miércoles, 13 de diciembre de 2017

"La noche que no paró de llover" más el recuerdo de "Dejar las cosas en sus días". Cuando estuvimos con Laura Castañón. (1)


Comentario a la novela La noche que no paró de llover, de Laura Castañón. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda. En forma de diálogo con Austri, mi fiel compañera de lecturas.

-Comienzo una nueva aventura lectora, La noche que no paró de llover de Laura Castañón, y me parece un reencuentro con una vieja amiga. Recuerdo aquella tarde lluviosa, del 26 de febrero de 2014, en que la escritora estuvo en nuestra lectura colectiva, en la Sala Polisón del Teatro Principal, y nos cautivó con sus palabras, enlazadas con las apreciaciones de nuestro profesor, previamente atrapado.

Pedro Ojeda y Laura Castañón (26 febrero 2014)

Mi cuaderno de notas fue mi aliado, a falta de agenda Moleskine. Mi letruja de escribir deprisa atrapó parte de lo que allí se decía.

Pedro Ojeda nos decía que Dejar las cosas en sus días era su primera novela, aunque no lo pareciera; que estábamos ante una novela para un público amplio: los amantes de las intrigas familiares o también, y sobre todo, los que buscan una literatura bien escrita, con sentimientos y emociones.



-También La noche que no paró de llover, su segunda novela, puede gustar a un público muy amplio, no le faltan ingredientes: pareja, temores, amor, familia, consulta psicológica, memoria histórica, taller de escritura, intriga, sentimientos de culpa, tal vez un asesinato, maternidad, Gijón casi como un personaje...

Muchas emociones y sentimientos. Enma se embala y ahí no hay punto y seguido, algo muy bien explicado por nuestra amiga Carmen Ugarte.

"Ne me quitte pas! "Ne me quitte pas! ¡Es tanto su amor y tanto su temor! La abrazaríamos, de puro tierna. ¿Qué hace Laia que no nos la tranquiliza? ¡Que deshaga el malentendido de una vez! ¡Que no, doña Valeria, que es usted la envidiosa y no la envidiada! ¡Y abra el sobre de una vez! ¡No me parece mucho el precio que le cobra la psicóloga Laia por largar sus miserias!


En este momento, me doy cuenta de la presencia de mi amiga Austri, la que me suele ayudar con los comentarios a las lecturas del club. Sufre un ataque de "bocachanclez", como diría uno de los personajes de la novela.

-Austri, amiga, no te embales tú tampoco, que a los lectores no les ha dado tiempo. Ya has hablado más de la cuenta.



-¡Hola María Ángeles! No ha sido mi intención hacer "spoiler", sólo se me han escapado algunos temas que desarrolla, con acierto, La noche que no paró de llover. Se me olvidaba la lluvia, no sólo el agua que cae gozosamente del cielo asturiano. Llovía aquella noche como en "Il pleure dans mon coeur comme il pleut sur la ville..."

-En aquella noche y en otras, Austri, no paraba la lluvia del corazón. Veo que te acuerdas bien de las clases de francés del Insti.

- No te interrumpo más. Me hubiera gustado estar aquel día escuchando a Laura Castañón. Sigue con el recuerdo y tus apuntes.

-Sigo. Pedro Ojeda le preguntó por qué, en un momento de su vida se puso a escribir.

Laura nos definió el éxito: “que los lectores hayan disfrutado”. Un objetivo conseguido con la publicación de su primera novela en 2013. Nos contó, con una sonrisa, que escribe "desde siempre", que a los cuatro años ya redactaba unos cuentos que su madre tiene bien guardados.

Escritora siempre; pero las clases impartidas en los talleres literarios, la tutela de las historias escritas por sus alumnos, “vampirizaron" todo lo que podría haber escrito. Luego llegaron las actividades profesionales y un ritmo de vida acelerado que hubo de frenar ante la enfermedad: fibromialgia y fatiga crónica. 



-Un hachazo que cambió su vida.

-Y aprendió a hacer “patchwork”. Y, cosiendo trocitos de tela para conseguir un todo armónico, surgió la necesidad de escribir una novela. El primer pedacito fue aquel paseo por la carretera de Reballines, al lado de Bustiello. Aquella casa, al lado del río. Su madre le explicó que allí vivían las señoritas de Pomar, que tenían billar y biblioteca.

¿Biblioteca? Fascinante. Laura fantaseó desde aquel momento, quiénes eran aquellas señoritas, qué hacían, cómo era su vida.



Con las señoritas de la casa de Pomar, empezó Dejar las cosas en sus días.

-Pero las señoritas de Pomar no están en la segunda novela. 

-Sí, tenemos a  una de las hermanas: Paloma Montañés. La anciana Valeria, la del sobre misterioso, habla de su amiga Paloma, muerta recientemente. Había coincidido con ella en la residencia de ancianos.  Se conocían desde los tiempos de la posguerra, cuando ambas vivían en París. 

-¿Es Paloma la mujer de la portada, rodeada de enormes amapolas?

"...en torno a los ojos se le formaban unos círculos oscuros que yo creo que tenían bastante que ver con la pena, o la nostalgia de lo que habían dejado aquí en España." (página 209)


-Puede ser, a juzgar por las parchetas de la cara. También aparece de puntillas el personaje de Aida, la sobrina de Paloma; recordarás de la primera novela, la que reconstruye el pasado...Ahora es amiga de Enma y paciente de Laia. Son personajes que viajan de un libro a otro, a la manera galdosiana, aunque tal vez la escritora las retome en otra novela...se me ocurre. Paloma tenía mucha fuerza como personaje.

-¿Y Bustiello, el pueblo minero "burbuja", donde don Benito Montañés dirige la vida de los obreros, en nombre del paternalista marqués de Comillas? 

-Ese es un universo que en la segunda novela desaparece completamente. Ni siquiera se nombra. Ahora hay otros. 

Laura también nos contó su acceso al mundo editorial, algo que siempre había considerado imposible. Todo empezó cuando dejó su novela a un amigo, relacionado con dicho mundo. La leyó, le gustó, la envió a Alfaguara y le comunicó que Alfaguara quería publicarla. Recibió la noticia con extrañeza porque siempre fue escritora,  sin conciencia de serlo. 

Considera que ha comenzado tarde y Pedro Ojeda le replica quijotesca y caballerosamente: Cervantes escribió el Quijote a una edad equivalente a lo que hoy serían noventa años. Y la novela exige cierta edad. 


Siempre supo que el camino hacia la publicación de un libro es muy difícil. Cuando dirigía a sus alumnos, escritores en ciernes, les decía "mándalo", a pesar de saber del peregrinaje que sufren los autores de editorial en editorial. Ella escribía para gente próxima, con mucha libertad, sin disciplina, escribía cuando tenía ganas. Aquel amigo, Gabi, impresionado, lo envía a Alfaguara, "quieras o no quieras". Cuando lee "acaban de llamarme de Alfaguara", le parece un "correo de hadas". 

-Una buena profesora que anima y no desanima. 

-Mi amiga Luz del Olmo, la del blog "En un acorde azul", le preguntó: ¿Por qué los párrafos tan largos". Nos explicó que los del pasado, que corresponden al narrador omnisciente, le salieron más largos, en un estilo de principios de siglo. Los del presente son más funcionales, más cortos; pero no fue consciente, el mundo del pasado le pedía construirlo de una forma menos directa. 

Luz del Olmo, Laura Castañón y María Ángeles Merino.

En La noche que no paró de llover hay también párrafos especialmente largos. Ya señalaste cuando Enma se embala y ahí no hay punto. En esta segunda novela, más bien parece obedecer a la "oralidad": como si nos estuvieran contando la historia cara a cara. Es así como lo ven Carmen Ugarte y Pedro Ojeda. 

-Parece que tienes a Enma a tu lado, en su casita de Richmond, digo en Gijón.

-También la preguntaron por sus referentes. La respuesta: leer mucho, aunque ahora lee menos, no sabe si hay algún referente que haya sido más que otro. Ha leído mucho a García Márquez, Muñoz Molina, Martín Gaite, Ana María Matute, novela norteamericana, novela policíaca, de todo hay algo. Lo que no quiso es caer en el realismo mágico.

-Peligro que se corre cuando se lee mucho a García Márquez. 


-Y acabamos preguntando por la próxima novela y una posible continuación. Nos contestó que, a medida que la novela iba creciendo, se iba dando cuenta de que había una trilogía. Nos informó de que  la segunda ya estaba en marcha, con más dificultad, más despacio, más responsabilidad. Ya tenía 120 páginas antes de salir la primera, en ese momento llevaba escritas 50 páginas más.

-170 páginas. Hasta cuando Enma canturrea:"Buscando en el baúl de los recuerdos...". O lo cambió, los escritores hacen y deshacen...

-Nos anticipó que no se resolvían grandes misterios, que había cruce de personajes y de  relaciones, que se trataban zonas en sombra. Nos anticipó: Paloma en París. 

-Poco sabemos de lo que hizo Paloma en París, en La noche que no paró de llover nos deja sombra suficiente para otra novela. ¡Sería bienvenida!


- Aquel día escribí, para cerrar la entrada:

"Comentaremos la segunda, cómo no. Y queda emplazada para nuestras lecturas colectivas: la presencial y la virtual."

La estamos comentando y, en enero, veremos de nuevo a nuestra amiga, la escritora Laura Castañón. Será una alegría. 

-Yo la veré y escucharé por primera vez. ¡Encantada!

-Luego te entra la timidez y te escondes, Austri, que te conozco. 

Nos pusimos en fila para la firma de libros. Charlamos brevemente mientras nos escribía las dedicatorias.


Con todo el cariño, Laura, a tus personajes y a tu historia. 

Un abrazo de María Ángeles Merino

8 comentarios:

La seña Carmen dijo...

Se agradecen las menciones, pero sobre todo los datos de la primera novela, que algo tienen que ver en la segunda.

Una curiosidad tonta, que tiene que ver con el tren: ¿La residencia de Valeria está en el mismo Gijón? Feli coge el tren y Valeria, en un momento determinado, también lo hace para volver a la residencia.

Abejita de la Vega dijo...

Me has contagiado la curiosidad. Tienes razón. La residencia debe estar en algún pueblo cercano y Valeria viaja cada semana, creo que en un tren de cercanías. Puse "residencia en Gijón", borro "en Gijón" y punto pelota. Una residencia de lujo a la altura de "la Marquesa"...

Besos

pancho dijo...

He empezado esta mañana a leerla, el personaje de Feli me parece muy bien planteado, pero ya veremos el desarrollo. Está muy bien escrito, eso sí. Hasta con letras de canciones en los finales de capítulo. Confirmar la ópera prima siempre es difícil.
Muy buen apunte lo de Paloma, me evitas andar mirando en la otra novela, me sonaba algo.
Un abrazo.

Paco Cuesta dijo...

Me uno a la lectura con cierta ventaja: aprovecho todas vuestras observaciones.
Besos

Ele Bergón dijo...

No he empezado a leer la novela, porque no he tenido tiempo y porque en las dos bibliotecas que he buscado no estaba. No obstante la seguiré buscando.

Fue una tarde inolvidable, llena de lluvia y frío en Burgos, donde lo pasamos muy bien con la autora cuando la presentación de "Dejar las cosas en sus días". Gracias por nombrarme y poner la foto. Laura Castañón es una persona muy cercana y amable.
Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡Esto es lanzarse en plancha! Qué buena forma de introducir la novela, hilando de la anterior y de nuestro encuentro. Aquí está todo lo necesario para comenzar.

Bertha dijo...

Querida Avejita de la Vega:

¡Con mis mayores deseos que pases unas tranquilas fiestas de Navidad y que a lo largo de este nuevo año que ya esta en puertas nos podamos seguir deleitando con tus aportes.-Mucha salud,paz y sobre todo ilusión que es un buen ingrediente para ver las cosas con otro prisma!

María Pilar dijo...

Cuando lea la novela, me ayudará muchísimo esta introducción tan completa.
¡Felices fiestas y un año próspero para seguir practicando este "vicio" compartido de la lectura y que tú nos sigas ilustrando con tus entradas.
Besos