jueves, 14 de abril de 2016

Noches lúgubres: "monstruos producidos por la fantasía humana, fecunda solo en quimeras, ilusiones y objetos de terror"

La ciudad redonda llena (Foto de Agustín Merino)


-Comenzamos una nueva aventura lectora, Austri. Me gustaría que la compartieses conmigo, como hiciste con los relatos de Andarás perdido por el mundo, de Óscar Esquivias. Se titula Noches lúgubres y su autor es José Cadalso, uno de aquellos ilustrados españoles del siglo XVIII. Como dice Pedro Ojeda: "un texto muy conocido de título pero poco leído, de un autor mal entendido casi siempre...Un texto que en su día despertó desasosiego porque no se sabía bien cómo encuadrarlo ni qué era pero que fue devorado por los jóvenes románticos españoles de principios del siglo XIX".

Sí, es verdad, se trata de un autor que figuraba en aquella Literatura del Bachillerato que tan malos recuerdos te trae. ¡Y no te asustes por el título!

-No me des tantas explicaciones que ya me he leído un poco de la Primera Noche y me he informado muy bien, sobre Cadalso, en La acequia y en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Y no me asusto de nada. 

-¡No me lo puedo creer! ¡Austri leyendo a un clásico!

Como estás tan informada y motivada, y no te asustas...te  voy a contar un poco de Noches lúgubres, a mi manera, en forma de sueño. Luego te tocará a ti. 

-¿En forma de sueño?

-Sí, como si lo fuera.

-¿De verdad soñaste con Noches lúgubres?

-Un poquito sí. ¿Preparada?

-Cuando quieras, puedes comenzar. 

-Escucha, comienzo leyendo un poco:

“¡Qué noche! La oscuridad, el silencio pavoroso…la tristeza de mi corazón. El cielo también se conjura…El nublado crece. La luz de esos relámpagos... ¡qué horrorosa! Ya truena. Cada trueno es mayor que el que le antecede, y parece producir otro más cruel…todo se inunda en llanto…, todo tiembla…No hay hombre que no se crea mortal en este instante...” 


Mi sueño era todo un cuadro romántico. A la doce en punto, allí estaba Tediato, a las puertas. Hora de brujas, no era para pasarla ante la tapia del camposanto. “Se desataron grandes ventoleras, truenos y relámpagos serraron el cielo, las fachadas torvas se iluminaron con cada exhalación”. Oí media docena de veces el toque de la medianoche, no se ponían de acuerdo los campanarios de mi ciudad. ¿O era Madrid? ¿París tal vez? La geografía de los sueños no entiende de mapas. Sentía un estremecimiento de miedo en cada campanada. 


Cruce de libros

¡No! No eran las doce, las dos estaban al caer. El enamorado Tediato se había citado allí con el sepulturero Lorenzo.

¿Sepulturero? Me acordaba de un alumno que decía ser jardinero de cementerio y, al parecer, trabajaba entre tierra, huesos y flores. Un buen muchacho, nada siniestro.


Antiguo cementerio de peregrinos de San Amaro (Burgos)

A lo que iba. Lorenzo tardaba y Tediato se lamentaba. "¡Cobarde! ¿Le espantará este aparato que Naturaleza le ofrece?"

Tal vez esté bebiendo el dinero que todavía no ha cobrado o... ultrajando a todas las novicias del convento de la Perpetua Adoración ¿Por qué salen de mi boca tamañas barbaridades? ¿Eso no es de otro libro?

Descubrí una “luz trémula y triste “No podría ser sino Lorenzo, “horrorizaría a quien le viese”“El rostro pálido, flaco, sucio, barbado y temeroso; el azadón y pico que trae al hombro, el vestido lúgubre, las piernas desnudas, los pies descalzos, que pisan con turbación”. "¡Lorenzo! ¡Lorenzo!". Traía la llave. Entraron.

“La puerta chirrió horriblemente, como conviene en un relato de estas características, en los que no hay ni un solo gozne engrasado. Nos adentramos por la calle central, flanqueados por unejército de cipreses. A nuestra vera surgieron panteones de un gótico podrido,cruces mohosas, ángeles de piedra y un borbotón de lápidas y alegorías fúnebres…caminabacon seguridad, sin ayuda de ninguna luz”. 




Yo no llevaba linterna ni cirio. ¿O era yo toda luz? Avanzaba sin mover los pies, flotaba, era un fantasma en su eterna noche lúgubre. Iba tras Tediato y Lorenzo que no parecían percibir mi presencia.



Vi como Tediato entregaba la paga a Lorenzo, ansioso por recibirla. ¡Cuán pobre debía ser cuando se atrevía a prometer lo que iba a cumplir! Dio su mano temblona al pagador que le guiaría y le esforzaría.

 ¡Ver temblar a un sepulturero con treinta y cinco años de oficio! ¡El que enterró a tiernos niños, a mozos robustos, a doncellas hermosas, a hombres en lo fuerte de su edad y a viejos venerables! El que apiló cadáveres corruptos, rasgó vestiduras, apisonó fríos miembros, rompió cabezas y huesos, los cubrió de polvo, ceniza, gusanos...sin que palpitara su corazón. Ahora sería la mofa de sus compañeros. ¡Veía fantasmas hasta en su propia sombra! 

Tediato  no creía en "prodigiosos entes a quienes nadie ha visto". Aún si los viera los juzgaría como "monstruos producidos por la fantasía humana, fecunda solo en quimeras, ilusiones y objetos de terror". Quisiera sosegar al crédulo Lorenzo pero el tiempo urgía, el sepulturero había de abrir una sepultura, aquella "humilde y baja". ¡Abrir una tumba! ¡El mayor sacrilegio!


Antiguo cementerio de peregrinos de San Amaro (Burgos)

Llegamos al lugar deseado, al mismo tiempo que Tediato reflexionaba sobre la fragilidad humana:

"¿Cuántas veces muere un hombre de un aire que no ha movido la trémula llama de una lámpara? ¿Cuántas de una agua que no ha mojado la superficie de la tierra? ¿Cuántas de un sol que no ha entibiado una fuente? ¡Entre cuántos peligros camina el hombre el corto trecho que hay de la cuna al sepulcro!" 


Pisaba la losa, la que regó con su llanto y besó tantas veces con sus labios. Como una estatua del dolor, allí pasaba las tardes, sobre ese banco. Un día olvidaron avisarle del cierre de las puertas. Quedó "en aquellas sombras, rodeado de sepulcros, tocando imágenes de muerte, envuelto en tinieblas, y sin respirar apenas". 

El loco enamorado contaba al sorprendido sepulturero lo que vio: 


"... yo vi salir de un hoyo inmediato a ése un ente que se movía, resplandecían sus ojos con el reflejo de esa lámpara, que ya iba a extinguirse. Su color era blanco, aunque algo ceniciento. Sus pasos eran pocos, pausados y dirigidos a mí...El bulto proseguía, y al ir a tocarle yo...él horroroso vuelto a mí... apagose del todo la luz."


Lorenzo se extrañaba de que aún siguiera vivo, después de la aparición. ¿Qué hizo? ¿Qué pudo hacer?

Tediato aseguraba que se mantuvo en pie, en la oscuridad, durante horas, "haciendo el oído el mismo oficio de la vista". Oyó, al fin, un resuello. "Procurando tentar, conocí que el cuerpo del bulto huía de mi tacto. Mis dedos parecían mojados en sudor frío y asqueroso; y no hay especie de monstruo, por horrendo, extravagante e inexplicable que sea, que no se me presentase."
Tediato usó la razón para vencer los espantos. Pero la impresión, el llanto, la falta de alimento, el frío y el dolor de su corazón le pusieron en tal estado de debilidad que cayó "desmayado en el mismo hoyo de donde había salido el objeto terrible". Allí le hallaron por la mañana y le llevaron a su casa. Aquella misma tarde hizo conocimiento con Lorenzo que le prometió abrir la sepultura de su amada.

Lorenzo cayó en la cuenta de que esa misma tarde echó en falta a un mastín que solía acompañarle y no apareció hasta el día siguiente. A Tediato le bastó con eso, fue el perro que se durmió dentro del hoyo mismo. ¡Una causa trivial para un miedo tan fundado al aparecer! ¡La razón! ¡El objeto terrible era un perro!


El sepulturero empezó a alzar la losa de la tumba. "Pesa infinito". El buen hombre se preguntaba si se trataba de padre, madre, hermano, hijo, amigo...afectos que no valían nada para el pesimista y desencantado Tediato. 

Antiguo cementerio de peregrinos de San Amaro (Burgos)

Lorenzo le pidió ayuda, había de meter otro pico por el lado opuesto y hacer fuerza los dos. "¡Qué olor! ¡Qué peste sale de la tumba!" Salían gusanos que se veían a la luz del farol. Cubrían todo el pie derecho del enamorado Tediato.¡Repugnante y doloroso descubrimiento!

"En éstos, ¡ay!, ¡en éstos se ha convertido tu carne! ¡De tus hermosos ojos se han engendrado estos vivientes asquerosos! ¡Tu pelo, que en lo fuerte de mi pasión llamé mil veces no sólo más rubio, sino más precioso que el oro, ha producido esta podre! ¡Tus blancas manos, tus labios amorosos se han vuelto materia y corrupción!"

Con los asquerosos gusanos, me desperté. Interrumpimos aquí la lectura, acabaremos la Primera Noche y comenzaremos la segunda. ¿Qué te pareció mi sueño?


-Así está muy bien, eras un blanco fantasma invisible detrás de Lorenzo y Tediato. Pero ¿te has dado cuenta de que, al principio, se te cruzaron palabras que no eran de Noches lúgubres de José Cadalso, sino de El arpa eólica de Óscar Esquivias?

-Es verdad, he enlazado las dos lecturas. El espíritu romántico de ambas. Sólo me hubiera faltado añadir:


Un abrazo de María Ángeles Merino 

Las palabras tomadas directamente de Noches lúgubres aparecen de color naranja.

22 comentarios:

Unknown dijo...

Oh, me encanta aparecer enredado con Cadalso, ¡cuánto romanticismo!

Abejita de la Vega dijo...

Recibir tu visita no tiene precio. Te enredé con Cadalso en un sueño romántico, la transición entre un libro y otro me resultaba dura. De cementerio a cementerio, el tuyo tenía mucho más humor.

Un abrazo muy grande, Óscar.

María Luz Evangelio dijo...

Una entrada estupenda, porque es difícil comentar las aventuras nocturnas de esta pareja. Desde luego ha sido una entrada amena y explica muy bien el tono extraño de estas moches. Un beso, me ha resultado muy útil.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡Esto sí es el doble salto mortal! Sueñas, se lo cuentas a Austri y terminas jugando con Óscar Esquivias y Cadalso. Qué divertido. Ya le has puesto el humor que le faltaba a Cadalso...

Ele Bergón dijo...

Ya leo que tu amiga Austri y tú os habéis metido de lleno en las Noches lúgubres de Cadalso y de paso en el Arpa Eólica de Andarás perdido por el mundo, aunque en este caso el mundo sea el de los cementerios y las noches truculentas de los sueños con pesadillas. Todo aderezado con unas gotas de humor.
Buen trabajo en tus días y noches de los miércoles.

Yo aún ando metida en la Ribera del Duero, con La herencia del Centeno, que es una pesadilla muy real vivida en nuestra última guerra civil, donde la imaginación, a veces, también se le dispara al autor.

Besos

la seña Carmen dijo...

Más difícil todavía, como dice Pedro. Yo reconozco haber cerrado y archivado el libro de Óscar y andar inmersa en otras lecturas de difícil comentario en un blog. Ahora, una cosa te digo, solo espero que los muertos de los libros se queden quietecitos donde estén y no vengan a llevarme en sus sueños.

En cualquier caso, recuerda que soñar con muertos es saber de vivos.

Abejita de la Vega dijo...

Sí, no era fácil con una pareja tan "alegre". Tono extraño y gélido donde lo haya.
Un abrazo, Mari Luz.

Abejita de la Vega dijo...

Salto peligroso, temí molestar a Óscar, al que tanto aprecio. Me divertí, le eché el condimento que le faltaba.
Besos, Pedro.

Abejita de la Vega dijo...

Mis noches delos miércoles no son lúgubres pero duran algo menos que las del resto de la semana. Mis almohadas me dictan...Tengo que leer La herencia del Centeno, noches lúgubres de la guerra incivil española.

Besos

Abejita de la Vega dijo...

Soñar con muertos es saber de vivos, lo apunto en el disco duro, en este que tengo aquí arriba hace casi cincuenta y nueve años. Me interesa saber de vivos y de muertos como don José Cadalso, interesante maguer triste.
Me resistía cerrar el de Óscar.
Besos, Carmen.

Bertha dijo...

De verdad que eres una artesana de las palabras y este sueño tiene miga...

Me voy a agenciar esta lectura y me recuerda un poco esa parte lúgubre a Cumbres Borrascosas(el loco enamora).

Un abrazo feliz fin de semana.

Bertha dijo...

...enamorado perdón

Abejita de la Vega dijo...

Eché mano del sueño y del relato de Esquivias para poder con la negrura total de Noches lúgubres.
Recuerda a Cumbres Borrascosas en la locura tan extrema del enamorado, sí.
Pasa una buena semana. Un abrazo Bertha.

Kety dijo...

Buena frase: "soñar con muertos es saber de vivos", eso sí, siempre que sean de tus seres queridos. De otros no..., me da yu yu.

Besos, campeona.

María Pilar dijo...

Vaya con las Noches Lúgubres de Cadalso cuajadas de "aventuras" que confirman el título, menos mal que has encontrado el tono simpático con el relato de Esquivias que te da un respiro.

pancho dijo...

Se nota que la arañita ha ahorrado para remozar la casa. Muy guapa la has dejado.
Esa tormenta con culebrinas parece de verdad.
Jardinero de cementerio da un aire menos lúgubre al sepulturero, la empresa que no da en quiebra. Los cementerios del extranjero son lugares de visita normales, pero a mí me sigue dando un poco de yuyu ir. Aquí no hay tanta tradición.
Bien enlazado con el cuento de Esquivias.
Un abrazo.

Abejita de la Vega dijo...

Soñamos y los sueños nos dan qué pensar. La mayoría de las veces son un revoltijo de espacio y tiempo.
Besos Kety. Gracias por lo de campeona.

Abejita de la Vega dijo...

Esta aventura era un poco dura de pelar. Respiramos. Un abrazo Pilar.

Abejita de la Vega dijo...

La foto de la cabecera era de los tiempos del bum del ladrillo y tenía demasiadas grúas. Esta otra es de una antigua alumna, más bonita y actual. La plantilla nueva le da otro aire.
No visitaría cementerios, yo tampoco. No sé si esos jardineros son en realidad sepulturero...
Enlace con cariño y respeto.
Besos Pancho.

Abejita de la Vega dijo...

La foto de la cabecera era de los tiempos del bum del ladrillo y tenía demasiadas grúas. Esta otra es de una antigua alumna, más bonita y actual. La plantilla nueva le da otro aire.
No visitaría cementerios, yo tampoco. No sé si esos jardineros son en realidad sepulturero...
Enlace con cariño y respeto.
Besos Pancho.

Abejita de la Vega dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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