humano no nos sea indiferente. Sí, mejor huir de la guerra televisada, el papel siempre es mejor. Los textos hablaron por mí.
Besos.

La seña Carmen dijo...

Fue con la primera Guerra del Golfo (1990-1991) cuando las guerras empezaron a televisarse en directo y a servirnos los cadáveres mientras comíamos o cenábamos. Fue el poderoso canal estadounidense, la CNN, el que inició con todo su potencial esta forma de informar.

El texto, a pesar de los muchos avances, siempre llega algo más reposado, y definitivamente hay que leer esos medios que tienen como lema «llegar tarde a las noticias».

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Es tan actual este libro, que duele. Gracias por ir desde él a Galdós y regresar a lo que ocurre en Ucrania.

Sor Austringiliana dijo...

Lo de Ucrania siempre presente, es inevitable.