viernes, 23 de agosto de 2024

"...cuando un día esté durmiendo nuestra propia barca..."


Leo un poema de Gabriel Celaya, en Facebook. Es "Educar". 

Me gusta mucho como maestra que fui y además me recuerda un día de Tamborrada Infantil, en San Sebastián.

 Vi a Gabriel Celaya muy viejecito ya y con el "tambor de oro", en el Ayuntamiento. Yo iba acompañada de unos niños que tenían el privilegio, bien merecido, de ver la fiesta desde el balcón, una imagen que no se me olvida, una imagen de oro. 

Un poeta muy grande. Gracias, Javi Ssntamariana, amigo de Facebook, por traérmelo aquí.

Ya veis, un poema me llevó al poeta y a mis recuerdos de maestra. Unos niños de los que llamaban "especiales", un cielo de niños, solo cuatro, una Tamborrada Infantil inolvidable, miles de tambores, miles de colores y un mar azul enmarcado en su Concha. 

Gabriel Celaya murió poco después y la televisión mostró a su Amparitxu, abrazada al bote triste de las cenizas, algunos gritaban, no sé lo que gritaban.

Como maestra, cometí algunos errores, lo confieso, pero confío en que las barcas hayan llegado tan lejos como hayan deseado y que, cuando duerma mi barca, quede un poquitirrín en barcos nuevos que surquen los mares. Sueños. 

Agustín Merino me envía estas barcas.

Una estrella apagada que todavía emite luz, el sueño del docente. 

Ya veis, ponemos música adecuada al recuerdo, una marcha de Sarriegui, la de Donostia San Sebastián.

María Ángeles Merino


sábado, 17 de agosto de 2024

El azul más azul

  



El azul más  azul

Google colorea mi foto de azul más azul, en vano, no le gana al azul del cielo de Castilla, el de Burgos en días como ayer. El andamio azul de una de las agujas de la Catedral quiere también competir. Recuerdo un verso que me enseñaron de niña, cito de memoria.

"¿No te he dicho que el azul no has de tocar? 

¡Que locura, qué capricho, el Señor se va a enojar!"

 Rubén Darío era muy amigo del azul, el color de la belleza. Ya sabes, Google.

Y la niña María Ángeles vio desfilar "cuatrocientos elefantes a la orilla de la mar"

Ya ve, Sor Austringiliana, el cielo azul, ayer.

María Ángeles Merino


Traído de "El blog de Sir Austringiliana", como suelo hacer cuando asoma la señora Literatura, mi mejor amiga en las soledades. 

miércoles, 14 de agosto de 2024

Sentimientos que no se ponen de acuerdo

  







Viene de "El blog de Sor Austringiliana"

Ayer paseaba por la orilla del río Vena, con casi frío y era un placer. Iba dándole vueltas a un microrrelato que había leído en el libro "Los ojos de los peces" de Rubén Abella, finalista del Nadal en 2009 y excelente narrador.

 En la página 46, la lectura del microrrelato "El club" me llevó a a los sentimientos contradictorios que, en ocasiones, nos asaltan y, aunque  nos hagan daño con sus peleas, cargamos con ellos.  En este momento de mi vida personal, mujer mayor que cuida a una madre muy mayor, lucho con dos que, tal vez, me harían socia de "El secreto Club de los Contradictorios". Leo: 

"Una vez al mes se reúne en la carnicería de Onofre Sánchez el secreto Club de los Contradictorios. El presidente es el propio Onofre, en virtud de su dos veces discordante condición de carnicero vegetariano y romanticón misógino. Entre los miembros hay un bombero con vértigo, un socorrista que no sabe nadar, un pastelero  diabético, un cura que no cree en Dios, un escritor analfabeto, un médico que siempre está enfermo, un sindicalista rico y un políglota incapaz de entenderse..." (Rubén Abella)

Son microrrelatos para una sonrisa cómplice, a veces un gesto de sorpresa. En cada uno de ellos, en muy pocas líneas, cabe toda una novela, los leemos y probamos a imaginarlas.  Los seres humanos somos complicados, nos identificamos con las  lecturas que dicen de nuestra complejidad.

Ya ve, Sor Austringiliana, sentimientos que no se ponen de acuerdo. 

María Ángeles Merino


jueves, 8 de agosto de 2024

A falta de pan, buena es la galletita del café.

  



Viene de "El blog de Sor Austringiliana"

Un libro, una galleta y un pajarillo carbonero. A falta de pan, buena es la galletita del café. 

El libro muestra señales de vejez, no es el único. Le puse fecha y firma un 7 de julio de 1986. "Un viaje de novios" de Emilia Pardo Bazán, de la editorial Labor, que ya no existe, con un trabajo previo del romanista Mariano Baquero Goyanes, estudioso de doña Emilia y de otros, fallecido dos años antes, no lo sabías, seguro que entonces te daba igual quién prologaba. 

En julio de 1986, María Ángeles era una maestra en vacaciones que buscó, seguramente, una novela agradable y de un autor, autora, reverenciado en los manuales de lengua y literatura, especialmente los de Lazaro Carreter para la EGB. Tal vez, se sentaba en un banco del Espolón, a leer, mientras echaba un vistazo a sus sobrinos.

 ¡Vacaciones hasta septiembre! ¡Qué descanso para tu garganta...y tus nervios, María Ángeles! 

"Un viaje de novios! seguramente te gustó, no la recordabas especialmente, ahí se quedó en tu estantería, creo que ahora la has disfrutado más. Prendada del personaje de Lucía, una inocente niña recién casada, pintada con los pinceles atemperados del "naturalismo español", que rabie monsieur Zola. 

Una joya de la literatura, moralista tal vez, pero qué trazos y colores en el accidentado viaje, a través de tierras españolas y francesas, con el equipaje del amor y la decepción. De León a Vichy, donde se tomaban las curativas, y malolientes, aguas, pasando por Hendaya, y a la vuelta...

El maravilloso caballero al que conoce en el tren y el patán de su interesado marido. Y un coro de personajes como Pilar la tísica, menudo ejemplar de cotilla. Conoceremos Bayona, Biarritz, Vichy, como en una guía turística decimonónica, una Francia que fascinaba a los escasos españoles que podían permitirse pasar al otro lado, qué lujo. ¡Qué vocabulario!  

Realismo...mejor aún naturalismo frente al romanticismo ya pasado pero resistente.  ¿Naturalismo católico?, oui monsieur Zola.

Estoy llegando al final, Lucía volverá a León, mucho más mayor, aunque solo hayan sido unos meses.

Ya ve, Sor Austringiliana, la compañía de un pajarillo carbonero y una buena novela, a ver cómo remata esto doña Emilia. Aconsejable de todas maneras. 

Entro en el trampantojo a ver qué pasa.

Uy,  madrastra Naturaleza, no parece madre, como proclamó la escritora en otra ocasión.

María Ángeles Merino